Rosario Ferré versus Rosario Ferré: el prefacio como centro de disputa

 

 Giovanna Urdangarain

Pacific Lutheran University

 

En 1986, la escritora puertorriqueña Rosario Ferré publicó su novela Maldito Amor y diez años más tarde, la novela se tradujo al inglés con el título Sweeet Diamond Dust. (1) La dinámica existente entre ambos textos está signada por un lado, por el doble papel de Ferré como autora-traductora y por el otro, por la coincidencia entre la aparición del prefacio que acompaña la versión inglesa con una serie de hechos políticos que enmarcan la compleja historia que separa y une a Puerto Rico con los Estados Unidos. El presente trabajo dialoga con dos estudios críticos que han reflexionado sobre la relación entre MA y SDD. Me refiero a Self-Translation and Re-Writing: Rosario Ferré's 'Maldito Amor' and 'Sweet Diamond Dust' (1998) de Jennifer J. Beatson y “Maldito Amor” and “Sweet Diamond Dust”: Rosario Ferré Between Languages (2000) de Angela Martín. Ambas autoras parten de un marco teórico que tiene que ver con el campo de los estudios de traducción pero la diferencia de valoración a la que arriban en sus conclusiones, así como las diferencias de enfoque con que aplican su marco teórico ameritan comentarios. Cabe señalar además que el trabajo de la segunda autora no dialoga con el primero y que en el terreno de las referencias bibliográficas relacionadas específicamente con su tema, Martín señala su discrepancia con el artículo publicado por Janice Jaffe en 1995, a propósito de la consideración de la traducción como representación genérica. Por otra parte, si el estudio de Beatson constituye una tesis doctoral y su aproximación es marcadamente literaria, el de Martín es una tesis de maestría que aborda el texto desde una consideración de corte más lingüístico que literario. Enumeraré los puntos centrales expuestos en estos dos trabajos de manera de delimitar el terreno de lo que estaré discutiendo. Dichos puntos tienen que ver con el estatus que se le adjudica a SDD en relación a MA, las estrategias que se señalan como utilizadas por Ferré al escribir este segundo texto y la explicación/justificación que se da a las diferencias existentes entre el texto en español y el texto en inglés.

En primer lugar, se observa la coincidencia por parte de ambos estudios en la valoración de SDD como versión de MA. Las connotaciones de que va imbuido el término versión, sin embargo, son diferentes. Siguiendo el orden de los puntos mencionados anteriormente, cabe señalar que para Beatson, las diferencias textuales que exhibe SDD respecto del texto original hacen que éste no pueda ser considerado como su equivalente en inglés explicando el motivo de esos cambios en los siguientes términos: “[..] the textual differences between the two works are designed so that their respective audiences take away altered interpretations from each text” (1). Más adelante retoma este punto, señalando que la re-escritura llevada a cabo por Ferré puede ser leída como: “Ferré claiming authority --not only for herself but also for her gender-- to re-write the “official” version, as is the case in “feminist” discourse” (12). Beatson procede luego a enumerar los factores que definen todo ejercicio de traducción: equivalencia entre dos textos, fidelidad a respetar respecto del texto original y limitaciones inherentes a las dos lenguas que pueden devenir en intraducibilidad. En su juicio sobre la traducción de Ferré, establece como modificación clave la de que en SDD la percepción general de la historia es la de una lucha de índole económica entre Puerto Rico y Estados Unidos mientras que en el texto en español se priorizaba mucho más --título mediante-- la historia de las vidas y amores de la familia De la Valle (14). Finalmente, para Beatson, las diferencias reconocibles entre ambos textos no tienen tanto que ver con que Ferré haya cambiado el lenguaje en sí sino con una adaptación de su mensaje general con el fin de “suit[ing] her goal of reconciliation between two audiences” (134).

