El escribano paciente

 

Enrique Del Risco

New York University


"yo imitaba a los héroes con la vieja
confianza que da la mansedumbre con su
oscura prudencia"
Emilio García Montiel

 

Hace algunos años el profesor y crítico Roberto González Echevarría llevó a cabo una escrupulosa y aguda reconstrucción de cómo Espejo de Paciencia, poema escrito en 1608 y "descubierto" por el historiador y crítico José Antonio Echeverría en 1837, ha llegado a ocupar el puesto de piedra fundacional del canon literario cubano. De este modo, consigue demostrarnos que el lugar que hoy ocupa en dicho canon y, por tanto, en el discurso de la cultura y la identidad nacional cubana durante el siglo que siguió a su descubrimiento, estuvo lejos de ser tan indiscutible como hoy se pretende. Si mi propósito al emprender el presente trabajo, es continuar de algún modo la tarea de "desnaturalizar" el proceso de formación de las literaturas nacionales (en este caso la cubana) es para indagar sobre los mecanismos de formación de imaginarios colectivos nacionales a través de textos literarios. De ahí que más que interesarme el proceso de canonización por parte de la crítica literaria cubana, creo necesario investigar, contrastando el poema con las circunstancias en que fue creado, cómo ha sido asimilado este texto por un discurso histórico y nacional que a su vez muestra una infatigable vocación por extraer lecturas, a un tiempo ingenuas e interesadas

Cuando hablo de discurso histórico y nacional, prefiero referirme en primer término a dos instancias generalmente extrañas a la crítica literaria, pero decisivas en la fijación de tales discursos. Estas instancias serían, por un lado los textos de historia escolar, y, por otro, la historiografía más oficial que sólo por contraste me atrevería a llamar "seria". En ambos casos la sanción de Espejo de paciencia como documento no sólo cultural sino histórico es tardía.(1) No es sino a partir de la década del cuarenta, más exactamente de 1941, fecha en que Felipe Pichardo Moya edita como libro el poema acompañado de un amplio estudio, que Espejo de Paciencia empieza a aparecer como referencia obligada tanto en los relatos historiográficos nacionales como en los manuales de historia literaria.

De cualquier forma, la canonización resultaba complicada pues aun sus más entusiastas entronizadores exhibían sus escrúpulos ante un poema que a su entender no reunía valores estéticos suficientes (2). Estos escrúpulos pretenden informarnos no sólo de las exigencias estéticas de aquellos encargados de conformar el panteón literario nacional sino del rigor con que este canon debía ser conformado. No obstante, en todos los casos se aducen cualidades adicionales del poema que lo hacían merecedor del puesto que empezaba a ocupar. La primera de ellas era sin dudas la antigüedad y, junto a ésta y sin ceder en importancia, el ser reflejo tanto de un momento histórico concreto como de un naciente espíritu nacional. No creo necesario explicar demasiado la importancia que puede tener para una historia literaria aquejada de juventud excesiva, envejecer sus inicios en más de un siglo, extendiendo con ello la genealogía cultural de la nación. Por otra parte, el alejar del presente los inicios de la historia literaria y acercarlo a los inicios de la historia política, "naturalizaría" el proceso de construcción de una identidad nacional (3). Si a ello añadimos que el poema narra un acontecimiento histórico con las inevitables referencias sociales e incluso topográficas que ello impone, coincidiremos que en ese caso huelgan los escrúpulos estéticos. Es más de lo que se puede pedir para comenzar una literatura.

