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El Imperio INCA || Cuerpo del amor || Heberto Padilla

 

Roman Sierra 
Conductor 168 Horas
La Revista de la Television en Espanol

El Imperio INCA

El impresionante escenario natural y la atmósfera en la cual se encuentran estas ruinas, hacen de esta cultura, un tema digno de estudiar. Para unos, es el lugar ideal para lograr esa cercanía con lo místico y desconocido, para otros es simplemente admirar la impresionante e imponente obra arquitectónica inca.

Quiero aprovechar este espacio para hablar de uno de los temas más estudiados por historiadores, antropólogos y arqueó-logos: las diferentes culturas de este ma-ravilloso continente. Son muchas y cada una particularidad propia: Mayas, Aztecas, Incas, entre otras. En esta ocasión, concentraré mi atención en esta última, los Incas.

La civilización Inca es solamente una parte de toda la arqueología peruana. Antes de los Incas, Perú tuvo culturas pre-colombinas, algunas de éstas precediendo a los Incas por muchos siglos.

Ofrecer un orden detallado y cronológico de estas culturas sería un trabajo sumamente difícil, ya que ninguna de ellas tuvo lenguage escrito. Toda la información con que se cuenta ha sido obtenida de excavaciones arqueológicas. Además, cada cultura sucedió a la otra, trayendo sus propios valores, como ocurrió cuando los españoles conquistaron el imperio Incaico. La única diferencia es que los españoles dejaron manuscritos.

El imperio de los Incas fue fundado en el Perú alrededor del año 1000 de la era cristiana y se caracterizó por su alto grado de desarrollo en los distintos campos de la ingeniería. Muestra de ello son las ruinas de edificios, caminos, puentes y acueductos, así como los monumentales restos de la Fortaleza de Sacsayhuaman y la ciudadela de Machu Picchu. Se comunicaban por medio de la lengua quechua y eran regidos por un sistema administrativo riguroso dividido en tres clases: la nobleza, el pueblo y los yanaconas o servidores de los grandes del Imperio. Su dominio se derrumbó con la llegada de los conquistadores españoles a principios del siglo XVI, pero durante sus años de poder, su imperio llegó a extenderse por la zona andina del Sur de Colombia hasta el Norte de Argentina y Chile. Aunque no tenían lenguaje escrito, esto no les impedía tener sus propios conceptos en cuanto a lo religioso se refiere. Los incas adoraban el sol, la luna y los fenómenos naturales. También mantenían el culto a los muertos y utilizaban a las "vírgenes del sol" para varias ceremonias religiosas, en la cuales eran sacrificadas. Las vírgenes del sol eran muchachas que desde el nacimiento era escogidas para este fin, normalmente las más hermosas. Pero ser una vírgen del sol era un honor muy grande.

La base de su economía consistía principalmente de la agricultura, y cultivaban maíz, algodón, papas, etc. Tenían una división de trabajo entre los hombres y las mujeres.

Los hombres tenían el duro trabajo de mover la tierra para que las mujeres pudieran sembrar las semillas para los cultivos. Los niños sacaban la maleza y espantaban los animales pequeños y pájaros que se trataban de comer las semillas. Esta cultura también fue reconocida por su arte, que se vio reflejada principalmente en la cerámica, la música y la danza.

MACHU PICCHU

Machu Picchu está situada a 80 km. al noroeste de la ciudad del Cusco, la famosa ciudad perdida de los Incas que se quedó escondida por tres siglos a pesar de la invasión española. Fue descubierta en los Andes Peruanos por Hiram Bingham en 1911. La ciudad -que tenía un papel esencialmente ceremonial y espiritual-, está dividida en dos sectores: terrazas agrícolas y área urbana en la cual se encuentran plazas, templos y palacios. Estas estructuras son ejemplo de la solidez y sencillez de su arquitectura. La particularidad tal vez más resaltante es la famosa piedra santuario del "Intihuatana" la función de ésta es aún un misterio, probablemente está ligada a la religión y venía siendo utilizada para la observación de los astros. No habiendo sido descubierta por los españoles conserva su belleza intacta.

Al estudiar estas culturas nos sentimos orgullosos de nuestros antepasados, apreciamos el bagaje histórico que traemos y nos ayuda a promover nuestro folklore a las próximas generaciones.

Cuidese mucho y lo esperamos en 168 HORAS.


