Simulacro y Mimesis en La ciudad ausente de Ricardo Piglia

 

 

Luis Hernán Castañeda

University of Colorado at Boulder

 


La ciudad ausente
, segunda novela del escritor Ricardo Piglia, fue escrita originalmente entre los años 1980-1982, pero la primera edición no fue publicada sino hasta 1992. La proximidad entre el momento de escritura y la caída de la dictadura militar autodenominada como Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983) en Argentina, es un dato contextual que la crítica ha subrayado en su acercamiento al texto. Este ha venido a ser enmarcado en la llamada ficción postdictatorial argentina (Page 169) al igual que la primera novela de Piglia: Respiración Artificial.

En el corpus posdictatorial María Cristina Pons distingue dos tipos de ficciones: por un lado, se encuentra la literatura testimonial de denuncia, la cual desde un régimen de representación realista, pretende dar cuenta del horror político y social de la dictadura, y señalar a sus responsables. Por otro lado, se encuentra una literatura que se distancia de la denuncia y del realismo testimonial, en la que "la representación conceptual, objetiva y testimonial de la historia se subordina a la percepción de lo real y su sentido o su sinsentido" (44-45). Este viraje hacia el terreno de la percepción, hacia la experiencia de lo real más allá de la representación objetiva propia de la poética realista, orienta la presente lectura de La ciudad ausente. La novela resemantiza conceptos básicos como “ficción” y “realidad”, desde un régimen de representación gobernado por una reelaboración subversiva y conspirativa del concepto baudrillardiano de simulacro. Su estructura narrativa, regida por la fragmentación y la simulación, antagoniza con el discurso estatal monolítico que pretende avanzar una representacion unívoca de la realidad social e histórica.

La oposición básica que determina la escritura de La ciudad ausente es la que se establece entre el discurso de la novela y el discurso del Estado. Una lectura atenta de la siguiente cita de Crítica y Ficción puede esclarecer el sentido de esta oposición: 

En cierto sentido yo digo que hay una tensión entre la novela y el Estado, que en algunos momentos es muy visible y, en otros, es necesario descifrarla, pero que hay dos polos de esa elaboración, podríamos decir, dos polos de cristalización de cierto tipo de ficciones sociales. Yo no pienso tanto, como algunos, en la relación entre ciertos novelistas y el Estado, que a veces se da, sino en el Estado como narrador. Es decir, voy a buscar eso en el discurso mismo del Estado. (Piglia 211).

 La operación de buscar relatos en la trama social -de desentrañarlos en el discurso del Estado-, para luego reformularlos en la ficción, conduce a la noción de repertorio de Wolfgang Iser y a las consideraciones de este autor sobre la relación entre ficción y realidad. Iser propone una lectura no mimética de tal vínculo cuando describe la función del texto literario en los siguientes términos:

Instead of reproducing the system to which it refers, it (the literary text) almost invariably tends to take as its dominant "meaning" those possibilities that have been neutralized or negated by that system. If the basic reference of the text is to the penumbra of excluded possibilities, one might say that the borderlines of existing systems are the starting point for the literary text. It begins to activate that which the system has left inactive. (Iser 372).

 Si la función principal del texto literario es la de activar en su repertorio aquella penumbra de posibilidades excluidas por el sistema dominante, entonces se puede afirmar que la ficción no mantiene un vínculo mimético con la realidad, sino que aparece como su complemento, una suerte de realidad paralela, alternativa o subalterna. Ficción y realidad se relacionan en un plano horizontal, fuera del juego del original y la copia. Dando un paso más, Piglia afirma que la ficción puede influir en la realidad, darle forma, incluso generarla. Russo, uno de los personajes principales, es un científico que forma parte de un grupo de conspiradores que se enfrentan al poder. Este parafrasea los axiomas de la filosofía del escritor Macedonio Fernández – convertido en personaje de la ficción –(1), que viene a ser la filosofía del poder de la simulación: "Todo es posible, basta encontrar las palabras". (141). Afirma Russo sobre Macedonio: "El, metafísicamente, por decirlo así, no distinguía el ensueño de la realidad". (147).

La novela dramatiza la tensión entre el discurso del Estado como sistema hegemónico, y el discurso de la novela entendido como aquella “penumbra de posibilidades excluidas”. Como primera descripción de este antagonismo discursivo, se puede avanzar que el discurso del Estado produce una narrativa única, monolítica y represora, cuya pretensión es imponer una lectura unívoca y totalitaria de la sociedad y de la historia argentinas mediante el silenciamiento de toda voz disidente. En contraste, el discurso de la novela moviliza una narrativa múltiple, abierta, heterogénea y fragmentaria, que incorpora las voces disidentes que han sido silenciadas ofreciéndoles un canal liberador de expresión.

Estado y novela entablarían, así, una confrontación que parece responder a una lógica dialéctica. No obstante, nada más lejano a la estructura de La ciudad ausente que tal concepción. Sucede que dicha relación entre Estado y novela no constituye una oposición entre dos polaridades contradictorias dentro de un mismo sistema ordenado. Estado y novela son más bien dos sistemas ordenados claramente diferentes, entre los cuales todo diálogo es imposible puesto que ambos representan formas radicalmente alternativas de encauzar la circulación de la información.

La lógica dialéctica es, para Deleuze y Guattari, propia de una concepción arbórea de la realidad y del discurso (1444). El principio de la unidad que se desdobla rige el funcionamiento de esta lógica. Además de hacer anotar la divergencia entre la concepción arbórea y la concepción novelesca de Piglia, quisiera destacar la proximidad entre esta última y el que Deleuze y Guattari denominan sistema rizomático. En este sistema, la multiplicidad no se genera a partir de una unidad primordial, sino a través de la constante implosión de la unidad que termina siendo restada de lo múltiple, anulada por extirpación (1445). El sistema rizomático postula unas vías de ramificación ajenas a la dialéctica de la concepción arbórea. Se trata de una ramificación de carácter múltiple y lateral, análoga al proceso por el cual las raíces del rizoma (siempre más de una) circulan libremente en direcciones nunca preestablecidas por un proceso de desdoblamiento.