Se puede pedir más por supuesto. Así, el poema redactado por un escribano canario que relata el secuestro de un obispo español por un pirata francés y la muerte de este último a manos de un grupo de vecinos de Bayamo a nombre del rey de España, puede constituirse en exponente inicial de una identidad cubana (4). Por otra parte las relaciones del poema con la Historia no son precisamente sencillas. Por dos veces rescata la Historia al poema. Primero, al ser incluido en una historia de la iglesia en Cuba en el siglo XVIII de donde luego la copiará su "descubridor". Luego, la invocación de su carácter histórico (y con ello nacional) será argumento decisivo para su canonización. Su inductor al panteón literario nacional, Felipe Pichardo Moya, nos dice al respecto que el poema de Balboa es el poema insular -¿nacional?- de este momento. Está en él la preocupación cubana de entonces (...) Por su asunto, el Espejo es esencialmente cubano: ningún tema como el del secuestro y rescate del obispo podía interesar de San Antonio a Maisí. El poeta es un súbdito fiel del rey español pero en la narración estamos comprendiendo que el corsario enemigo pudo ser alguna vez el rescatador amigo: se recuerda su herejía porque ha secuestrado al obispo. Pero poco antes, refugiado en Manzanillo, era un comprador de cueros que enriquecía a Bayamo. (Citado en: Balboa 34. Enfasis mío)

Esta lectura elemental de las circunstancias históricas a las que se refiere el poema serán sistemáticamente desconocidas por la historiografía y la crítica literaria posterior. Enfrascadas como estaban en demostrar la conexión entre el poema y una cubanidad invariable, interesa más la enumeración de frutas autóctonas o la aparición solitaria de la palabra "criollo". Las tardías referencias a Espejo de Paciencia en los textos historiográficos tienen su explicación más allá de un improbable desconocimiento de la existencia del texto. El episodio narrado es un hecho aislado en un extenso proceso de contrabando entre pobladores de las ciudades del interior de la isla y piratas y filibusteros de toda Europa. A historiadores como Ramiro Guerra les resultaría más significativo evocar las tensiones entre los pobladores de la isla, entregados al contrabando, y las autoridades designadas para castigar este tráfico -tensiones que llegaron a verdaderos motines-, que un episodio que resaltaba la fidelidad a la metrópoli y, por ende, podía contradecir ciertos tópicos del discurso de lo nacional. El "hallazgo" de Pichardo sobre las posibilidades del poema como texto nacional no obstante debía recibir algunos retoques.

En primer lugar, no se debería insistir en la ambigüedad de la condición de los héroes-contrabandistas. En los textos posteriores a 1959 se separan cuidadosamente los roles. El contrabando obviamente se menciona (como recurso inevitable ante las opresivas leyes coloniales), y los motines contra las autoridades se consignan como muestra del espíritu de rebeldía local que hace mucho tiempo el discurso nacional había fijado como cualidad inmutable de lo cubano. "¡El coraje de los bayameses hizo que las autoridades españolas libertaran a los presos!"(Soy del Pozo 96.) nos dice el texto escolar Relatos de Historia de Cuba en referencia a la reacción de los bayameses frente a los intentos del oidor Suárez de Poago (1603) de castigar a los contrabandistas insistiendo en una oposición de gentilicios (bayameses-españoles) que en aquél momento resultaba impensable.

El siguiente episodio sólo parece tener en común el gentilicio "bayameses" pues aunque sólo ha pasado un año y los implicados resultan ser los mismos (esta vez en lucha contra los piratas) según los textos escolares no parece haber conexión causal entre los dos hechos. Adecuar el texto a la edad de los destinatarios no parece ser determinante en la simplificación de este nivel de discurso pues en el texto de Historia de Cuba (1967) destinado a las Fuerzas Armadas Revolucionarias -o sea, el ejército- se limitan a señalar que "el espíritu independiente y rebelde de los bayameses se puso de manifiesto nuevamente" (Historia de Cuba 48) como si cada nueva circunstancia sólo existiera para brindarles a los bayameses una nueva oportunidad de demostrar su "espíritu independiente y rebelde". Buena parte de la magnitud de lo heroico depende de la insuficiencia de una economía racional de causas y efectos. Esto nos lleva a recordar que lo heroico conlleva en su construcción el escamoteo de su causalidad más racional que es sustituida en este caso por una supuesta capacidad heroica que funcionará como rasgo de identidad. Un acto racional, es decir, "interesado", como en este caso se convierte en heroico por el simple recurso de ocultar su lógica profunda.(5)