Cuerpo del amor

Isaac Goldemberg

Por: David Cortes Caban
City University of New York

Nada mejor que llegar a la poesía de Isaac Goldemberg perdiéndonos en esta urdimbre de imágenes traspasadas por el imprevisto rayo del amor. Y es que el libro más reciente de Isaac Goldemberg, "Cuerpo del amor", nos revela no sólo el amor que evocamos en la niñez o en la inocencia de la primera juventud, sino también el amor que se piensa y se corresponde en la experiencia amorosa o en la intensidad del placer y la dicha, o se siente como fatalidad (¿fugacidad?) de la vida misma. Estos poemas se proyectan sobre la temática del amor y de ésta se desprende todo un pensamiento que reflexiona y nos habla de las cosas y las condiciones del amor. ¿Pero cuál es el real sentido del amor? ¿Cómo lo interpreta el hablante de estos textos? He aquí un verso que posee una clave y que en cierta forma podría ser el primero o el último del libro: "(Amémonos en el amor y su máscara)". Amor y máscara son planos donde las palabras van tejiendo las redes que configuran la temática del amor. Un amor que fija la propia obsesión del yo poético en la imagen y el cuerpo del otro: "Ella mi ángel y yo / Nos internamos en un bosque de ramas furiosas" ("XII"). Porque en este libro el

amor bate sus alas como un pájaro lujurioso y a veces es como un río diáfano y sereno. De ahí que reconozca no sólo su cuerpo sino su plenitud en el cuerpo de la mujer amada: "Todo lo que llevo dentro, / muy hondo o a flor de piel, / Lo riega la clara miel / Que nace desde tu centro" (p.2).

Es decir, el amor centro de la vida, a veces intensifica su indeleble huella en la imagen de la soledad o en el paso del tiempo: "No es nuestro hueco vacío: Lleno está de nuestra ausencia" ("XI"). El tiempo se convierte en una presencia que hiere al hablante poético porque transcurre recordándole (recordándonos) nuestro efímero caminar por el mundo: "El tiempo descansa en nosotros...", nos dice en uno de los versos. El poema "XXII" es un buen ejemplo para dilucidar cómo el concepto del tiempo se ramifica en la estructura del poema hasta arroparlo todo. Pero no es necesario detenerse en la imagen del tiempo sino en el tema esencial del libro y que -creo- justifica de algún modo estas palabras. Pero hay que dejar claro que "Cuerpo del amor" no es un libro de sentimenta-lismo verbal, ni tampoco es un libro de la soledad o de la nostalgia del tiempo aunque ambos elementos se destacan de una forma u otra en la composición de algunos poemas. Este es un libro, lector, y ya quizás debas saberlo, del amor y del cuerpo. ¿Porque de qué habla el poeta sino de cosas del amor? Del amor arrancan todas estas palabras que a veces son cuerpos, pasiones, mujeres o sueños, juego de imágenes que se entrecruzan intensificándose en la armonía de los versos. El amor es un continuo transformarse, un espejo que copia la imagen del cuerpo y la mirada: "la ley del amor es fiel", "la muerte es amor", "bosque de ramas furiosas", "huidiza flor", "abismo que es amor", "amor como guadaña", "llama tan suave encendida" frases todas que dramatizan la actitud de un hablante cuya pasión y amor parecen ser las únicas circunstancias de su vida, por eso recrean la imágen de un amor no estático, sino cambiante y sugerente, en un intento de aprehender la fugaz presencia del amor. "Aunque el amor se aparezca ante tus ojos / jamás podrás reconocerlo, dicen / Entonces el hombre embiste / contra su dura arcilla..." advierte en el poema "XX".

En otro poema esa imagen múltiple del amor no es nada en sí misma si no se funde en un solo cuerpo: "Como imágenes hartas/ De calcarse a sí mismas / Buscando Una el amor / En el Otro / Hombre y mujer se enredan / En un único cuerpo..." ("XXVII"). Es decir el verdadero amor tiene que fijar el real sentido de la vida. No simplemente se vive para compartir un espacio y llevar una vida discreta, organizada y sujeta a los convencionalismos sociales. No, vivir no es un modo de acercarse al amor sino de poseerlo y dejarse poseer: "Estamos tú y yo en la tierra / Sólo para amar nuestro amor... ("IX"), enfatiza en este poema; "Amémonos en cuerpo propio / y juntos", intensifica en otro ("XVIII").

Es revelador que para el poeta la vida carece de todo sentido si no está centrada en la esencia misma del amor. Nada puede compensar el acto de amar. El goce de la pasión se asume no en la imaginación ni en la elaboración del poema sino en la unión de los cuerpos. Por eso el acto de escribir no tiene ningún sentido si no se realiza a través de la influencia directa del amor: "Todo lo que yo escribo / No es nunca literatura / Es fruto de la ternura / que de tu amor yo recibo...", dice en el poema "XIII". La letra, la palabra vacía no significa nada si no está poseída por una idea que le imparta hondura humana, calor y vida. A falta de ideas las palabras pueden muy bien quedar como meros sonsonetes pronunciados al vacío.

