La compaginación de identidades étnicas y femeninas en la poesía indígena de Liliana Ancalao y Rosa Chávez

 

 

Sofía Kearns

Furman University

 

 Las poesías de las escritoras Liliana Ancalao (mapuche argentina, 1961) y Rosa Chávez (maya guatemalteca, 1980) presentan intentos similares de compaginar dimensiones indígenas y femeninas de la identidad. Por un lado, por ser de origen indígena, ellas abogan por su cultura originaria dentro de los contextos particulares de la ideología y la política de las naciones-estado argentino y guatemalteco. Por otro, son conscientes de que escriben dentro de contextos patriarcales, tanto dentro de la cultura occidental como de su cultura original. Por eso, participan en una doble lucha “… por la autonomía y reconocimiento cultural de su gente y sus organizaciones, a la vez que hacen exigencias específicamente basadas en asuntos de género” (Duarte Bastián 159). De esta manera, intervienen no sólo en discursos culturales hegemónicos occidentales sino también en los hegemónicos indígenas. En este trabajo analizo las estrategias que cada una de estas escritoras utiliza para realzar y compaginar las identidades potencialmente dispares de la etnicidad y de lo femenino. Entre dichas estrategias sobresalen el uso del bilingüismo, la re-escritura o re-articulación de mitos y creencias tanto occidentales como no-occidentales, la priorización de la conciencia femenina, la re-conceptualización de la relación mujer-naturaleza y la exaltación del esencialismo animista.

Desde una perspectiva histórica, la reciente y creciente visibilidad de voces indígenas femeninas se relaciona con fenómenos culturales de finales del siglo XX, en particular el quinto centenario del “descubrimiento” de América, la revolución zapatista y el feminismo. La conmemoración en 1992 de lo que Ancalao llama “el desencuentro” fue un momento catalizador para la identidad indígena de muchos pueblos del continente americano. Para el pueblo mapuche, según Ancalao, fue “… un hito en nuestra conciencia, y aquellos que nos veníamos cuestionando nuestra identidad, comenzamos a actuar para recuperar la memoria.” (“La memoria de la tierra sagrada” 20). Por otra parte, es destacable el impacto que la revolución zapatista tuvo en los movimientos femeninos indígenas del continente, especialmente con su famosa Ley Revolucionaria de las Mujeres, que abrió nuevos y muy importantes espacios de visibilidad y de enunciación para ellas. La importancia real y simbólica de esta ley para miles de mujeres indígenas, especialmente de Mesoamérica, no puede pasarse por alto, ya que por primera vez en la historia, enumeró sus derechos humanos y civiles (Hernández-Castillo “The emergence” 542), (1) y fue más allá de la pura retórica en áreas zapatistas de Chiapas, “ … re-estructurando espacios dentro y fuera del hogar, incluyendo el compartir del trabajo doméstico y su participación política significativa dentro del movimiento zapatista” (Huhndorf and Suzak 8, mi traducción). Otro factor es la relación entre el feminismo y los movimientos femeninos indígenas, que aunque fraguada de tensiones, ha producido resultados interesantes. El movimiento feminista tiene una larga trayectoria en Latinoamérica y hasta finales del siglo XX sus exponentes fueron exclusivamente mujeres urbanas de la clase media. (2). Fue a través de los Encuentros Feministas Latinoamericanos y del Caribe, iniciados en 1981, que el racismo dentro del movimiento se hizo patente, ya que por muchos años estos encuentros excluyeron a las mujeres indígenas. Sin embargo, ya desde los 1970s las mujeres indígenas en el área de Chiapas participaban activamente en organizaciones campesinas, y desde los 1980s colaboraban con investigadoras feministas mestizas (ligadas a campos tan diversos como la teología de la liberación, la antropología, las ONG y otras) para lidiar especialmente con asuntos de violencia doméstica y estatal. Típicamente estas colaboraciones eran dirigidas por las feministas mestizas. Después de la revolución zapatista la relación entre ellas cambió debido al papel de liderazgo que las indígenas asumieron en los encuentros, como fue por ejemplo el caso del Encuentro Nacional de Mujeres Indígenas “Construyendo nuestra historia,” que se llevó a cabo en 1997, en el cual el papel de las feministas mestizas se redujo al de observadoras invitadas (Hernández Castillo Multiple Injustices 42-5). Era claro que para el nuevo liderazgo indígena, los derechos de las mujeres iban mano a mano con su autonomía cultural y étnica. Hoy en día, las mujeres indígenas se relacionan de muy diversas maneras con el feminismo. Mientras que hay quienes rechazan el término “feminista” por considerarlo una imposición occidental, hay otras que lo adoptan a sus realidades inmediatas. Se ha documentado por ejemplo, el rechazo que las mujeres mapuches hacen de los conceptos “género” y “feminismo” (Ibid 14). Por otro lado, hay un sector indígena, especialmente en México y Guatemala, que ha integrado el feminismo en sus discursos, pero sin replicar completamente al hegemónico, especialmente en lo que respecta a la “modernidad emancipada”, entendida como proyecto de autonomía individual” (Gargallo Celentani 25). Estas feministas indígenas responden a conceptos occidentales apropiándose de las herramientas críticas de los feminismos latinoamericanos para crear uno “del tercer mundo del Sur, que se centra en producir conocimiento situado…” (Bidaseca y Vásquez 376), cuyos principios básicos son la comunidad, el equilibrio, el respeto a los mayores y a los seres de la naturaleza, el dualismo genérico y la “cuatriedad” o balance cósmico. Estos principios oponen y reemplazan respectivamente valores no-indígenas que ellas ven como destructivos de sus culturas y tierras, como el individualismo, el desarrollo depredador neoliberal, la violencia y opresión, la ideología patriarcal y la fragmentación socio-económica, cultural y política. (Hernández Castillo “The emergence” 540). (3) Las poesías de Ancalao y Chávez difieren en su aproximación al feminismo por sus diversos orígenes y contextos socio-políticos. Ambas escritoras dan clara prioridad a sujetos y voces femeninas en su poesía e incluyen críticas a patrones culturales tanto occidentales como indígenas relativos a lo genérico-sexual. Pero Ancalao descarta el feminismo como la motivación para su énfasis de lo femenino en su poesía. Para ella el factor determinante surgió con las conmemoraciones del quinto centenario del “descubrimiento,” que inspiró por primera vez un deseo personal en muchas mujeres mapuches de explorar temas relativos a su identidad étnica y femenina propia, exploración que, a propósito, fue innecesaria para los hombres mapuches porque, según la autora, ellos ya habían encontrado años atrás una fuente de identidad en la figura del gaucho patagónico. (4) Por otro lado, Rosa Chávez sí se identifica con preceptos feministas a nivel de activismo y de escritura. Ella es parte del consejo editorial del periódico feminista La cuerda, y, como gestora cultural, escritora de poesía y de teatro y actriz, incluye temas feministas y queer dentro de sus representaciones textuales y performativas.   