Existe sin embargo otro rasgo del poema en el cual la mayoría de sus comentadores coinciden en señalar como señal inequívoca de su cubanía. Esta es la presencia de un héroe colectivo que incluye a descendientes europeos y africanos que conformarían siglos más tarde el sustento étnico cultural de una definición de cubanidad. Desde Pichardo Moya que nos dice que "El triunfo de los bayameses es el triunfo del pueblo. Aunque el poeta es un poeta culto ñnunca culterano- hay un espíritu popular en su poema; y por las quietas octavas reales (...) desfila todo el coloniaje (...) Blanco europeo, negro africano, indio aborigen, que mezclaron mármol y ébano y bronce bajo nuestro sol propicio a tantas sombras" (Balboa 23); hasta llegar a afirmarse medio siglo después (1994), en el último gran intento de construir un relato histórico nacional, -la Historia de Cuba elaborada por el Instituto de Historia de Cuba (valga la redundancia)- que

A diferencia de los poemas épicos o cantares de gesta que resurgen en el denominado Viejo Mundo hacia principios del siglo XVI, y que forman parte de lo que ha sido definido como renacimiento del romanticismo caballeresco de la Edad Media dentro de los moldes del absolutismo europeo, en América se manifiesta una épica que, más que una reproducción de esos estereotipos totalizadores, se acerca a los modelos más convincentes de los siglos IX y X europeos, en que los referidos cantares estaban vinculados a la exaltación de un espíritu colectivista por el cual las distintas etnias van convirtiéndose en nacionalidades definidas.(Sorhegui 135)

Así en líneas generales es como se percibe el poema desde los grandes y pequeños relatos nacionales. Veamos lo que nos dicen el poeta y los protagonistas del poema. Muchos documentos atestiguan la existencia real de estos, mencionados con nombres y apellidos en el poema. Uno de estos documentos es el que consigna que justamente Gregorio Ramos, líder del grupo que daría muerte al pirata Girón y varios de sus hombres, son incriminados como los contrabandistas más notables de Bayamo (Marrero, 1976, 231). Y no sólo ellos. Cuatro de los seis autores de los sonetos de alabanza al poeta y el propio Silvestre de Balboa aparecían incriminados entre los vecinos de Puerto Príncipe (sitio de residencia de Balboa) dedicados al comercio ilícito. No está de más señalar que entre los que acompañan a Balboa tanto en el poema como en la acusación se encuentra el propio alcalde ordinario de Puerto Príncipe y dos regidores. Ni que el poeta era ante todo escribano público de dicha villa entre 1600 y 1608, fecha esta última que coincide con la escritura de Espejo de Paciencia. Digo "coincide" cuando en realidad sospecho que la coincidencia está lejos de ser casual como intentaré demostrar más adelante. Téngase en cuenta también que un escribano de entonces más que simple amanuense era pieza importante del entramado colonial como nos demuestra Ángel Rama en La Ciudad Letrada y tal empleo se consideraba "una de las vías de acceso al estamento de los principales" (Marrero.1977.19) El escribano en funciones de poeta tratará de legitimar por todos los medios el producto de su "rudo ingenio". La dedicatoria al destinatario y supuesto protagonista del poema, el obispo Cabezas Altamirano es de por sí elocuente: en ella se deja sentado que este fue el inductor directo del poema aunque no dice que insinuara su tema.

El tema en sí es objeto de las acrobacias protocolares del escribano. A pesar de dedicar el poema a partes iguales al relato del secuestro del obispo y al combate entre los bayameses y los piratas, llegado el momento de exponer su sinopsis, se soslaya la segunda parte que significativamente reúne el mayor interés dramático del poema. Por si fuera poco al dirigirse "Al lector" nos dice que "puse (junto al secuestro del obispo) la milagrosa victoria que el Capitán Gregorio Ramos, alcanzó sobre el Capitán Gilberto Girón, en el puerto de Manzanillo, así por ser lo uno dependiente de lo otro, como porque pareciese algo este librito". Todo el esfuerzo que emplea Balboa en disimular el protagonismo de los bayameses no parece hoy sino acentuarlo.