En la práctica del Estado como panóptico textual, hay un mecanismo de funcionamiento esencial, que es el del espionaje y la censura (2): "El poder político es siempre criminal - dijo Fuyita -. El Presidente es un loco, sus ministros son todos psicópatas. El Estado argentino es telépata, sus servicios de inteligencia captan la mente ajena. Se infiltran en el pensamiento de las bases". (63). El Estado captura, modifica y retransmite el contenido de la mente de los ciudadanos a partir de la enunciación oficial: "El Estado conoce todas las historias de todos los ciudadanos y retraduce esas historias en nuevas historias que narran el Presidente de la República y sus ministros" (143). El espionaje y la censura - versiones narrativas y textuales de la persecución y la tortura como mecanismos de control - actúan como operaciones purificadoras y unificadoras de los relatos, que anulan su multiplicidad y los concentran para producir una versión única e institucional de la realidad, como le explica Macedonio Fernández a Elena de Obieta, su esposa, antes de la muerte de esta:

 La narración, me decía él, es un arte de vigilantes, siempre están queriendo que la gente cuente sus secretos, cante a los sospechosos, cuente de sus amigos, de sus hermanos. Entonces, decía él, la policía y la denominada justicia han hecho más por el avance del arte del relato que todos los escritores a lo largo de la historia. (Piglia 158).

A propósito del espionaje, la censura y la circulación controlada de la información, quisiera apuntar un segundo paralelo con una idea de Deleuze y Guattari. Ellos afirman que los sistemas arbóreos son sistemas jerárquicos que presentan centros de significación, dentro de los cuales un elemento cualquiera sólo puede recibir información de otro elemento que ocupe una posición superior (1451). La instalación de semejante lógica jerárquica somete el flujo de la información a un control proveniente de las altas esferas del sistema; en términos de Piglia, del Estado. No es posible imaginar ninguna otra dirección en la comunicación, que de arriba hacia abajo, desde el Estado hacia la sociedad y desde el poder hacia el individuo.

En cuanto a la intervención del Estado en la mente de los ciudadanos, en uno de los relatos que forman parte de la novela titulado “Los nudos blancos”, se plantea el espacio de la clínica como metáfora del Estado. En esta institución disciplinaria dedicada a vigilar y castigar la psique, se utilizan procedimientos quirúrgicos representados a partir del modelo narrativo de la ciencia ficción para anular la especificidad de la memoria individual y para implantar, de esta manera, una versión estandarizada de lo real, que es presentada por Russo como imaginaria:

Tienen todo controlado y han fundado el Estado mental, dijo Russo, que es una nueva etapa en la historia de las instituciones. El Estado mental, la realidad imaginaria, todos pensamos como ellos piensan y nos imaginamos lo que ellos quieren que nos imaginemos. (Piglia 144).

 El adjetivo “imaginaria” aplicado a la realidad oficial no debe ser interpretado literalmente, ya que la novela realiza una problematización radical de conceptos como realidad, ficción, imaginación. En ese sentido, afirmar que el Estado miente a los ciudadanos y deforma la percepción de lo real mediante la instauración de lo imaginario, no significa que la novela postule la existencia de un mundo de referentes objetivos que pueda ser o bien representado fielmente, o bien tergiversado criminalmente, por una expresión discursiva de naturaleza mimética. Por el contrario, la novela pone en escena la anulación de la referencialidad objetiva para instalar una realidad que se resuelve como simulacro (3).

La tensión entre la unidad y la multiplicidad, entre lo oficial y lo subalterno -en palabras de Deleuze y Guattari, entre el sistema arbóreo y el sistema rizomático- , subyace a gran parte de la discusión crítica que ha suscitado esta novela de Piglia en los últimos años. Una de las avenidas por las que la crítica se ha acercado a La ciudad ausente ha sido leyéndola como una alegoría nacional utópica. Dentro de tal lectura, se ha sostenido que el discurso del Estado al cual alude Piglia en repetidas ocasiones sin reservarle un referente histórico concreto, entraña el proyecto esencialista de una nación integrada que fue elaborado por los intelectuales liberales del siglo XIX (Demaría) y apuntalado en la literatura por narradores como Leopoldo Lugones. De hecho, la idea decimonónica de nación gozó de una nueva y perversa vitalidad durante el Proceso. La fundación de lo nacional se presenta, en la cita siguiente sobre la genealogía de los Lugones, como un acto de escritura de carácter criminal renovado a través del tiempo y proyectado hasta el contexto dictatorial del último tramo del siglo XX. La ecuación entre realidad política y realidad textual queda planteada de la siguiente manera:

 

En el Museo Policial había una sala dedicada a la vida del comisario Lugones, llamado igual que su padre, Leopoldo Lugones (hijo), que fundó la Sección Especial e introdujo una mejora sustancial en las técnicas argentinas de tortura, usó la picana eléctrica, que tradicionalmente se había empleado con las vacas para embarcar el ganado en los trenes ingleses, meterlas en los bretes, la usó en el cuerpo desnudo de los anarquistas encadenados de los quería obtener información. El comisario Lugones dirigió la inteligencia del Estado y realizó y llevó a su culminación la obra de su padre y fue su albacea y el encargado de prologar todas las composiciones poéticas y literarias del poeta, avanzó y profundizó en el espíritu nacional y del mismo modo que su padre escribió la Oda a los ganados y las mieses, él usó un instrumento de nuestra ganadería para mejorar el control del Estado sobre los rebeldes y los extranjeros. (Piglia 160).

