Alejandro de Humboldt en las Américas.
El arte del explorador
 
 

Sébastien Velut

Ecole Normale Supérieure


Para David Yudilevich
 La Relación histórica del viaje de Alejandro de Humboldt en las Américas constituye sin lugar a duda un hito tanto en la historia de las exploraciones de las Américas como en el campo de las narrativas de viajes. Hay un antes y un después del viaje (1799–1805) y de la publicación de sus resultados científicos; tiempo que se extiende durante toda la estadía en Francia de su autor, hasta 1827. De hecho, la información brindada por Alejandro de Humboldt mejora sustancialmente el conocimiento que se tenía de la América española, particularmente en Francia y Alemania – más que en la misma España, donde la monarquía había impulsado una serie de estudios sobre el Imperio. Por otra parte, el viaje americano lo lleva a dar un panorama del Imperio español en sus últimos años; antes de que se terminara la publicación de su obra, ya comenzaban las guerras de la independencia que modificarían sustancialmente la realidad americana.

Asimismo, la Relación histórica establece de manera definitiva la reputación de Alejandro de Humboldt como explorador y científico; conoce éxitos en Paris, Londres y Berlín y se le consulta para preparar nuevos viajes. El joven Alcide D'Orbigny visita a Humboldt en París antes de emprender su propio viaje a la América meridional mientras Charles Darwin lleva consigo en el Beagle sus libros, sintiendo crecer su admiración por el prusiano a medida que progresa su viaje. Humboldt establece al mismo tiempo un verdadero protocolo científico a uso de los viajeros e inventa una manera de narrar los hechos estableciendo una nueva tradición literaria, cuya posteridad se encontrará, años después, en las novelas de Jules Verne. Son estas dos dimensiones, la científica y la literaria, las que quiero abordar en este trabajo, mostrando sus relaciones recíprocas.

La Relación histórica plantea el problema de los vínculos entre la aventura que constituye el viaje, los acontecimientos pintorescos que implica, pudiendo servir de material para una narración placentera y, por otra parte, el contenido científico que lo justifica y va a establecer de manera definitiva la reputación científica de su autor. La dimensión científica se expresa a través de las mediciones realizadas en varios puntos del recorrido, de las tablas geográficas sustancialmente mejoradas que permiten trazar mapas más precisos, de las observaciones astronómicas, y se completa por la identificación de un gran numéro de especies y la colección de ejemplares para los museos europeos (1). Estos aportes, establecen de manera definitiva la fama científica de Humboldt, cuyos talentos variados ya se habían notado antes del viaje americano en sus primeras publicaciones sobre geología (Mineralogische Beobachtungen über einige Basalte am Rhein, 1790), botánica (Flora Fribergensis subterranea 1793) y fisiología (Über die gereizte Muskel- und Nervenfasser… 1797). En cambio, la dimensión literaria, o más ampliamente artística, de la obra humboldtiana constituye una novedad.

Existe sólo un breve cuento, La fuerza vital o el genio de Rodas, publicado por primera vez en 1795 (2). Este texto atestigua los numerosos lazos entre los hermanos Humboldt y los círculos literarios alemanes de fines del siglo XVIII –se conoce su amistad con Schiller y sus visitas a Goethe– y muestra la importancia de las referencias a la antigüedad clásica para su formación, pero no da una gran impresión de las dotes literarias del joven Alejandro. De tono pesadamente didáctico, este cuento no logra articular la dimensión narrativa que recurre a toda una serie de estereotipos, con su contenido filosófico derivado de las teorías vitales de Pitágoras.

Con la Relación histórica, género totalmente distinto del cuento filosófico –aunque varios cuentos utilicen el viaje como artificio retórico– Humboldt combina su visión de la naturaleza, enriquecida por la experiencia americana, y una concepción original no sólo de la narrativa sino también un uso de recursos variados para presentar la realidad americana. La novedad aportada por Humboldt radica, entre otras cosas, en su capacidad de inventar nuevas fórmulas descriptiva que combinan la precisión de la mirada con un gran poder de evocación de los paisajes tropicales. Estos esfuerzos se notan no sólo en el texto sino también en los grabados que aparecen en los tomos de las Vistas de las Cordilleras y de los Cuadros de la Naturaleza. Antes de presentar estas publicaciones, es necesario recordar las condiciones del viaje americano que recoge la tradición del viaje ilustrado dándole sin embargo un nuevo matiz.

1 - Alejandro de Humboldt, el viajero

De Europa a América : la escuela de la imaginación.

