Gonzalo Fernández de Oviedo:
la piña, la iguana y su representación en prototipos*
Esteban
Mayorga
Boston College
El
propósito del presente trabajo es demostrar que la representación de la
flora y fauna americana que realiza Gonzalo Fernández de Oviedo
(1478-1557) es bastante precisa y creíble a pesar de
las dificultades narrativas de sus escritos (1).
Para lograr este objetivo utilizo dos enfoques. El primero proviene de
teorías de la ciencia cognitiva moderna que se basan en el modo que
tiene el cerebro de organizar y clasificar la representación de lo
descrito en la mente de un individuo, y cómo esto permite distinguir el
objeto referido de acuerdo a sus semejanzas, no diferencias. Veremos
que las descripciones de la fauna y flora de Oviedo son más fidedignas
de lo que se cree porque, según esta ciencia, se aproximan más a un prototipo del objeto descrito. Para aplicar esta teoría
en los escritos de Oviedo he escogido la iguana para ejemplificar la
representación de la fauna, y la piña para ejemplificar la
representación de la flora. El segundo enfoque es complementario y
analiza brevemente el repertorio de técnicas narrativas a las que acude
el Primer Cronista de Indias para representar lo “nuevo” de América de
forma más verídica y autoritaria.
Tanto
en el breve Sumario de la natural historia de las indias
(1526), como en la copiosa Historia general y natural de
las indias (1546) Oviedo manifiesta, de forma clara y palmaria, la
dificultad de narrar sus vivencias en América. En el proemio del Libro
Primero de su Historia se pregunta: “¿Cuál ingenio
mortal sabrá comprehender tanta diversidad de lenguas, de hábitos, de
costumbres en los hombres destas Indias? ¿Tanta variedad de animales,
así domésticos como salvajes y fieros? ¿Tanta multitud innarrable
de árboles, copiosos de diversos géneros de frutas,
otros estériles, así de aquellos que los indios cultivan…?” (I,
8, énfasis mío). “Otras muchas maneras hay” escribe en el Sumario
“que sería muy larga cosa de escribirlo extensamente, así porque de
todas, aunque se ven muchas, sería imposible
especificarlo” (138, énfasis mío). No cabe duda que, a pesar de los
esfuerzos que realiza para acumular detalles descriptivos en su
escritura, y a pesar de la multiplicidad de elementos retóricos que
aparecen en sus dos obras más populares, Oviedo estuvo totalmente
consciente de los problemas discursivos y narrativos de su empresa.
Varios
críticos han estudiado ya esta relación de Oviedo con la historiografía
y la credibilidad de su narración. Myers
por ejemplo comenta: “A concern for the nature of history, the role of
language, and the definition of truth emerges at every turn in
El
caso es que, repetidamente, Oviedo interrumpe su narración para
recordar al lector la inmensidad y vastedad del “grandísimo e nuevo
imperio” americano (I, 8), hecho que pone traba a su escritura puesto
que, simplemente, no puede aprehenderlo todo con la pluma. Esta
reflexión es significativa porque justifica el uso de diferentes
técnicas narrativas para mitigar las lagunas de la escritura y darle
más fuerza, credibilidad y verosimilitud. Uno de los inconvenientes con
los que se encuentra Oviedo al intentar representar el “nuevo” mundo es
la carencia de elementos lingüísticos para designar lo desconocido (2).
Oviedo lo advierte en varias ocasiones: “Si algunos vocablos extraños e
bárbaros aquí se hallaren, la causa es la novedad de que se tracta” (I,
10). Esto se debe sencillamente a que varios elementos de América son
ignotos en España y, por tanto, no poseen un referente léxico en
castellano. Ejemplos de vocablos indígenas pululan en las obras de
Oviedo y sería ocioso nombrarlos extensamente (3).
No obstante, no es gratuito señalar que en sendas ocasiones el
historiador, puesto que no posee el referente léxico preciso en
castellano, además de usar el vocablo indígena, incluye un vocablo equivalente o análogo en su lengua. Este
fenómeno discursivo se asemeja a lo que Edmundo O’Gorman llama “la
invención de América” por parte de los europeos a través de los textos;
y a lo que plantea Michel de Certeau en The Writing of
History (1988) cuando se refiere a la representación de una cultura
“nueva” y la interpretación de la misma a través de la escritura (57).
