Rosario Ferré versus Rosario Ferré: el prefacio como centro de
disputa
Pacific
Lutheran University
En
1986, la escritora puertorriqueña Rosario Ferré publicó su novela Maldito Amor y diez años más tarde, la
novela se tradujo al inglés con el título Sweeet
Diamond Dust. (1) La
En primer lugar, se
observa la coincidencia por parte de ambos estudios en la valoración de SDD como versión de MA. Las
connotaciones de que va imbuido el término versión,
sin embargo, son diferentes. Siguiendo el orden de los puntos mencionados
anteriormente, cabe señalar que para Beatson, las diferencias textuales que
exhibe SDD respecto del texto
original hacen que éste no pueda ser considerado como su equivalente en inglés
explicando el motivo de esos cambios en los siguientes términos: “[..] the
textual differences between the two works are designed so that their respective
audiences take away altered interpretations from each text” (1). Más adelante
retoma este punto, señalando que la re-escritura llevada a cabo por Ferré puede
ser leída como: “Ferré claiming authority --not only for herself but also for
her gender-- to re-write the “official” version, as is the case in “feminist”
discourse” (12). Beatson procede luego a enumerar los factores que definen todo
ejercicio de traducción: equivalencia entre dos textos, fidelidad a respetar
respecto del texto original y limitaciones inherentes a las dos lenguas que
pueden devenir en intraducibilidad. En su juicio sobre la traducción de Ferré, establece
como modificación clave la de que en SDD
la percepción general de la historia es la de una lucha de índole económica
entre Puerto Rico y Estados Unidos mientras que en el texto en español se
priorizaba mucho más --título mediante-- la historia de las vidas y amores de
la familia De la Valle (14). Finalmente, para Beatson, las diferencias
reconocibles entre ambos textos no tienen tanto que ver con que Ferré haya
cambiado el lenguaje en sí sino con una adaptación de su mensaje general con el
fin de “suit[ing] her goal of reconciliation between two audiences” (134).
Martín,
por su parte, señala como punto de partida su consideración de SDD en calidad de versión de MA y justifica
tal decisión frente a las opciones de “transformación” y “adaptación” en los
siguientes términos: “I have preferred to use the term “versión” because its
primary meaning is “a translation from another language” (Webster 1157).” Enmarca sus consideraciones a la luz de los
conceptos de “foreignizing” y “domestication” acuñados por Lawrence Venuti para
el campo de los estudios de traducción concluyendo que su estudio pone de
manifiesto el vacío teórico que existe aún en el campo para explicar
situaciones de escritores/as como Ferré, es decir, escritores/as que abordan la
tarea de traducirse a ellos mismos. En el transcurso de su trabajo, sitúa a la
escritora puertorriqueña en una dimensión especial denominada “life on the
hyphen,” “between world condition,” “Borderlands” o citando a la
misma Ferré, como mirando a través de “two different set of glasses”. (2)
Dada la relevancia ideológica de los conceptos de Venuti que Martín aplica en
su estudio, cabe incluir aquí su definición. La práctica de traducción que ha
sufrido un cambio sustancial a partir de los años 70, enfrenta hoy en día la
doble opción de “extranjerizar” el texto resultante o “domesticarlo”. En el
primer caso, el lector que recibe el texto traducido puede experimentar la
lectura de una obra que a pesar de estar escrita en una lengua que le es propia
y comprensible, mantiene rasgos foráneos que remiten constantemente a la
cultura de origen. El efecto se logra a través de distintos recursos tales como
inclusión de numerosas notas a pie de página, utilización de arcaísmos,
términos de jerga entre otros, lo cual contribuye a recalcar la alteridad del
texto traducido. Dicha práctica está asociada inextricablemente a una actitud
que podríamos calificar de política y que Venuti denomina “resistencia”. Es
gracias a esta estrategia que los valores locales de la nueva cultura que
recibe la traducción no logran imponerse sobre el texto. En contraposición con
esta estrategia, existe la que se caracteriza por una “domesticación” del texto
traducido, lo que significa traducirlo de modo que las diferencias culturales y
lingüísticas resulten eliminadas o pasen desapercibidas. Se logra así un efecto
de transparencia que permite abordarlo como si fuera de la cultura de quien lo
recibe en su forma traducida.
