Alem, de Pedro Orgambide:
testimonio, representación y narratividad en una biografía histórica
 
 

Marta Lena Paz
Universidad de Buenos Aires - TEALHI

 

Consideraciones previas

No es la primera vez –esperemos que no sea la última- que el escritor, novelista, dramaturgo y crítico Pedro Orgambide elige como protagonista de alguna de sus ficciones a una figura histórica fundamental en la historia argentina. Tal, Manuel Dorrego en Una chaqueta para morir (1998) y Alem, en la novela homónima (2001). (1)

Si bien hay diferencias apreciables entre ambas, también es posible puntualizar recursos de composición analógicos en cuanto a la composición temporal: la multiplicidad de hechos se concentra en un lapso muy breve y acotado: la hora precedente al fusilamiento de Dorrego y la duración del trayecto de Alem hasta el Club del Progreso. (2)

En una primera instancia podría entenderse a Alem sólo como una biografía; sin embargo, el título completo Alem o La noche es buena para el adiós, (frase que pertenece a José Martí) le otorga ciertas connotaciones paratextuales que en algún modo exceden la objetividad, condición primordial de la biografía, de acuerdo con ciertos criterios epistemológicos.

Según nuestro enfoque, pese a focalizarse en la biografía de un hombre público, la obra no es incompatible con los procedimientos de ficcionalización propios del discurso narrativo, especialmente los novelísticos.

Por otra parte, el tema se torna más complejo cuando el biografiado es un personaje histórico, lo que nos lleva a la reflexión de ciertos conceptos: historia-ficción, realidad y representación.

Leonor Archuf "... no es extraño que en ocasiones el discurso se hace historia o la historia se hace en el discurso, con las marcas de la subjetividad. La biografía acontece en esa dimensión. (3)
 

1. La biografía y el discurso del otro

El relato biográfico plantea el problema de la otredad, es decir, un autor biográfico es el "otro" que va relatando las alternativas del otro, el héroe. Asimismo, lleva implícita una valorización del mismo.

De acuerdo con Bajtín "Los biográficos son los valores comunes compartidos entre la vida y el arte; es decir, pueden definir los actos prácticos como su finalidad; son formas y valores de la estética de la vida. El autor de una biografía es ese otro posible que nos obsesiona en la vida con una gran facilidad". (4)

Además, en la biografía resulta importante reparar en la función del receptor-lector, la cual se intensifica de acuerdo con la naturaleza del héroe, sobre todo si se trata de una figura histórica de gran relevancia y complejidad como Alem. La distancia temporal del referente histórico opera tanto sobre el biógrafo como sobre el receptor biográfico. Ambos se han representado imágenes organizadas sobre un mismo objeto.

Si abordamos la obra narratológicamente la organización de la historia ofrece ciertas dificultades. En la biografía, no sólo importa representar el mundo personal del héroe, sino que es imposible obviar su pertenencia a un grupo históricamente muy definido. La voz de los hombres públicos se entremezcla con los diversos registros de otras voces.

La acción de Alem se inicia en la noche del 1º de julio de 1896 cuando el personaje asciende a un coche cuyo destino es el Club del Progreso. La novela biográfica se complejiza, pues "cuenta con un lector familiar que participe en un mismo mundo de la otredad; este lector ocupa la posición del autor" Bajtín, p. 146. El fusilamiento del padre de Alem y su posterior suicidio fueron hechos que permanecieron durante muchos años indelebles en el imaginario popular. Mas esto sugiere una confrontación valorativa, a veces de signos contrapuestos.

Si de acuerdo con White es posible considerar en algunos aspectos, a la historia como una escritura de ficción, también lo sería el relato de la vida de un personaje histórico. Este último caso implica ciertas dificultades para organizar la narración pues se intenta representar esa vida en su totalidad.

Según White el relato histórico debe respetar el orden cronológico pero no sólo los acontecimientos han de registrarse dentro de un marco cronológico sino como sucesos dotados de una estructura, un orden de significación que no poseen como mera secuencia.
Desde el punto de vista de la ficción Alem, no es la cronología el eje organizador de la historia. No hay una ordenación vertical de los hechos, pues éstos configuran en sí mismos un abigarrado material novelesco, que la compleja vida de Alem otorga al biógrafo-escritor.