José Rabasa, bajo una idea similar, plantea que la escritura colonial
reinventa una América exótica que en realidad no existió (140-1).
Por
medio de estas teorías Galen Brokaw presenta la idea de que la
narrativa de Oviedo se caracteriza por reinventar (por no decir
reemplazar) la cultura indígena al emplear vocablos paralelos en
español y que este proceder es, sin duda alguna, inadecuado y falaz por
cuanto un vocablo equivalente en castellano no existe (144-9). Esta
propuesta no deja de ser interesante, especialmente si se la mira bajo
la luz de lo expuesto por Homi Bhabha en The Location of
Culture (1994) de donde procede la tesitura central de Brokaw.
Bhabha explica que la escritura colonialista es siempre ambigua porque
ejerce una división y recrea una farsa que representa
al pueblo colonizado, a través de la escritura, con el fin de propagar
su dominación. A
esta farsa la denomina “colonial mimicry” y la define
Oviedo’s text
achieves this mimicry (4)
through a series of discursive operations that fall within two general
processes: (1) the establishment of a relationship of resemblance or
analogy between indigenous and European cultural phenomena based on a
perceived cultural common denominator; and (2) the supplementation of
this common denominator with Spanish referents that then displace the
unique cultural significance of the indigenous signs. (149)
Esquema
de prototipos de la ciencia cognitiva de Eleanor Rosch y George Lakoff
Los
experimentos y resultados de la psicóloga Eleanor Rosch de cara a los
principios de categorización que deseo utilizar son difíciles de
explicar. No obstante, los ejemplos que presenta permiten elucidar con
más claridad las ramificaciones de su investigación. En el libro Cognition and Categorization (1978) se esbozan una serie
de conceptos que permiten esclarecer cómo la mente humana es capaz de
organizar y clasificar lo que percibe a través de las experiencias
vividas, leídas o vistas, bajo un nivel de abstracción particular. Explica
Rosch:
In a
programmatic series of experiments we have attempted to argue that
categories within taxonomies of concrete objects are structured such
that there is generally one level of abstraction at which the most
basic category cuts can be made. By category is meant
a number of objects that are considered equivalent. Categories are
generally designated by names (e.g. dog, animal). A taxonomy
is a system by which categories are related to one another
by means of class inclusion. (30, énfasis
mío)
El
ejemplo más claro sobre cómo el cerebro clasifica lo percibido proviene
de un experimento básico en el cual se le pide a una serie de adultos
de diferentes partes del país cerrar los ojos y pensar en un pájaro
(29-30). Los resultados son similares para las personas que viven en
geografías semejantes, pero varían considerablemente para la gente que
vive en regiones distintas. Para la mayoría de estadounidenses el
primer pájaro que viene a la mente es el cardenal, seguido del gorrión
o del petirrojo; pero para extranjeros, lógicamente, los resultados
varían. Sin embargo, a pesar de las variaciones, para la generalidad de
encuestados la esencia de un pájaro es la misma y, por ende, su imagen
es semejante (por ejemplo todos tienen plumas, tienen alas, vuelan,
etcétera). Se debe recalcar que las similitudes entre pájaros son muy
evidentes para grupos del mismo origen y cultura porque las categorías
que el cerebro organiza de cara a la percepción de algo dependen de un
contexto.
