H.
A. Murena Los penúltimos días (1949-1950).Ed. Patricia Esteban.Valencia, Pre-Textos,
2012,144 pp. ISBN: 978-84-15297-93-2
El libro reúne los ensayos que Murena (Héctor
Álvarez Murena [1923-1975])
publicara en la revista Sur entre el 4 de abril
de 1949 y el 27 de marzo de 1950. Murena,
ensayista, poeta, dramaturgo y novelista, fue reconocido por Emir Rodríguez Monegal en El juicio de los parridicas (1956) como uno de los pilares de la Generación del 45 –los parricidas—que reaccionaron frente a los “padres” de la Generación
de 1925, encabezada por
Eduardo Mallea, Ezequiel Martínez
Estrada y Jorge Luis Borges. Los compañeros de generación de Murena, sin
embargo, no tardan en distanciarse
de él.
Los artículos aquí reunidos tendientes
a la brevedad, comentan una gran variedad de temas relacionados con la situación del momento:
arte, política, literatura,
cine, filosofía e incidentes
fortuitos sirven de simiente a meditaciones fragmentarias y discontinuas que muestran las preocupaciones de este intelectual porteño. El hilo conductor en tanta variedad está
constituido por la presencia del yo polémico de Murena que, desde una
perspectiva muy personal, analiza y discute los “acontecimientos públicos” desafiando a los lectores a adoptar una postura
igualmente crítica. Estos escritos preceden los libros de mayor envergadura del autor, como El pecado original de América
(1951), El nombre
secreto (1961), Ensayos sobre subversión (1962), para mencionar unos pocos,
y prefiguran algunos de los
temas allí tratados, así como
el tono empleado.
Patricia Esteban, editora del libro y autora
de un prólogo que contextualiza los artículos en su medio, lleva
a cabo una tarea de rescate –en efecto, poco se recuerda en el presente la obra prolífica de este autor. Esteban explica que ese olvido tendría su explicación
en la postura adoptada por Murena quien
desde sus comienzos jugó el papel de un crítico severo y eludió todas las claudicaciones
–algo ya de notar en el presente libro. Esta actitud
anticonformista “operaría un desplazamiento hacia una posición
que agudizó su condición solitaria
–su ilegibilidad—hasta su repentina muerte
en 1975” (10). Esteban observa que
el anacronismo del pensamiento de Murena y su “contemporaneidad perturbadora” instigan a repensar su obra
desde nuestra actualidad. Señala igualmente que la diversidad de temas y estilos que desarrolla
“constituyen dos vertientes
extrañas al canon e incluso
al contra-canon argentino en esos
años (12). Murena se adelantaría así a posiciones críticas postmodernas.
Por
otra parte, Esteban acentúa
la importancia del pensamiento americanista de Murena,
en pugna con las dos posiciones antagónicas heredadas de las luchas nacionales internas del siglo XIX. Simplificadas bajo la dicotomía civilización/barbarie y reactualizadas bajo la oposición europeísmo/nacionalismo, generaron grandes discusiones sobre cómo pensar América,
en general y Argentina, en particular. En tal
sentido, resulta interesante la última sección del libro. Titulada “Respuestas a Los penúltimos días” compila las reacciones provocadas por los artículos de Murena en algunos de los colaboradores de Sur. Sus autores consideran el americanismo de Murena un modo de regimentar
el pensamiento quitándole universalidad. Un buen ejemplo de esas discrepancias sería el enfrentamiento entre Murena y Victoria Ocampo. Cuando la directora de Sur propuso un libro sobre
T.E. Lawrence, Murena sugirió
que mejor sería uno sobre
Sarmiento. Con el desenfado que
la caracterizaba, Ocampo, retrucó: “¡Qué Sarmiento ni Sarmiento! ¿Qué
tiene que ver Sarmiento, San Martín y Alberdi….con
todo esto?” (129) desarrollando a continuación su postura en favor de una comunicación universalista. Para ser ecuánimes, se debe aclarar que, en realidad, la posición de Murena resulta más compleja y matizada que lo que sus críticos
hacen pensar; de allí la necesidad de emprender una relectura
de su obra.
Lo que quizás
dificulta el acercamiento del lector actual al pensamiento
de Murena radica en su postulación de un “realismo metafísico” que, según él, informa las
manifestaciones artísticas
de valor. De igual manera, sus alusiones a tal metafísica
en tanto instrumento idóneo para analizar y solucionar los problemas de su época, permean
sus escritos sin lograr un desarrollo lógico que satisfaga
las preguntas que genera. Evocadoras de un poder de carácter misterioso, manifiestan los deseos propios del autor de encontrar muestras de la existencia de un espíritu superior y carecen de rigor.
Los penúltimos días resulta un libro de interés para los estudiosos del pensamiento de Murena, de los temas y conflictos de posguerra que afectan a Argentina y América y de la posición difícil de los intelectuales durante el peronismo de 1945. Su valor mayor surge del diálogo que entabla con los de la generación anterior --como parricida-- o con los de autores de su misma generación --Abelardo Ramos, David Viñas, Ismael Viñas, Rodolfo Kusch-- con los que discute y de los que difiere.
Lehman College, City University of New
York