El viaje americano de Humboldt, empezado a la edad de treinta años, ha sido precedido por varios viajes en Europa que han sido un elemento importante en su formación. Recuerda Humboldt que, cuando niño, contemplaba mapas, deteniéndose en particular sobre las formas de los mares (Cuadros de la Naturaleza p. 702). En 1790 viaja por Europa en compañía de Georg Forster, que había navegado con el capitán Cook en su vuelta al mundo. La influencia de este compañero sobre Humboldt fue decisiva, transmitiéndole el deseo de viajar y los métodos de observación sistemática. Es Georg Forster a quien recuerda Humboldt cuando vislumbra por primera vez, desde el Alto de Guangamarca, el Pacífico :

Se concibe, de hecho, que el aspecto del Mar del Sur haya tenido algo solemne para un hombre que debe a su comercio con un compañero del capitán Cook, una parte de su saber y la dirección tomada luego por su curiosidad. Georg Forster conoció temprano mis planes de viaje en su intención general, cuando tuve la feliz suerte de visitar por primera vez Inglaterra bajo su conducta. (Cuadros de la Naturaleza, Libro VIII). Después de conocer Londres, Humboldt se dirige solo hasta París que descubre por primera vez en la agitación revolucionaria. De vuelta en Alemania, su trabajo de inspector de minas lo lleva a recorrer extensivamente las regiones mineras, mientras va elaborando su gran proyecto de viaje ultramarino.

Estos viajes de formación del joven Humboldt se inscriben en una tradición profundamente anclada en la Europa ilustrada. La misma Encyclopédie de Diderot y d'Alembert, consagra un artículo al viaje que dice: "Hoy día, los viajes por los estados civilizados de Europa son, al juicio de las personas ilustradas, una parte importante de la educación de la juventud" (citado pour Pomeau, 1967). Se busca tanto adquirir nuevos talentos, como corregir prejuicios nacionales o aprender idiomas, concibiendo el viaje no tanto como una aventura picaresca sino más bien como una suerte de clase para los filósofos.

En el caso de Humboldt, estos primeros viajes fueron más que una escuela para sus ulteriores exploraciones. Habría podido establecer definitivamente su fama de docto y satisfacer sus ganas de estudio dedicándose, en su palacio de Tegel, a uno u otro tema de su interés. Pero, desde muy temprano, tiene el deseo de conocer las tierras tropicales y D. Botting (1973) recuerda sus varios tentativas, todos fracasadas, para sumarse a expediciones científicas. Decide finalmente utilizar la herencia materna para financiar su propio viaje americano. El deseo de viajar de Humboldt va, por ende, más allá del afán de conocimiento: quiere ver por sus ojos la naturaleza ultramarina y admirar el cielo del otro hemisferio. Cuando cruza por primera vez el Ecuador y reconoce en la tibia noche tropical la Cruz del Sur se emociona recordando, en una de las pocas ocasiones donde aparece una referencia literaria, los versos de la Divina Commedia que, supuestamente, la describen.Y, al llegar a la costa ve por primera vez a los Indios :

Cuántas riquezas encerraban, a nuestros ojos, las canoas de estos pobres Indios!
[…] Las producciones más comunes de los gabinetes de Europa, tenían un encanto particular para nosotros, porque nos recordaban fuertemente que, llegados a la zona tórrida, habíamos alcanzado la meta hacia la cual aspirabámos desde mucho tiempo (cap. III) (3).
El método del científico

En el siglo XVIII se plantea el problema de la utilidad de los viajes para el conocimiento. Como lo subraya Numa Broc (1972), los mayores representantes de la ciencia ilustrada, como Buffon, miran de manera crítica las relaciones de viaje, prefiriendo la observación en el gabinete a los cuentos de los viajeros que repiten los mismos errores y no proceden de manera sistemática, careciendo de la necesaria educación. Muchos relatos aportan el mismo tipo de información fragmentada, poco fiable, carente de la precisión indispensable para un real provecho científico y abundando en lo pintoresco. Por otra parte, ilustres viajeros desprecian los hombres de gabinete por su poca experiencia del mundo. El famoso Bougainville escribe "Soy viajero y marino, es decir mentiroso e imbécil en los ojos de esta clase de escritores perezosos y soberbios que, en la sombra de su gabinete, filosofan a pérdida de vista sobre el mundo y sus costumbres, sometiendo imperiosamente la naturaleza a su imaginación" (citado por Moravia, 1967, p. 963).

Se hace por lo tanto, en la segunda mitad del siglo, una reflexión, particularmente en la Academia de Ciencias francesa, para proveer a los viajeros de un verdadero método científico (Moravia, 1967 Kury, 1998). Se elaboran cuestionarios con la participación de especialistas de distintas disciplinas para trazar el programa de trabajo de los exploradores. Esta evolución se hace en dos direcciones: por una parte, una mayor exigencia de precisión, de certidumbre de las observaciones realizadas y por otra, se amplían los temas que deben interesar a los viajeros, desde la observación de la naturaleza hasta el análisis de las costumbres, abarcando temas más concretos como las actividades económicas y buscando a veces maneras de mejorar ciertas prácticas europeas o conocer especies útiles. Los viajeros se preparan aprendiendo idiomas y leyendo los relatos anteriores. Estas exploraciones exigen multiplicar las competencias científicas, mobilizando a veces verdaderos equipos como en la expedición de Egipto (una de las tantas en las cuales Humboldt intenta participar).