El
centro del círculo recrea el prototipo de un pájaro
para los encuestados. Los pájaros periféricos pertenecen a una
clasificación arbitraria hecha por mí. La ubicación de los pájaros en
el círculo de prototipos se basa en la frecuencia que los encuestados
repitieron los nombres de las distintas aves. Para los encuestados, en
su mayoría estadounidenses, los gorriones, cardenales y petirrojos son
las aves que más se aproximan a lo que un pájaro es. El loro, el perico
y el colibrí, y más lejos la gaviota, demuestran menos la esencia de un
ave para este grupo; mientras que el buitre y el gallinazo son los
pájaros que más se distancian del mero centro del prototipo por lo cual
son los menos proclives a capturar la substancia de un pájaro. Muy
alejado de todas las otras aves, fuera del círculo, encontraríamos al
pingüino por ser menos semejante al prototipo de un pájaro en este
contexto, pero debo repetir que a pesar de la dispersión de las aves el
esquema radial permite incluir semejanzas que existen entre ellas, con
cierto distanciamiento que refleja sus diferencias, pero que no excluye
de manera tajante las aves que no se ciñen a una sola abstracción. Esto
se debe a la percepción estructural
Las
implicaciones de la categorización basada en semejanzas son
considerables cuando retomamos las representaciones que Oviedo realiza
del “nuevo” mundo. Primeramente porque Oviedo escribe para un público
español que percibe el mundo de una manera similar a la suya, lo cual
permite que sus representaciones sean más precisas para su cultura:
“The issues of categorization with which we are primarily concerned
have to do with explaining the categories found in a culture and coded
by the language of that culture at a particular point in time” (Rosch
28). Segundo porque Oviedo adopta un léxico que él considera análogo o
equivalente en español para describir lo que percibe y trasladarlo al
papel. En el extenso (y un tanto desordenado) libro de Antonello Gerbi,
Nature in the New World (1975), el autor esboza en
breves rasgos la técnica con la cual Oviedo describe la naturaleza:
For each
animal and plant he begins by telling us how it resembles Spain’s (if
nothing else, giving it—at least provisionally—the name of the
corresponding European creature) (…).Thus Oviedo might be said to
follow a method of ‘successive approximations’—a method that was not
only a highly effective way of whetting European curiosity (…) not just
the only possible way of representing the fauna and flora of such new
lands to European minds, but an anticipation, it has been said, in
crude and empirical form, of the more modern and rigorous methods of classification through generic affinities and specific
differences. (281, énfasis
mío)
Representaciones
de la iguana y de la piña en Gonzalo Fernández de Oviedo
Son
numerosas las representaciones que se han hecho de las piñas por parte
de los cronistas de Indias. Una de ellas le pertenece a Peter Martyr el
cual, según Gerbi, a pesar de que nunca pudo probar la fruta, la
califica lacónicamente de “suculenta” (72). Otra
representación más en detalle proviene de Martín Fernández de Enciso y
consta en la Suma de geographía (1546): “…when there
is one of these in a room it fills the whole house with its smell (…)
that miraculous fruit that became yellow when ripe, and inside was like
butter, and of marvelous flavor, and leaving such a good and delicate
taste that it is quite marvelous” (LIV). Antonio
Pigafetta la describe como “una especie de fruto parecido a la piña de
pino, pero que es dulce” (16). Entre las representaciones visuales,
además de la de Oviedo, existe una que pertenece al ilustrador de Jean
de Léry y complementa la visión de una “familia” de Tupinambas
brasileños que se puede observar en el dibujo (63). La
impresión que le causó la piña a Léry (y que antecede el dibujo) es
esta: “There is also the figure of the
fruit that they call ananas, which, as I shall describe hereafter, is
one of the best produced in this
La
descripción de Oviedo es distinta a la de otros historiadores por tres
motivos principales. El primero porque posee la primicia, Oviedo fue el
primero en describir la piña recurriendo a detalles rigurosos. Segundo
porque su descripción apela a los cuatro sentidos y utiliza phantasia
(8)
la cual es importante porque según de Certeau “Only the appeal to the
senses and a link to the body seem capable of bringing closer and
guaranteeing, in a single but indisputable fashion, the real that is
lost in language” (Heterrologies
68). El
tercero porque su representación visual de la fruta no es una
representación de refilón, de complemento, como la de Léry, sino que es
en primer plano con rasgos precisos y trazos en detalle de tamaño
considerable, como se puede observar en el dibujo siguiente gracias al
trabajo de Myers (208).
Pero
la descripción de la piña que hace Oviedo también sorprende por la
diversidad de vocablos que utiliza no sólo para designar el aspecto
sino también el sabor, el olor, el color, y el tacto. El léxico que
emplea es precisamente el léxico con el cual se aproxima –o intenta
aproximarse—más a una representación fidedigna y precisa del prototipo
de la piña como fruta, comparándola, equiparándola con otras frutas
para representarla de mejor forma. La extensa narración que se
encuentra en el capítulo XIV del Libro 7 de la Historia
(239-43) usa por lo menos los siguientes referentes para representar la
piña: alcachofa, piñón, piñón
con cogollo, fruta del tamaño de melones
medianos, perfecto melocotón; además de los
nombres indígenas yayama, boniama y yayagua, (nótese, salvo los
nombres indígenas, la similitud con la descripción de Léry que he
incluido en el pie de página anterior).