 

Liliana Ancalao (5)

La recuperación de la identidad mapuche y la celebración de la identidad femenina son temas centrales en sus dos poemarios, Tejido con lana cruda (2001) y Mujeres a la intemperie / Pu Zomo Wekuntu Mew (2009). Su preocupación por la identidad étnica proviene de la posición de marginalidad de la cultura mapuche hoy en día en la Argentina, resultado de la larga historia de agresión estatal contra ella (6) y de su silenciamiento cultural tanto histórico como actual. Por ejemplo, hasta hoy el canon literario argentino borra lo mapuche, clasificándolo reductivamente como “escritura de la Patagonia” (Moraga García, “La emergencia” 240). La escritura de Ancalao busca la justicia cultural recalcando la cultura mapuche y su fuerte relación con el paisaje patagónico. Al mismo tiempo busca la justicia de género dentro de un ambiente en el que, hasta hoy todavía, las voces de mujeres mapuches se hacen oír pero débilmente en el ámbito público argentino.

Me concentro aquí en el largo poema “LA LLUVIA / MAWÜN / Las mujeres y la lluvia” del segundo poemario, Mujeres a la intemperie / Pu Zomo Wekuntu Mew, porque muestra el uso de varias estrategias para compaginar las identidades mapuche y femenina. A diferencia del primer poemario, éste está escrito en castellano y mapudungun, aspecto que señala el proceso de concientización étnica y cultural más agudo de la autora para la época en que escribió su segundo poemario. Escribir en formato bilingüe es una estrategia textual que busca la justicia lingüística al otorgar igual prioridad al idioma originario y al español. (7) Es también significativo que se inicia con una dedicatoria que establece claramente la prioridad de lo femenino, ya que está dirigida a diversas mujeres a quienes alude con nombre propio, como bisabuelas, abuelas, nanas o mujeres mayores (ñañas), mujeres sabias (zomo kimche), hermanas (lamngen), tías, hijas, y sobrinas. Igualmente esta dedicatoria aparece dirigida a la tierra, configurando así la tierra/naturaleza dentro del ámbito femenino, como hermana, y como aliada, una representación de suma importancia en todo este poemario.