Martín, por su parte, señala como punto de partida su consideración de SDD en calidad de versión de MA y justifica tal decisión frente a las opciones de “transformación” y “adaptación” en los siguientes términos: “I have preferred to use the term “versión” because its primary meaning is “a translation from another language” (Webster 1157).”  Enmarca sus consideraciones a la luz de los conceptos de “foreignizing” y “domestication” acuñados por Lawrence Venuti para el campo de los estudios de traducción concluyendo que su estudio pone de manifiesto el vacío teórico que existe aún en el campo para explicar situaciones de escritores/as como Ferré, es decir, escritores/as que abordan la tarea de traducirse a ellos mismos. En el transcurso de su trabajo, sitúa a la escritora puertorriqueña en una dimensión especial denominada “life on the hyphen,” “between world condition,” “Borderlands” o citando a la misma Ferré, como mirando a través de “two different set of glasses”. (2) Dada la relevancia ideológica de los conceptos de Venuti que Martín aplica en su estudio, cabe incluir aquí su definición. La práctica de traducción que ha sufrido un cambio sustancial a partir de los años 70, enfrenta hoy en día la doble opción de “extranjerizar” el texto resultante o “domesticarlo”. En el primer caso, el lector que recibe el texto traducido puede experimentar la lectura de una obra que a pesar de estar escrita en una lengua que le es propia y comprensible, mantiene rasgos foráneos que remiten constantemente a la cultura de origen. El efecto se logra a través de distintos recursos tales como inclusión de numerosas notas a pie de página, utilización de arcaísmos, términos de jerga entre otros, lo cual contribuye a recalcar la alteridad del texto traducido. Dicha práctica está asociada inextricablemente a una actitud que podríamos calificar de política y que Venuti denomina “resistencia”. Es gracias a esta estrategia que los valores locales de la nueva cultura que recibe la traducción no logran imponerse sobre el texto. En contraposición con esta estrategia, existe la que se caracteriza por una “domesticación” del texto traducido, lo que significa traducirlo de modo que las diferencias culturales y lingüísticas resulten eliminadas o pasen desapercibidas. Se logra así un efecto de transparencia que permite abordarlo como si fuera de la cultura de quien lo recibe en su forma traducida.

Es a la luz de las consideraciones antes descritas que exploro el prefacio de las dos novelas de Rosario Ferré (Maldito Amor y Sweet Diamond Dust) en el entendido de que es en esa sección de ambos textos donde la autora --sin máscara de voz narradora aunque por ser textual, siempre mediada-- revela la tensión que se desata entre los conceptos de influencia e intertextualidad, realidad y ficción, historia y literatura, español e inglés, política y Rosario Ferré. Efectuaré una lectura comparada a los efectos de determinar cuáles son los elementos generadores de la distancia existente entre ambos prefacios. Al mismo tiempo, me propongo reflexionar sobre el modo en que funcionan los conceptos de “influencia” e “intertextualidad”, definidos por Jay Clayton y Eric Rothstein, a la luz de ambas novelas. De acuerdo con lo señalado por estos autores, definir la relación entre textos en términos de “influencia” o en términos de “intertextualidad” implica el establecimiento de una jerarquía de poder que difiere según el término elegido. Decir que en un texto se reconoce la influencia de otro significaría reconocer el poder intrínseco que ese texto anterior ejerce sobre el segundo y en el cual se verifica su legado. Por el contrario, nombrar esa relación en términos de intertextualidad, reduce connotativamente el poder del texto “original” o previo para enfatizar el poder y/o la autonomía del texto más reciente. La inversión que se operó en el campo de las artes en cuanto a la valoración de una obra en función de sus influencias, conllevó una jerarquización del texto llamémosle “moderno” en desmedro de aquellos otros textos que de alguna forma vuelven a hacerse presentes en él. (3) El desplazamiento del término “influencia” en favor del de “intertextualidad” ocurrido en el campo de la teoría y de la crítica no ha implicado un automático desplazamiento del concepto en sí. El significado que antes expresaba dicho término ha sido absorbido en cierta medida por el de intertextualidad, generando en consecuencia una subdivisión dentro de las acepciones de éste último. Dos acepciones opuestas parecen entonces coexistir, hoy por hoy, dentro del campo semántico a que remite la palabra “intertextualidad”. La primera incorpora el amplio campo de significación que tenía “influencia” (relación con una tradición, autor, obra, género, estilos) mientras que la segunda, implica la negación y/o el reemplazo de todos aquellos aspectos que englobaba el término “influencia”, fundamentalmente los que tenían que ver con la figura del autor y sus intenciones autorales, sean éstas de carácter consciente o no (Clayton 3).