Pero
lo interesante es que Oviedo decide hacer una representación visual de
la fruta puesto que, como él mismo advierte, las palabras no son
suficientes: “No pueden la pintura de mi pluma y palabras dar tan
particular razón ni tan al propio el blasón desta fructa, que
satisfagan tan total y bastantemente que se pueda particularizar el
caso sin pincel o debujo, y aun con esto sería menester los colores…”
(240). Lo mismo afirma Myers y asevera que, al realizar un dibujo, el
propio Oviedo se da a sí mismo más autoridad para ser creíble debido al
rol trascendental que desempeñaba la visión sobre el lector en aquella
época (68 y 184).
Los
esfuerzos que realiza el Primer Cronista de Indias para representar la
fruta de mejor manera son innumerables. Esto implica todo lo contrario
a lo que plantea Brokaw porque Oviedo no puede ser más preciso al
intentar representar lo que percibe. Brokaw asevera que al utilizarse
más de una palabra equivalente en el idioma colonial se emplean léxicos
que poseen un significado anterior en esa cultura y, por tanto, éstos
recrean un significado falaz y deformado. Cuando
habla sobre la representación del areito propone: “One of the premises
upon which I base my discussion of Oviedo’s representation is that no
matter what common human roots dance and song may have, there was a
drastic difference between the Spanish and indigenous Caribbean
versions of these cultural phenomena [the areito]. I would argue
further that difference dominated the entire relationship between
Spanish and American culture” (150). Lo
que dice Brokaw de cara al areito tiene un matiz de verdad coherente,
pero lo que parece que no desea aceptar es que el
areito al que se refiere Oviedo simplemente no existe en España, por lo
cual la única representación viable es la de la aproximación por semejanzas que pertenezcan al contexto del que las
describe. Esto se debe a que la categoría baile (como
la categoría pájaro explicada arriba) es
muy amplia y por tanto no tiene fronteras bien
definidas, y es que nada, en realidad, tiene fronteras bien definidas
puesto que los límites son creados a posteriori para facilitar
clasificación y taxonomía. Efectivamente, no se sabe a ciencia cierta
qué constituye un baile y qué no, ¿cuándo un baile deja de ser un
baile?, ¿cuándo es una danza o un ritual?
La
tesitura de Brokaw es muy común, forzar fronteras de categorización e
imponerlas para facilitar la inclusión o exclusión de algo. Brokaw
sustrae al areito de la categoría baile y
canto porque, según él, estas dos palabras no capturan en nada la
esencia del areito, y niega cualquier similitud existente. Rosch
y Mervis aseveran: “…the more prototypical of a category a member is
rated, the more attributes it has in common with other members of the
category and the fewer attributes in common with members of the
contrasting categories” (37); es decir que los atributos similares
permiten incluir a sus miembros en un sistema de prototipos a pesar de
que existan diferencias. Por
lo general, un sistema típico exclusivo o inclusivo de clasificación
excluye a ciertos miembros por más que las diferencias sean mínimas. Si
a un taíno se le propone el mismo experimento del pájaro pero con la
categoría baile o canto, seguramente
el prototipo más cercano al centro del esquema radial sería el areito;
pero si a un español se le plantea el mismo experimento es obvio que el
areito no conste en el centro de su esquema, sino muy lejos de él; las
similitudes de ambos no obstante, permitirían ponerlos en una misma
categoría—¿danza?, ¿baile?, sea cual fuere su denominación—, aunque
distantes. Lo importante es que tanto el areito como el baile y el
canto se asemejan y que esto permite que una
representación, aunque no ideal, exista (atención: no planteo desde
ningún punto de vista ni circunstancia que no existan diferencias entre
ambos).