Esta celebración de las mujeres y la naturaleza se vale de la perspectiva positiva mapuche sobre la relación de estas dos entidades. El escenario que presenta es el de una lluvia exterior que se proyecta en otra al interior del cuerpo femenino, resaltando así la conexión íntima entre la subjetividad femenina y el espacio natural. La lluvia exterior de “caudal desubicado” y “borbotones” se refiere a uno de los tres aspectos climáticos de la meseta patagónica que el poemario celebra, que son la lluvia, el frío y el viento. Esta lluvia exterior se relaciona con la conmoción física y emocional que trae la menstruación, referida en el poema como la “llovizna en tu vientre.” Las emociones extremas de las menstruantes se han asociado históricamente en occidente con la histeria, con la irracionalidad y con lo negativo, pero aquí aparecen representadas de forma positiva, altamente valoradas por su capacidad de producir una copiosidad lingüística, la cual aparece representada por imágenes positivas de gorriones. La voz poética establece que las palabras aparentemente irracionales que salen de las mujeres menstruantes tienen el potencial positivo de ser “la leña prendida de Atahualpa”(22). El rol de la persona poética como ella misma lo explica, es “rescatar” esas palabras, lo cual se puede interpretar como separarlas de su connotación negativa y asociarlas positivamente con la semántica de la rebeldía, simbolizada por la figura de Atahualpa, el último emperador Inca. Se trata entonces de una producción lingüística con potencial productivo en los planos social y político. Dicho de otra forma, el poema busca concientizar a las mujeres mapuches sobre el gran potencial de la energía emocional atribuida a la menstruación, para reconfigurarla asociada con la creatividad y la fuerza del discurso femenino. Esta revaloración es una estrategia textual que confronta el silenciamiento de este discurso triplemente marginalizado por etnicidad, por clase social y por género. Las mujeres mapuches tienen mucho que decir y deben hacerse oír en el plano público, es el mensaje central del poema. 

Es importante notar que la valoración positiva de la menstruación que este poema presenta no solamente contradice prejuicios occidentales sino también mapuches. Según Sonia Montecino, existe un relato mapuche sobre el origen de la menstruación, por el cual se la ve como una “herida” o castigo que es producto de una trasgresión femenina (16-17). Pero en la reconfiguración que Ancalao hace, aparece sin culpa alguna, como un aspecto físico con potencial creativo y político. (8) Visto así, el poema no solamente establece una posición crítica hacia la ideología occidental, sino también hacia la mapuche, ya que hace una selección estratégica de elementos de la tradición mapuche, por la cual descarta aquellos que no convienen para recrear positivamente la relación mujeres-naturaleza. La postura crítica hacia la ideología propia sin embargo, es bastante más sutil y benigna que la dirigida a la occidental, debido a la relación afectiva con la cultura original que la poesía de Ancalao proyecta.