Sin embargo, los acontecimientos se van expandiendo sobre un eje estructurante: el tema del viaje. Pero este viaje posee cierta peculiaridad: la imposibilidad de retorno. Narratológicamente, la historia se construye mediante la intercorrelación de dos elementos básicos: el recuerdo y la memoria. En realidad, Alem sólo es "un hombre que viaja en su memoria por el tiempo" p. 236.
 

2. El discurso biográfico como mediador entre lo público y lo privado

El recuerdo y la memoria manipulan todas las instancias narrativas, pero consideremos en primer lugar que todos los personajes son referenciales y los hechos, reales. Por eso en el mundo de la representación convocado por la memoria de Alem conviven personajes de relevancia histórica –Roca, Juárez Celman, Mitre, Dominguito Sarmiento, el pintor Cándido López-; y hechos históricos: la batalla de Pavón, la guerra del Paraguay, la creación de la Unión Cívica Radical, la Revolución radical de 1890.

En cierto modo, la obra resulta la biografía de una época del país. Pero la memoria de Alem va rescatando asimismo al pueblo, encarnado por los payadores, Gabino Ezeiza, que romancean la repercusión popular de la historia. No hay una correspondencia entre el tiempo de la historia y el tiempo del discurso; la narración global se realiza desde un presente único e irrepetible: el 1º de julio de 1896.

Alem pertenece a la historia y protagoniza hechos y circunstancias objetivas, pero también lo privado se entrecruza constantemente. De ahí, como puntualiza Leonor Archuf, lo biográfico se constituye como una especie de mediación entre lo público y lo privado. (5)
En la novela de Orgambide hay una íntima relación entre los dos ámbitos, debido a la naturaleza de algunos sucesos. Tal, el fusilamiento del padre de Alem en la Plaza de la Concepción, constituye un nefasto hecho público, una emergencia del polémico referente histórico. El recuerdo ominoso de un suceso presenciado por numeroso público siempre se mantuvo inalterable, durante toda su vida.

En el discurso narrativo este episodio real instala la proyección ficcional de la historia. "La silueta del cochero a la luz del farol es una sombra chinesca como la del teatro de diversiones, una sombra que se recorta como las figuras del sueño que persiste, donde él, Leandro, no es el hombre que es, sino un chico que presencia la muerte de su padre" p. 9. Durante toda la narración y pese a su protagonismo histórico, nunca dejó de ser aquel niño que asistía sin comprender el por qué de ese nefasto episodio.

En el relato biográfico la interioridad tiende a exteriorizarse y lo exterior se interioriza. En consecuencia, abundan las situaciones que conjugan la vida pública de Alem, fuertemente imbricada en las alternativas fácticas del proceso histórico-político del país, con su privacidad. Entre otras, resulta muy ilustrativo el diálogo entre Alem y su hermana Tomasa, que sostienen en el calabozo donde él se encuentra detenido por haber organizado uno de sus tantos intentos revolucionarios. En una especie de distensión afectiva, Alem se acusa de sólo pensar en sí mismo y en su política, pese a las afectuosas protestas de su hermana. Al finalizar la conversación Tomasa le pregunta "¿Qué le digo a Catalina?" (Ella es una de las mujeres amadas por Alem). La respuesta de Alem explicita y ratifica lo antedicho "Que voy a volver, que me espere". Pero a continuación agrega "Ah, llevale esta carta a Adolfo Saldías. La está esperando" p. 173. Dicha carta explica las razones por las cuales fracasó ese intento de rebelión. (6)