 La metáfora de la escritura/tortura sobre el cuerpo de los rebeldes contra el régimen político con la finalidad de lograr un control de la información sintetiza la caracterización de las actividades narrativas/criminales del Estado en La ciudad ausente. En esta caracterización, se combinan una visión histórica que indaga en los orígenes de la nación argentina y también un comentario político claramente contemporáneo sobre la situación del país en la década del 70. En oposición a un discurso de raigambre fascista y pretensiones totalizantes, y en rechazo al proyecto de unidad nacional que moviliza, surge la fundación de la nación múltiple, la Argentina heterogénea hecha de trozos y fragmentos, como una estrategia de resistencia que halla en la ficción – y específicamente en la forma novelesca según la define Piglia -, su trinchera más efectiva. La tarea de resucitar lo marginal involucra también refundar la nación como un espacio de lectura, pero sobre todo de lecturas alternativas que se realizan desde la perspectiva de la libertad individual para reescribir lo nacional: “Una vez en el museo, sin embargo, Junior empieza a ver otros relatos que sólo pertenecen a su pasado...” (Demaría 173).

La ruptura de la lógica estatal pasa por un proyecto de generación de lógicas divergentes, alternativas, que siguen la dirección de cada voz particular, de cada fragmento implicado en esa multiplicidad desterritorializada en la que se convierte el mundo de la información, no en ausencia de un Estado represor, sino precisamente en presencia de su maquinaria de control: el poder del relato se despliega y cobra sentido como lucha y como resistencia en un contexto dictatorial. La siguiente cita es una parte del discurso final de Elena-Eterna, la máquina de narrar historias que funciona como metáfora del poder del relato y de la función contestataria del discurso novelístico:

 Sé que hay una cámara que me vigila, el ojo de una cámara en el costado del techo, puedo imaginar a Fuyita en el gabinete de abajo, su visión múltiple de todo el Museo en las pequeñas pantallas de circuito cerrado, todos vamos a terminar así, una máquina vigilando a otra máquina, en los ángulos del techo las pequeñas video, sostenidas con brazos mecánicos, giran como ojos de vidrio que barren y filman las salas y las galerías y a veces también registran los recuerdos de Fuyita, apoyado en su bastón, sus recorridas por las salas del Museo, con su uniforme de guardia municipal y la linterna para alumbrar los rincones y las escaleras. (Piglia 157).

 La metáfora de esta resistencia a la adulteración de la historia argentina y a la alteración del principio de realidad es la máquina narrativa de Macedonio, que ocupa un lugar central en la novela: "La inteligencia del Estado es básicamente un mecanismo destinado a alterar el criterio de realidad. Hay que resistir. Nosotros tratamos de reconstruir una réplica microscópica, una máquina de defensa femenina, contra las experiencias y los experimentos y las mentiras del Estado". (143). Esta máquina es una especie de archivo en el que sobrevive el alma de Elena-Eterna, (Elena de Obieta), la esposa muerta de Macedonio Fernández. Su aparición en la novela es índice de un contexto social donde la alta tecnología y los medios masivos de comunicación constituyen la norma: se trata del capitalismo tardío que señala Frederic Jameson (Garabano 129). Esta máquina futurista realiza incansablemente la labor de retransmitir un caudal de historias múltiples, silenciadas por la represión, cuya dispersión, fluidez y libre circulación ajena a la lógica de la censura y del espionaje, amenazan la unidad monolítica del discurso estatal y motivan su reacción: "Por eso la quieren desactivar. Primero, cuando vieron que no la podían desconocer, cuando se supo que hasta los cuentos de Borges venían de la máquina de Macedonio, que incluso estaban circulando versiones nuevas sobre lo que había pasado en las Malvinas; entonces decidieron llevarla al Museo". (145). El Museo, espacio oficial análogo al de la clínica, es la institución carcelaria donde se busca "convertirla en lo que se llama una pieza de museo, un mundo muerto, pero las historias se reproducían por todos lados, no pudieron pararla, relatos y relatos y relatos". (145). De manera que, a pesar del confinamiento, la producción de relatos no logra ser detenida. Estos proliferan, siguiendo una lógica que se asemeja en más de un punto a los procesos de la traducción. Así, se establee un vínculo metafórico entre traducción y narración: “Siempre pensé que ese hombre que trataba de expresarse en una lengua de la que sólo conocía su mayor poema, era una metáfora perfecta de la máquina de Macedonio. Contar con palabras perdidas la historia de todos, narrar en una lengua extranjera”. (17).

El hombre al que alude la cita es un profesor húngaro, emigrado en Argentina a raíz de la segunda guerra, especialista en la obra de José Hernández. Para obtener una plaza docente en la academia, el profesor se ve en la necesidad de aprender a hablar español, pero no empieza desde la ignorancia absoluta. Es capaz de improvisar una lengua personal, compuesta exclusivamente por citas del Martín Fierro, en la que aparecen frases como la siguiente: "No trabajar entonces muerto de esta pena estraordinaria". (16).

Como metáfora de la máquina de Macedonio, la lengua del profesor húngaro rescata la naturaleza colectiva y anónima de la autoría de las historias recogidas en este archivo fragmentario. La preservación del yo autorial, de una entidad subjetiva unitaria hasta la cual es posible rastrear el origen de un texto, implicaría restarle autonomía a los movimientos del mismo, que Deleuze y Guattari comparan con los movimientos geológicos por la autonomía extrema de las leyes que los rigen (1443). Pero, sobre todo, la atribución de un yo autorial al texto implicaría reducirlo a cierta forma de unidad primordial que sería más propia de la órbita del discurso estatal.