La
representación de la iguana que hace Oviedo es similar a la de la piña
por cuanto el cronista busca aproximaciones por medio de animales
análogos para describirla. A la iguana Oviedo le dedica un dibujo y dos
apariciones en el Sumario (73; 143), además de otras
dos descripciones en la Historia (Libro 2, XIII, 48;
Libro 12, VII, 32); la reseña que aparece en esta última es la más
detallada:
Este es una
serpiente o dragón, o tal animal terrestre (o de agua), que para quien
no le conosce, es de fea e espantosa vista, e extraño lagarto, grande e
de cuatro pies; mas es muy mayor que los lagartos de España, porque la
cabeza es mayor que el puño o mano cerrada de un hombre, e el pescuezo
corto, e el cuerpo de más de dos palmos, o otros dos en redondo, e la
cola de tres e cuatro palmos de luenga (…) la iuana estando viva
paresce flaca, e después de muerta y desollada, está gordísima (…)
Estos animales, cuando son pequeños (…) como lagartijas pequeñas y
delgadas. (…) Mas en la verdad, estotros animales iuanas muy diferentes
son del cocodrilo. (32-4)
Vis
à vis las descripciones hechas por Oviedo, en la Historia
y en el Sumario, se puede realizar el esquema radial
que se aproxima más al prototipo de la iguana que
relata el cronista. El círculo sería más o menos como el que sigue.
Puesto que el léxico más usado por Oviedo es el de la “sierpe” o
“serpiente con cuatro patas”, son
precisamente estos dos animales los que más se aproximan al prototipo
de lo que es una iguana para él y su cultura. Los términos dragón,
lagartija pequeña y extraño lagarto no
se repiten con frecuencia y, por ende, están más alejados del centro.
Es curioso e interesante el término cocodrilo puesto
que a pesar de que Oviedo recalca que es muy diferente a la iguana, lo
nombra, lo cual indica una sutil similitud después de todo y, por este
motivo, se encuentra fuera de mi esquema de círculos concéntricos
puesto que así se puede recalcar la diferencia mientras que se puede
incluir la ligera semejanza. Oviedo destina por lo menos dos párrafos
para refutar las semejanzas entre el cocodrilo y la iguana que, en un
inicio, nunca fueron propuestas por él sino por Peter Martyr según el
propio historiador español. Esto es interesante porque le permite
refutar a Oviedo lo que un historiador que nunca estuvo en América
asevera, utilizando dos de las técnicas que veremos más adelante:
recurrir a la mímesis de los clásicos (p ej. citando a Plinio) y a lo
que Pagden llama “Autopsy” (52).
Autopsy
y phantasia son dos de los términos que usa Anthony
Pagden cuando habla de la narrativa de Oviedo en su libro European
encounters (1993). Pagden asevera que el uso del lenguaje y la
estructura narrativa de Oviedo le permiten ser más convincente al
momento de narrar. Uno
de los recursos a los que se refiere es la utilización que hace
La
importancia de la narración testimonial se agranda cuando se habla de
un historiador que no tiene una formación académica tradicional como
Oviedo. Esto ocurre porque Oviedo se sale del marco narrativo típico y
produce textos totalmente imposibles de encasillar dentro de un solo
género; tanto su escritura como estructura nadan en las turbulentas
aguas de la crónica, la autobiografía, la historia natural y la
verborrea legal según Pagden (52-4) y, a momentos, me atrevo a sugerir
que en las de la ficción. Oviedo cuestiona una autoridad narrativa que
se debate entre los clásicos y los religiosos y, para esgrimirlos a
ambos de forma eficaz, hace uso de su privilegiada situación como
testigo y de la autoridad que le dan sus vivencias como corresponsal. ¿Quién
puede refutarlo si no ha estado allí?;
Myers
ha reivindicado los dibujitos de Oviedo. Los ha rescatado, organizado y
explicado contribuyendo de forma invaluable al corpus literario
oviedino y respondiendo a lo que éste quería transmitir en un inicio.