La esquizofrenia que parece apoderarse así de un término al que se recurre sistemáticamente cuando exploramos textos literarios puede volverse aún más compleja. Me refiero a la consideración de tal disociación semántica en el contexto de Ferré como autora y traductora de sus textos, y más específicamente, como autora del prefacio de MA y como autora del preface de SDD. Es en ese espacio de definición autoral sobre lo creado donde se desatan las tensiones contenidas en la doble acepción que modernamente se le confiere al término “intertextualidad”. Si resolvemos adherir a la primera acepción mencionada, SDD pasa a ser un texto “marcado” por MA, heredero de su idea central (la discusión de la identidad puertorriqueña) y prolongación también de la intencionalidad paródica de que estaba provisto el texto original. (4) Las vinculaciones temáticas y estructurales que se pueden establecer a su vez entre MA y las novelas del Boom, y a través de éstas, a su vez, con la obra faulkneriana pasarían a ser consideradas también –inexorablemente-- como intertextualidades (en el sentido de influencias) de SDD. La historia de Puerto Rico, la música que lo definió en el siglo XIX a través de la danza compuesta por Morel, la alusión a Hamlet presente en el prefacio representarían también niveles que se superponen a la interpretación de la novela en inglés.

Si por el contrario, nos aproximamos a SDD dispuestos a manejar la noción de intertextualidad como negación de todo aquello abarcado por el término “influencia”, la serie de elementos antes enumerados pasan automáticamente a ser cuestionados. Debido a que esta segunda acepción contemporánea de “intertextualidad” excluye no sólo tradición, obra, género, estilos --en términos que recuerdan a la célebre frase derrideana “there is nothing outside the text”-- sino también, y muy especialmente, rechaza la figura del autor y sus intenciones autorales (conscientes o no), SDD tendría que ser leída como la negación de MA. Embarcarse en el análisis de SDD por este camino, implica desentenderse de MA y abordarlo como un texto autónomo y auto-referencial. Tal decisión resulta problematizada, en mi opinión, por la presencia dentro del texto, de un subtexto que clama por el reconocimiento de una dimensión extra-novelística. Ese subtexto lo constituye el prefacio, que al igual que en MA se convierte en el espacio dentro del cual Ferré establece los parámetros dentro de los cuales quiere que su obra sea leída y procede a justificar la estructura de la misma así como a explicar la ideología que la sustenta (veremos más adelante que existen, en relación al último punto, sustanciales diferencias entre ambos prefacios). La paradoja queda entonces desplegada. Por un lado, Ferré revela su necesidad de atraer al lector a una nueva perspectiva frente a la novela (lo que implica olvidar, desterrar, reemplazar la contenida en el prefacio de MA). Eso parece estar postulando la independencia de este texto, independencia que se intenta legitimar por parte de Ferré a la luz de su cambio de perspectiva; en otras palabras, la autoridad que esgrime para apelar a un cambio de óptica por parte del lector es la de que ella misma ha experimentado un cambio. Sin embargo, como hemos visto, esa autonomía textual (consecuencia de la segunda acepción de intertextualidad) es concebible solamente cuando se deja de lado al autor y sus intenciones. Para que SDD pueda ser efectivamente considerada como un reemplazo de MA sería necesario desterrar de la consideración del texto, las palabras de Ferré y sin embargo, es a través de su presencia en el prefacio, que la autora puede intentar desplegar su estrategia para que MA no sea tenida como influencia. Cabe agregar al rompecabezas de tensiones señaladas, que la autora además identifica ambas novelas como una sola: “[…] in 1986, when I wrote Sweet Diamond Dust […] (ix) y en esta equivalencia que propone (desarticulada como veremos por los trabajos críticos mencionados al principio), exhibe el centro mismo de la dificultad a la que se enfrenta. Me interesa retomar aquí las consideraciones de Beatson y Martín mencionadas al inicio y considerar la relación de ambos textos en cuanto a los conceptos de influencia e intertextualidad discutidos anteriormente, por cuanto la carga ideológica de que están imbuidos éstos últimos puede servirnos para entender la dialéctica establecida entre los prefacios de las novelas de Ferré.