La conclusión del poema introduce un aspecto animista que contribuye a compaginar las identidades indígena y femenina mediante una escena que muestra la violencia de la naturaleza y luego su aplacamiento por los poderes de la machi. La machi es una figura de gran importancia dentro de la cultura mapuche, con el rol de “agente y practicante mágico-religioso … [y de] mediación entre el mundo natural y el mundo sobrenatural” (Rodriguez Monarca, s.p.). Históricamente el papel de machi era realizado más por hombres que por mujeres, pero debido a procesos históricos, ahora el rol es casi exclusivo de las mujeres, quienes son dueñas de un doble poder: el de dominar las fuerzas de la naturaleza y el de restablecer la salud comunitaria, acciones que realiza en la ceremonia del machitún (Montecino 41). Es importante subrayar que el reconocimiento de la figura de la machi es casi inexistente dentro de la cultura nacional argentina, en comparación con su fuerte presencia en la chilena. (Azpiroz Cleñan, s.p.). (9) Por eso, tiene particular importancia el hecho de que Ancalao la incluya de manera tan central en este poema. La machi, la hablante y otras mujeres son aquí testigos de un violento aguacero que “parecía la furia de cai cai sobre nosotros.” Dentro de la mitología mapuche Cai Cai, o Kai Kai Filú es la serpiente mítica que ocasiona aterradoras tempestades en el mar y los lagos y que por esto se asocia con el agua, con la furia y con el mal. (10) Pero las mujeres en el poema no muestran terror o pena sino cierto entendimiento ante el fenómeno pluvial. Al final, la machi interviene exitosamente para aplacarlo mediante una ceremonia ritual que concluye con la aseveración positiva: “huele tan bien la tierra después del aguacero” (24). Este apaciguamiento ritual se relaciona con la “causalidad cíclica,” un aspecto típico de ideologías animistas indígenas, por el cual las personas tienen tan profunda identificación con el mundo natural que son capaces de influir en sus eventos, a la vez que ellas son influidas por los mismos (Abran 114-9). En el poema, la causalidad cíclica le adjudica gran poder a la machi, y por ende, a las mujeres. El poema entonces, resalta un aspecto cultural mapuche –la relación animista de las mujeres con el mundo natural—para sugerir otra crítica de occidente, que es su carencia de esta relación. Sin embargo, es necesario indicar que esta representación también podría ser una postura crítica hacia un aspecto de la concepción mapuche sobre la machi. Ocurre que dentro de la cultura mapuche el poder sobre los fenómenos naturales que tienen las machis es tanto positivo como negativo, por un lado como sanadoras pero por otro como “kalku” o brujas que hacen mal (Montecino 47). Lo interesante es que el poema de Ancalao ignora o borra cualquier connotación negativa, presentando una imagen femenina benigna y sanadora, armonizada de tal manera con los fenómenos naturales de la lluvia/aguacero y de la menstruación que logra aplacarlos si es necesario. Las mujeres, siendo “aprendices de machi” se presentan en una fuerte relación animista con el mundo natural patagónico, que es horizontal, de familiaridad corporal, sensual y espiritual/ritual. De ahí se entiende que el título de la colección, Mujeres a la intemperie, cambia el sentido de desprotección que la palabra “intemperie” regularmente implica, asignándole el sentido positivo de la relación íntima y familiar con el medio ambiente y con el propio cuerpo. Las cualidades de la irracionalidad y la culpa, asignados respectivamente por la cultura occidental y por la cultura mapuche, quedan positivamente reconfiguradas.

No cabe duda que la coherencia armónica entre las entidades naturales y las femeninas presentada en este poema se basa en una idealización que en última instancia produce una representación hasta cierto punto esencialista de ambas entidades. Debemos preguntarnos ¿por qué este esencialismo? Primero que todo, es claro que es una estrategia textual por la cual la poeta les adjudica poder a las mujeres, asociándolas con el que la naturaleza tiene dentro de la cultura propia y valiéndose de la relación animista con la naturaleza que es central a esa cultura. Pero es también una estrategia contra-cultural que responde a la relación histórica entre el estado y los procesos de formación de la identidad (Fuss 112). Para Ancalao, el animismo es el elemento diferenciador por excelencia respecto a la cultura occidental hegemónica argentina que se basa en la racionalidad científica, tecnológica y económica neoliberal para conceptualizar la naturaleza y los grupos minoritarios como objetos para ser dominados y explotados.(11) Ante esta objetivación, la representación esencialista de la relación animista entre lo femenino y el mundo natural se entiende como una decisión altamente estratégica para hacer avanzar la agenda indígena dentro de la hegemonía occidental, y, al mismo tiempo, la de género dentro de la hegemonía masculina occidental e indígena.

 

