Tantos
Juanes
o la venganza de la Sota de María
Luisa Lázzaro:
Bloomsburg University
of Pennsylvania
Cuando el primer papel, la fotocopia, percibí una extraña
visión, la de un espejo de doble fondo que de alguna manera nos
reformulaba y esto me hizo sentir que conocía a Juanerma
de toda la vida, como si el espejo fuera una muñeca de esas que
vienen
para armar y me hubiesen elegido exactamente para reconstruirla papel
por
papel, palabra a palabra, figura a figura. Te juro que me
impactó el
lenguaje, la búsqueda del rostro, la existencia del desencanto y
la
metamorfosis de las Barajas y los astros en conjunción con la
muerte
(37).
Digamos que Lazzaro no
sólo crea en su
novela un texto híbrido lleno de laberintos y espejos
narrativos, sino
que también alude a los conflictos personales que vive Juanerma a través de su desdoblamiento:
“Es
una cuestión de rostros, Juan por eso el desamor, el rechazo…
Pero
el rostro, Juan, no es el rostro, la mirada no es la mirada; la voz no
es la
voz, ni la palabra la palabra” (Lazarro
11).
Esto lleva a que la escritura de Lazzaro
proponga una
restructuración personal del
discurso femenino
de Juana a través de un espacio íntimo que recupera el
personaje
en las memorias que tiene de su relación con Juan, las cuales ha
escrito
en sus cartas. De ahí que su discurso epistolar oscile entre un
tú y un yo que se desplaza en el texto a través de los
distintos
juegos lingüísticos de los que se hace eco el otro
personaje femenino
de la novela, Mila, en la
construcción de otra
perspectiva narrativa sobre lo acontecido a la protagonista: “En el
estudio encontramos el baúl, una historia por hacerse; quiero
armarla.
Está ordenada de extraña manera sin ilación;
frases que se
cortan de páginas faltantes” (36).
A medianoche revolví el tobo hasta encontrar la cajita; la
lavé y la escondí debajo del colchón; allí
permaneció como amuleto de amistad, de ese compañero que
cada
día se iba poniendo más flaco como si la fatalidad se
hubiera
invertido hacia él. Un día dejó de ir
a la escuela, se fue a otro paraje
más espléndido y gentil. Creo que ese fue el comienzo de
mi
impotencia frente a la muerte, frente a la injusticia y la ignorancia.
Ese
desprendimiento de la vida y sus objetos nunca más lo he vuelto
a ver,
pero me enseñó a creer en el mundo (28).
Dicho sea de paso, es precisamente la muerte como espejo de
la
conciencia humana la que disemina por el ámbito de este texto la
idea de
la fragilidad de la vida y su eterno contacto con lo personal
fragmentado en la
historia del individuo contrapuesta a su historia lúdica en el
juego
sexual que emplean los personajes en sus discursos de género. De
hecho, Lazzaro empleará cambios
abruptos en los espacios
narrativos de la novela para mostrarle al lector las miserias de la
vida. Patricia
Dórame-Holoviak dice sobre este
aspecto de la
novela que,
Con todos estos textos comunicantes que alternan en la narración
se tiene una historia común para sus protagonistas. Todos ellos
están unidos en la miseria existencial –cada uno da cuenta de su
pasado- que ha provocado diferentes tomas de conciencia de la realidad:
Juan,
la impotencia; Mileidi, la
ninfomanía; Mila, la libre
experimentación; Juanerma,
sus juegos alternantes de nombres, disfraces y actitudes… (Hidalgo de
Jesús y Edith Dimo 225).
Lo planteado por Dórame-Holoviak
se ve
claramente en los distintos espacios que utiliza la autora en la
construcción de la historia. De ellos sobresaldrán los
bares como
espacios lúdicos en los que los personajes a través del
discurso
de Juanerma cuentan sus historias
personales sin
inhibiciones lingüísticas o sexuales. De esta forma, Lazarro transforma la visión de la
identidad
híbrida del ser humano, hombre-mujer, dentro de varios contextos
lingüísticos, culturales, sexuales y personales. Asimismo,
transforma desde el principio de la novela los discursos narrativos por
medio
de la interrupción, el cambio en el punto de vista y la
discontinuidad
de discursos ideológicos que si bien tuvieron un papel
importante al
principio de la novela, dejaron de tenerlo al irse fragmentando y
desdoblando
en las otras historias de carácter menor que salen a luz en el
discurso
de Juanerma, el cual a final de cuentas es
el que
domina la narración.