Es a la luz
de las consideraciones antes descritas que exploro el prefacio de las dos
novelas de Rosario Ferré (Maldito Amor
y Sweet Diamond Dust) en el entendido
de que es en esa sección de ambos textos donde la autora --sin máscara de voz
narradora aunque por ser textual, siempre mediada-- revela la tensión que se
desata entre los conceptos de influencia e intertextualidad, realidad y
ficción, historia y literatura, español e inglés, política y Rosario Ferré.
Efectuaré una lectura comparada a los efectos de determinar cuáles son los
elementos generadores de la distancia existente entre ambos prefacios. Al mismo
tiempo, me propongo reflexionar sobre el modo en que funcionan los conceptos de
“influencia” e “intertextualidad”, definidos por Jay Clayton y Eric Rothstein,
a la luz de ambas novelas. De acuerdo con lo señalado por estos autores, definir
la relación entre textos en términos de “influencia” o en términos de
“intertextualidad” implica el establecimiento de una jerarquía de poder que
difiere según el término elegido. Decir que en un texto se reconoce la
influencia de otro significaría reconocer el poder intrínseco que ese texto
anterior ejerce sobre el segundo y en el cual se verifica su legado. Por el
contrario, nombrar esa relación en términos de intertextualidad, reduce
connotativamente el poder del texto “original” o previo para enfatizar el poder
y/o la autonomía del texto más reciente. La inversión
que se operó en el campo de las artes en cuanto a la valoración de una obra en
función de sus influencias, conllevó una jerarquización del texto llamémosle
“moderno” en desmedro de aquellos otros textos que de alguna forma vuelven a
hacerse presentes en él. (3) El desplazamiento del término
“influencia” en favor del de “intertextualidad” ocurrido en el campo de la
teoría y de la crítica no ha implicado un automático desplazamiento del
concepto en sí. El significado que antes expresaba dicho término ha sido
absorbido en cierta medida por el de intertextualidad, generando en
consecuencia una subdivisión dentro de las acepciones de éste último. Dos
acepciones opuestas parecen entonces coexistir, hoy por hoy, dentro del campo
semántico a que remite la palabra “intertextualidad”. La primera incorpora el
amplio campo de significación que tenía “influencia” (relación con una
tradición, autor, obra, género, estilos) mientras que la segunda, implica la
negación y/o el reemplazo de todos aquellos aspectos que englobaba el término
“influencia”, fundamentalmente los que tenían que ver con la figura del autor y
sus intenciones autorales, sean éstas de carácter consciente o no (Clayton 3).
La
esquizofrenia que parece apoderarse así de un término al que se recurre sistemáticamente
cuando exploramos textos literarios puede volverse aún más compleja. Me refiero
a la consideración de tal disociación semántica en el contexto de Ferré como
autora y traductora de sus textos, y más específicamente, como autora del
prefacio de MA y como autora del preface de SDD. Es en ese espacio de definición autoral sobre lo creado donde
se desatan las tensiones contenidas en la doble acepción que modernamente se le
confiere al término “intertextualidad”. Si resolvemos adherir a la primera
acepción mencionada, SDD pasa a ser
un texto “marcado” por MA, heredero
de su idea central (la discusión de la identidad puertorriqueña) y prolongación
también de la intencionalidad paródica de que estaba provisto el texto
original. (4) Las vinculaciones temáticas y estructurales que se pueden
establecer a su vez entre MA y las
novelas del Boom, y a través de éstas, a su vez, con la obra faulkneriana
pasarían a ser consideradas también –inexorablemente-- como intertextualidades
(en el sentido de influencias) de SDD.
La historia de Puerto Rico, la música que lo definió en el siglo XIX a través
de la danza compuesta por Morel, la
alusión a Hamlet presente en el prefacio representarían también niveles que se
superponen a la interpretación de la novela en inglés.