Rosa Chávez (12)
Los poemas de Rosa Chávez abogan tanto por la cultura maya en el contexto de la postguerra guatemalteca, como por una subjetividad femenina localizada en la ciudad que lucha angustiadamente por expresarse a nivel sexual y escritural. Como ocurre con Ancalao, ella ha aprendido el idioma originario ya en la edad adulta, y procura publicar en formato bilingüe como estrategia contestataria con la que busca la justicia lingüística y cultural, en su caso elevando el estatus del K’iche’ al mismo nivel que el español. Siendo descendiente por el lado paterno de los K’iche’ y por el materno de los Kaqchikel, tuvo contacto con los dos idiomas originarios, aunque mucho más con el K’iche’, el cual escribe valiéndose de la ayuda de hablantes nativos. También, de manera similar a la poesía de Ancalao, la suya enfatiza la relación de los humanos con la naturaleza, mediada por el animismo de la cosmovisión indígena. Pero, aunque la relación entre lo femenino y el mundo natural es importante en su poesía, aparece desde una perspectiva completamente diferente a la de Ancalao. Mientras que Ancalao enfatiza una relación afectiva y animista con el campo patagónico y los fenómenos meteorológicos que lo caracterizan (refiriéndose directamente al significado de “mapuche” que es “gente de la tierra”), Chávez no destaca el territorio físico en sí, sino un significado particular que la mitología maya le asigna a la naturaleza, como la fuerza mítico-espiritual que provee a los humanos la capacidad de resistir y recuperarse ante la adversidad. Así por ejemplo incluye muchos poemas sobre las piedras y otros sobre los nahuales, ambos símbolos poderosos de resistencia.
En varios poemas de su tercer poemario, Ri uk ‘u ‘x  ri  ab ‘aj  El corazón de la piedra, un yo femenino expresa algo innombrado y paralizante, que finalmente logra la expresión a través de imágenes de la naturaleza: “Salen sapos y serpientes de mi boca / me tiemblan las hormigas / pico  pincho  perforo / me quedo animala…”(20) Desde la perspectiva maya guatemalteca, la asociación de los humanos con los espíritus de los animales, o nahuales, se establece por el día del calendario en que la persona nace, y es una fuente importante de guía, protección, fortaleza y aún de poderes sobrenaturales. Sobre la serpiente, por ejemplo, Chávez ha resaltado su “capacidad de trasmutar el dolor o de sobreponerse a distintas muertes.”  (“Spanish and Latin American Poetry Lecture”). Desde una perspectiva occidental, el poema se lee auto-irónico porque representa lo animal con la semántica de lo primigenio, es decir, de la expresión no mediada de emociones típicamente negativas como la ira y la violencia interior, aquí representadas por animales y sus acciones que infringen dolor. Pero por la ironía se entiende que esta negatividad es realmente positiva y se establece el poema como un ars poética porque anuncia su propósito de incomodar. Esta mujer “animala” por un lado se ajusta al estereotipo femenino occidental, especialmente en su calidad emocional e irracional, pero por otro lo contraviene al mostrar una feminidad que se asocia con lo convencional feo y con lo agresivo, especialmente en el acto de la escritura. Este deseo de contravenir normas a través de imágenes, lenguaje y temas es bastante típico del estilo contestatario y desestabilizador de Chávez. Varios poemas aluden a temas a veces mórbidos como el alcoholismo y la prostitución en un afán de denunciar las dificultades de la realidad citadina para los mayas; así como también a temas trasgresores como el placer sexual en sus formas hetero y homosexual.(13) Así por ejemplo, en un poema de su primera colección Casa solitaria, titulado “¿Qué voy a hacer sin tu olor Elena?,” la voz expresa rebeldía a través de un lenguaje sexual directo y vulgar que busca sacar a los lectores de la complacencia, y rebelarse contra normas heterosexuales al aludir al deseo lesbiano: “No me dejes serota / Pisadita cabrona./¡Qué voy a hacer ¿cuando piense en tu pusa / y no te pueda chupar / acariciar metértela / o sencillamente verte / desnuda /dejame aferrarme a tu vientre / mamarte esos pechos tan ricos / consolame Elena/ … / andate comete el mundo pero decime antes / ¡Qué voy a hacer sin tu olor?” (14)
Un número considerable de poemas realza el material piedra, por sus cualidades de dureza y resistencia y por su significado mítico dentro de la cultura Maya. Desde el mismo título del poemario, la centralidad de las piedras es obvia. Dice la misma autora: “La piedra es un elemento fundamental para los pueblos de nuestra cultura. A pesar de que la mayoría de nuestros libros y textos antiguos fueron quemados durante la colonia, el conocimiento y escritura siguen vigentes en piedra. También perduran las estructuras monumentales de lugares sagrados. Asocio este nombre a cómo ha resistido y sobrevivido nuestra raíz y nuestro pueblo ante la esclavitud, las masacres, el genocidio y el sistema que nos ha querido borrar. Esa piedra es nuestro corazón, nuestra cosmovisión y forma de ver el mundo. También representa la espiritualidad que es nuestra base, sin esa espiritualidad hubiera sido muy difícil sobrevivir hasta estos tiempos.” (González)
El poema que abre la colección El corazón de la piedra, presenta piedras localizadas en la sombra y escondidas, pero no estáticas ni pasivas sino con poder discursivo y cargadas de dinamismo y potencial:
…a escondidas fuimos creciendo /gota a gota en lo profundo de las cuevas / así fue como nos envolvió el silencio / del gran comienzo”(2). Aquí, la perspectiva inclusiva del “nosotros” indica las voces humanas mayas junto a las no humanas de las piedras, ambas como espeleotemas o depósitos minerales en cuevas, (ejemplos de los cuales son estalactitas y estalagmitas), que se van creando y agrandando por el constante goteo de agua mineralizada hasta llegar a ser formaciones formidables. Esta poderosa imagen alude a la fuerte resistencia que los Mayas pusieron contra el genocidio de la década de los 1980, y contra el subsecuente silenciamiento que el poder estatal quiso imponer sobre ellos. El tema de la resistencia política y cultural cobra gran importancia en el activismo y en la escritura de Chávez. (15)