La metáfora de la lengua del profesor húngaro pone en escena el asunto de la traducción, que es recurrente en La ciudad ausente y también en Respiración Artificial. Debe recordarse que, antes de convertirse en un artilugio narrativo, la máquina fue concebida como una herramienta de traducción automática. En la obra de Piglia, la traducción se vincula directamente con la transformación, y específicamente con el poder generativo -y, en esta medida, subversivo- del discurso para intervenir y modificar la realidad. Dotar al discurso de un poder generativo supone abandonar la lógica mimética en la línea del abandono que proponen Deleuze y Guattari cuando escriben que ningún libro es imagen del mundo, sino que el libro forma un rizoma con el mundo, relación horizontal que subvierte las nociones de original y copia, y de anterioridad y posterioridad que están implícitas en la concepción mimética clásica (1448). Esta fuerza del discurso como instancia generadora de realidades siempre múltiples y no excluyentes entre sí, resulta especialmente transgresora cuando la realidad está siendo dictada y controlada desde la unidad y la organicidad del Estado entendido como narrador de una historia oficial.

Herramienta de traducción, pero también, artefacto generador de historias y voz narrativa que produce discursividad, siguiendo un procedimiento que -parafraseando a Piglia-  se instala entre el plagio y la traducción. Se trata del procedimiento textual de la cita, que borra la noción de autoría y hace indiscernible la figura de un creador último. La máquina, entonces, puede ser vista como la gran cita social. Piglia se ha referido a ella como a un atentado contra la propiedad intelectual (4).

La disolución de los límites es un rasgo que está inscrito en la alusión a Elena de Obieta. En la novela de Piglia, la máquina de narrar historias es una especie de cuerpo cibernético, un receptáculo del alma imperecedera de Elena, que ha trascendido la muerte y perdura en este artefacto de ciencia ficción, que es la metáfora del relato y del lenguaje:

 No podía soportar que ella, muerta, pudiera recordarlo y estuviera triste al verlo solo. Pensaba en la memoria que persiste cuando el cuerpo se ha ido y en los nudos blancos que siguen vivos mientras el cráneo se disgrega. Grabadas en los huesos del cráneo, las formas invisibles del lenguaje del amor siguen vivas y quizás es posible reconstruirlas y volver viva la memoria, como quien puntea en la guitarra una música escrita en el aire. Esa tarde concibió la idea de entrar en el recuerdo y de quedarse ahí, en el recuerdo de ella. Porque la maquina es el recuerdo de Elena, es el relato que vuelve eterno como el río. (Piglia 153-154).     

 La persistencia del espíritu de Elena se realiza en forma de texto, de discursividad. La materia de que están hechos los nudos blancos es el lenguaje: "Había descubierto (Macedonio) la existencia de los núcleos verbales que preservan el recuerdo, palabras que habían sido usadas y que traían a la memoria todo el dolor." (148). El objetivo de “volver viva la memoria” hace referencia al proyecto de generar lo real a partir del lenguaje. Pero si la concepción idealista de Macedonio actualiza la división entre lo material y lo espiritual, Piglia afirma más bien la materialidad del lenguaje, la opacidad del discurso, la indistinción entre lo inmaterial y lo material. La memoria perdurable de Elena se convierte en la cifra de la reposición narrativa de las voces de los desaparecidos por la dictadura.

La estructuración formal de los relatos producidos por la máquina de Macedonio responde a un modelo fragmentario. La noción de trama unitaria está puesta en crisis por la proliferación de relatos interpolados que, sin establecer entre sí mayores vínculos formales ni de contenido (y en ocasiones, ningún vínculo), quiebran la organización lineal y la lógica causal del que, a primera vista, parece ser el hilo argumental (5). Esta vendría a ser la historia de Junior, periodista en una Buenos Aires espectral que combina sus labores en un diario con pesquisas detectivescas en las que se encarga de buscar a Russo, que fue, junto a Macedonio, el creador de la máquina. Esta es, con su perpetua productividad, la responsable de la constante interrupción de esta trama policial, una plot driven narrative necesariamente frustrada, abortada sin llegar a una resolución (6).

Resulta necesario preguntarse si es posible hablar de una completa fragmentación formal irreductible a la unidad, o si por el contrario hay alguna presencia de rastros unitarios en la estructura de la novela. Al respecto, Fabiola Ale de Rivera dice que la multiplicidad de relatos “entronca con la voz de un narrador omnisciente que tiene a su cargo el hilo narrativo central”. (146). Observo, por el contrario, que tal descripción podría ser reformulada para precisar que existe, en la estructuración formal del texto, una constante oscilación nunca resuelta entre la fragmentación formal y el retorno a un tronco narrativo central, como han observado algunos críticos (Garabano 123). Se constata un vaivén dinámico entre el modelo heterogéneo y fragmentario, y el modelo de la plot driven narrative, generando un doble movimiento centrífugo y centrípeto de desterritorialización y territorialización de la narrativa. 

Se puede observar que a través de la particular estructuración narrativa de La ciudad ausente, se rinde homenaje al Museo de la Novela de la Eterna, cuyo rasgo más llamativo es la fragmentación formal, pero en un sentido claramente no digresivo. Y este punto es necesario comentarlo detenidamente.

La condición de posibilidad básica para la existencia de una estrategia digresiva es la presencia de un centro, de una línea argumental fuerte de la cual pueda desprenderse, como una rama del tronco, la desviación digresiva. Afirmar que en estas dos novelas la noción de trama unitaria está puesta en crisis, implica reconocer que la mencionada proliferación de historias interpoladas por la máquina de Macedonio, con su constante acción centrípeta, termina borrando las marcas jerárquicas entre trama principal y tramas secundarias, entre ergon y parergon, entre centro y periferia. Tanto así, que siguiendo una lógica abismal es incluso posible sugerir que la misma historia de Junior que en un principio dio la apariencia de constituirse en historia central, podría ser leída como un fragmento narrativo más entre los otros representados por cada uno de los relatos interpolados.  