Humboldt recoge estos esfuerzos. Cuando sale de la Coruña, en 1799, lleva consigo gran cantidad de instrumentos que describe con pormenores en el primer capítulo de la Relación historíca: cronómetros, barómetros, termómetros, hasta el cianómetro inventado por Saussure para medir el azul del cielo. Aimé Bonpland, compañero elegido por Humboldt por sus conocimientos botánicos, se encargará de coleccionar, identificar y preparar las plantas, mientras Humboldt se dedicará a observaciones de geología, y astronomía. Se distingue, en este particular de la Condamine, que lo precedió sobre la Cordillera, pero que iba con pocos instrumentos (4). En una carta a su hermano, redactada en noviembre del 1802 (5), en Lima, Humboldt escribe :

Llegué dos veces, el 26 y 28 de mayo de 1802, hasta el límite del cráter del Pichincha, montaña que domina la ciudad de Quito. Hasta el momento nadie, que se sepa, con la excepción de la Condamine, lo había visto y, el mismo La Condamine, sólo llegó después de cinco o seis días de inútiles investigaciones, sin instrumentos, y sólo se quedó doce a quince minutos por el frío excesivo que hacía.Yo pude traer mis instrumentos, tomar las medidas que era interesante conocer y recolectar aire para analizarlo". Es interesante notar cómo Humboldt toma posición en relación a su ilustre antecesor, La Condamine, insistiendo sobre la novedad de su propio viaje. La hazaña de llegar a la cumbre del Pichincha, es notada rápida y eficazmente. Pero lo más importante han sido las medidas tomadas en dos oportunidades, garantía de precisión. Sin embargo, Humboldt insiste sobre su participación personal en la operación, utilizando tres veces el pronombre "yo" en la última frase e insiste no sólo sobre las medidas sino también sobre su capacidad para elegir cuáles eran las medidas interesantes. Se describe a sí mismo, en uno de sus muchos autorretratos, como un verdadero científico, que posee la capacidad necesaria para tomar medidas fidedignas.

Humboldt y Bonpland en las Américas

El viaje de Humboldt y Bonpland en las Américas dura más de cinco años, desde la salida del puerto español de la Coruña en junio de 1799 hasta su regreso a Burdeos, en agosto de 1804. Provistos de todas las autorizaciones necesarias, los viajeros recorren ampliamente la América española (haga click en el mapa).
 


(Los números del mapa corresponden a los números del Anexo)

Una primera parte del viaje se desarrolla en Venezuela, adonde llegan. Exploran los alrededores de Cumaná, antes de dirigirse, atravesando los llanos, hacia el Orinoco. Navegan río arriba sobre su afluente, el Apure, logrando demostrar de manera definitiva la existencia de una conexión fluvial por el Cassiquiare entre el Orinoco y el Amazonas. De vuelta a Caracas, se dirigen hacia Cuba, pero dejan la isla en el intento de encontrarse con el capitán Baudin, que según informaciones equivocadas, estaría navegando hacia los puertos del Perú.

Empieza entonces el viaje por las Cordilleras, que los lleva primero por el río Magdalena hasta Santa Fé de Bogotá y luego por las grandes ciudades del virreinato de Perú. Conocen los mayores volcanes andinos y hacen incursiones tanto en la vertiente amazónica como en la vertiente del Pacífico de la Cordillera, llegando finalemte a Lima y al puerto del Callao, el punto más meridional de todo el recorrido.

Del Callao salen por barco rumbo a Guayaquil, donde permanecen un mes. De allí, se embarcan para Acapulco y el virreinato de la Nueva España. Se radican en la ciudad de México, donde hacen varias observaciones e indagaciones en los archivos de la colonia, relacionándose con los científicos que residen en la ciudad. De México, emprenden varios viajes, en particular a la región minera de Guanajuato, observan el trabajo en las minas y hacen una serie de mediciones. Dejan finalemente la ciudad de México para embarcarse en Veracruz y, después de una nueva estadía en Cuba, conocen Estados Unidos.

En Estados Unidos, el viaje de Humboldt toma otra dimensión. No consagra tanto su tiempo a las observaciones sino a dar conferencias y a relacionarse con los hombres más cultos de la joven república. El mismo presidente Jefferson lo recibe varias veces, agasajándolo con una cena privada en la Casa Blanca. Se ha dicho que las informaciones aportadas por Humboldt sirvieron después para los planes de expansión norteamericanos, y en particular, la conquista de Tejas. En lo que se refiere al viaje, ya ha comenzado en Estados Unidos la segunda fase: terminada la exploración, Humboldt se consagra a la publicación de los resultados. Es a esta publicación, y en particular a la Relación histórica y a las Vistas de las Cordilleras que se dedica la sección siguiente.

2 - Los desafíos de la Relación histórica

Textos y cuadros : las dos vertientes de la relación.

¿Por qué una Relación histórica? En el caso de un viaje científico es la publicación sistemática de los resultados, conforme a la especialización de los viajeros y a la división vigente de las ciencias que constituye la mayor tarea. Narrar los pequeños acontecimientos, las aventuras tantas veces repetidas no presenta en principio el menor interés científico, a no ser que el autor sepa darle un tono particularmente interesante. Humboldt advierte plenamente este problema y es sólo para responder a la demanda del público que empieza la redacción de la Relación histórica. Se puede recordar que las relaciones de viajes fueron muy leídas en el siglo XVIII para entender esta situación: la monumental empresa del abate Prévost, emprendida en 1747, L'histoire générale des voyages, recopilación de relatos de viajes en todo el mundo lo atestigua. De hecho, es la Relación histórica la obra de Humboldt más leída, accesible a todos los lectores con los Cuadros de la naturaleza y las Vistas de las Cordilleras. Pero Humboldt nunca la termina y destruye él mismo el cuarto volúmen que había escrito!