Desde el título, Maldito Amor parte de un símbolo puertorriqueño sobre el que no parecen existir discrepancias en cuanto a su valor. Calificado como uno de los máximos exponentes musicales del género danza de Puerto Rico, Juan Morel Campos compuso su música para ser bailada inicialmente en el contexto de la actividad que desempeñaba su propia orquesta. (5) Luego, con el fin de popularizar sus composiciones comenzó a componer para piano. Teniendo en cuenta la época en la que esto ocurría (segunda mitad del siglo XIX) no hay dudas de que sus composiciones fueron un producto consumido y disfrutado sólo por ciertas capas sociales de la isla. Aún en la etapa en que su música alcanzó la difusión a través de la escritura para piano, sólo las familias acomodadas podían incorporar a su patrimonio cultural, dicha producción. Por otro lado, Morel desarrolló su actividad y murió en 1896, antes de ver a Puerto Rico obtener su transitoria autonomía en relación a España ocurrida en 1897. De este modo, Morel a través de la música creada opera como un símbolo de un Puerto Rico aún colonial pero con una clara identidad hispana. Dos años después de su muerte sobrevendría la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico (1898). Ferré explícitamente declara el motivo de su punto de partida con el título de la composición moreliana a la luz de un contexto histórico: “[..] porque los conflictos a los que me refiero en ella comenzaron precisamente en ese siglo” (MA 9). En el prefacio de SDD, por su parte, aunque el título sugiere voluntad de hacer lo mismo que en el texto en español, las memorias se dirigen inmediatamente a la voz de la autora y a su posicionamiento respecto de la narración. Se podría decir que en definitiva todo el primer párrafo constituye más que las memorias de la novela, las memorias de sí misma:


Now that ten years have gone by since Sweet Diamond Dust was published, I think I can better understand what made me write it. I am fifty-eight years old and, like a large number of Puerto Ricans, have spent half of my life in the United States and half on the island. My three children live on the mainland because that’s where they could get a job and make a living, and if I ever have any grandchildren, they will be born there. I travel to the States at least once every two or three months to visit my sons and daughter. In this I am thoroughly and typically a Puerto Rican. (SDD vii)

 

Lo que para Beatson constituye “a conscious attempt at self-analysis which “Memorias” lacks” (51) puede ser leído también como un intento de establecer autoridad para su texto; autoridad que en la versión en español se lograba con la sola mención de Morel como referencia cultural unificadora que asumía la decodificación de la audiencia hispana (puertorriqueña y tal vez caribeña en general) a la que su obra estaba dirigida. Al mismo tiempo, pienso que es posible entender este pasaje en los términos ideológicos que conlleva la mencionada estrategia de “domesticación” del texto traducido, aunque entendida como una domesticación de otra naturaleza. No se trata aquí de la utilización de frases o juegos de palabras traducidas por su equivalente en inglés sino del establecimiento de un marco discursivo que elimine su alteridad de puertorriqueña y por extensión, la alteridad de sus compatriotas residentes en los Estados Unidos. Al señalar la frecuencia de sus visitas así como la residencia de su familia en este país, se enfatiza también un sentido de pertenencia al mundo norteamericano inexistente en el prefacio de MA. De la seguridad que confería el plural recalcado del texto en español (“nuestro compositor,” “regresar a él cuando queramos,” “nuestra identidad nacional”) se pasa a la individualidad destacada de SDD que culmina por encontrar, en su afirmación de “típica” puertorriqueña el sentido de pertenencia que parecía inestable. Retomará más adelante este plural para legitimar su nueva lectura de la situación de la isla sugiriendo que no se trata de su sola interpretación sino de una asunción comunitaria: “During the last ten years, we have discovered the source of our real identity: our port” (SDD viii).