Ana Teresa Torres plantea que “Vivimos un tiempo despojado,
de fugaces
presencias, de inmediatismos que no bien
aparecen ya
son pasado, y cuya recuperación, si es que la novela lo
pretende, no
puede ser sino fragmentaria, más ficción de memoria que
de
memoria misma” (28). Aplicando los postulados de Torres al texto de Lazzarro podemos entender el por qué de
los juegos
lingüísticos y lúdicos utilizados por la autora en
su obra.
Cada capítulo o entrada en la novela de Lazzaro
refleja una nueva concepción del sentido de la vida en la
protagonista.
Al mismo tiempo sugiere cambios radicales en la percepción del
tiempo y
el espacio que tienen los personajes de sus circunstancias personales y
emocionales. Es por eso que la voz narrativa principal juega un papel
importante en la revelación de la información personal
más
importante de los otros personajes y su conexión con la vida
cotidiana
humana. Lo que corrobora el hecho de que cada personaje utilice de
algún
modo la sexualidad como un elemento de expresión definida que en
cierto
modo se conecta con la búsqueda de la verdad de la existencia
del ser
humano a través del desentrañamiento de las causas y
consecuencias de un crimen en la vida de todos los personajes. En esta
búsqueda se entrecruzan los distintos puntos de vista de la
novela, los
cuales en ciertos momentos son ambiguos y en otros marcan el comienzo
de una
etapa reflexiva en la vida de los personajes. Como apunta Dórame-Holoviak, “Los fragmentos del libro de Juanerma, el texto policiaco, las notas
periodísticas
y los diálogos entran en tensión a través del uso
de distintas
funciones del lenguaje” (224). Y, es precisamente, el lenguaje el que
lleva al aislamiento del individuo en una cápsula temporal y
especial
que no le permite en cierto modo el desarrollo necesario del
conocimiento
humano para poder establecer las pautas y hechos que llevaron al crimen
de la
protagonista:
Detrás de nuestra estructura superficial inocente, Juan, alegre
o
triste; nostálgica o efusiva, se acomoda la máscara. Es
el
momento del teatro último o primero. Ya no sumo. Usurpo el papel
más desgastado de la historia es pe rán
do te como temor extraño de química y alma (41).
Por medio de estos discursos
filosóficos se recoge el trasfondo
del pensamiento histórico que mueve la acción en la
novela. Es
decir, aquí surgen las fechas, los momentos, las horas, toda la
información conceptual que del crimen y sus antecedentes tienen
los
otros personajes. Muchos de ellos pueden verse como reflexiones
existencialistas y otros como simples comentarios o interpretaciones de
hechos
que se vinculan con la muerte de la protagonista: “Estoy consternada
con
la muerte de Nana, perdón … de
Juana, No
me explico quién pudo hacerle semejante barbaridad.
¿Saben algo,
tienen alguna pista?...” (35). Del mismo modo, hay momentos en la
narración en la que ninguno de los personajes tiene el
conocimiento
necesario del crimen para avanzar la acción. Por ejemplo, cada
texto
narrativo que emerge en el discurso del narrador principal establece
pautas
detectivescas que si bien sólo son suposiciones inductivas
llevan hacia
la creación de una historia global de los protagonistas.
Asimismo cada
suposición devela la presencia de una historia personal que
explora la
interacción entre el conflicto humano y las fuerzas que mueven o
delinean el proceso constitutivo de la identidad humana. Identidad que
en esta
novela se deconstruye a través de
los
distintos medios escriturales que utiliza
la autora
para dar una estructura definida al texto. Por supuesto, cada fragmento
del
libro construido por Juanerma, los textos
policíacos, los diálogos y los textos
periodísticos llevan
al lector a tratar de descifrar la continuidad temática y
discursiva de
un discurso narrativo en otro. Más sin embargo, el elemento
detonante en
este proceso es la muerte de Juanerma ya
que crea una
inestabilidad emocional en los otros personajes de la novela a la vez
que
despierta en ellos una curiosidad sensorial que los dirige hacia la
búsqueda existencial de sus propios discursos filosóficos.
En cierta manera, Juanerma
existe como ente
narrativo por su relación con los otros personajes que
inconscientemente
le dan vida a los discursos narrativos de aquélla. Por tanto, el
texto
oscila entre el mundo actual de los protagonistas y el pasado de la
protagonista:
Ya no tiene sentido carta larga ni torrente ni coloquio. El
oráculo enloqueció, empezó a confundir nombres y
voces y
figuras; los personajes fueron palideciendo hasta borrar el destino. La
voz fue
trasmutada por gritos de fragmentos que aturden como caricias cura de
sueño, tiempo de soledad. Se deja curar, demenciar
la memoria muerte que tarda”
(34).