Los tres tomos publicados de la Relación histórica cubren (véase mapa) principalemente la parte venezolana del viaje de Humboldt, desarrollando particularmente el recorrido por el Orinoco y el Cassiquiare. Pero, curiosamente, el texto humboldtiano casi no menciona los acontecimientos propios de tal viaje, si no son significativos para entender las costumbres o la relación peculiar de los hombres con la naturaleza americana. Da indicaciones mínimas sobre el recorrido, posiciones precisas cuando las puede medir, apartándose generalmente de un simple diario. Significativamente, se podría decir que utiliza mucho más los tiempos imperfectos que describen fenómenos, situaciones, y no tanto los tiempos perfectos de la narración. La Relación no relata, pero dilata algunos momentos, algunas escenas que a su vez se abren, conforme a la curiosidad de Humboldt, en una variedad de disgresiones y comentarios. A medida que avanza en su proyecto, estas aperturas se multiplican constituyendo en el último tomo, la mayor parte de un texto, invadido por las notas al pie de página y los anexos.

Así pues, la unidad fundamental del texto humboldtiano es el cuadro y no tal o cual acontecimiento: lluvia de estrellas sobre Cumaná, llegada de los Indios en sus canoas, visita del convento de Caripe :

El convento se apoya en una enorme pared vertical de rocas, tapizada de una espesa vegetación. Los cimientos de piedras, resplandecientes de blancura, aparecen acá y allá, entre las hojas. Es difícil imaginar un sitio más pintoresco: me hizo vivamente recordar los valles del Condado de Derby y las montañas cavernosas de Franconia. Las formas más imponentes del Ceibo y de las palmeras Praga e Iras se reemplazan por las hayas y los arces de Europa. Un sinnúmero de fuentes brotan del lado de las rocas que rodean la cuenca de Caripe, cuyas rápidas pendientes muestran, hacia el sur, perfiles de mil pies de altura. Su humedad favorece el crecimiento de grandes árboles y los indígenas, que gustan de lugares solitarios, hacen sus conucos en estas grietas. Bananos y papayos rodean matas de helechos arborescentes. Esta mezcla de vegetales, cultivados y selváticos, confiere a estos lugares un particular encanto. En la ladera desnuda de las montañas, se distinguen de lejos las fuentes por las masas tupidas de vegetación que, primero parecen colgar de la roca y luego bajan en el valle siguiendo las sinuosidades de los torrentes." (Relación, cap. IV) (6) En estos cuadros, Humboldt demuestra su talento para describir los paisajes americanos, combinando la precisión (medidas, identificación de las especies vegetales) con una gran eficacia evocadora para su lector europeo a quien proporciona algunos puntos de comparación. No se puede separar esta descripción del espacio de las emociones de quien lo contempla, recurriendo a un vocabulario específico.

Uno podría lamentar la ausencia de los tomos que faltan de la Relación histórica. Pero, se puede también pensar que, de hecho, son las Vistas de las Cordilleras, que cumplen el mismo papel para las partes cordilleranas y mexicanas del viaje. El mapa muestra justamente que los paisajes representados en esta obra cubren casi exactamente esta parte del viaje, con solamente un cuadro de la Silla de Caracas, cuya ascensión se narra en el capítulo XIII de la Relación. El libro recoge dos tipos de ilustraciones: las vistas de las Cordilleras y los monumento indígenas (7). Por una parte los paiajes, en su dimensión estética de la naturaleza generalmente humanizada, de otra el pasado americano ilustrado a través de una variedad de documentos que comprenden tanto monumentos como copias de documentos encontrados en las bibliotecas de los dos mundos.

Son las láminas paisajísticas que constituyen la parte que falta de la relación de viaje: en vez de hacer del cuadro un momento de la narración, lo toman como punto de partida para pequeños textos, que van de menos de una página a algunas decenas. Aunque algunos grabados sean concebidos para una demostración precisa –como por ejemplo la vista del Cotopaxi que muestra la distribución altitudinal de la vegetación– pocos se limitan a un solo objeto. Los personajes, la vegetación, los cielos hacen de estos grabados tantas vistas pintorescas, que permiten en una mirada única, sinóptica, percebir la naturaleza americana, su organización, su belleza, inserta en dos tiempos: el tiempo particular del viaje humboldtiano y el tiempo común del desarrollo histórico. Estos elementos se encuentran desarrollados en los textos que acompañan las figuras.

De hecho, algunas láminas reciben un extenso comentario, como es el caso con la lámina número cinco, del pasaje del Quindiú. Esta vista muestra un hermoso paisaje de montañas, dominado en el último plano por un volcán. En el primer plano, se ve la vegetación caraterística de estos lugares, que se abre para dar paso a una columna de portadores. Algunos de ellos llevan en sus hombros una silla, en la que viaja, incómodamente sentado, un europeo.