Si por el
contrario, nos aproximamos a SDD
dispuestos a manejar la noción de intertextualidad como negación de todo
aquello abarcado por el término “influencia”, la serie de elementos antes
enumerados pasan automáticamente a
ser cuestionados. Debido
a que esta segunda acepción contemporánea de “intertextualidad” excluye
no sólo tradición, obra, género, estilos --en términos que recuerdan a la
célebre frase derrideana “there is nothing outside the text”-- sino también, y
muy especialmente, rechaza la figura del autor y sus intenciones autorales
(conscientes o no), SDD tendría que
ser leída como la negación de MA. Embarcarse en el análisis de SDD por este camino, implica desentenderse de MA y abordarlo como un texto autónomo y auto-referencial. Tal decisión
resulta problematizada, en mi opinión, por la presencia dentro del texto, de un
subtexto que clama por el reconocimiento de una dimensión extra-novelística.
Ese subtexto lo constituye el prefacio, que al igual que en MA se convierte en el espacio dentro del
cual Ferré establece los parámetros dentro de los cuales quiere que su obra sea
leída y procede a justificar la estructura de la misma así como a explicar la
ideología que la sustenta (veremos más adelante que existen, en relación al
último punto, sustanciales diferencias entre ambos prefacios). La paradoja
queda entonces desplegada. Por un lado, Ferré revela su necesidad de atraer al
lector a una nueva perspectiva frente a la novela (lo que implica olvidar,
desterrar, reemplazar la contenida en el prefacio de MA). Eso parece estar postulando la independencia de este texto,
independencia que se intenta legitimar por parte de Ferré a la luz de su cambio
de perspectiva; en otras palabras, la autoridad que esgrime para apelar a un
cambio de óptica por parte del lector es la de que ella misma ha experimentado
un cambio. Sin embargo, como hemos visto, esa autonomía textual (consecuencia
de la segunda acepción de intertextualidad) es concebible solamente cuando se
deja de lado al autor y sus intenciones. Para que SDD pueda ser efectivamente considerada como un reemplazo de MA sería necesario desterrar de la
consideración del texto, las palabras de Ferré y sin embargo, es a través de su
presencia en el prefacio, que la autora puede intentar desplegar su estrategia
para que MA no sea tenida como
influencia. Cabe agregar al rompecabezas de tensiones señaladas, que la autora
además identifica ambas novelas como una sola: “[…] in 1986, when I wrote Sweet Diamond Dust […] (ix) y en esta
equivalencia que propone (desarticulada como veremos por los trabajos críticos
mencionados al principio), exhibe el centro mismo de la dificultad a la que se
enfrenta. Me interesa retomar aquí las consideraciones de Beatson y
Martín mencionadas al inicio y considerar la relación de ambos textos en cuanto
a los conceptos de influencia e intertextualidad discutidos anteriormente, por
cuanto la carga ideológica de que están imbuidos éstos últimos puede servirnos
para entender la dialéctica establecida entre los prefacios de las novelas de
Ferré.
Desde el título, Maldito Amor parte de un símbolo
puertorriqueño sobre el que no parecen existir discrepancias en cuanto a su
valor. Calificado como uno de los máximos exponentes musicales del género danza de Puerto Rico, Juan Morel Campos
compuso su música para ser bailada inicialmente en el contexto de la actividad
que desempeñaba su propia orquesta. (5) Luego, con el fin de popularizar
sus composiciones comenzó a componer para piano. Teniendo en cuenta la época en
la que esto ocurría (segunda mitad del siglo XIX) no hay dudas de que sus
composiciones fueron un producto consumido y disfrutado sólo por ciertas capas
sociales de la isla. Aún en la etapa en que su música alcanzó la difusión a
través de la escritura para piano, sólo las familias acomodadas podían
incorporar a su patrimonio cultural, dicha producción. Por otro lado, Morel
desarrolló su actividad y murió en 1896, antes de ver a Puerto Rico obtener su
transitoria autonomía en relación a España ocurrida en 1897. De este modo,
Morel a través de la música creada opera como un símbolo de un Puerto Rico aún
colonial pero con una clara identidad hispana. Dos años después de su muerte
sobrevendría la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico (1898). Ferré
explícitamente declara el motivo de su punto de partida con el título de la
composición moreliana a la luz de un contexto histórico: “[..] porque los
conflictos a los que me refiero en ella comenzaron precisamente en ese siglo” (MA 9). En el prefacio de SDD, por su parte, aunque el título
sugiere voluntad de hacer lo mismo que en el texto en español, las memorias se
dirigen inmediatamente a la voz de la autora y a su posicionamiento respecto de
la narración. Se podría decir que en definitiva todo el primer párrafo
constituye más que las memorias de la novela, las memorias de sí misma:
Now
that ten years have gone by since Sweet
Diamond Dust was published, I think I can better understand what made me
write it. I am fifty-eight years old and, like a large number of Puerto Ricans,
have spent half of my life in the United States and half on the island. My
three children live on the mainland because that’s where they could get a job
and make a living, and if I ever have any grandchildren, they will be born there.