La segunda instancia consiste en ofrecer una sinopsis del Puerto Rico del presente de la novela (publicada en 1986) sintetizando la situación doblemente escindida que viven los puertorriqueños; la población se fragmenta entre dos espacios (Estados Unidos, concretamente Nueva York y por otro lado, Puerto Rico, concretamente San Juan) pero además lo hacen divididos en número, citando exactamente tres millones viviendo en cada uno de esos espacios. “Insilio” y “exilio”, destinos definidos en función de la vida apostada a un mito (el de un Puerto Rico que nunca fue de todos los puertorriqueños) se erigen así en la doble plataforma sobre la cual la identidad puertorriqueña moderna asienta sus inestables bases. Si deliberadamente Ferré lee el amor declarado en la composición moreliana como símbolo de la isla, es porque opera una primera manipulación discursiva. La danza cuya letra fue compuesta por Arriví no alude a la tierra sino a una mujer. La nostalgia y el dolor que se proyectan como resultado de un final no explicado en la letra de la canción parecen ser entonces, considerando la utilización que hace Ferré de ella, coincidentes con los sentimientos que aquejan a los puertorriqueños condenados a volar entre tierra americana y tierra isleña. La voluntad epistemológica que tiene cabida en MA a través de las preguntas que se auto-formula y le formula a su audiencia (“¿Existe en realidad el Paraíso cantado por Morel? ¿Existió alguna vez?”) desaparece en SDD así como desaparece la inquietud ontológica en relación a la identidad puertorriqueña. El juicio tácito del texto en inglés ha reemplazado a las preguntas de MA. El sueño, el mito del Puerto Rico de Morel, próspero para todos --incluso para quienes nunca lo fue-- era visto en MA a través de lo que podríamos llamar una lente crítica. En SDD, en cambio, el sueño del regreso se percibe desde una lente esencialmente paródica. Los compatriotas residentes en los Estados Unidos, incluso aquellos que no tienen posibilidades de regresar resultan satirizados cuando se dice que sueñan con una propiedad en la isla, en la cual sería posible “drink milk straight from the cow’s udder, and pick eggs from under a chicken’s warm breast” (SDD viii).

Si en MA la parodia explícita tenía que ver con cierta tradición literaria latinoamericana (la encarnada en los que cultivaron el género narrativo bajo la etiqueta de “novela de la tierra”), aquí la hipérbole con fines paródicos se practica en relación al sueño del regreso.  La intención de parodiar la novela de la tierra es defendida por Ferré en función de una incongruencia de carácter histórico: “La vida de la tierra era, cuando estaba siendo cantada y mitificada por nuestros escritores de la primera mitad del siglo, algo que ya pertenecía al pasado, puesto que bajo la influencia norteamericana la isla había sufrido, para 1950, un intenso proceso de industrialización” (MA10).

En su crítica a la configuración de una identidad basada en una atención parcial conferida a la geografía isleña (recalca que solamente la segunda parte del nombre fue esgrimida en la literatura como rasgo esencial de definición nacional), la autora propone desplazar la práctica definitoria en relación a la primera parte del nombre, que en su opinión define al Puerto Rico moderno. La condición de puerto pone en contacto con otros hispanoamericanos que arriban a la isla con el fin de usarla de trampolín para alcanzar tierra norteamericana. Irónicamente, si antes la “novela de la tierra” había procedido a definir la literatura latinoamericana a través de un aspecto territorial, ahora Ferré se ve obligada a recurrir a otro elemento geográfico para definir la identidad puertorriqueña.

Es en el punto referido a los inmigrantes donde también se advierte un cambio significativo en la traducción. La fragmentación histórica de la población puertorriqueña que resulta inventariada desde el período colonial (MA 12) se condensa en SDD en la referencia a los inmigrantes del presente. Dicha afluencia demográfica es percibida en términos de enfermedad (“Immigration has strengthened a trait which was endemic to the Puerto Rican personality from the start […]” ix), hecho que emparenta el discurso de Ferré con el de los intelectuales de la isla en el siglo XIX, quienes, como ha explicado Juan G. Gelpí, establecieron la analogía entre Puerto Rico y los conceptos de “trauma, herida, fisura del colonialismo” así como entre las categorías de discurso crítico y efecto terapéutico. De acuerdo con lo que establece Gian-Paolo Biasin: “Disease, far from being a simple aspect of reality, is an integral element of a given historical and social structure taken into consideration by literature; therefore, disease often becomes a point of view, an instrument of knowledge, and a totalizing judgement for an author” (24). Ferré retoma la conceptualización de Puerto Rico como herida utilizada por la Generación del 30 y enfatiza su vinculación al fenómeno de los inmigrantes. La hermandad mítico-literaria que se hacía presente en MA desaparece en la traducción y con dicha desaparición, se produce un cambio de sustancial significado. Antes Puerto Rico era un país latinoamericano: “No creo que exista otro país latinoamericano donde la definición de nacionalidad constituya un problema tan agudo como lo es hoy todavía en Puerto Rico” (MA 13). En SDD dicha filiación continental resulta eliminada y cuando se la sugiere --porque la relación de intertextualidad conflictiva que discutimos en relación a MA, se lo exige-- aparece solamente en forma de pregunta y con carácter de ficción.