El comentario de Humboldt empieza aclaradando la ubicación del sitio, conforme a la división de la Cordillera en tres brazos, en esta parte de la actual Colombia, que impone al viajero atraversar la Cordillera central para ir de Santa Fe a Popayán. Indica la posición precisa del Quindiú, la toponimia, altura y características de los lugares atravesados, particularmente inhóspitos en este caso. Pero lo que encuentra más curioso es la costumbre de ir llevado por un portador –andar en carguero, según la fórmula que recuerda Humboldt. El alemán se muestra por lo menos sorprendido de tal costumbre: no puede entender cómo hombres aceptan hacer el oficio de carguero, degradante (desde su punto de vista), arduo y mal retribuido. Estudia brevemente sus condiciones de vida y da otros ejemplos de situaciones similares para luego narrar su propia travesía del Quindiú –que hizo sin recurrir a los servicios de cargueros para él, pero sí para su equipaje– y que le permitió encontrar una serie de nuevas especies vegetales. En este caso se ve cómo la imagen, cuidadosamente elaborada por Humboldt con dibujantes y grabadores, sirve de pretexto para presentar elementos significativos de la geografía física, de la vegetación y de las costumbres, abriéndose sobre consideraciones más generales, y entrelazando elementos particulares del viaje de Humboldt con indicaciones más generales. Estos comentarios son muy variados, existen otras correspondencias, múltiples conexiones entre texto e imágenes. Casi siempre, abajo del texto subyace una visión, haciendo de la vista el órgano de percepción privilegiado por Humboldt, y la imagen combina aspectos pintorescos y científicos que desarrolla el texto. ¿Cuál es, pues, el aporte del científico? Más allá de la descripción de las especies, de la identificación de las rocas o de la fauna, el esfuerzo de Humboldt se focaliza sobre estos cuadros sinópticos que combinan texto e imágenes, confiriendo a estas obras una dimensión estética que no es para nada secundaria, sino por el contrario fundamental para entender la posición y la originalidad del aporte humboldtiano.

Ciencia y escritura : la poética de los espacios.

Por sus contactos con la lingüística alemana, a través de su hermano Guillermo, o quizás por una tendencia más personal, Alejandro de Humboldt mantuvo siempre un gran interés por las lenguas. No sólo hablaba con fluidez varios idiomas europeos, además de conocer el latín y el griego, sino que se dedicó a estudiar con particular atención las lenguas americanas. Recoge vocabularios y varias notas de la Relación desarrollan estos aspectos. Hasta en la introducción de su último libro, el Cosmos, Humboldt escribe :

Cuando, por su estructura original y su riqueza nativa, la lengua logra dar encanto y claridad a los cuadros de la naturaleza [subrayado nuestro], cuando, por la feliz flexibilidad de su organización, permite pintar los objetos del mundo exterior, difunde en el mismo tiempo como un soplo de vida sobre el pensamiento […]. Orgulloso de una patria que intenta concentrar su fuerza en la unidad intelectual, me gusta recordarme, contemplándome a mí mismo, las ventajas que le da a un escritor [subrayado nuestro], el uso de un idioma propio, el único que pueda manejar con alguna soltura. (8) Este párrafo, que abre la obra conclusiva del sabio prusiano, es interesante de sobremanera, tanto por lo que dice como por lo que implica. Se puede resaltar la equivalencia entre imagen y texto para la descripción de los cuadros de la naturaleza, y la designación de autor como escritor. Se puede también pensar que el idioma propio al que Humboldt se refiere no es, lisa y llanamente, el idioma común alemán sino más bien el lenguage particular del escritor, paulatinamente forjado en los trabajos de escritura.

En estos trabajos se confunden las labores del científico y del artista, del explorador-naturalista y del escritor. El Nuevo Mundo, visitado por Humboldt, no pierde de ninguna manera su encanto al pasar de lo desconocido a lo conocido: al contrario, la ciencia humboldtiana revela una belleza aún más sorprendente de lo que se imaginaba. Ríos que se bifurcan, árboles que dan leche, correo que nada, volcanes, "primitivos" que hablan idiomas tan complejos como los de Europa son algunas de estas curiosidades que el viajero describe y analiza. Escritos y grabados responden a estas maravillas tratando de encontrar un idioma específico que busca la precisión en las medidas o en el uso del vocabulario técnico sin dejar de lado la dimensión estética.

Estos aspectos son analizados: Humboldt subraya en varias oportunidades la calidad peculiar de la luz en la zona tropical, debida por una parte al ángulo de incidencia de los rayos solares, más verticales que en Europa y a la calidad de la atmósfera. Fiel a la lógica de estas observaciones, Humboldt da en el Cosmos una serie de indicaciones sobre la pintura de los paisajes tropicales.