I travel to the States at least once every two or three months to visit my sons
and daughter. In this I am thoroughly and typically a Puerto Rican. (SDD vii)
Lo
que para Beatson constituye “a conscious attempt at self-analysis which
“Memorias” lacks” (51) puede ser leído también como un intento de establecer
autoridad para su texto; autoridad que en la versión en español se lograba con
la sola mención de Morel como referencia cultural unificadora que asumía la
decodificación de la audiencia hispana (puertorriqueña y tal vez caribeña en
general) a la que su obra estaba dirigida. Al mismo tiempo, pienso que es
posible entender este pasaje en los términos ideológicos que conlleva la
mencionada estrategia de “domesticación” del texto traducido, aunque entendida
como una domesticación de otra naturaleza. No se trata aquí de la utilización
de frases o juegos de palabras traducidas por su equivalente en inglés sino del
establecimiento de un marco discursivo que elimine su alteridad de
puertorriqueña y por extensión, la alteridad de sus compatriotas residentes en
los Estados Unidos. Al señalar la frecuencia de sus visitas así como la
residencia de su familia en este país, se enfatiza también un sentido de
pertenencia al mundo norteamericano inexistente en el prefacio de MA. De la seguridad que confería el
plural recalcado del texto en español (“nuestro compositor,” “regresar a
él cuando queramos,” “nuestra identidad nacional”) se pasa a la
individualidad destacada de SDD que
culmina por encontrar, en su afirmación de “típica” puertorriqueña el sentido
de pertenencia que parecía inestable. Retomará más adelante este plural para
legitimar su nueva lectura de la situación de la isla sugiriendo que no se
trata de su sola interpretación sino de una asunción comunitaria: “During the
last ten years, we have discovered the source of our real identity: our
port” (SDD viii).
La
segunda instancia consiste en ofrecer una sinopsis del Puerto Rico del presente
de la novela (publicada en 1986) sintetizando la situación doblemente escindida
que viven los puertorriqueños; la población se fragmenta entre dos espacios
(Estados Unidos, concretamente Nueva York y por otro lado, Puerto Rico,
concretamente San Juan) pero además lo hacen divididos en número, citando
exactamente tres millones viviendo en cada uno de esos espacios. “Insilio” y
“exilio”, destinos definidos en función de la vida apostada a un mito (el de un
Puerto Rico que nunca fue de todos los puertorriqueños) se erigen así en la
doble plataforma sobre la cual la identidad puertorriqueña moderna asienta sus
inestables bases. Si deliberadamente Ferré lee el amor declarado en la
composición moreliana como símbolo de la isla, es porque opera una primera
manipulación discursiva. La danza cuya letra fue compuesta por Arriví no alude
a la tierra sino a una mujer. La nostalgia y el dolor que se proyectan como
resultado de un final no explicado en la letra de la canción parecen ser
entonces, considerando la utilización que hace Ferré de ella, coincidentes con
los sentimientos que aquejan a los puertorriqueños condenados a volar entre
tierra americana y tierra isleña. La voluntad epistemológica que tiene cabida
en MA a través de las preguntas que
se auto-formula y le formula a su audiencia (“¿Existe en realidad el Paraíso
cantado por Morel? ¿Existió alguna vez?”) desaparece en SDD así como desaparece la inquietud ontológica en relación a la
identidad puertorriqueña. El juicio tácito del texto en inglés ha reemplazado a
las preguntas de MA. El sueño, el
mito del Puerto Rico de Morel, próspero para todos --incluso para quienes nunca
lo fue-- era visto en MA a través de
lo que podríamos llamar una lente crítica. En SDD, en cambio, el sueño del regreso se percibe desde una lente
esencialmente paródica. Los compatriotas residentes en los Estados Unidos,
incluso aquellos que no tienen posibilidades de regresar resultan satirizados
cuando se dice que sueñan con una propiedad en la isla, en la cual sería
posible “drink milk straight from the cow’s udder, and pick eggs from under a
chicken’s warm breast” (SDD viii).