La ficcionalización del centro mismo del debate de la identidad es otro aspecto importante del cambio operado por Ferré a través del prefacio. En MA eran los puertorriqueños “de verdad” los que se preguntaban sobre su pertenencia al mundo hispano o norteamericano: “La nación se debate en un constante auto-examen […] con el qué somos y el cómo somos” (13). En SDD dicho debate se desarrolla en un plano ficcional, ahora “the characters ask themselves the same questions […]” (SDD x). Mediante el desplazamiento discursivo del sujeto de ambas oraciones, Ferré acentúa la prolongación de un debate pero lo coloca desde el presente en una dimensión que resulta implícitamente enjuiciada como absurda. Si el sujeto de MA evocaba una relación de naturaleza testimonial entre el texto y la historia puertorriqueña, el sujeto de SDD parodia aquella realidad testimoniada y la convierte en anacrónica. Como consecuencia de este cambio ideológico que se revela discursivamente también la perspectiva sobre el mito del eterno regreso a la isla resulta modificada. El mito que confundía y a la vez fortalecía (MA13) ahora es definitivamente una enfermedad y por lo tanto aliena (SDD x).

A continuación, a través de la explicación exhaustiva del discurso de cada uno de sus personajes, Ferré procura --intención didáctica y moralizante de por medio-- guiar al lector en su interpretación. De acuerdo con su sucinta guía de lectura, Hermenegildo recrea discursivamente un pasado de esplendor, con diferencias sociales que no implicaban hambre ni injusticia social. Las mujeres, en cambio, desplegadas en trinidad racial y económica narran, desde el común sitio de subalternas que les confería el sistema patriarcal, la historia oculta. La figura indígena que vendría a completar el mosaico racial de la isla --ausente ya por la época de los hechos contados-- aparece sugerida en la selección de Guamaní, como sitio que por nombre taíno incorpora el pasado pre-colonial. De esta forma la voz femenina resulta encaminada a cumplir una función de índole política pero también a combatir un poder que tiene que ver con género. Si bien se afirma que el discurso de las tres mujeres funciona en la novela como reto al discurso masculino, esto no debe tomarse simplísticamente como una adjudicación de la verdad. Ferré aúna la discursividad de sus personajes bajo la común definición de “versiones”. Paralelamente a su consideración de que todos los puertorriqueños oscilan entre espacios físicos (EEUU y la isla), crea una historia sobre la historia que recrea la oscilación del imaginario colectivo. La verdad, sin embargo, reside según la frase final en el todo de esos discursos. La fragmentación es iluminadora pero no conlleva un camino a la respuesta de la identidad. El punto central que parece proponer Ferré en cuanto a la discusión del mito, es en definitiva, que el mito ha cambiado o debe cambiar de lugar. La insistencia en esa división que determina la vida de la mitad de los puertorriqueños en Estados Unidos parece tener que ver con un llamado a reconocer ese nuevo sitio mítico y a aceptarlo como nuevo rasgo de la identidad. A la luz de este aspecto, se entiende el por qué de la desaparición de la referencia a la isla como país latinoamericano y si se consideran los eventos políticos ocurridos en el mismo período en que Ferré publica este prefacio, aun más. En 1991, los puertorriqueños habían rechazado una enmienda que hubiera desembocado en la revisión del estatus de la isla como Estado Libre-Asociado y el español fue declarado única lengua oficial de la isla (decisión que le valió el premio Asturias conferido por España). En 1993, la Ley No.1 declara al inglés y al español como lenguas oficiales de la isla y en el referendum realizado el mismo año, los votantes reafirman su deseo de mantener el estatus de Estado Libre-Asociado. (6) Finalmente en 1995, Pedro Roselló fue re-electo para su segundo mandato de cuatro años recibiendo el 51.8% de los votos, el margen más grande que haya obtenido cualquier otro gobernador que estuviera a favor de la incorporación de Puerto Rico a los Estados Unidos en calidad de estado.