Esta transparencia puede ser considerada como una de las causas principales de la belleza del paisaje en la zona tórrida: es ella que resalta el brillo de los colores vegetales y contribuye al efecto mágico de sus harmonías y oposiciones (9) (Relación, cap. II). Sin embargo, la poética del texto humboldtiano no se limita a descripciones particularmente bien logradas: construye una red de correspondencias entre los lugares multiplicando las relaciones entre ellos. El primer sistema de ubicación es la cronología del viaje, desde la Coruña hasta Burdeos. Pero, dada la organización de la obra humboldtiana, el tiempo de la narración se aparta a veces de manera considerable del tiempo del viaje, y no se dispone de indicaciones precisas para ubicar momentos y espacios dentro de la cronología propia de los exploradores. El segundo sistema de coordenadas se refiere a la latitud y la longitud que, conforme a sus planes, Humboldt mide en el recorrido. Con estas indicaciones, mucho más precisas que las anteriores, los lugares toman definitivamente su posición absoluta en el espacio terrestre y relativa en relación con ellos. El tercer sistema de correspondencias se fundamenta en los esfuerzos de Humboldt por comparar los distintos lugares, resaltando para cada uno su caracter peculiar y sus aspectos comunes con otros sitios. Estas comparaciones, base de una geografía general y comparada, son la base de la técnica descriptiva que Humboldt elabora para la Relación: Cuando un viajero debe describir las cumbres más altas del globo, las cataratas de los grandes ríos, los valles tortuosos de los Andes, corre el peligro de cansar a sus lectores por la expresión monótona de su admiración. Me parece más conforme a mi plan para esta Relación, indicar el caracter peculiar que distingue cada zona. Se hace conocer mejor el paisaje tratando de designar sus rasgos individuales, comparándoles entre sí, y a descubrir por este tipo de análisis, la fuente de gozo que nos ofrece el gran cuadro de la naturaleza" (Relación cap. II) (10) Finalmente, el sentimiento estético se transmite más facilmente a través de comparaciones. Ya se habían notado los recuerdos de Muggendorf o del condado de Derby que despierta el valle de Caripe. Pero a veces la reminiscencia va más allá, tejiendo una red compleja de relaciones entre los lugares, uniendo pasado y presente, viejo y nuevo mundo : El árbol bajo el cual nos sentábamos, los insectos luminosos que revoleteaban en el aire, las constelaciones que brillaban hacia el Sur, todo parecía decirnos que estábamos lejos de la tierra natal. Si, entonces, en esta naturaleza exótica, del fondo de un valle se escuchaba la campana de una vaca o el mugido de un toro, despertaba de repente el recuerdo de la patria. Eran como voces lontanas, que resonaban mas allá de los mares, y cuyo poder mágico nos transportaba de un hemisferio al otro (Relación, cap. III)".(11) Conclusión : exploradores y turistas.

La fama científica de Alejandro de Humboldt –a la que se refieren por ejemplo los diccionarios– ha ocultado en buena parte la dimensión estética de su obra. Esta dimensión es, sin embargo fundamental. Alejandro de Humboldt mismo utiliza pocas referencias literarias en su Relación, pero hace mención de Bernardin de Saint-Pierre, verdadero modelo, que supo describir la naturaleza tropical, no "porque la conocía como físico [i.e naturalista], sino porque sentía todas sus proporciones harmoniosas de formas, colores y fuerzas interiores" (Relación, cap. XX). De la misma manera se puede notar la persistencia hasta las últimas publicaciones de la expresión de "cuadros de la naturaleza" a la vez como punto de partida y culminación del pensamiento humboldtiano, pensamiento que brota de la fascinación por los paisajes tropicales y culmina en su descripción por distintos medios. También se puede incluir en esta perspectiva el afán por los viajes del joven Humboldt que persiste hasta sus últimos años, haciendo de estos viajes no un mero modo de conocer sino una manera de vivir. Resaltar esta dimensión personal, emocional y estética de la obra humboldtiana, parecía necesario; pero, no se debe por esta razón, ocultar la dimensión científica. Al contrario, lo importante es notar cómo estos dos componentes se refuerzan sin contradecirse.

Ciencia y arte se encuentran en particular en la descripción de los paisajes que aparecen también en el mismo momento como foco de atención de escritores y pintores. Se conoce el descubrimiento de las montañas a raíz de las ascensiones alpinas de Saussure, uno de los inspiradores de Humboldt. Con este último, son los paisajes del Nuevo Mundo los que adquieren una nueva dignidad o, mejor dicho, aparecen. Como lo subraya entre otros, Simon Schama (1996), el paisaje existe a través de una lenta sedimentación de hechos y de textos que le confieren existencia y sentido para determinado grupo, inscribiéndolo en una memoria colectiva. Humboldt recurre a esta operación para algunos paisajes americanos, lo que tiene implicaciones estéticas, particularmente en Europa y también políticas, para las repúblicas americanas.

La concepción humboldtiana del hombre en sus relaciones con la Naturaleza –designada a veces como el conjunto de fuerzas permanentes que modelan la realidad humana– justificaba el nacimiento de nuevos pueblos, que podían legítimamente independizarse de las coronas europeas. Entender estas relaciones permitía fundamentar la identidad nacional no sólo en la historia, sino también en una relación con el territorio, tan distinto del territorio metropolitano. Y justamente, Humboldt aportaba también a esta dimensión, describiendo los espacios americanos, resaltando sus rasgos originales pero también indentificando sitios particulares, simbólicos que pasarían a ser altos lugares de la conciencia nacional: nos decía un amiga venezolana que sólo después de leer a Humboldt ascendió a la Silla de Caracas.