Si
en MA la parodia explícita tenía que
ver con cierta tradición literaria latinoamericana (la encarnada en los que
cultivaron el género narrativo bajo la etiqueta de “novela de la tierra”), aquí
la hipérbole con fines paródicos se practica en relación al sueño del
regreso. La intención de parodiar la
novela de la tierra es defendida por Ferré en función de una incongruencia de
carácter histórico: “La vida de la tierra era, cuando estaba siendo cantada y
mitificada por nuestros escritores de la primera mitad del siglo, algo que ya
pertenecía al pasado, puesto que bajo la influencia norteamericana la isla
había sufrido, para 1950, un intenso proceso de industrialización” (MA10).
En
su crítica a la configuración de una identidad basada en una atención parcial
conferida a la geografía isleña (recalca que solamente la segunda parte del
nombre fue esgrimida en la literatura como rasgo esencial de definición
nacional), la autora propone desplazar la práctica definitoria en relación a la
primera parte del nombre, que en su opinión define al Puerto Rico moderno. La
condición de puerto pone en contacto con otros hispanoamericanos que arriban a
la isla con el fin de usarla de trampolín para alcanzar tierra norteamericana.
Irónicamente, si antes la “novela de la tierra” había procedido a definir la
literatura latinoamericana a través de un aspecto territorial, ahora Ferré se
ve obligada a recurrir a otro elemento geográfico para definir la identidad
puertorriqueña.
Es
en el punto referido a los inmigrantes donde también se advierte un cambio
significativo en la traducción. La fragmentación histórica de la población
puertorriqueña que resulta inventariada desde el período colonial (MA 12) se condensa en SDD en la referencia a los inmigrantes
del presente. Dicha afluencia demográfica es percibida en términos de
enfermedad (“Immigration has strengthened a trait which was endemic to
the Puerto Rican personality from the start […]” ix), hecho que emparenta el
discurso de Ferré con el de los intelectuales de la isla en el siglo XIX, quienes,
como ha explicado Juan G. Gelpí, establecieron la analogía entre Puerto Rico y
los conceptos de “trauma, herida, fisura del colonialismo” así como entre las
categorías de discurso crítico y efecto terapéutico. De acuerdo con lo que
establece Gian-Paolo Biasin: “Disease, far from being a simple aspect of
reality, is an integral element of a given historical and social structure
taken into consideration by literature; therefore, disease often becomes a
point of view, an instrument of knowledge, and a totalizing judgement for an
author” (24). Ferré retoma la conceptualización de Puerto Rico como herida
utilizada por la Generación del 30 y enfatiza su vinculación al fenómeno de los
inmigrantes. La hermandad mítico-literaria que se hacía presente en MA desaparece en la traducción y con
dicha desaparición, se produce un cambio de sustancial significado. Antes
Puerto Rico era un país latinoamericano: “No creo que exista otro país
latinoamericano donde la definición de nacionalidad constituya un problema tan agudo
como lo es hoy todavía en Puerto Rico” (MA
13). En SDD dicha filiación
continental resulta eliminada y cuando se la sugiere --porque la relación de
intertextualidad conflictiva que discutimos en relación a MA, se lo exige-- aparece solamente en forma de pregunta y con
carácter de ficción.