Martín en su trabajo no aborda los prefacios de ambas novelas más que para considerar la similitud esencial contenida en ella, es decir, el abordaje del tema de la identidad puertorriqueña asociado a lo geográfico (13). Resalta que también se mantienen los epígrafes de manera exacta, ya que ni siquiera aparecen traducidos. No explica sin embargo el por qué de esta estrategia de Ferré aunque sostenga en la conclusión propiamente dicha de su estudio que la estrategia empleada fue la de cotejar las lenguas interactuantes en este caso de auto-traducción y determinar para cada cambio las intenciones que llevaron a Ferré a efectuar dichos cambios. De este modo, inferimos que al no advertirse cambio entre los epígrafes, Martín decidió no considerar estos subtextos asumiendo que se trataba de un deseo de mantener exactamente el marco de la narración, en español, en ambas novelas. Sin embargo las numerosas y sustanciales modificaciones que se operan a lo largo de la narración fuerzan a preguntarse por qué esos pequeños sub-textos no corrieron la misma suerte. Una hipótesis que se podría manejar es la de que dado que aún en el prefacio, la autora no reconoce a este segundo texto como otro nuevo, sino básicamente como la misma novela escrita en inglés, la preservación de los epígrafes corroboran ese discurso. Así, en la dimensión más superficial del texto la impresión será, efectivamente,que se trata de la misma novela. Asimismo la afirmación de Martín de que el caso de auto-traducción es un fenómeno no contemplado por los estudios de traducción resulta negada por Beatson, quien dos años antes establece una interesante referencia sobre este punto a la que nos referiremos en el siguiente párrafo. Concuerdo con Martín cuando concluye que SDD constituye un ejemplo claro de lo que Venuti denominó texto “domesticado” y que el resultado es un texto definido como “a transparent and fluent translation of MA for the English reader” (63, el subrayado es mío). La interpretación final que realiza Martín en relación al fenómeno de MA convertida en SDD se resume en el argumento de que se trata de una escritora bicultural y bilingüe. Si bien estoy de acuerdo con que esa condición de Ferré introduce una dimensión diferente al asunto tratado, no me resulta convincente a la luz de los cambios enumerados en los prefacios que son como hemos visto, mucho más de índole ideológica, política que de carácter lingüístico. Los conceptos de “extranjerización” y “domesticación” que utiliza a lo largo de su estudio, son muy esclarecedores si los consideramos en la potencialidad de sus connotaciones, trascendiendo el terreno de los estudios de traducción. La “extranjerización” sólo se hace presente en la conservación de los epígrafes en español pero es la “domesticación” no de la forma sino del mensaje mismo de la novela lo que se advierte en su traducción. En la eliminación de elementos claves que aparecían en el prefacio (condición latinoamericana de Puerto Rico, identidad definida como escisión en el mito compartido --del que ella tampoco estaba excluida--, cambio en la perspectiva de valoración de la inmigración en la isla) así como en la incorporación decisiva de un perfil de profeta auto-conferido desde el cual se propugna la autoridad para recontar la historia puertorriqueña y sobre todo su futuro, se observa sin duda lo que también puede llamarse domesticación, una domesticación que opera a nivel del mensaje general. (7) 