Estos lugares privilegiados han pasado a ser destinos para el turismo nacional e internacional, en el que excursionistas buscan ver con sus propios ojos los lugares que su cultura (y la agencia de viaje) les designa como dignos de admiración. Estas trayectorias cruzan pues la del explorador, que también buscaba ver con sus ojos estos cuadros imaginados a través de sus lecturas. Es en particular el caso en el Cofre de Perote, entre la ciudad de México y el puerto de Veracruz, representado en la lámina 34 de las Vistas de las Cordilleras, donde se encuentra hoy el restorán Humboldt (12) (haga click en la foto): la marca del viajero –quien tuvo hasta una edad muy avanzada un excelente apetito – sella el territorio.
 
 


 

ANEXO

Las vistas de las Cordilleras y monumentos de los indígenas de América

Se notan en color las láminas paisajísticas

1 y 2 : Busto de una sacerdotisa azteca
3 : vista de la gran plaza de la ciudad de México
4 : Puentes naturales de Icononzo
5 : Pasage de la montaña del Quindiú, en la Cordillera de los Andes
6 : Cascata de Tequendama
7 : Pirámide de Cholula
8 : Parte caida de la pirámide de Cholula
9 : Monumento de Xochicalco
10 : Volcán de Cotopaxi
11 : Bajo relieve mexicano encontrado en Oaxaca
12 : Genealogía de los príncipes de Ascapozalco
13 : Manuscrito jeroglífico azteca, conservado en la biblioteca del Vaticano
14 : Traje dibujado pour pintores mexicanos en tiempos de Moctezúma
15 : Jeróglifos aztecas del manuscrito de Veletri
16 : Vista del Chimborazo y del Carguairazo
17 : Monumento peruviano del Cañar
18 : Roca de Inti-Guaicu
19 : Ynga-Chungana, cerca del Cañar
20 : Interior de la casa del Inca, en el Cañar
21 : Bajo relieve azteca encontrado en la gran plaza de México
22 : Rocas basálticas y cascada de Regla
23 : Relieve en basalto que representa el calendario mexicano
24 : Casa del Inca, en Callao, en el Reino de Quito
25 : El Chimborazo, visto desde el altiplano de Tapia
26 : Epocas de la naturaleza, según la mitología azteca
27 : Pinturas jeroglíficas sacadas del manuscrito borgiano de Veletri
28 : Hacha azteca
29 : Idolo azteca de porfirio basáltico, encontrado debajo de la gran plaza de México
30 : Cascata del Río Vinagre
31 : Correo en la provincia de Jaén de Bracamoros
32 : Historia jeroglífica de los Aztecas, desde el diluvio hasta la fundación de la ciudad de México
33 : Puente de cuerdas, cerca de Penipé
34 : Cofre de Perote
35 : Montaña de Ilinissa
36 : Fragmentos de pinturas jeroglíficas, depositadas en la biblioteca real de Berlín.
37 : Pinturas jeroglíficas del museo Borgia en Veletri
38 : Migraciones de los pueblos aztecas, pinturas jeroglíficas depositadas en la biblioteca real de Berlín
39 : Vaso de granito encontrado en la costa de Honduras
40 : Idolo azteca en basalto, encontrado en la ciudad de México
41 : Volcán de aire de Turbaco
42 : Volcán de Cayambe
43 : Volcán de Jorullo
44 : Calendario de los Indios Muyscas, antiguas habitantes del altiplano de Bogotá
45 : Fragmento de un manuscrito jeroglífico conservado en la biblioteca real de Dresda
46, 47 y 48 : Pinturas jeroglíficas sacadas del manuscrito mexicano conservado en la biblioteca imperial de Viena
49 y 50 : Ruinas de Miguitlan o Mitla en la provincia de Oaxaca
51 : vista del Corazón
52 y 53 : Traje de los Indios de Michoacan
54 : Vista del interior del volcán de Teneriffe

Suplemento

55 y 56 : Fragmentos de pinturas jeroglíficas del Codex Telleriano-Remensis
57 : Fragmento de un calendario cristiano sacado de los manuscritos aztecas conservados en la biblioteca real de Berlín
58 y 59 : Pinturas jeroglíficas de la Raccolta di Mendoza
60 : Fragmentos de pinturas aztecas sacadas de un manuscrito conservado en la biblioteca del Vaticano
61 : Volcán del Pichincha
62 : Plano de una casa fuerte del Inca, en la cordillera del Assuay
63 : Balsa sobre el Río de Guayaquil
64 : Cumbre de la montaña de los Organos de Actopan
65 : Montaña de porfirio columnario de Jacal
66 : Cabeza esculpida en una piedra dura por los Indios Muysacas, pulsera de obsidiana
67 : Vista del lago de Guatavita
68 : Vista de la silla de Caracas
69 : El drago de Orotava.

Notas

(1). Le Musée national d'histoire naturelle de Paris posee una parte importante de las colecciones botánicas de Alejandro de Humboldt que comprende muchos tipos originales de determinadas especies, descritas y nombradas por primera vez por Humboldt y Bonpland.