La
ficcionalización del centro mismo del debate de la identidad es otro aspecto
importante del cambio operado por Ferré a través del prefacio. En MA eran los puertorriqueños “de verdad”
los que se preguntaban sobre su pertenencia al mundo hispano o norteamericano:
“La nación se debate en un constante auto-examen […] con el qué somos y el cómo
somos” (13). En SDD dicho debate se
desarrolla en un plano ficcional, ahora “the characters ask themselves the same
questions […]” (SDD x). Mediante el
desplazamiento discursivo del sujeto de ambas oraciones, Ferré acentúa la
prolongación de un debate pero lo coloca desde el presente en una dimensión que
resulta implícitamente enjuiciada como absurda. Si el sujeto de MA evocaba una relación de naturaleza
testimonial entre el texto y la historia puertorriqueña, el sujeto de SDD parodia aquella realidad
testimoniada y la convierte en anacrónica. Como consecuencia de este cambio
ideológico que se revela discursivamente también la perspectiva sobre el mito
del eterno regreso a la isla resulta modificada. El mito que confundía y a la
vez fortalecía (MA13) ahora es
definitivamente una enfermedad y por lo tanto aliena (SDD x).
A
continuación, a través de la explicación exhaustiva del discurso de cada uno de
sus personajes, Ferré procura --intención didáctica y moralizante de por
medio-- guiar al lector en su interpretación. De acuerdo con su sucinta guía de
lectura, Hermenegildo recrea discursivamente un pasado de esplendor, con
diferencias sociales que no implicaban hambre ni injusticia social. Las
mujeres, en cambio, desplegadas en trinidad racial y económica narran, desde el
común sitio de subalternas que les confería el sistema patriarcal, la historia
oculta. La figura indígena que vendría a completar el mosaico racial de la isla
--ausente ya por la época de los hechos contados-- aparece sugerida en la
selección de Guamaní, como sitio que por nombre taíno incorpora el pasado
pre-colonial. De esta forma la voz femenina resulta encaminada a cumplir una
función de índole política pero también a combatir un poder que tiene que ver
con género. Si bien se afirma que el discurso de las tres mujeres funciona en
la novela como reto al discurso masculino, esto no debe tomarse
simplísticamente como una adjudicación de la verdad. Ferré aúna la
discursividad de sus personajes bajo la común definición de “versiones”.
Paralelamente a su consideración de que todos los puertorriqueños oscilan entre
espacios físicos (EEUU y la isla), crea una historia sobre la historia que
recrea la oscilación del imaginario colectivo. La verdad, sin embargo, reside
según la frase final en el todo de esos discursos. La fragmentación es
iluminadora pero no conlleva un camino a la respuesta de la identidad. El punto
central que parece proponer Ferré en cuanto a la discusión del mito, es en
definitiva, que el mito ha cambiado o debe cambiar de lugar. La insistencia en
esa división que determina la vida de la mitad de los puertorriqueños en
Estados Unidos parece tener que ver con un llamado a reconocer ese nuevo sitio
mítico y a aceptarlo como nuevo rasgo de la identidad. A la luz de este
aspecto, se entiende el por qué de la desaparición de la referencia a la isla
como país latinoamericano y si se consideran los eventos políticos ocurridos en
el mismo período en que Ferré publica este prefacio, aun más. En 1991, los puertorriqueños habían rechazado una enmienda que
hubiera desembocado en la revisión del estatus de la isla como Estado
Libre-Asociado y el español fue declarado única lengua oficial de la isla
(decisión que le valió el premio Asturias conferido por España). En 1993, la Ley No.1 declara al inglés
y al español como lenguas oficiales de la isla y en el referendum realizado el
mismo año, los votantes reafirman su deseo de mantener el estatus de Estado
Libre-Asociado. (6) Finalmente en 1995, Pedro Roselló fue re-electo para
su segundo mandato de cuatro años recibiendo el 51.8% de los votos, el margen
más grande que haya obtenido cualquier otro gobernador que estuviera a favor de
la incorporación de Puerto Rico a los Estados Unidos en calidad de estado.
Martín en su trabajo no aborda los prefacios de ambas novelas más
que para considerar la similitud esencial contenida en ella, es decir, el
abordaje del tema de la identidad puertorriqueña asociado a lo geográfico (13).