En ello no se agotan las estrategias de legitimación del poema. Sin apartarnos de las advertencias al lector podemos ver en las protestas que hace Balboa de la veracidad de los hechos que describe como de la fidelidad con que los narra argumentos que amparen su "rudeza" poética. Más significativas aún resultan sus advertencias en torno al carácter postizo de sus alusiones a presencias sobrenaturales ("fingí, imitando a Horacio..."). Evitar la contaminación entre lo sobrenatural y lo histórico atenta contra la ambiguedad poética de Espejo pero al mismo tiempo apuntala su condición de texto histórico lo cual nos indica una clara dirección por la que apuesta el texto de Balboa. Espejo de paciencia se pretende ante todo como eso: espejo.

Fidelidad de la letra era también lo que se esperaba de Balboa como escribano la cual certifica el cabildo de Puerto Príncipe: "no hay otro escribano público ni real (...) que use el oficio y a los autos y escritos que ante él han pasado y pasan se les da entera fe y crédito, en juicio y fuera dél, como escribano público de ésta (...) villa, fiel y legal" (Marrero.a.210) No sé qué peso podrán tener las palabras "fiel" y "legal" en una villa donde la mayoría de los vecinos eran acusados de contrabando incluyendo buena parte del mismo cabildo que atestigua la capacidad del escribano (y que meses más tarde en condición de críticos-poetas no dudarían en compararlo con Homero). Pienso que la cita anterior habla menos de la integridad laboral de Balboa (aspecto que quedaría fuera del alcance del trabajo) que de relación contractual que tenía con los principales vecinos de la villa. Las condiciones de vida de poblaciones marginadas del circuito comercial metropolitano y la resistencia ante medidas represivas emprendidas por las autoridades favorecían un sentido innegable de comunidad que se percibe en el propio asunto del poema, las alusiones personales a prácticamente todos los participantes en los hechos y la descripción detallada del espacio y los frutos de la tierra. Todo esto es abordado una y otra vez en los textos de crítica literaria del poema como en los de historia. Falta, no obstante un análisis de cómo se construye esta idea de comunidad y cuáles son sus contornos exactos.

¿En torno a qué mecanismos se contruye la idea de comunidad en el poema? Quizás no hay nada más evidente que el espacio en el que todos sienten arraigo y atracción. Mi oposición a algo tan elemental no es caprichosa. En primer lugar todas las referencias al poema conciernen sólo a la reducida región que va de Bayamo a la bahía de Manzanillo. En segundo, el uso de nombres de frutas autóctonas "crean un extrañamiento estético antes que una identificación." (González Echevarría.178)

Me atrevo a sugerir que el sentido de comunidad se construye en el poema en torno a un sentimiento de culpa colectiva y la consiguiente expiación de dicha culpa. Y la culpa en este caso es levemente distinta de la acusación general que reacaía sobre los vecinos de Bayamo, Puerto Príncipe Santiago o Baracoa (estas dos últimas villas no se mencionan). Ella se alude en una de las octavas reales más oscuras del poema: "Estaba el buen obispo muy sentido/de las pobres ovejas de esta villa (Bayamo)/porque del triste caso sucedido (el secuestro del propio obispo)/ pensó que tenían culpa no sencilla". ¿En qué consistía pues esta culpa? El poeta no lo menciona entre otras cosas porque el obispo lo sabía al punto de haberlo contado en una carta redactada poco tiempo después de los hechos y cuatro años antes del poema:

y preguntándoles que qué le había movido a hacer lo que hizo (el secuestro del obispo) respondió (Gilberto Girón) que un mozo natural de esta villa había ido a resgatar en mi nombre 52 cueros (...) y se le había ido con la ropa por el monte, y que un religioso (...) se burlaba de él, habiéndole llevado mucha ropa de resgate y que se le debían hasta 600 cueros y que esperando esta paga, por no tener que comer como irritados y necesitados, habían hecho lo que hicieron. (Marrero.a. 121)