También es posible ver, en esta relación entre la noción de trama unitaria y la noción de trama fragmentada, un planteamiento análogo al de Deleuze y Guattari. La trama unitaria parece pertencer a la órbita de conceptos relacionados con los sistemas arbóreos; por otra parte, la multiplicidad rizomática se vincula con la trama fragmentada, estableciendo unas relaciones que se ejemplifican en la metáfora del cuerpo sin órganos como imagen del texto resistente a la unidad.

Deleuze y Guattari sostienen que el cuerpo sin órganos "is continually dismantling the organism, causing asignifying particles or pure intensities to pass or circulate, and attributing to itself subjects that it leaves without noting more than a name as the trace of an intensity" (1444). La metáfora del cuerpo como texto no sólo es un tópico recurrente en la literatura, sino toda una declaración sobre la persistencia de la unidad. Unidad y organicidad son conceptos afines, porque el segundo supone un cierto ordenamiento sistemático de la totalidad en el cual cada parte cumple una determinada función de tal modo que el conjunto de partes y funciones termina generando la buscada unidad. La existencia de un cuerpo sin órganos, es decir de un texto carente de organicidad, implica una ausencia de subordinación de la parte al todo, del fragmento a la totalidad, y por lo tanto, la ausencia de esta teleología. Mientras que el relato policial y, en general, las plot driven narratives presentan tramas orgánicas, los textos oscilantes como La ciudad ausente y el Museo de la Novela de la Eterna son cuerpos sin órganos en los que no es posible encontrar una diferenciación jerárquica entre la parte y el todo, entre el ergon y el parergon, y tampoco una búsqueda de unidad.

El efecto de la praxis narrativa de la máquina de Macedonio es la eliminiación de las jerarquías órganicas. La consecuencia de la difuminación de las marcas jerárquicas operada por la puesta en crisis de la noción de trama unitaria en favor de una estrategia narrativa basada en la fragmentación y la interpolación, es la desaparición del centro narrativo y la ruptura de la unidad discursiva, que terminan siendo absorbidos por la periferia -que ahora ocupa el espacio entero del mundo representado- y por la multiplicidad. Extrayendo consecuencias de estas reflexiones, se puede postular que la estructura formal de la novela realiza una subversión del discurso oficial que conlleva drásticas consecuencias políticas para las pretensiones del Estado de controlar el flujo de la información y de manipular el principio de realidad. El relieve político de la transgresión en el plano formal, se evidencia en escenas como la siguiente, que ofrecen un doble fondo de lectura:

 - Sabe - me dice -, este es el mapa del infierno. En la tierra, como un mapa, lo que yo le cuento, que le doy la certidumbre, era un mapa, quiero decir, de tumbas desconocidas, con una parte escarchada como una losa y después tierra o pasto. No se puede tapar y tapar porque a la larga la escarcha, la tierra removida, se ve, claro que el mal ya está hecho (Piglia 37).

El mapa del infierno es el trazado de un cementerio clandestino. En las tumbas los cuerpos de los desaparecidos se aglomeran, mezclándose, descomponiéndose, haciéndose indiscernibles, en perpetua transformación y movimiento, como los relatos de la máquina. En cierto sentido, en la disposición espacial de los cuerpos dispersos en este cementerio, reverbera la estrategia narrativa de la máquina, siempre múltiple, social y anónima, subterránea y subversiva.

Si se ha afirmado que la multiplicidad de estos relatos se opone, como una estrategia de resistencia política, a la unidad del discurso represor del Estado, parece natural buscar en la temática de los mismos una significación también política y de oposición a un régimen totalitario concreto. La siguiente cita parece aportar una clave para el desciframiento del contenido de los relatos reproducidos por la máquina de Macedonio:

 Tenía la grabación que le había dado Renzi. Era el último relato conocido de la máquina. Un testimonio, la voz de un testigo que contaba lo que había visto. Los hechos sucedían en el presente, en el borde del mundo, los signos del horror marcados en la tierra. La historia circulaba de mano en mano en copias y en reproducciones y se conseguía en las librerías de Corrientes y en los bares del Bajo. (Piglia 30).

En apariencia, la cita confirma la hipótesis sobre la existencia de un contenido político en los relatos. Sin embargo, la dinámica del testigo que da cuenta de los horrores cometidos por la represión criminal de la dictadura, no está presente en todos los relatos de la máquina. En realidad, uno de los pocos relatos de este tipo es el titulado “La grabación”, que narra el hallazgo de un cementerio clandestino donde se entierra a los asesinados por el Estado. Más allá de este ejemplo, la temática de los otros relatos es muy diversa y no se somete a ningún asunto compartido. En concreto, quisiera referirme a uno de ellos, titulado La nena, pues considero que este relato dramatiza nítidamente la idea del simulacro.

La referencia al problema del original y la copia, de la mimesis y la representación, hace necesaria una breve alusión al concepto de simulacro de Baudrillard. Este implica la instalación de una “hiperrealidad” que ha suplantado a lo real a través de los medios masivos y las redes de comunicación social –por lo general asociados a un poder totalitario-. Si bien algunos críticos han sostenido que el proyecto de La ciudad ausente consiste en una reposición utópica de los vestigios de lo real que busca contrarrestar la experiencia del desierto de la hiperrealidad  (Garabano 141-144), considero que esta novela incorpora más bien el concepto de simulacro para invertirlo y resemantizarlo, dirigiéndolo como un instrumento contestario contra el poder del Estado argentino y su manipulación de lo real (7).

Una primera aproximación al régimen de representación en La ciudad ausente nos lleva a pensar que existe una incompatibilidad entre su poética peculiar y la lógica mimética. En esta novela se instala la ambigüedad como imposibilidad de fijar una realidad referencial. Si la realidad ha perdido su consistencia y su capacidad de soporte, la mimesis entra necesariamente en crisis. Esta se establece como una relación de imitación entre una realidad determinada, y su representación; en otros términos, la mimesis es el vínculo que otorga a una determinada realidad primaria la condición de original y a una determinada realidad secundaria, derivada de la primera, la condición de copia. Sin embargo, si la dimensión propiamente real-referencial es sustituida (“the era of simulation is inaugurated by a liquidation of all referentials”, Baudrillard 2) por una dimensión en la que los mismos términos de "ficción" y de "realidad" se entrecruzan y ven diluirse sus fronteras, no es posible identificar una relación mimética entre original y copia porque el principio rector viene a ser el del simulacro y la simulación.

