Borges o la revisión del universo

Héctor Yánover
Director de la biblioteca nacional argentina (1994-1996)

Borges es un gran tema para un escritor porque obliga a la inteligencia, a la deducción, como en una novela policial, al acertijo, a la búsqueda, a la controversia. Como en los grandes libros, el universo está en él, y además Borges. No es para analfabetos, exige perspicacia, sutileza, todas condiciones de las que carecemos pero a las que aspiramos y Borges nos hacer creer que las podemos alcanzar, las pone en nuestras manos. Hablar de Borges como hablar de la Biblia nos obliga a la revisión del universo. Al inventario. Sus temas son la mortalidad, la inmortalidad, el descreimiento, la fe, los libros que son El Libro y la necedad como enemigo. Por algo Borges decía que la religión era la hermosa, porque se basa en el libro, en la palabra, en la lectura de un hombre solo frente a la inmensidad, al terror, a la benevolencia.

El hombre exige a Dios, su alma se lo exige, exige a Borges, un vasto universo donde nos sentimos cómodos porque estamos hechos a su imagen y semejanza. Borges es importante para los que quieren saber. Para los que no quieren saber, no existió nunca. Desconfiaba del pensamiento rígido, del reglamento, por eso tantos reportajes; para enseñar a dudar y a contradecirse y encontrar un camino propio en medio, a través, con las contradicciones.a su imagen y semejanza.

Podemos seguir dando datos, acercar la lupa y ver detalles, escuelas, señalar modos, quedarnos en el imperio más frecuente, el de los lugares comunes. Darío son las marquesas, Vallejo los cholos, Neruda cuerpo de mujer o Stalingrado y Borges los tigres, los espejos, las espadas, el laberinto. Pero con todo eso no hacemos absolutamente nada. De lo que se trata es de leer un poema y sentirlo con la piel y con los huesos. Les voy a contar cuáles son algunos de mis poemas. Porque poemas hay muchos. Muchas veces me sorprendo escuchando que citan como ejemplo alguno que no es de aquellos que escribió cuando Dios puso las palabras en su boca. Sino los del oficio. Los que cualquier Borges puede escribir (ahora que se han multiplicado) y no Jorge Luis.

- Poema conjetural. -Baltasar Gracián

- Fundación mítica -Le regret d'Héraclite

- Un soldado de Urbina - A un poeta menor de la antología

- El gólem -La noche que en el sur lo velaron

- Leopoldo Lugones -El tango

- Borges y yo -Milonga de Jacinto Chiclana

-Poema de los dones -A un viejo poeta

-Límites -El general Quiroga va en coche al muere

"La poesía (¿el arte?) es la inminencia de una revelación que no se produce". Creo que no se puede dividir a un ser humano y esto ya lo sabía Salomón. Tampoco se puede dividir a un creador y poner aquí la prosa, aquí la poesía; son convenciones por supuesto, para poder estudiarlo mejor, pero sería imposible que alguien pretendiera decir que ha leído a Borges sólo porque ha leído sus cuentos. Borges le debe mucho a Marcelo Abramovicz a quien conoció en Ginebra y que fue quien le presentó nada menos que a los grandes poetas del simbolismo y la modernidad: Baudelaire, Rimbaud, etc. y a Rafael Cansinos Assens, un probable lejano descendiente de sefarditas que reivindica su ser judío y es el adalid español del ultraísmo que Borges importa al Río de la Plata. Estoy seguro que estos judíos que tampoco podemos dividir le dan junto con la literatura, su sentido de la unicidad y la Biblia, y de esa forma Borges no sólo es judío sino también griego, escandinavo, celta y vikingo y sobre todo argentino, porque esa es nuestra herencia occidental y literaria que Borges acepta, encarna y nos lega. La tendencia a dividir pone lo mortal y lo inmortal en distintos lugares, y como los pueblos tienden a no pensar aceptan la idea del ser separado. Borges en cambio tendía en sentido contrario, a pensar y no sólo a pensar sino a oír y, en primer lugar, a oírse a sí mismo. La Biblia es ese libro circular que su abuela Francis Haslam sabía de memoria. Dios, dice, es el verbo circular.