De ahí la "culpa no sencilla" que recae sobre toda Bayamo; de ahí la necesidad de expiar la culpa y de "dar de su valor al mundo muestra". El poema se convierte pues, en vehículo de legitimización de un grupo con intereses comunes que no obstante no se corresponde exactamente con los protagonistas del poema pero que pueden resultar (poema mediante), intercambiables.

Un paso inevitable de la estrategia será el mea culpa que deberá exponerse del modo más difuso e impersonal posible. Cuando se menciona la culpa ("aquí del Anglia, Flandes y Bretaña/a tomar vienen puerto en su marina/muchos navios a trocar por cueros/sedas y paños, y a llevar dineros") esta aparece relacionada con el otro: "mientras duró este trato (...) un mal olor inficionó su orilla (la de Manzanillo) y hay desde ella al Bayamo, villa sana,/diez leguas, y una mas, por tierra llana". (Balboa.55) El recurso poético de atribuir a la geografía cualidades humanas cobra aquí una significación cuasi legalista.

Ante lo difuso de los límites entre unos y otros cuyas amistades o enemistades sólo dependen de circunstancias comerciales de escasa formalidad se hace necesario establecer límites. En el espacio del poema el cambio de papeles de socios comerciales a enemigos desaparece para dar espacio a una oposición mortal entre españoles y franceses, católicos y luteranos, súbditos de Felipe III y traidores. Las partes mínimas representan a totalidades difusas pues ya entrados en la segunda parte del poema descubriremos que esa "Francia" a que se alude incluye incluso a un español que será perseguido y muerto sin piedad mientras del lado "español" pelean negros e indios. Tal heterogeneidad contamina no sólo la estrategia de identificación legitimatoria emprendida por el poema sino que complica la adaptación del material histórico a los moldes de la poesía épica.

Al camino abierto por La Araucana en cuanto a la creación de posibilidades épicas para los hechos americanos se le oponen nuevos obstáculos. Balboa sale adelante con todos los recursos que tiene a mano, desde la conversión de los negros esclavos en etíopes (lugar desde donde nunca se introdujeron esclavos a Cuba) o el atribuir la valentía del indio Miguel a las virtudes de su dueño, Luis de Salas, "¡provisor honrado!/ ¡Benévolo cortés, sabio y prudente!/ que hasta tus esclavos en la tierra/ sirven a Dios y al Rey en paz y en guerra". (Balboa.81) Otro recurso que le permite apelar a una dimensión épica es la atribución de una valentía a los piratas similar a la de los seguidores de Gregorio Ramos. Pero son los discursos de los respectivos capitanes los que marcan el perfil y diferencia de las fuerzas enfrentadas. Es en el menos "natural" momento narrativo, aquél en que el poeta debe intervenir más activamente ante la imposible existencia de testimonios creíbles. Ambos jefes dan razones para combatir y vencer pero mientras el jefe francés insiste en el estribillo "que con la vida al fin todo se alcanza" Ramos repite "que un buen morir cualquier afrenta dora" que parece eco anticipado del verso del himno nacional cubano "que morir por la patria es vivir" (los precursores). Pese al intento de igualar el valor de los contendientes y así acomodarlos mejor a su construcción épica, el poeta, les asigna a sus héroes una disposición total al sacrificio que los sitúa en la escala de lo heroico por delante de sus oponentes. ¿Cuál es la afrenta que se proponen lavar los bayameses? ¿La que el pirata perpetró en su obispo o la que indirectamente causó la anterior y de la cual los bayameses se sentían culpables? En cualquier caso el estribillo nos dice que su disposición a lavarla es completa.