Pero la dureza de la piedra no solamente se aplica a la resistencia cultural sino también a la resistencia femenina dentro de una cultura machista. El poema “Tijax,” por ejemplo, celebra la piedra obsidiana, también llamada “chay,” que es la más dura de todas, y que, según la mitología maya, conecta con el inframundo y sirve como uno de los
signos astrológicos que augura un destino de liderazgo para la persona nacida bajo él. Aquí, a diferencia de otros poemas sobre piedras, la perspectiva no es colectiva sino personal, y específicamente ligada a la escritura. La persona poética se apropia del poder que la obsidiana le concede, incluyendo la fuerza para expresar palabras “filosas,” refiriéndose al aspecto contestatario y desestabilizador de su escritura. En suma, para la poeta las piedras no solamente conectan con lo sobrenatural y con el pasado de resistencia maya proyectado en el futuro por la fuerza que simbolizan, sino que son elemento de identificación personal femenina y escritural. Chávez es muy consciente del carácter interseccional de la opresión por raza, etnicidad, género y clase social que pesa sobre las mujeres mayas y más particularmente sobre las escritoras. Por eso busca y encuentra el valor o coraje que necesita para expresarse en la imagen de la dureza de la piedra. La piedra se convierte para ella en símbolo personal de resistencia a nivel genérico, emocional e intelectual.
En otro poema, Chávez recurre a una figura mítica femenina nahua y maya, que da título al poema, “La abuela del temascal.” Esta abuela ya aparecía en el Popol Vuh y era la encarnación divina de la esencia femenina (Carlsen et al 32). Hay que entender, sin embargo, que esta era una figura mítica menor. Los poderes curativos eran propiedad de los Xmen, o los hombres chamanes en la historia y mitología, quienes aparecen descritos en el Popol Vuh desde un punto de vista patriarcal como “grandes señores”, “sabios” y “hombres prodigiosos.” La autora claramente reemplaza el énfasis patriarcal por uno matriarcal al darle prioridad a la figura de la abuela, y al localizar la acción del poema en un ámbito eminentemente femenino dentro de la tradición maya: el temascal o cuarto caliente hecho de roca volcánica y cemento, donde ocurren el parto y el tuj, o baño de vapor curativo. La abuela mítica tiene gran poder, derivado de su relación estrecha con la naturaleza que le otorga conocimientos de índole física, emocional, espiritual, y religiosa. En el poema la abuela traspasa su poder a la curandera que dirige el ritual. Por estar escrito desde la perspectiva de la primera persona singular, el poema sugiere que ese poder también se traspasa a la escritora misma. Entonces, la curandera y la escritora, como la abuela, son capaces de conectar profundamente su feminidad con el mundo natural a nivel físico y mítico. Físico, porque adquieren de la abuela un vasto conocimiento de diversas plantas con poderes curativos. Y mítico, porque el temascal se considera la matriz de la madre tierra y ofrece un contacto directo con ella para efectuar un renacer emocional en quienes hacen parte del ritual curativo. Así, la voz poética invoca a la abuela del temascal para que le provea poderes, llamándola por su nombre maya Ri Ti’ Tuj, y de quien asegura en los dos últimos versos que “ella es la que me presta su mano / ella es mi mamá.” (70) Chávez realza la cultura maya en su dimensión religiosa-animista, pero claramente desde la perspectiva del linaje femenino para lograr cierto balance de conocimiento y poder ante una tradición que los adjudica públicamente a sujetos masculinos.
Los poemas aquí estudiados muestran esfuerzos por compaginar subjetividades subalternas étnicas y femeninas, celebrando sus culturas originarias, pero desde perspectivas decididamente femeninas. Es una representación que evita polarizar dichas subjetividades y que astutamente las mantiene en balance armónico para lograr máximo beneficio cultural y político. De sus culturas originarias, ambas escritoras resaltan primero el lenguaje ancestral como un elemento fundamental en su intento descolonizador. Usar y celebrar el Mapudungun y el K’iche’ es una estrategia de recuperación y de cohesión cultural y también de justicia social. También resaltan ciertos mitos de sus culturas originales, pero aproximados desde la perspectiva femenina, como es el caso del mito de Cai Cai que Ancalao presenta benigno, o el significado místico de los animales o de las piedras en la cultura maya que Chávez adapta como símbolos personales para la creatividad femenina. A la vez que celebran las culturas originales, estos mitos les ofrecen a estas escritoras ricas oportunidades para recalibrar conceptos femeninos negativos tanto en la cultura occidental como en la ancestral, como es el caso con la representación de la menstruación o la relación de las mujeres con el mundo natural. También examinan y exaltan modelos femeninos fuertes dentro de sus culturas originarias, como la machi mapuche y la abuela del temascal maya, para enfatizar una cultura y linaje femeninos que han sido silenciados dentro de las culturas ancestrales y las occidentales. Es claro que estas poetas representan rebeldías contra lo patriarcal, por enfatizar marcadamente una cultura femenina y una solidaridad de género que se transmiten de generación en generación. Respecto a esto, es notable la ausencia casi total de sujetos masculinos y del consabido tema del amor desde la perspectiva heterosexual en su poesía. El tono de la poesía de Chávez es sin duda más rebelde por los términos que usa, por asociar lo femenino con lo desagradable o lo agresivo, y más claramente por tocar el tema lesbiano. Ella no idealiza la identidad femenina o la de la naturaleza al grado que lo hace Ancalao, y por tanto no produce representaciones esencialistas de las mismas.  