(2). Y reimpreso en los Cuadros de la Naturaleza con un comentario crítico del mismo Humboldt.

(3). "Que de richesses renfermaient à nos yeux les pirogues de ces pauvres Indiens ! […] Les productions qui sont les plus communes dans les cabinets d'Europe avaient un charme particulier pour nous, parce qu'elles nous rappelaient vivement, qu'arrivés sous la zone torride, nous avions atteint le but vers lequel tous nos vœux tendaient depuis longtemps."

(4). Sobre este asunto, véase Bourguet y Licoppe, 1997.

(5). Publicada por La Roquette en Correspondance inédite, scientifique et littéraire d'Alexandre de Humboldt.

(6). "Je suis parvenu deux fois, le 26 et le 28 mai 1802, au bord du cratère du Pichincha, montagne qui domine la ville de Quito. Jusqu'ici personne, que l'on sache, si ce n'est la Condamine ne l'avait jamais vu, et la Condamine lui-même n'y était arrivé qu'après cinq ou six jours de recherches inutiles, et sans instruments et n'y avait pu rester que douze à quinze minutes à cause du froid excessif qu'il y faisait. J'ai réussi à y apporter mes intruments, j'ai pris les mesures qu'il était intéressant de connaître, et j'ai recueilli de l'air pour en faire l'analyse".

(7). "Le couvent se trouve adossé à un énorme mur de rochers taillés à pic et tapissés d'une végétation épaisse. Les assises de pierre, d'une blancheur éclatante, ne paraissent que çà et là entre le feuillage. Il est difficile d'imaginer un site plus pittoresque : il me rappela vivement les vallées du Comté de Derby et les montagnes caverneuses de Muggendorf en Franconie. Les hêtres et les érables de l'Europe sont remplacés ici par les formes plus imposantes du Ceiba et des palmiers Praga et Irasse. Des sources sans nombre jaillissent du flanc des rochers qui entourent circulairement le bassin de Caripe, et dont les pentes rapides offrent, vers le sud, des profils de mille pieds de hauteur. Ces sources naissent, pour la plupart, de quelques crevasses ou gorges étroites. L'humidité qu'elles répandent favorise l'accroissement des grands arbres ; et les indigènes, qui aiment les lieux solitaires forment leurs conucos le long de ces crevasses. Des bananiers et des papayers y entourent des bouquets de fougères arborescentes. Ce mélange de végétaux, cultivés et sauvages, donne à ces lieux un charme particulier. Sur le flanc nu des montagnes, on distingue de loin les sources par des masses touffues de végétation, qui d'abord semblent suspendues au roc, et puis, en descendant dans la vallée, suivent les sinuosités des torrents". (cap. IV)

(8). "Lorsque, par l'originalité de sa structure et sa richesse native, la langue parvient à donner du charme et de la clarté aux tableaux de la nature, lorsque, par l'heureuse flexibilité de son organisation, elle se prête à peindre les objets du monde extérieur, elle répand en même temps comme un souffle de vie sur la pensée. […] Fier d'une patrie qui cherche à concentrer sa force dans l'unité intellectuelle, j'aime à me rappeler, par un retour sur moi-même, les avantages qu'offre à l'écrivain l'emploi d'un idiome qui lui est propre, le seul qu'il puisse manier avec quelque souplesse".

(9). "Cette transparence peut être considérée comme une des causes principales de la beauté du paysage sous la zone torride: c'est elle qui relèvee l'éclat des couleurs végétales, et contribue à l'effet magique de leurs harmonies et de leurs oppositions".

(10). "Lorsqu'un voyageur doit décrire les plus hautes cimes du globe, les cataractes des grandes rivièress, les vallées tortueuses des Andes, il est exposé à fatiguer ses lecteurs par l'expression monotone de son admiration. Il me paraît plus conforme au plan que je me suis tracé pour cette Relation d'indiquer le caractère particulier qui distingue chaque zone. On fait d'autant mieux connaître la physionomie du paysage, qu'on cherche à en désigner les traits individuels, à les comparer entre eux, et à découvrir par ce genre d'analyse, les sources de jouissance que nous offre le grand tableau de la nature".

(11). "L'arbre sous lequel nous étions assis, les insectes lumineux qui voltigeaient dans l'air, les constellations qui brillaient vers le Sud, tout semblait dire que nous étions loin du sol natal. Si, alors, au milieu de cette nature exotique, du fond d'un vallon, la cloche d'une vache ou le mugissement d'un taureau se faisait entendre, le souvenir de la patrie se réveillait soudain. C'était comme des voix lointaines qui retentissaient au-delà des mers et dont le pouvoir magique nous transportaient d'un hémisphère à l'autre."

(12). El autor de estas líneas no tiene informaciones sobre la calidad gastronómica del establecimiento
 
 

Bibliografía

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---. Ansichten der Natur, primera edición, Tübingen, 1808 (vol I) Stuttgart y Tübingen 1826 (vol II) y Tübingen 1849 (vol III).

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---. Kosmos. Entwurf einer physischen Weltbeschreibung, primera edición Stuttgart, 1845–1862.

---. Correspondande inédite, scientifique et littéraire editada por la Roquette, Paris, 1865.
 
 

Estudios

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