Como se puede ver en el fragmento anterior la
narración de la
novela reestructura la interrelación problemática entre
dos
concepciones del tiempo: la del presente entremezclada con la del
pasado y la
del pasado dominando la circunstancia del presente. De ambas, la
segunda domina
sobre la primera. Del mismo modo, aquélla sienta las bases para
que la textualidad creada por Juanerma
en sus escritos sea la que subvierta el orden de la tradición
humanística en el texto hacia la creación de un completo
cuadro
biográfico de la protagonista. Con esto, el cuadro narrativo
total de la
obra privilegia la oralidad sobre la
escritura, lo
que se complementa con la oralidad del
discurso de Juanerma y el de Mileidi como
portavoces de su discurso escritural. Lo
que
está muy presente en el diálogo entre Mileidi
y Milsa, en el cual Milsa
le pide ayuda a Mileidi para descifrar el
enigma del
crimen de Juanerma:
-Sólo quiero armar el rompecabezas. Ayúdame Mileidi, es como si se tratara de una orden
omnisciente. Tengo
total acceso a los papeles que forman parte de la investigación
policial…
-…Me nombra tengo que leerlos con calma. ¡Qué
estupendo, déjame decirte que esa mujer era una caja de
sorpresas. Te
digo una cosa Mila, mi vida se
transformó por
completo desde el mismísimo día en que nos conocimos.
Todavía lo recuerdo como si fuera ayer (36).
De esta manera, la intención principal de Lazzaro
al comienzo del texto de desarrollar un discurso detectivesco cambia de
rumbo
estructural a medida que avanza la trama de la novela. Digamos que una
vez el
narrador concatena los hechos que llevaron al crimen con la vida de la
protagonista, lo que se produce en el texto es una inversión
estructural
y estilística que da pié al desarrollo de una
biografía más
que de un texto policíaco. Digamos
que Juanerma logra establecer a
través de sus escritos
la posibilidad de que haya sido asesinada por su marido; pero al mismo
tiempo,
esa posibilidad le da las bases para que construya su
autobiografía a
través de los discursos narrativos que afloran en el texto en
torno a
ella. En cierta manera, el texto ha creado su propio espacio narrativo
y
temporal en el cual la concepción patriarcal de la
sumisión
femenina es completamente erradicada de la biografía de Juanerma, quien como dice Dórame-Holoviak,
“Todos [los personajes] son individuos pero, al mismo tiempo, material
poético del texto que Juanerma
escribe. Todos
ellos metáforas buscadas en el nombre de la protagonista de sus
fragmentos, de la configuración de su persona y de su esencia”
(225). De este modo, la biografía de Juanerma
puede leerse como un elemento inherente de una tradición escritural femenina andrógena, ya que al
final de
cuenta nunca sabemos como lectores el verdadero sexo de la protagonista.
Tanto Juanes
o la venganza de la sota es una
obra híbrida en la que la diversidad
lingüística y la amplia variedad de intertextos
conforman la línea principal del relato policiaco.
En esta novela tanto el personaje principal, Juanerma,
como los personajes secundarios se unen en un diálogo
existencialista en
el cual los discursos intertextuales se concertan con los distintos discursos narrativos
que
afloran en la narrativa. Es decir, estamos ante un texto en el cual la
fugacidad de la vida humana rompe con los paradigmas
político-culturales
que emergen en el discurso de Juanerma, el
cual en
cierta medida es el que predomina en todo el transcurso de la
narración.
Asimismo, la asexualidad de Juanerma
es el elemento detonante en la búsqueda de la verdad sobre el
esclarecimiento del crimen; lo que lleva a que de la lectura de la
novela se
desprendan varias lecturas que, si bien, dan paso a las distintas
caracterizaciones de Juanerma,
también
representan a los distintos discursos culturales y de género del
cual
son portavoces los otros personajes del texto. De este modo, tanto
lector como
personaje tienen que aunar esfuerzos en la decodificación de los
símbolos y enigmas que conforman el cuadro narrativo de Juanerma, que en cierta medida domina la
narración. Aquí podemos señalar
lo que postula
James Tompkins sobre el proceso de lectura,
“The
picturing that is done by our imagination is only one of the activities
through
which we form the “gestalt” of the literary text” (59). Esa germinación de los
elementos principales de una lectura es la clave esencial en el estudio
del
texto de Lazzaro, dado que la
anticipación y
la restrospección en los distintos
aspectos
discursivos y estructurales de Tantos Juanes
o la venganza de la sota son el elemento en
común que une los distintos hilos narrativos de la obra en una
sola
línea narrativa, la detectivesca.