Resalta que también se mantienen los epígrafes de manera exacta, ya que ni
siquiera aparecen traducidos. No explica sin embargo el por qué de esta
estrategia de Ferré aunque sostenga en la conclusión propiamente dicha de su
estudio que la estrategia empleada fue la de cotejar las lenguas interactuantes
en este caso de auto-traducción y determinar para cada cambio las intenciones
que llevaron a Ferré a efectuar dichos cambios. De este modo, inferimos que al
no advertirse cambio entre los epígrafes, Martín decidió no considerar estos
subtextos asumiendo que se trataba de un deseo de mantener exactamente el marco
de la narración, en español, en ambas novelas. Sin embargo las numerosas y
sustanciales modificaciones que se operan a lo largo de la narración fuerzan a
preguntarse por qué esos pequeños sub-textos no corrieron la misma suerte. Una
hipótesis que se podría manejar es la de que dado que aún en el prefacio, la
autora no reconoce a este segundo texto como otro nuevo, sino básicamente como
la misma novela escrita en inglés, la preservación de los epígrafes corroboran
ese discurso. Así, en la dimensión más superficial del texto la impresión será,
efectivamente,que se trata de la misma novela. Asimismo la afirmación de Martín
de que el caso de auto-traducción es un fenómeno no contemplado por los
estudios de traducción resulta negada por Beatson, quien dos años antes
establece una interesante referencia sobre este punto a la que nos referiremos
en el siguiente párrafo. Concuerdo con Martín cuando concluye que SDD constituye un ejemplo claro de lo
que Venuti denominó texto “domesticado” y que el resultado es un texto definido
como “a transparent and fluent translation of MA for the English reader” (63, el subrayado es mío). La interpretación final
que realiza Martín en relación al fenómeno de MA convertida en SDD se
resume en el argumento de que se trata de una escritora bicultural y bilingüe.
Si bien estoy de acuerdo con que esa condición de Ferré introduce una dimensión
diferente al asunto tratado, no me resulta convincente a la luz de los cambios
enumerados en los prefacios que son como hemos visto, mucho más de índole
ideológica, política que de carácter lingüístico. Los conceptos de
“extranjerización” y “domesticación” que utiliza a lo largo de su estudio, son
muy esclarecedores si los consideramos en la potencialidad de sus
connotaciones, trascendiendo el terreno de los estudios de traducción. La
“extranjerización” sólo se hace presente en la conservación de los epígrafes en
español pero es la “domesticación” no de la forma sino del mensaje mismo de la
novela lo que se advierte en su traducción. En la eliminación de elementos
claves que aparecían en el prefacio (condición latinoamericana de Puerto Rico,
identidad definida como escisión en el mito compartido --del que ella tampoco
estaba excluida--, cambio en la perspectiva de valoración de la inmigración en
la isla) así como en la incorporación decisiva de un perfil de profeta
auto-conferido desde el cual se propugna la autoridad para recontar la historia
puertorriqueña y sobre todo su futuro, se observa sin duda lo que también puede
llamarse domesticación, una domesticación que opera a nivel del mensaje
general. (7)
La aproximación de Beatson, por su parte, llena el vacío que se
corresponde con el tema de cómo interpretar un caso concreto de autora que se
traduce a sí misma. Y su referencia es de invalorable importancia por cuanto
introduce la dimensión de la política. Remite a los conceptos de escritor
“colonizado” que traduce sus textos para la cultura “colonizadora”. (8) De acuerdo con
su referencia teórica y crítica, en un caso como el de Ferré, bien se podría
interpretar que los cambios que resultan de la traducción obedecen a un
fenómeno por el cual la lengua “colonizadora” (en este caso el inglés) sólo
parecería admitir la reafirmación de su poder colonizador y por tanto, al
recibir un texto proveniente de la cultura colonizada, admitirá términos que
refuercen esa relación de dependencia entre ambas culturas. Sin estar demasiado
lejos de las connotaciones que despliegan los términos “extranjerizante” y
“domesticación” que proponía Martín, la esencia del fenómeno parece reducirse a
una cuestión de poder. La resistencia o la resignación a una transparencia
discursiva que traicione el mensaje original son en definitiva estrategias que
un escritor bilingüe está en mejores condiciones de ejercer, por el hecho mismo
de ser conocedor de ambas culturas. En las decisiones que toma Ferré en el
prefacio lo que se advierte es la opción consciente por esa domesticación, por
esa transparencia. Tal vez porque como Ferré misma lo dice en el prefacio de SDD: “Change, exchange […] is at the
Heart of the dispute for power.” (x) Esta afirmación marca el último decisivo
giro en cuanto a lo que decía en MA,
afirmación a la que SDD se vuelve aún
en contra de las intenciones de su autora: “[…] la literatura, el lenguaje
mismo constituye el centro de la disputa por el poder […]” (14). Beatson
sostenía al abordar los prefacios, que las palabras de Ferré contenidas en
estas secciones no podían ser consideradas privilegiadamente por encima de la
novela (43) y sin embargo, como hemos visto, es allí justamente donde se
encuentran las claves de la diferencia entre MA y SDD, donde se revela
la máxima tensión entre autora y traductora, entre Ferré y Ferré.