Si tuviese que definirlo de manera que en su presencia no nos sonrojáramos, diría que era un lector. El dice: lector hedonista, un lector que leía con placer, que gozaba con la lectura y que ese amor por la lectura le educó el paladar. Borges educa su pasión por los libros, aprende a leer, lee toda su vida, esa pasión no decae. Cuando comienza a escribir, su sentido crítico ("hay que llegar al propio crítico" le escribe Rilke a Kapus) lo va guiando y a veces bandeando, es un autodidacta avalorado por un vago bachiller ginebrino y así deviene ultraísta, simbolista, expresionista, folklorista. Llena de palabras del Río de la Plata sus textos, se enamora y desenamora de las metáforas, odia y ama a Leopoldo Lugones, proclama el verso libre y vuelve a la rima y a los sonetos, se ríe y ama a su país, está en Sur y ora lo defiende, ora no le gusta, es Borges y no le gusta, es argentino, de pronto parece que más que nada y no le gusta, habla el español y tampoco le gusta. Vive en conflicto, en guerra con sus entrañas y lo lee todo y lo procesa todo en esa máquina maravillosa que hace él mismo, artesanalmente, y que le fue otorgada por Jehová Dios porque se le dio la gana.

Nunca como ahora que los diarios se han inundado de Borges, ha quedado al descubierto tanto la ignorancia como el profundo respeto en torno a su obra. Borges tenía razón cuando decía que él era el escritor más comprado y menos leído. De ese quedarse afuera de Borges han dado testimonio fehaciente locutores de radio y televisión, animadores, charlistas, comentadores y críticos. También en revistas y diarios serían muy contados los nombres que realmente saben de qué están hablando. Propondría hacer un club Borges, si no estuviese seguro que "ellos" serían los organizadores.

Vamos a hablar de Borges y la literatura argentina. Tema importante porque contribuyó como pocos a enaltecerla. Nosotros que hablamos esta lengua nos damos cuenta de hasta dónde Borges es argentino, son sus buceos en este idioma nuestro los que lo han puesto donde está, sus búsquedas hasta encontrar el engarce que Dios le había marcado a sus palabras. Es notable cómo algunos países se las ingenian para incorporarlo a su panteón sin abdicar sus fronteras. Para los rusos, si hay gauchos en Borges hay cosacos en Gogol y eso, al emparentarlos, lo hace ruso. Para los alemanes Borges es un hombre universal, como Goethe, por lo tanto es alemán. Para los ingleses no hay duda, por el idioma que amó, la Biblia que leyó y los autores que cita profusamente. Además, George Steiner acaba de calificarlo "extraterritorial", ergo, es inglés, y casi todos ellos lo leen traducido y la traducción ¿no es con respecto al original, como el Golem al hombre? Esto sucede quizá porque no pueden aceptar que del perdido sur de los mapas, allí donde sólo habitan tribus que "disputan su tasajo con blanca encía y afilados dientes", pueda surgir Borges, que es -creo yo- más argentino que el pan criollo y por lo mismo, universal.

Borges supo encontrar sus palabras y dirigirlas hacia la difícil claridad con esfuerzo y con genio. Se apropió de la imaginación argentina, de los reverberos del lenguaje rioplatense, del destino de las palabras de sus mayores y aún las de sus herederos. El 9 de marzo de 1926 dice: "Criollismo pues, pero un criollismo que sea conversador del mundo y del yo, de Dios y de la muerte. A ver si alguien me ayuda a buscarlo". Tuvo la gentileza de ofrecer a cada cual una atalaya desde donde creemos que oteamos y conocemos su obra: podemos elegir cuchillos bibliotecas, espejos, tigres, laberintos. Borges no es avaro en sembrar pistas para que cada cual inicie su viaje por donde quiera. Me gusta la frase de Van Wyck Brooks que cita Pedro Salinas en Al Defensor: un gran escritor es un gran hombre que escribe.