Las cartas, los discursos parlamentarios de Alem, los artículos periodísticos y científicos que se transcriben, son representaciones no narrativas de una realidad histórica que sin embargo integran un discurso ficcional total. Tales, el manifiesto de la Junta Revolucionaria al pueblo, en 1890, y en especial la carta, testamento político de Alem, exceden lo puramente documental. Adquiere un matiz que lo aproxima a la tonalidad lírica de algunos de sus poemas: "Entrego, pues, mi labor y mi memoria al juicio del pueblo, por cuya noble causa he luchado constantemente" p. 246. (7) Constituye la última carta de las tantas que escribió a distintos destinatarios durante toda su vida, en su último día. "La historia dirá que fue un hombre de acción, pero construye su vida con palabras, con ideas, con voces como sombras que quedarán en los archivos del Congreso y por un tiempo en la vida de un hombre, en la memoria de los que lo escucharon en los frontones y en los teatros" p. 246. Dicho fragmento en tercera persona que despliega su discurso desde el presente, nos remite a considerar, aparte del público y del privado, otro espacio: el de la reflexión, propia y ajena, lo que implica referirse a las distintas voces que captan desde diferentes ámbitos, una compleja realidad política que luego devendrá en historia. Tales: el campo de batalla, el refinado Club del Progreso y los almacenes del suburbio (todavía era la pampa) donde los payadores romanceaban los sucesos del momento.

El discurso del "otro" supone una focalización externa: según J. M. Pozuelo Yvancos es aquélla en que el narrador permanece fuera de los hechos narrativos y no sometido a la información que éstos le suministran. Narratológicamente se entrecruzan las diversas categorías de discurso: el directo, el indirecto libre, el directo libre. En algunas secuencias el narrador-personaje utiliza la tercera persona para hablar de sí mismo, lo que resulta una manera de tomar distancia del hecho concreto al reflexionar sobre su sentido, por ejemplo, la guerra del Paraguay.: "Uno es carne de cañón –piensa Leandro- Uno avanza con el fusil o el sable, grita u oye una orden o una injuria y se queda como suspendido en el tiempo. Con el corazón agitado, sudando el miedo, uno se funde con esa masa que avanza y siente el vértigo y la embriaguez de estar en medio del combate. Y uno habla por ellos" p. 42. El vocablo "uno" implica en primer término la intencionalidad de fundir el yo individual en la conciencia colectiva, y resulta un signo de enlazar el presente y el pasado. En ciertas instancias el discurso del autor se despersonaliza para exponer circunstancias puntuales de la vida de Alem: "Se sabe que Leandro N. Alem carece de fortuna personal. Vive con su familia en una casa alquilada" p. 181. También resultan muy significativas –tanto desde el punto de vista ideológico y narratológico las reflexiones de Alem en primera persona acerca de las desigualdades sociales. En cierta ocasión, cuando se dirige, según le era habitual, al Club del Progreso, siente la grata velada que va a compartir con amigos y adversarios "como una traición. Me explico: ...yo no podía dejar de pensar en las mujeres y los hombres que carecían de las cosas más elementales. Una invisible línea nos separaba a los que estaban allí de los que se hacinaban en los conventillos de la ciudad" p. 180. La frase anticipatoria "Me explico", lleva implícita la presencia virtual de un destinatario a quien dirige su discurso.

Los recursos narratológicos organizan ficcionalmente el material biográfico que involucra asimismo una serio de personajes históricos o no que integran el mundo representado público y/o privado. Entre ellos se destaca Patricio Ordóñez, posiblemente la voz del autor; dramaturgo y novelista frustrado, después del suicidio de Alem, ante las honras fúnebres que se le rinden "medita sobre las contradicciones de un país que reparte castigos a los vivos y premios a los muertos" p. 252. Preanuncia la potencialidad de la figura de Alem, que se ha hecho acreedora de perdurar mediante la escritura. "Desearía escribir, si pudiera, la historia de su amigo. Pero tal vez ya es tarde, Leandro, otros lo harán" p. 253.

Durante el transcurso de la narración las instancias de lo público y lo privado, que se inscriben en el desarrollo de historia y discurso, se vinculan mediante diálogos e imágenes descriptivas, que a veces adquieren carácter escénico. Por otra parte, con la reiterada representación del coche que va atravesando la ciudad la historia adquiere rasgos visuales y auditivos de la imagen fílmica pues el lector puede asimilarse al espectador que ve la constante silueta de un carruaje y oye el repiquetear de los cascos del caballo.