Por eso para el poeta la literatura debe partir de un sentimiento real.

En este caso es el amor. De ahí que el yo poético vaya siempre como en continua travesía por el cuerpo de la amada. Es a través de ella que el poeta formula su poética. Cada paso del hablante va hacia la integración amorosa. Sin embargo, la intensidad de esta expresión intimista y de este acercamiento al cuerpo de la mujer no descarta a veces el leve tono de humor que encontramos en algún poema. Por ejemplo en las décimas, que son problablemente las composiciones más tiernas del libro, aparecen rasgos de humor: "Abrete ya abracadabra, / Maga luna que renaces / Vistiéndonos de disfraces /... ("VI"); o éste que comienza: "Murciélago con diente de leche / Entro en tu sexo -Dios, ¡qué huérfano / De carnes tendidas al sol!... ("X"). Esto sucede porque la intención del poeta no es crear una poesía de difícil comprensión sino un lenguaje sencillo y directo.

Pero la sencillez no quiere decir facilidad. Y aunque el tono cotidiano está dado en la mayoría de los poemas, encontramos algunos cuyas imágenes parecen obscuras o pueden ser de difícil comprensión. No quiero decir con esto que cada poema deba estar sujeto a una sola interpretación.

Por supuesto, este no es el caso de la poesía, especialmente la poesía lírica. El poema puede ser tan infinito como las lecturas que de él realice el lector. Pero siempre estará centrado sobre un tema unitario. La naturaleza y las circunstancias de lo que acontece en Cuerpo del amor nos revela el sentir de un hablante que vive sumergido en el amor. Y lo que nos conmueve como lectores -parto de mi propia experiencia- no es tanto cómo el poeta utiliza el lenguaje sino cómo la vida se sustenta en el amor y la fuerza de esa pasión nos sobrecoge y nos hace vibrar a medida que vamos entrando en los poemas. A través del lenguaje del amor se plasma también una conciencia de la muerte: "Ven, éntrame si para ti la muerte es amor", llega a decir en un poema ("X"). Sin embargo, lo que parece sugerir el poeta no es que entregarse al amor sea una muerte real, sino que el acto amoroso se puede interpretar como un morir y un renacer. En el poema "XV" se evoca la imagen del amor unida otra vez a la imagen de la muerte: "Ardientes renacimos de la muerte / en el cruce fugaz de una mirada / que el tutelar Amor nos trajo en suerte...".

El amor es una vivencia que llega en el recuerdo para amortiguar la soledad de los protagonistas del poema. Por el amor se nace a la libertad y por él también se gana la eternidad. Ahora el amor se ha convertido en una llama viva que fluye como un movimiento ascendente buscando en el sensualismo del cuerpo una entrega total. Y, en realidad, una vida sin amor es como un fardo vacío. Como caminar el tramo que traza la cotidianidad arrastrando el cuerpo sin una pasión que cruja sobre el pecho. Para quien no ha conocido el amor éste sería el más miserable de los destinos. Pero

aquí, en Cuerpo del amor, el amor nos lleva y trae por la geografía de un yo y un tú que están lejos y cercanos, que sienten y padecen, que sueñan, que son una sola armonía, que perduran más allá de lo que puedan decir las palabras. El amor nos revela su historia y la historia del hablante poético nos acerca a sus experiencias. El amor es "esa llama tan suave encendida" que nace sobre un paisaje que apenas existe pues el cuerpo del amor lo compone todo, inventa su propio mundo. A veces la elaboración de las imágenes pueden sorprender al lector. Como en el caso del juego de palabras que unen y entrelazan el yo lírico con un tú femenino. En otros casos la imaginería poética marca un nuevo sentir en el ritmo y la armonía de las décimas que no notamos en otros poemas. Pero el amor siempre está presente como callada transparencia o como jubiloso erotismo que se posesiona del libro y nos revela su aventura, "...el abismo que es el amor", ("XVIII").

Ahora el lector podrá entrar y salir, andar por estos caminos del amor y dar rienda suelta a su imaginación. Porque el amor no es una frívola costrumbre sino una fuerza iluminadora que se alza del fondo de nuestra interioridad y nos transforma a todos. He aquí El cuerpo del amor, he aquí sus exigencias. Quien se arroje a sus aguas ¿hallará cauce para regresar?


Heberto Padilla

"Fuera del juego" para siempre

Patricio Lerzundi
Editor-in-Chief

Mi amigo el periodista y escritor venezolano Hernán Guerrero me dio hace unos días la noticia de la muerte de Heberto Padilla, el poeta cubano. Justamente en el momento en que me enviaba Hernán esta noticia, estaba yo con el escritor chileno Antonio Montero Abt hablando acerca de la posibilidad de reunirnos con Heberto. No pude dejar de pensar en los versos de un poema de César Vallejo: "Hay golpes tan duros en la vida, yo no sé".