La aproximación de Beatson, por su parte, llena el vacío que se corresponde con el tema de cómo interpretar un caso concreto de autora que se traduce a sí misma. Y su referencia es de invalorable importancia por cuanto introduce la dimensión de la política. Remite a los conceptos de escritor “colonizado” que traduce sus textos para la cultura “colonizadora”. (8) De acuerdo con su referencia teórica y crítica, en un caso como el de Ferré, bien se podría interpretar que los cambios que resultan de la traducción obedecen a un fenómeno por el cual la lengua “colonizadora” (en este caso el inglés) sólo parecería admitir la reafirmación de su poder colonizador y por tanto, al recibir un texto proveniente de la cultura colonizada, admitirá términos que refuercen esa relación de dependencia entre ambas culturas. Sin estar demasiado lejos de las connotaciones que despliegan los términos “extranjerizante” y “domesticación” que proponía Martín, la esencia del fenómeno parece reducirse a una cuestión de poder. La resistencia o la resignación a una transparencia discursiva que traicione el mensaje original son en definitiva estrategias que un escritor bilingüe está en mejores condiciones de ejercer, por el hecho mismo de ser conocedor de ambas culturas. En las decisiones que toma Ferré en el prefacio lo que se advierte es la opción consciente por esa domesticación, por esa transparencia. Tal vez porque como Ferré misma lo dice en el prefacio de SDD: “Change, exchange […] is at the Heart of the dispute for power.” (x) Esta afirmación marca el último decisivo giro en cuanto a lo que decía en MA, afirmación a la que SDD se vuelve aún en contra de las intenciones de su autora: “[…] la literatura, el lenguaje mismo constituye el centro de la disputa por el poder […]” (14). Beatson sostenía al abordar los prefacios, que las palabras de Ferré contenidas en estas secciones no podían ser consideradas privilegiadamente por encima de la novela (43) y sin embargo, como hemos visto, es allí justamente donde se encuentran las claves de la diferencia entre MA y SDD, donde se revela la máxima tensión entre autora y traductora, entre Ferré y Ferré.

 

Notas

(1). Utilizaré las iniciales del título de ambas novelas para referirme a ellas durante el resto del trabajo.

 

(2). Martín alude con la primera cita a la utilización que hace Gustavo Pérez Firmat de esta expresión para caracterizar a la generación de personas nacidas en Cuba, quienes una vez llegadas a Estados Unidos, incorporaron la nueva lengua y la nueva cultura, llegando a desempeñarse cómodamente en ambas. La segunda cita remite a la expresión acuñada por Amy Ling en su trabajo Between Worlds: Women Writers of Chinese Ancestry. La tercera cita por su parte, alude al concepto acuñado por la escritora chicana Gloria Anzaldúa y se entiende como una suerte de “territorio” fronterizo entre dos culturas, el cual resulta definido por la hibridez (7). Finalmente, “two different set of glasses” es una expresión tomada de una conferencia brindada por Ferré, por medio de la cual explica que “to be a bilingual writer is really to be two different writers”.

 

(3). En el artículo citado, sus autores señalan al siglo XVIII como el período en que la noción de influencia comenzó a ser concebida como un elemento perturbador. En un momento de la historia de las artes en que se apreciaba ante todo la demostración del talento como manifestación del genio artístico y ambas cosas como sinónimos de originalidad, es claro entender la modificación operada en relación a las influencias que se pudieran detectar en una obra (Clayton 4).

 

(4). Parodia de la “novela de la tierra,” parodia del mito de un Puerto Rico próspero al alcance de todos, parodia de la Historia (MA 9).

 

(5). Cabe señalar que también a propósito del origen de la danza puertorriqueña existen diversas versiones. El antecesor más lejano parece ser la contradanza española, caracterizada por la conformación de figuras que respetaban un rígido sistema de movimientos. Luego sobrevendría la influencia de la habanera (proveniente de Cuba) y finalmente la forma se consolidaría en la isla a través de las composiciones de Manuel G. Tavárez, quien sería luego maestro de Morel. Otras versiones aseguran que el génesis de la danza puertorriqueña se encuentra en el llamado danzón venezolano, en la danza extremeña e inclusive en  las "Cantigas de Santa María" compuestas o mandadas a componer por el Rey Alfonso X el Sabio en el Siglo XIII. Lo cierto es que cualquiera sea el verdadero origen del género, existe unanimidad respecto del reconocimiento de que Tavárez, maestro de Morel, estilizó la forma influenciado por su experiencia en París. 

 

(6). Los resultados se dividieron como sigue:

Pro-Estado                              788,296 (46.3%)

Estado Libre-Asociado           826,326 (48.6%)

Independencia                        75,620 ( 4.4%)

Nulos                                     10,748 ( 0.7%)

 

(7). “In my dreams I saw what was coming” (SDD ix).

 

(8). En este punto Beatson se basa en el estudio de M. Sengupta (“Translation as Manipulation: The Power of Images and the Images of Power”) quien analizara el fenómeno operado en los textos de Tagore, una vez que éste mismo los hubiera traducido.

 

Bibliografía

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