Hasta aquí he citado textos de varios libros de historia cuando seguramente en conjunto han incidido de modo mucho más leve. Una imagen dominó la colección de ilustraciones de buena parte de textos escolares en las últimas cuatro décadas. Es el equivalente plástico a este fragmento del poema: "y viéndolo el buen negro (al capitán pirata) desmayado/ sin que perdiese punto en su defensa/ hízose afuera y le apuntó derecho/ metiéndole la lanza por el pecho".(Balboa.84) El hecho de que ninguna de las otras ilustraciones alcanzaban el dinamismo y la expresividad de esta debe explicarse en mi opinión con el soporte literario de Espejo. De las tantas escenas de combate que desfilan por las páginas de la Historia de Cuba pocas, si alguna, han sido individualizadas y descritas previamente como esta que nos muestra el poema. Salvador, el negro esclavo aparece en primer plano clavándole la lanza al pirata (en el estómago y no en el pecho como nos cuenta el poeta). Explicar el protagonismo de un personaje negro en los textos posteriores a 1959 excede los límites de este trabajo. En cambio creo necesario analizar su presencia en el poema pues sospecho que puede arrojar decisiva luz sobre las interpretaciones nacionalistas que se le han dado al poema en este siglo.

Pienso que el principal elemento que podemos localizar en Espejo como distinto de lo español (que sería la primera instancia con la que se definiría una incipiente alteridad) es el sentimiento de carencia. Festejar la carencia como rasgo distintivo, u ofrecer una legitimidad a través de la poesía. De más está decir que el poeta optó por esto último. Esto explica su entrega total a disimular estas carencias. Si alguna no puede soslayar es la marginación respecto a los grandes centros culturales y a los modelos literarios que estos sostenían lo que explicaría incluso cierto prosaísmo que ha querido confundírsele incluso como indicio de modernidad y de identidad nacional.

Otra carencia decisiva es la de homogeneidad. De ahí la distinción de campos en primera instancia y la conformación de la imagen "nuestra". (6) Aun cuando en servicio de su proclamada fidelidad histórica deberá mencionar la participación protagónica de negros e indios cada aparición de ésta se verá acompañada de comentarios que buscan disculpar su presencia tan carente de homogeneidad como el tan revelador "negro pero buen soldado". (Balboa. 85) (7) Puede discutírseme que lo sorprendente en un poema de ese momento no es su exhibición de disgusto ante la falta de homogeneidad de sus héroes sino la sola presencia de estos. Concuerdo totalmente con esta objeción y por ello querría añadir este comentario: creo que estas inclusiones hechas por Balboa tienen menos que ver con una especial vocación por la veracidad histórica o la justicia social que un intento de legitimación del grupo que Balboa representaba. Para toda una tradición cubana posterior, Balboa descubre el mejor medio de confundir los límites entre un grupo concreto unido por intereses concretos y, términos con más aura como "pueblo", "colectividad" en tanto estrategia de legitimación colectiva. Este "descubrimiento" es el del uso prudente de figuras que por su carga iconográfica y social obliguen a ensanchar la imagen del grupo aludido y confundir la persecución de fines concretos con la defensa de valores colectivos pero necesariamente abstractos. Coincide así con la estrategia discursiva moderna que define Mabel Moraña y que tiende a "afirmar la idea de la totalidad social como un orden integral que se dirige, sin fracturas internas, hacia el logro de determinados fines colectivos, guiada por un sector privilegiado que interpreta historia nacional (en este caso es mejor hablar de memoria colectiva) y dirige, consecuentemente, las formas de acción social". (Moraña. 31)