El animismo es un tema que les permite a estas autoras dialogar tanto con las tradiciones de sus culturas originarias como con la occidental. Por un lado es una estrategia textual celebratoria de un aspecto diferenciador y definidor de las culturas ancestrales respecto a las occidentales. Por otro, debido a la perspectiva exclusivamente femenina con la que este tema se presenta, es una clara celebración de lo femenino, que, apropiándose del concepto de “causalidad cíclica,” logra gran poder simbólico y discursivo. Así, el tema animista se establece como estrategia contestataria óptima, que cuestiona conceptos de las culturas originarias y de occidente. Es un cuestionamiento particularmente fuerte del precepto occidental patriarcal por el cual mujer y naturaleza, y por extensión las culturas subalternas feminizadas, son objetos irracionales y mudos. Cuestionar dicho precepto es de suma importancia porque basados en éste, los estados neoliberales de hoy ponen en práctica sus políticas de explotación de comunidades y paisajes subalternos.


Notas

(1). Millán Moncayo añade detalles sobre el zapatismo y su importancia para los movimientos femeninos indígenas.

(2). La larga historia del feminismo liberal hegemónico de Latinoamérica comienza desde mediados del siglo XIX, fortalecido con los aportes en defensa de los derechos de las mujeres hechos por escritoras pioneras como Gertrudis Gómez de Avellaneda, Juana Manuela Gorriti, Mercedes Cabello de Carbonera, Juana Manso y Clorinda Matto de Turner, entre muchas otras. El feminismo de corte más político se consolidó en el siglo XX en sus primera y segunda olas. La primera, ocurrida a principios del siglo, patrocinó los primeros encuentros nacionales y la lucha por el voto femenino, y la segunda, los movimientos liberatorios de los 1970s.

(3). Estos fueron los principios culturales de la declaración que se hizo en la Cumbre de las mujeres indígenas de las Américas del 2003. Ver los estudios de Rosado Avilés, de Moraga y de Vera Gajardo sobre este tema.


(4). Estos comentarios se basan en mi reciente conversación con la autora en Comodoro-Rivadavia en Marzo del 2017.


(5). Liliana Ancalao (Comodoro Rivadavia, Argentina1961) participa en numerosas actividades para promover la cultura y el lenguaje mapuche. Ha publicado las colecciones de poemas Tejido con lana cruda, 2001 con re-edición en 2010; “Iñchiu”, selección editada por el ministerio de Cultura y Educación, 2006; y Mujeres a la intemperie-pu zomo wekuntu mew 2009, reeditado en 2010. Además, una colección de ensayos titulada Küme Miawmi Andás bien, 2014, que incluye también los poemas de Mujeres a la intemperie.