Uno de los errores de la crítica, como apunta Myers, es que los dibujos
de Oviedo—a pesar de que algunos se parecen a un garabato hecho por un
infante de parvulario—se han perdido o se han escindido del texto. Este
traspié se debe en gran parte a Amador de los Ríos porque, al realizar
su edición de la Historia del cronista, desplazó los
dibujos a modo de apéndice y los interpretó basado en las tendencias
románticas de su época. Oviedo quería adjuntar los bosquejos hechos por
él dentro del mismo folio que constaba la narración para así dar mayor
convencimiento a su escritura. Él mismo lo afirma en repetidas
ocasiones al referirse a la “pintura de mi pluma”, el uso del “pincel y
debujo” (240). Este fenómeno, según Myers, era una de las tendencias a
vincular la epistemología con el sentido de la vista en la época
renacentista con el fin de construir una retórica renovada de talante
convincente, la cual Amador de los Ríos nunca terminó de comprender. Señala
Myers acerca de Oviedo: “The passages dedicated to reproducing visual
images in the form of drawings and the verbal explanations of the items
illuminate changes in early sixteenth-century representational
practices—from a more medieval schematic or conceptual idea of an image
to a more empirical image that attempted to convey the appearance of an
object” (66).
Otra
de las técnicas retóricas que el Primer Cronista de Indias utilizó al
escribir su Historia es la narración dialogada. Myers
(1990) señala el diálogo que aparece en el libro XXXIII, capítulo 54,
como un ejemplo evidente. En
este tramo del texto, Oviedo dialoga con Juan Cano y según Myers esto
es importante porque “the existence of a voice other than his own,
transcribed within the history as direct discourse, lends more
credibility to the newly revised account; the dialogue format shares
more directly with the reader one of the author’s sources for his
history” (616). Myers
propone que el uso de la narración por medio de diálogos en el siglo
XVI era primordialmente para (1) examinar un tema que no tenía una
respuesta definitiva, (2) examinar un tema “peligroso”. Es por este
motivo que la importancia de Cano toma un nivel de interpretación
mayor. Primeramente porque Oviedo sirve de intermediario y revisa su
propio texto, y segundo porque le permite desmentir textos anteriores
(Myers 619-20). Esta narración a través de diálogos que explica Myers
es un método más que va construyendo una diégesis cada vez más compleja
y creíble en los textos del Primer Cronista de Indias.
Sea
cual fuere la técnica narrativa que empleó Gonzalo Fernández de Oviedo,
y sea cual fuere el vocabulario que utilizó para sus descripciones, sus
textos permiten asegurar que: (1) estaba consciente de los límites y
óbices de la historiografía, (2) quiso franquearlos utilizando diversos
métodos con varios propósitos en mente. Por estos dos motivos
fundamentales, y debido a sus consecuencias, la representación del
“nuevo” mundo en Oviedo es un animal de difícil análisis. Es
importante, sin embargo, dejar de lado enfoques que reduzcan la
importancia del historiador por cuanto cada representación de una
cultura ajena nunca puede ser fidedigna cien por cien. Las
aproximaciones de representatividad no obstante, no dejan de ser
valiosas porque sin ellas, sencillamente, no se podría conocer la
cultura foránea de ningún modo. Tachar de manera contundente a un
historiador pionero, y despojarle del valor de su trabajo porque su
lenguaje, a pesar de ser colonial, carecía de referentes adecuados,
reside en una postura demasiado radical que no admite matices. Cada
cultura y cada código de lenguaje es valioso y llegar a conocerlos
tiene un valor incuantificable a pesar de que nunca se los podrá
representar completamente. El problema surge cuando—como ocurrió con la
colonización española— la instalación de la cultura dominante es
violenta y totalmente irrespetuosa de la anfitriona, pero el problema
no surge necesariamente del cronista que intenta y persiste en dejar
textos que, según él, son los más próximos a la verdad.
* La idea central de este artículo proviene de Howard Mancing, quien fue profesor mío en 2007-8, en especial de su artículo “Prototypes of Genre in Cervantes´ Novelas Ejemplares” publicado en la revista Cervantes, 20.2 (2000).
Notas
(1). El término preciso es
inadecuado pero necesario para rebatir la tesis de Brokaw como veremos
más adelante.
(2). Otro motivo de importancia es que la
credibilidad y autoridad de Oviedo se ven menguadas por su falta de
formación académica, no es un erudito.
(3). Entre los ejemplos de vocablos
indígenas
que usó Oviedo—areito, ivana, tuyras, yuca, churcha, tlacuache, zariguya, güira, cuajete,
jícaro, jagna, jobos, jacoas, apareaes, cories (entre muchos
otros)—ninguno tenía un referente léxico en castellano.