Aún así con esto no se agota el recurso de ocultar intereses concretos tras entidades mayores y más prestigiosas. Pienso en el propio poeta-escribano y las circunstancias que lo llevaron a escribir su poema. ¿Por qué no lo escribió cuando aún estaban frescos los acontecimientos o mucho tiempo después cuando éstos amenazaran ser disueltos por el olvido? ¿Por qué lo hizo meses después de que todos los pobladores acusados de contrabando se habían beneficiado con el indulto real? ¿Por qué este intento de legitimación colectiva llegaba tarde? Entre los pocos datos que conocemos del poeta hay uno muy significativo: luego de ocho años de ostentar el codiciado puesto de escribano de Puerto Príncipe, justo en los días en que se daba a la tarea de perpetuar los acontecimientos bayameses, Balboa estaba en peligro de perder dicho puesto. ¿La causa? A la corona le parecía sospechoso el escaso precio que había pagado Balboa por un empleo ofrecido en pública subasta. No creo descaminado suponer que el poema estaba marcado por la necesidad de demostrar sus capacidades en un campo familiar al de la escribanía: el de la escritura de poesía. Su destinatario y supuesto protagonista era alguien -el obispo- que podía interceder ante las autoridades y dar fe de su valía. Parte de quienes entonan los cantos de alabanza al poema son los mismos que garantizan en otro documento su suficiencia como escribano. En cualquier caso llegaría tarde su esfuerzo poético pues el 22 de febrero de 1608 en Sevilla se decretaba el cese de Balboa como escribano. Para quienes gusten de finales felices sepan que en 1621 fue reintegrado a su puesto (Garcia del Pino.137) Ya para entonces Silvestre de Balboa no sólo era el futuro fundador de la futura literatura cubana. También había fundado en los escuetos márgenes de la isla la figura del escritor, ese ser cuya existencia parece ligada a la salvación de la memoria colectiva cuando en realidad sólo intenta salvarse a sí mismo.

 

Notas

1- No se menciona en el primer manual escolar de historia cubana Nociones de Historia de Cuba de Vidal y Morales(1901). Tampoco en el mayor empeño historiográfico en producir un relato nacional en las primeras cuatro décadas de este siglo, el Manual de Historia de Cuba (1938) de Ramiro Guerra, se alude a Espejo de paciencia, aunque en un manual escrito en 1924 por este último autor aparece una referencia al poema pero sin mencionar título ni nombre del autor.

2- "Los valores poéticos del Espejo de Paciencia son escasos, aunque a ratos encontramos versos felices" nos dice un manual de literatutura cubana que no obstante incluye sin chistar varios poetas olvidables. Rivero Casteleiro, Delia y otros. Literatura Cubana. Noveno grado. La Habana: Editorial de Libros para la Educación, 1980. p. 34.

3- Para ver definiciones de construcciones de identidad "realistas" y "voluntaristas ver: Gilbert, Paul, "The idea of national literature". Literature and the political imagination. Ed. John Horton y Andrea T. Baumeister. London: Routledge, 1996. p. 198- 217.

4- No debe olvidarse por otra parte que precisamente Bayamo fue cuna de la primera guerra de independencia cubana y que el propio himno nacional cubano comienza diciendo "al combate corred bayameses" con lo que la identificación entre lo local (Bayamo) y lo nacional (Cuba) resulta perfecta.

5- Para reconstruir las relaciones entre utilidad y tradición ver: Hobsbawn, Eric. "Inventing Traditions". The Invention of Tradition. Editado por Eric Hobsbawn y Terence Ranger. Cambridge: Cambridge University Press. 1983.

6- Contrasta la minuciosa descripción que da de cada uno de los combatientes blancos con la mención de pasada de "cuatro etiopes de color de endrina" de quienes como veremos más tarde, conoce el nombre de al menos dos.

7- De Salvador, el negro que mata a Gilberto Girón dice luego de sus extendidas alabanzas: "y no porque doy este dictado/ ningun mordaz entienda ni presuma/ que es afición que tengo en lo que escribo/ a un negro esclavo y sin razón cautivo" 84. Con esta declaración de imparcialidad eleva aun más su alabanza. Conviene por otra parte ver en el tan comentado "y sin razón cautivo" menos una crítica a la institución de la esclavitud -pues sus razones no son cuestionadas en ningún otro caso- que una inconformidad hacia la circunstancia de contar con un protagonista esclavo antes y después de su hazaña.