“La nena” es la historia de una niña que empieza a tener dificultades con el lenguaje. Su problema no es evidente a primera vista; su estado es descrito como uno en el que se presentan ciertas "extravagancias de la referencia". (53). Por ejemplo, "el azúcar pasó a ser arena blanca, la mantequilla, barro suave, el agua, aire húmedo". (54). El padre de la niña sostiene que en los usos lingüísticos de ésta, "lejos de no saber cómo usar las palabras correctamente, se veía ahí una decisión espontánea de crear un lenguaje funcional a su experiencia del mundo". (54). De tal manera que la solución del problema, que deja así de convertirse en una anormalidad o una patología que deban ser curadas o suprimidas, consiste no en volver a enseñarle, a esta hablante atípica, la manera correcta de usar las palabras, sino en establecer un puente de comunicación entre el lenguaje personal de la niña y el mundo social.

Considero que el diagnóstico del padre no es exacto, porque presupone una anterioridad de la experiencia del mundo frente al lenguaje, que vendría a convertirse en un medio transparente de transmisión de contenidos previamente dados. Por el contrario, las “extravagancias de la referencia” puestas en escena por la condición de la nena evidencian el poder generativo del lenguaje para producir simulacros que no mantienen ninguna relación mimética con un original al que estarían reproduciendo.

A pesar de ser errado el diagnóstico paterno, no es errada la acción que toma con su hija. La "cura" elegida consiste en contarle, cada noche, sucesivas versiones de una misma historia: la historia del anillo y de la estatua de Venus. Las sesiones narrativas se prolongan hasta surtir el efecto esperado. Finalmente, la nena produce su propia versión de la historia, una alternativa personal que resulta inteligible para el padre y permite, así, reentablar la comunicación perdida. Este final del relato ofrece dos puntos interesantes para esta reflexión. El primero es la relación entre las versiones de una misma historia, y el segundo es la producción individual de alternativas personales, pero capaces de dialogar en un plano horizontal con otras versiones posibles (8).

Debe tenerse en cuenta la diferencia entre los conceptos de copia y versión. En sentido estricto, es falso que en el universo de La ciudad ausente puedan desarrollarse "sucesivas versiones de una misma historia". Esta idea  implica la existencia de una historia original, única y autorizada, a partir de la cual toda reformulación pasa por ser una copia. Para guardar fidelidad al concepto de versión, se debe afirmar que éste supone una ruptura de la relación habitual entre original y copia. Una versión no es una reproducción, sino una posibilidad flotante que comparte, con otras versiones posibles, un mismo estatuto alternativo, no mimético. La relación entre las alternativas es, por definición, no jerárquica. En otras palabras, la relación que se establece entre las distintas versiones de la historia del anillo y la estatua de Venus, se explica a partir de la analogía pigliana entre traducción y transformación. Contar una versión significa, entonces, traducir o transformar, pero traducir y tranformar son sinónimos de generar y producir.

Resulta significativo que la relación que se genera en el relato “La nena” entre las distintas versiones de una historia que no viene a ser siempre la misma, sino que es recreada y regenerada por cada acto de enunciación (se puede hablar, entonces, de historias múltiples y alternativas, no de un original subyacente a sus versiones), sea muy semejante a la relación que establecen entre sí los que hemos denominado “fragmentos” que construyen la estructura narrativa heterogénea de La ciudad ausente. Esta analogía entre relaciones es digna de notarse, pues delata una connotación inadecuada en el término "fragmento". Los fragmentos parecen referirse siempre a la unidad, aunque ésta se encuentre ausente después de haberse perdido. Existe una carga nostálgica en la idea de fragmento, que torna inexacta su aplicación en este caso. Como se ha visto, la idea de historia alternativa es más precisa. Los relatos interpolados en la novela constituyen simulacros, versiones alternativas, realidades heterogéneas.

Aunque se podrían citar numerosos ejemplos, la misma historia de la nena resulta útil para explicar este punto. Es posible conectarla con la historia del profesor húngaro cuyo extravagante idiolecto es una colección de citas del poema de José Hernández. En ambos casos se está frente a la creación de una realidad exasperadamente personal y, en una situación extrema, ininteligible por su radical individualismo, que en este caso significa una exacerbación de su libertad frente a la coerción del Estado, la máquina unificadora del sentido. Se trata de la producción individual de discursos, que dialogan en un plano horizontal con otras versiones posibles en el espacio textual/nacional fundado por La ciudad ausente. El propio diálogo entre la historia de la nena y la historia del profesor implica la generación de traducciones, es decir, de historias alternativas, no de fragmentos.

Deleuze y Guattari arriban a esta conclusión en la formulación de su principio "1 and 2" para el funcionamiento de los sistemas rizomáticos (1445). Afirman, aquí, que todo rizoma puede conectarse con cualquier otro; más adelante, en el principio 4 (1447), mantienen que un rizoma puede ser quebrado en cualquier punto, pero esto no le impedirá volver a nacer a partir de una vieja línea o creando otra nueva. Ambos principios subrayan la conectividad múltiple del sistema rizomático, su capacidad para generar líneas de comunicación de direccionalidad heterogénea que trasciende la circulación jerarquizada, de abajo hacia arriba, que era compartida por el sistema arbóreo y por la censura. Esta conectividad múltiple es, precisamente, el rasgo principal de las dos relaciones analizadas más arriba: la que comunica a las versiones del relato del anillo y la estatua de Venus, y la que comunica a las historias alternativas que componen la mayor parte de La ciudad ausente. Al ser, todas ellas, versiones posibles, pueden conectarse unas con otras libremente, sin seguir un mapa predeterminado, desde un punto del sistema hacia cualquier otro: porque cada una es analogía de todas las demás. Adicionalmente, el sentido iniciado por alguna de las versiones, continúa y se prolonga en las demás versiones, de tal manera que la ruptura del sistema es imposible (9).