 

(6). Ver el artículo de Trinchero que vincula el pasado de políticas de exterminio de las “guerras del desierto” con el presente de políticas de expansión de la frontera agraria capitalista, continuándose así hasta hoy el desplazamiento y opresión de los pueblos indígenas.

 

(7). Por razones históricas y políticas, muchos escritores mapuches no aprendieron a hablar el idioma de su cultura original y no son bilingües, pero publican en formato bilingüe como estrategia de resistencia textual y cultural. En el caso de Ancalao, ella hizo un esfuerzo por aprender el mapudungun ya en la edad adulta. Dice ella: “Pienso en castellano y escribo, luego traduzco con torpeza al idioma que me seduce con su inmensidad y profundidad azul” (“El idioma silenciado” 124). Ver el estudio de Rodrigo Rojas para una discusión sobre la estrategia de la traducción.

 

(8). Debo aclarar que en mi reciente entrevista con la autora, ella expresó no conocer este mito mapuche; así que su representación no es una crítica consciente al mismo. Sin embargo, en mi discusión consideraré su representación de la menstruación como una respuesta a un entorno cultural machista tanto en la cultura occidental como en la mapuche.

 

(9). Por las diferencias en los procesos históricos de dominación del pueblo mapuche por los estados argentino y chileno, esta cultura y la imagen de la Machi son mucho más visibles y reconocidas en Chile que en Argentina. En Chile tanto el discurso nacional como el mapuche utilizan la figura de la Machi para sus propios propósitos:  mientras el primero las folcloriza, presentándolas como el alma de lo chileno, el segundo las utiliza para sus propósitos políticos liberatorios contemporáneos (Bacigalupo 156-7).

 

(10). El mito de Cai Cai y Tren Tren es el más importante dentro de la ideología mapuche. No es un mito de origen en sí, ya que según éste, los humanos ya existían cuando ocurrió el enfrentamiento de estas serpientes sobrenaturales. Pero es un mito fundacional porque reafirma la continuidad de la cultura mapuche y la idea subyacente en otros mitos y narraciones de la dinámica constante de los opuestos complementarios. Dice el mito que Tren Tren ganó la larga y dura batalla al hacer levantar las montañas para proteger a los humanos y animales de la gran inundación provocada por Cai Cai. Desde entonces, Tren Tren domina la tierra y produce erupciones volcánicas y se asocia con fuerzas restauradoras y positivas; Cai Cai domina las aguas de ríos, mares y lagos y cuando se enoja, produce oleajes y tempestades tenebrosas, por lo cual se asocia con lo negativo. (Montecino 34-6)  

 

(11). Dicha ideología, como bien lo explica Leff, impone un concepto instrumental de la naturaleza que ignora su organización ecosistémica y la organización de las culturas que la habitan (Leff 380). 

 

(12). Rosa Chávez (San Andrés Itzapa, Chimaltenango, Santa Cruz del Quiché, 1980) es poeta de origen Kaqchikel y K’iche’, actriz, y activista cultural a través del teatro y el cine. Ha publicado los poemarios Casa solitaria (2005), Piedra abaj’(2009), Los dos corazones de Elena Kame (2009), El corazón de la piedra (2010), y Quitapenas (2010). También publicó, con Camila Camerlengo, una obra de teatro basada en su obra poética, titulada Awas (2015).  Promueve temas de justicia étnica, social y política no sólo a través de su escritura sino con su participación en diversos colectivos de creadores y gestores culturales y artísticos, entre ellos Ri Akux Nikotzijan, Ruk'u'x, Caja lúdica y Folio 114. Fundó el grupo de mujeres artistas Canela fina.

 

(13). Ver el artículo de Del Valle-Escalante para una discusión de la confrontación de lo urbano y de la globalización dentro del contexto de la posguerra que Chávez hace en su primer poemario Casa solitaria.

 

(14). Citado por Bladimir Martinez en queerlatinavisualitiesbladymartinez.blogspot.com

 

(15). La gran movilización de resistencia político-cultural conocida como el “renacimiento maya” se inició después de los acuerdos de paz que terminaron oficialmente la guerra civil en 1996.  El estudio de Víctor Montejo da detalles sobre este tema.

 

 Obras citadas

 

Abram, David. The Spell of the Sensuous: Perception and Language in a More-Than-Human World. 1996. Vintage Books, 1997.

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