(5). Término acuñado
por Walter Benjamin
sobre la representación de la realidad a través de la fotografía o el
cine. Ver obras citadas.
(6). Bhabha asevera que
“mimicry repeats
rather than re-presents”(125); mientras que Brokaw
propone que mimicry reemplaza al lenguaje anfitrión con el colonialista.
(7). Dice Léry: “When these ananas have come to
maturity, and are of an
iridescent yellow, they have such a fragrance of raspberry that when
you go through the woods (…) you can smell them from far off; and as
for the taste, it melts in your mouth, and it is naturally so sweet
that we have no jams that surpass them; I think it is the finest fruit
in America”. Respecto a la forma dice: “…like that of a gladiolus, but
with leaves slightly curved and hollowed all around, more like the
aloe’s. it grows compacted like a great thistle; its fruit, related to
our artichoke, is as big as a medium-sized melon, and shaped like a
pinecone, but does not hang or bend to one side or the other” (108).
(8). Oviedo también
menciona el “oído” de la
piña y Juan Denari ha propuesto que no se trata de un vínculo tan
descabellado dadas las creencias sobre los seres vivos en los siglos
XVII-XVIII (28). Hablaré de la phantasia y su
importancia más adelante.
(9). Nótese
que me refiero a la dicotomía, a
los opuestos radicales, lo cual no quiere decir que no existan
diferencias considerables entre las culturas.
(10).
Debe recordarse que la palabra piña
en Oviedo es el fruto del pino (en español piñones;
en
inglés pine cone), no la fruta que hoy se conoce con
este nombre.
Obras
citadas
Beckjord,
Benjamin,
Walter. “The Work of Art in the Age of Its Technological Reproduction”
in Illuminations. Ed Hannah Arendt. Trans. Harry Zohn.
Bhabha,
Homi K. “Of Mimicry and Man: The Ambivalence of Colonial Discourse”. In
The Location of Culture. London: Routledge, 1994: 85–92.
Bolaños,
Álvaro. “La crónica de Indias de Fernández de Oviedo: ¿Historia de lo
general y natural, u obra didáctica?” Revista de Estudios Hispánicos
25.3 (1991): 15-33.
Brokaw, Galen.
“Ambivalence, Mimicry, and Stereotype in Fernández de Oviedo’s Historia
general y natural
de las Indias.
Colonial Discourse and the
(2005): 143-65.
Certeau,
Michel de. The Writing of History. Trans. Tom Conler.
----.
Heterrologies: Discourse on the other. Trans. Brian Massumi.
Denari,
Juan. “Fernández de Oviedo’s Pineapple and Cultural Authority in
Imperial Spain” MRRM 21 (2005):
26-39.
Fernández
de Enciso, Martín.
Suma
de geographia que trata de todas las particlas & provinces del
mundo :
en especial de las Indias. London:
Bynneman, 1578.
Fernández
de Oviedo, Gonzalo. Historia general y natural de las Indias.
Ed. Juan Pérez de Tudela Hueso. Madrid: Atlas, 1959 (Vol. I-V).
----.
Sumario de la natural y general historia de las Indias.
Gerbi,
Antonello. Nature in the New World from Christopher
Columbus to Gonzalo Fernandez de Oviedo. Trans. Jeremy Moyle.
Lakoff,
George. Women, Fire and Dangerous Things: What Categories Reveal
about the Mind.
Léry,
Jean de. History of a
voyage to the land of Brazil, otherwise called America. Ed. Trans. Janet Whatley, U
of
Myers,
Kathleen. Fernández de Oviedo's chronicle of America: a new history
for a New World.
----.
“History, Truth and Dialogue: Fernández de Oviedo’s Historia general y
natural de las
O’Gorman,
Edmundo. La invención de América. México: Fondo de Cultura
Económica, 1986.
Pagden,
Anthony. European encounters with the New World: from Renaissance
to Romanticism. New
Haven: Yale UP, 1993.
Pigafetta,
Antonio. Primer
viaje en torno del Globo.
Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1971.
Rabasa,
José. Inventing
Rosch,
Eleanor. “Principles of Categorization” in Cognition and
Categorization. Ed. Eleanor Rosch, Barbara Lloyd.