En síntesis

Hemos intentado puntualizar los rasgos y recursos susceptibles, de ubicar lo biográfico en la categoría de novela. Y por último, y a título de reflexión personal, pensamos: el coche vacío que aparece en la obra después de la desaparición física de Alem representa una metáfora del destino histórico del país, que ha dependido y dependerá de la persona que logre y/o pueda ocuparlo. Así lo expresan los versos con que concluye el payador cuando ve pasar un coche placero sin nadie a quien llevar.

El tiempo dirá hasta cuándo,
el tiempo dirá por qué
seguirá el coche rodando
que se lleva a Leandro Alem.
Y cuando pasen los años
el tiempo es sólo tal vez
otro contará la historia,
porque siempre hay un después. (p. 254)

  

Notas
(1). Véase Lena Paz, Marta Argentina. Las múltiples voces de una tragedia histórica argentina en la novela Una chaqueta para morir, de Pedro Orgambide. En: La función narrativa y sus nuevas dimensiones.

(2). Sobre Alem Bernardo González Arrili escribió una medulosa biografía: La vida atormentada de Leandro N. Alem.

(3). Según Leonor Archuf, "En el terreno de la literatura lo biográfico comprende géneros consagrados históricamente, pero su existencia es tan antigua que según Philippe Lejeune suele alimentar el mito de eternidad (desde las peripecias del héroe en el relato oral, la biografía y autobiografía antiguas, la figura del pícaro, etc.)" p. 167.

(4). Bajtín establece que "un valor biográfico no sólo puede organizar una narración sobre la vida del otro sino que también ordena la vivencia de la vida misma y la narración de la propia vida de uno".
Y luego especifica que "los biográficos son los valores comunes compartidos entre la vida y el arte; es decir, pueden definir los actos prácticos como su finalidad, son forma y valores de la estética de la vida" p. 134.

(5). Leonor Archuf entiende los términos público y privado en el sentido que la modernidad les otorga: "el surgimiento de un espacio interior, opuesto o enfrentado a una exterioridad de la idea de individuo en relación con la sociedad y de una distribución diferente de las esferas del quehacer humano, incluidas las más elementales de la domesticidad" p. 173-174.

(6). Adolfo Saldías, 1850-1914. Historiador, periodista político. Radical, participó en la Revolución del ’96 y fue desterrado a Montevideo, donde comenzó la preparación de su obra Historia de la Confederación Argentina, de carácter revisionista.

(7). Algunas frases del testamento político, como la que concluye el párrafo, han adquirido una resonancia que ha repercutido y repercute aún en la consciencia popular. En el comienzo de la carta, escribe: "He terminado mi carrera, he concluido mi misión. Para vivir estéril, inútil y deprimido es preferible morir, sí que se rompa pero que no se doble" p. 245. La exhortación "¡Adelante los que quedan!" p. 246. En la novela, durante el entierro de Alem, repite dichas palabras el joven Marcelo T. de Alvear, futuro presidente argentino, p. 252.
 
 

Bibliografía

Orgambide, Pedro. Leandro N. Alem o La noche es buena para el adiós. Buenos Aires, Atlántida, 2000.

Archuf, Leonor. "Identidad y discurso: espacio de lo biográfico". En: Revista del Instituto de Lingüística, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, no. 1, nov. 1992.

Bajtín, Mikael. Estética de la creación verbal. México, Siglo XXI, 1995.

Bal, Milke. La narratologie. Utrecht, H&S,

Baquero Goyanes, M. Estructuras de la novela actual. Madrid,

González Arrili, Bernardo. La vida atormentada de Leandro N. Alem. Buenos Aires, Ediciones Tiempos Modernos, 1957.

Pozuelo Yvanco, José María. "Teoría de la narración". En: Curso de Teoría Literaria. Coordinación: D. Villanueva. Madrid, Taurus, 1994