Para refutar esta última reflexión, se podría afirmar que, en el mundo representado de la novela, sí existe un original: este vendría a ser la máquina de Macedonio, original del cual tanto el profesor húngaro como la nena terminarían siendo reflejos, copias, imitaciones de un centro primordial. Sin embargo, la máquina de Macedonio no puede ocupar centro alguno porque ella misma es la definición de la multiplicidad. No existe una máquina singular, sino un archivo de historias cuya función es, simplemente, la de canalizar lo múltiple sin imprimirle un orden, una ley.

La imposibilidad de identificar un original, en un mundo de alternativas no jerarquizadas, corresponde a la dimensión del simulacro, o mejor dicho, a una dimensión de simulacros heterogéneos sin pretensión a una mimesis totalizadora de la realidad. El conflicto en la novela de Piglia se plantea cuando una de las narrativas posibles declara una pretensión hegemónica y consigue ponerla en práctica, silenciando y encauzando a las restantes. En este caso, se yergue como el texto oficial y ejerce una presión censora, asumiendo así su posición como Estado. Este se define como la negación del simulacro.

En síntesis, las historias interpoladas que son transmitidas por la máquina de Macedonio constituyen simulacros alternativos cuya multiplicidad y capacidad de convivencia simultánea se oponen a la pretensión mimética y referencial del discurso del Estado, que busca implantar una sola representación exacta, una sola copia verdadera de la realidad original. Ello implica una doble reducción a la unidad: por una parte, se supone que la realidad es una sola (las versiones proliferantes del relato del anillo y la estatua de Venus, no tienen lugar en este universo), pero también que existe una manera única de representarla adecuadamente: la representación verdadera por excelencia, que nos extrae del terreno de lo verosímil y lo posible. La función de la máquina es, finalmente, la de reponer lo verosímil frente a lo verdadero, reponer la idea de simulacro frente a la idea de mimesis.


Notas

(1). Piglia sitúa en la obra de Macedonio Fernández el punto de partida de la nueva literatura argentina (Page 170). No es coincidencia que en La ciudad ausente exista un diálogo permanente con una de las obras capitales y más transgresoras de Macedonio, el Museo de la Novela de la Eterna. Se trata de una ficción metaliteraria, altamente autorreflexiva, que realiza una revisión y una subversión de las principales convenciones novelescas necesarias para la existencia del género: la figura del autor, el tejido de la trama, la densidad psicológica de los personajes y la estructura formal de la novela son los elementos cruciales. Entre ellos se encuentra la convención de prologar los textos, que Macedonio reelabora irónica y lúdicamente, mediante la inclusión de sesenta y siete distintos prólogos de extensión y asunto variables. A través de este recurso, se elimina la distinción entre el prólogo como paratexto marginal y el cuerpo de la novela, introduciendo así - en términos de Derrida - una reflexión sobre los límites entre ergon y parergon, entre centro y periferia, que se conecta directamente con el proyecto de La ciudad ausente. 

 

(2). El asunto del Estado como panóptico en La ciudad ausente ha sido estudiado por Edgardo Berg: "En el entrevero de versiones y relatos que circulan por La ciudad ausente, se desenvuelve una guerra implícita, una trama política. Contra el relato monológico y estereotipado del Estado que quiere imponer el modo de percibir el mundo y el criterio sobre lo real, la máquina literaria provoca el desfasaje narrativo, articula y narra su contrafigura utópica: la ficción de los inventores, hermeneutas o alucinados... Si el Estado era una máquina de persecución paranoica contra la aventura de desciframiento de la Historia en Respiración Artificial, ahora es una máquina de control y vigilancia que actúa sobre la memoria íntima y privada de los habitantes de Buenos Aires. La acción del Estado o de sus aparatos de control, liquida y desintegra aquellos instantes únicos e irrepetibles de la experiencia privada. La ciudad se transforma en un gran panóptico a través del cual el Estado controla las mentes de sus ciudadanos. Captar la mente ajena para controlar las posibles desviaciones al criterio normalizado de lo real, es la política del Estado moderno, el voyeurismo estatal: ojos vigilantes en las estaciones de los subterráneos, cámaras filmadores en los hospitales y patrullas policiales que asedian la ciudad”. (151 – 152).
 

(3). Con respecto a la manipulación estatal de la mente y de la realidad, las reflexiones de Santiago Colás sobre Respiración Artificial, novela que comparte con La ciudad ausente un mismo élan sociopolítico, resultan esclarecedoras. Si aceptamos que la primera novela de Piglia muestra cómo la dictadura canceló la multiplicidad de historias alternativas para imponer una historia oficial sustentada en valores cristianos y occidentales que pretendieron erigirse como las bases de lo nacional (Colás 124-125), en la segunda novela el foco de interés se desplaza de la disquisición histórica hacia las alteraciones del principio de realidad, o en otros términos, del régimen de representación. Resucitar lo marginal, lo subalterno, las historias reprimidas y sepultadas bajo la realidad oficial programada por el Estado mediante las operaciones criminales/textuales del espionaje y la censura, es la misión política que organiza la agenda de La ciudad ausente.  