En junio del año pasado escribí una nota en este periódico "Heberto Padilla, Contesta la llamada", en la que hacía un recuerdo de mis encuentros y desencuentros con mi querido y admirado amigo. Lo que no dije en esa oportunidad fue la forma en que lo conocí personalmente. A principios de la década del 70, una universidad decidió realizar una conferencia sobre el "caso Padilla". No faltaron allí los detractores de Heberto, que solamente tenían un conocimiento epidérmico del poeta. No importaba que Heberto había sido sometido a la humillación de cárcel en Cuba en 1968 por el delito de atreverse a cuestionar públicamente el régimen de Fidel Castro. Los únicos que defendimos a Heberto en esa oportunidad fuimos Nicanor Parra y yo. Demás está decir que este gesto de adhesión nos granjeó el disgusto de los otros panelistas y de gran parte del público. Cuando Heberto llegó finalmente a Estados Unidos en 1980, se tomó la molestia de buscarme. Me encontró en El Diario/La Prensa, me dio un abrazo y me dijo simplemente "gracias". Desde entonces comenzamos una amistad que duró hasta su muerte.

Lo primero que hice fue invitarlo a que formara parte del cuerpo editorial del pe-riódico. Pocos meses después se retiró porque le empezaron a llover las invitaciones a enseñar en diferentes universidades y a ofrecer charlas dentro y fuera de Estados Unidos.

Los miembros del jurado del Concurso de Linden Lane Magazine, revista que él dirigía, se atrevió a darme el premio de poesía en 1985, en un momento que no era aconsejable premiar obras de contenido políticao. Cuando finalmente, una casa editorial decidió publicar ese libro en 1999, le envié una copia con mi agradecimiento; nunca supe si lo había recibido.

Cuando me encontraba de director de Noticias del Mundo, entre 1985 y 1992, donde escribía él algunos comentarios, aproveché la oportunidad de contratarlo para mejorar la calidaddel periódico. Tampoco duró mucho Heberto en este lugar. Estaba en esos momentos escribiendo o reescribiendo febrilmente su libro "En mi jardín pastan los héroes" y "La mala memoria".

Nos visitábamos mutuamente; le encantaba visitarme porque "aquí se come muy bien, chico" y porque era el lugar donde hacíamos otras reuniones condiferentes amigos escritores, como Nicanor, Enrique Lihn, Claudio Giaconi y otros.

Tuve otra oportunidad de trabajar con Heberto. Hace unos cinco años presenté un proyecto de periodismo multilingüe en Lehman College, y con la venia de la decana Marlene Gottlieb, entonces jefa del Departamento de Lenguas y Literaturas, trajimos a Heberto para que viniera a ayudarnos. Desgraciadamente, este nuevo esfuerzo duró poco; un ataque al corazón impidió que continuara sus clases. Resultó para nosotros una pérdida enorme, por cuanto Heberto tenía planes de expansión del programa a nivel internacional y ya estaba estableciendo las redes de contacto con sus muchos amigos en todas partes del mundo.

Un día me llamó para anunciarme que nuestro común amigo Eugenio Yevtushenko quería que lo ayudáramos a preparar una antología en español de su obra. Durante semanas interminables nos reuníamos en el departamento de Eugenio en Queens para trabajar en el proyecto. En esa oportunidad pude apreciar mejor el genio de Heberto. Tenía además de una capacidad crítica extraordinaria, un gran sentido de la traducción. Sé que Eugenio sabe que le debe a Heberto mucho del éxito de su libro "Adiós, bandera roja", que publicó el Fondo de Cultura Económica en México, en 1997.

Justamente fue este proyecto de Eugenio lo que nos dio la idea de crear una casa editorial (Escritores Unidos se iba a llamar) cuyo propósito principal era producir en cuidadas ediciones bilingües, libros a nivel masivo y a bajo costo para así poder llevar nuestra cultura al mercado hispano y norteamericano. También hablamos acerca de otro proyecto de coescribir un libro acerca de Fidel Castro y Augusto Pinochet, presentando cada uno sus experiencias con estos personajes y su época.

En los últimos años lo ví pocas veces. Un encuentro en una librería; promesas de reunirnos a retomar el hilo de la conversación y de los proyectos. Poco después en un restaurante con ocasión de un homenaje por la reedición después de 30 años de "Fuera del Juego" , el libro que lo lanzara tanto a la fama internacional como a su destrucción.

Al recordarlo releí sus libros con ge-nerosas dedicatorias, sus cartas; al recordarlo escribí estas líneas.

 

 

For General Information contact: tbj@lehman.cuny.edu || Last modified: March 27, 2002
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