Notas
(1).
Utilizaré las iniciales del título de ambas novelas para referirme a ellas
durante el resto del trabajo.
(2).
Martín alude con la primera cita a la utilización que hace Gustavo Pérez Firmat
de esta expresión para caracterizar a la generación de personas nacidas en
Cuba, quienes una vez llegadas a Estados Unidos, incorporaron la nueva lengua y
la nueva cultura, llegando a desempeñarse cómodamente en ambas. La segunda cita
remite a la expresión acuñada por Amy Ling en su trabajo Between Worlds: Women Writers of Chinese Ancestry. La tercera cita
por su parte, alude al concepto acuñado por la escritora chicana Gloria
Anzaldúa y se entiende como una suerte de “territorio” fronterizo entre dos
culturas, el cual resulta definido por la hibridez (7). Finalmente, “two
different set of glasses” es una expresión tomada de una conferencia brindada
por Ferré, por medio de la cual explica que “to be a bilingual writer is really
to be two different writers”.
(3).
En el artículo citado, sus autores señalan al siglo XVIII como el período en que
la noción de influencia comenzó a ser concebida como un elemento perturbador.
En un momento de la historia de las artes en que se apreciaba ante todo la
demostración del talento como manifestación del genio artístico y ambas cosas
como sinónimos de originalidad, es claro entender la modificación operada en
relación a las influencias que se pudieran detectar en una obra (Clayton 4).
(4).
Parodia de la “novela de la tierra,” parodia del mito de un Puerto Rico
próspero al alcance de todos, parodia de la Historia (MA 9).
(5).
Cabe señalar que también a propósito del origen de la danza puertorriqueña existen diversas versiones. El antecesor más
lejano parece ser la contradanza española, caracterizada por la conformación de
figuras que respetaban un rígido sistema de movimientos. Luego sobrevendría la
influencia de la habanera
(proveniente de Cuba) y finalmente la forma se consolidaría en la isla a través
de las composiciones de Manuel G. Tavárez, quien sería luego maestro de Morel.
Otras versiones aseguran que el génesis de la danza puertorriqueña se encuentra
en el llamado danzón venezolano, en la danza extremeña e inclusive en las
"Cantigas de Santa María" compuestas o mandadas a componer por el Rey
Alfonso X el Sabio en el Siglo XIII. Lo cierto es que cualquiera sea el
verdadero origen del género, existe unanimidad respecto del reconocimiento de
que Tavárez, maestro de Morel, estilizó la forma influenciado por su
experiencia en París.
(6). Los resultados se dividieron como
sigue:
Pro-Estado
788,296 (46.3%)
Estado Libre-Asociado 826,326 (48.6%)
Independencia 75,620
( 4.4%)
Nulos
10,748 ( 0.7%)
(7).
“In my dreams I saw what was coming” (SDD
ix).
(8).
En este punto Beatson se basa en el estudio de M. Sengupta (“Translation as
Manipulation: The Power of Images and the Images of Power”) quien analizara el
fenómeno operado en los textos de Tagore, una vez que éste mismo los hubiera
traducido.
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