 

(4).  “La cita es el momento mínimo de la apropiación literaria, está entre el plagio y la traducción y remite a la cuestión del nombre y, por lo tanto, a la autenticidad, a la falsificación y al apócrifo. Hace ver, de un modo nítido, la cuestión de las relaciones de propiedad, que en la literatura son ajenas a la lógica social y pertenecen a un orden específico". (Conversación con Edgardo Berg  23). La clave de este orden específico es que en el lenguaje no existe la propiedad privada, y por lo tanto es un campo de experimentación apto  para reflexionar sobre el problema de la autoría. Las ideas de Demaría siguen un derrotero similar: “Como cita plural y abarcadora, la Elena de Piglia no sólo contiene las voces que recrean, desde perspectivas diferentes, su propia historia: su vida con Macedonio y su paso de mujer a máquina. Al mismo tiempo, ella incluye otros relatos que, lejos de hablar de amor, recrean y recuerdan la violencia de la historia argentina”. (156).


(5).
Bratosevich describe de la siguiente manera este programa de narraciones interpoladas: “Un programa de proliferación de relatos que difiere de las novelas intercaladas de la clasicidad, donde aquellas oficiaban de descanso, de alternativa, a la historia principal. Como también difiere del sistema-collar de cuentos enmarcados que cundió en Occidente desde la última Edad Media con el estímulo oriental: allí, los cuentos son insuprimibles ya que el marco-hilván sólo les sirve de sostén, de pretexto. En nuestros relatos, la solución hecha de protuberancias, saltos e inestabilidades fractales, promueve una lectura donde lo que se destaca es, desde el vamos, la fruición del oficio de contar”.  (92).

 

(6). La constante frustración de las expectativas del lector, generada por la puesta en crisis de los modelos discursivos que sucesivamente se estropean después de haber sido puestos a marchar, es un rasgo que significativamente podemos encontrar también en Los Siete Locos y Los Lanzallamas, el díptico de Roberto Arlt. El modelo principal es, también, el del relato policial. Al respecto, quizá se podría avanzar la lectura de que la falta de plasmación propiamente dicha de los modelos narrativos, pero sobre todo la oscilación fluida entre modelos distintos que no llegan a alcanzar hegemonía pues son sucesivamente descartados y sustituidos, son rasgos de una poética particular - en tanto que esta se actualiza [1] en el plano de lo posible - y de la condición alternativa de los simulacros.

 

(7). Garabano también sostiene que esta reposición de los vestigios de lo real conlleva una búsqueda de la verdad modelada según el modelo de la ficción policial, con la finalidad de oponerse a las “mentiras” del Estado, su manipulación de la información y de la historia (126). Si bien el problema del conocimiento está dramatizado como un aspecto central de La ciudad ausente, este no se encuentra formulado en términos de una “búsqueda de la verdad” sino más bien en términos de un desenmascaramiento de la pretensión verista del discurso estatal. En efecto, la filosofía de Macedonio Fernández no está sujeta al criterio de verdad/falsedad, sino que busca construir un criterio alternativo.  

 

(8). Al respecto comenta Demaría: “Esta no-ausencia de Elena, lograda a través de una escritura que llena el vacío por medio de la construcción de mundos alternativos, inscribe en La ciudad ausente la presencia de un espacio utópico que, según la definición propuesta por Piglia, incorpora a la categoría de lo real, aquello otro que se ve y se piensa como lo imposible”. (156).

 

(9). Sobre la condición alternativa de las historias interpoladas vistas como versiones, Bratosevich afirma: “podemos leer - esas versiones variadas - como la metáfora narrativa de una poética, cabalmente la poética de transformaciones que la propia novela, y el corpus pigliano, cumple con un referente maleable que alimenta versiones diversificadas”. (90). La referencia al referente maleable no es de lo más afortunada, porque estamos hablando justamente de una ausencia de referente en un mundo de simulacros.


Obras citadas


Ale de Rivera, Fabiola. “La celebración del lenguaje y del relato en La ciudad ausente de Ricardo Piglia”. En: Ficción y Discurso. Tacconi, María del Carmen (coordinadora). Tucumán: Universidad Nacional de Tucumán, 1999.

Baudrillard, Jean. Simulacra and Simulation. The University of Michigan Press, 1994. Trad. de Sheila Faria Glaser.

Berg, Edgardo (editor). Ricardo Piglia: narrador de historias clandestinas. Mar del Plata: Estanislao Baller, 2003.

Bratosevich, Nicolás (y su grupo de estudios). Ricardo Piglia y la cultura de la contravención. Buenos Aires: Atuel, 1997.

Colás, Santiago. Posmodernity in Latin America. The Argentine Paradigm. Duke Universtiy Press, 1994.

Deleuze, Gilles y Guattari, Félix. A Thousand Plateaus: Capitalism and Schizophrenia (introducción). En: Critical Theory since 1965. Adams, Hazard (editor). Fort Worth: Harcourt Brace Jovanovich College Publishers, 1992. p. 1442 - 1456.

Demaría, Laura. “La ciudad ausente, la tranquera de Macedonio y la fundación de una Argentina plural... y en pedazos”. En: Argentina - s. Ricardo Piglia dialoga con la generación del 37 en la discontinuidad. Buenos Aires, Ediciones Corregidor 1999. p.155 - 187.

Garabano, Sandra. Reescribiendo la nación: La narrativa de Ricardo Piglia. Ph.D. dissertation, University of Colorado at Boulder, 1995.

Page, Joana. “Ricardo Piglia: Towards a Re-Socialized Literature”. En: Journal of Iberian and Latin American Studies. Carfax Publishing, Vol. 10, No.2, Diciembre 2004, p. 169 – 189.

Piglia, Ricardo. La ciudad ausente. Barcelona: Anagrama, 2003. (primera edición de 1994).

Crítica y Ficción. Buenos Aires: Planeta, 2000. (primera edición de 1986).

Pons, María Cristina. Más allá de las fronteras del lenguaje: un análisis crítico de Respiración Artificial de Ricardo Piglia. México D.F.: Universidad Autónoma de México, 1998.