Casa de campo de José Donoso: Un relato mítico, atemporal y cíclico
 
 

Mayra E. Bonet
Lehman College, CUNY



Los estudios críticos en torno a la obra del escritor chileno José Donoso (1924-1996) sostienen que Casa de campo (1978) presenta una ambigüedad temporal. Mi análisis sugiere que si bien esta apreciación es cierta, la ambigüedad temporal le otorga un carácter ontológico en la medida que Donoso cuestiona el significado del tiempo en la existencia de los personajes dentro de sus circunstancias sociales, económicas y políticas; y adquiere una connotación diferente a la discutida por los críticos, si se tiene en cuenta otros planos temporales-espaciales como el del viaje, el de los rituales de la familia Ventura y el de los ciclos de la naturaleza. (1) En este ensayo analizo la manera en que Casa de campo, como en algunas obras anteriores de Donoso, se presenta dicha relación existencial del tiempo-espacio.

La producción literaria de José Donoso se divide en tres etapas cronológicas: la primera corresponde a las obras escritas en Chile, 1953-1966; la segunda, 1967-1980, a su autoexilio en España; y la tercera, 1980 al 1996, a las últimas novelas escritas después de regresar a su país.

Donoso escribió Casa de campo durante el período que el autor se radicó en España y la terminó cinco años después del golpe militar chileno contra el gobierno de Salvador Allende (1908-1973), que le permitió a Augusto Pinochet en el 1973 proclamarse gobernante absoluto de Chile. De este contexto histórico por el que atravesaba Chile, y del cual Donoso se distanció al vivir en España, nace Casa de campo.

La novela Casa de campo ha sido clasificada por los críticos Carlos Cerda, Myrna Soloterevsky, Augusto C. Sarrochi, Flora González Mandri y Enrique Luengo, entre otros, como una metáfora de la dictadura chilena. Estos críticos argumentan que la actuación de los Niños, que permanecen en la casa durante el paseo dominical de los Adultos Ventura al paraje maravilloso, es similar a la instauración del régimen socialista en Chile. En José Donoso: Originales y metáforas, Carlos Cerda sostiene que existe una relación unívoca entre los eventos históricos acaecidos en Chile en el 1973, el golpe de estado a Salvador Allende y el texto donosiano. Cerda resume la relación entre la historia chilena y la ficción donosiana cuando dice:

Desde la intencionada irrealidad de su mundo, esta novela alude a un acontecimiento histórico muy real: la instauración de una dictadura militar en Chile como resultado de la crisis política e institucional que motivaban las transformaciones revolucionarias emprendidas por el gobierno de Salvador Allende. (17) Por lo tanto, para describir, criticar y expresar su propia visión, Donoso intercala en su texto el discurso histórico-político. A través de esta cita también puede vislumbrarse el segundo discurso que el autor integra de la cultura chilena, el castrense. Este discurso está ligado a la función del ejército chileno como un organismo protector del Estado cuya tarea según indica Hernán Vidal en Mitología militar chilena: Surrealismo desde el superego (1989) es: "formación e implementación de una política y de un sistema de seguridad nacional" (18). Paralelamente, en Casa de campo, las funciones del ejército de Sirvientes, presidido por el Mayordomo, en la casa veraniega de la familia Ventura son: vigilar a los Niños, mantener el orden y hacer uso de la violencia. En ambos escenarios, el real--Chile durante el gobierno militar y el de la metaficción--, la desigualdad de las clases socio-económicas está reflejada en la segmentación del espacio, tanto interno como externo, y en la concepción histórica correspondiente a los eventos acontecidos en la casa de campo durante la ausencia de los Adultos Ventura.

En Casa de campo, así como en otras novelas de José Donoso, la familia no sólo es el tema de la acción, sino que funciona como el personaje principal. El espacio de la casa funciona como el símbolo que le permite al escritor cuestionar el papel social de la familia burguesa, de su concepción de los eventos políticos chilenos y de su visión del temporal-espacial. La historia de la familia Ventura se remonta a la de las primeras generaciones quienes compraron las tierras de Marulanda con el propósito de cimentar su imperio económico:

Degollando tribus y quemando aldeas los primeros próceres salieron triunfantes de esta cruzada, que afianzó a los Ventura no sólo en el orgullo de su labor esclarecida sino en el goce de tierras y minas conquistadas a los aborígenes. (34) Los Ventura perpetúan la tradición familiar todos los veranos que consiste en instalarse en su casa de campo por un período de tres meses. Dicha estadía cumple dos propósitos fundamentales: el económico de solidificar la base del comercio aurífero y el familiar de transmitir los valores de la familia. La historia que relata el narrador si bien, por un lado, continúa la tradición familiar--narrar la estadía de los Ventura en la casa de campo--por otro lado, rompe el rito del viaje anual al insertar un segundo viaje, el de los Adultos Ventura al paraje maravilloso. Este paseo motivará entre los personajes interpretaciones de índole temporal ambigua, ya que para los Adultos durará un sólo día y para los Niños un año. La ausencia del hogar de los Adultos provoca el evento socio-histórico que se escenificará alegóricamente en la casa de campo, la instauración en Chile del gobierno --de los Niños, un grupo de Sirvientes, los Nativos y el doctor de la familia Adriano Gomara, personaje que encarna en la novela al personaje histórico de Salvador Allende-- que a nivel de alegoría se puede asociar a la instauración del sistema socialista en Chile en el 1973. (2)

En Casa de campo, concibo la estructura general como un ritual que sintetiza el espacio y el tiempo en un viaje, si bien este viaje enmarca otros viajes. Al comenzar la narración, el tiempo presente, se bifurca en dos direcciones: la excursión de los Adultos, cuya duración según ellos es de un día; y la estadía de los Niños en la casa, para quienes transcurre un año:

Quedaron los treinta y tres primos encerrados en el parque, encaramados en los árboles y asomados a los balcones, agitando pañuelos de despedida mientras los más pequeños mostraban rostros llorosos a través de la empalizada de hierro, observando la cabalgata que al cabo de un rato se perdió entre las gramíneas. (14) Al final de la novela, el narrador informa que "aterrorizados [los Adultos], pero juntos, comenzaron a hendir la tempestad buscando el camino de regreso a casa;" (487) es decir, se encuentran ocupados en otro viaje. Con este principio y final unificados del viaje, Donoso noveliza uno de los temas más conocidos de la literatura universal, la vida como viaje. La primera parte de la novela titulada, "La partida," corresponde al viaje anual de la familia Ventura a Marulanda y a su vez al paseo dominical de los Adultos al paraje maravilloso. Este primer desplazamiento de los personajes que se movilizan de la capital, Santiago, al campo constituye un paradigma que ilustra la repetición de una acción simbólica, en la medida que es una actividad que conforma lo uno y el todo en un mismo plano temporal-espacial ya que este único viaje en el texto representa todos los viajes anuales de la familia Ventura. Paradójicamente, esta ceremonia le asigna una dimensión estática e inmutable a la existencia de los miembros de la familia Ventura. El segundo es el viaje dentro del viaje, al integrarse la excursión al paraje maravilloso dentro del modelo anterior. Jan Joost van Baak en The Place of Space in Narration (1983) designa cuatro de las fases que por lo general comprende el motivo del viaje, fases que podríamos comprobar también en la novela donosiana: The recursive scheme of movement shows at least the following phases, which may be amplified by other phases, depending on their relevance as motifs: Departure--Movement--Arrival--Stasis (Departure). (104) Estas cuatro fases pueden identificarse en el texto novelesco donosiano de la siguiente manera: la partida de los Adultos al paraje; dos tipos de movimientos: el primero que el lector asume ya que el narrador no lo hace explícito es el de encaminarse a este lugar maravilloso y el segundo, es el que se describe detalladamente al comienzo del capítulo nueve, "El asalto," la ruta o movimiento que encamina a los Adultos a su casa; la llegada azarosa de los Adultos a la casa de campo; y la "Stasis (Departure)" que señala la póxima partida de la familia. Hipotéticamente el ritual a Marulanda se inicia con la partida desde la casa de Santiago para retornar a este mismo lugar una vez pasados los tres meses en Marulanda. Sin embargo, por primera vez, la familia no completará esta cuarta fase del ciclo ya que gran parte morirá ahogada por los vilanos que se expanden por los terrenos de la casa.

De la superposición de planos temporales en la obra me detendré en el segundo, el viaje al locus amoenus o paraje maravilloso que he definido como el viaje de retorno a un tiempo ahistórico. En el primer capítulo de la novela, "La excursión," al lector se le informará de una de las versiones de cómo se origina la idea del paseo a este lugar paradisiaco o locus amoenus. Los Ventura asumen el papel de investigadores que intentan desentrañar la verdad sobre un tesoro recóndito (el paraje) que aparentemente se encuentra en los confines de sus propias tierras y que conocen gracias a una referencia de sus antepasados, quienes ya habían comentado la posibilidad de la existencia de dicho tesoro. Las dos pruebas que van a confirmar la hipotética existencia del paraíso serán, primero, la convocación de los delegados de los Nativos ante los Adultos Ventura cuyo objetivo era "confirmar la existencia del paraje" (23). Segundo, la participación de un miembro de la familia, Arabela Ventura, quien "proporcionó las pruebas de la existencia del Edén" (23). Una vez encontradas las pistas, los Ventura se aventuran a marchar hacia ese otro plano de sus tierras, que puede interpretarse como la búsqueda de las raíces de la historia del continente americano. La hazaña de aventurarse hacia lo desconocido recuerda la historia de la conquista de Chile, tanto por el elemento del viaje como por el lugar al cual ellos dirigen sus pasos. En La Araucana, Ercilla también emprende un viaje hacia un país en donde encuentra, entre otros parajes, esa Arcadia, el locus amoenus, que recrea en la novela el personaje Celeste Ventura al compararlo con: "L'émbarquement pour Cythère" (22). Esta referencia remite a la obra del pintor de fiestas galantes, Antoine Watteau, quien en el 1717 se da a conocer precisamente por su cuadro "L'émbarquement pour l'île de Cythère." Los elementos que brindan la sincronía del paisaje pictórico y del literario son la naturaleza y el motivo de la partida que emprenden los protagonistas. En la obra de Watteau, los amantes deciden evadir su realidad escogiendo un espacio mágico y refugiándose en el universo poético del sueño. Asimismo, en la obra donosiana, Celeste recrea el paseo de los Adultos como "un verdadero sueño" (246). El componente onírico latente en ambos viajes introduce en la novela una temática característica del surrealismo, la técnica del sueño y su incursión en lo real como un medio que permite el entendimiento de la totalidad del individuo y de su liberación. En la novela de Donoso, como en la obra del pintor Watteau, dicho componente onírico es el portador de un estado de evasión colectiva que libera a los Adultos Ventura del tiempo cronológico. De este modo, el "paraíso terrenal" desencadena en ellos un estado subliminal que lleva a los personajes a una esfera donde coexiste lo fantástico-maravilloso.

En oposición al cuadro del paraje ameno, evocado por Celeste, se construye simultáneamente en el tiempo de la ficción el cuadro grotesco del terror y de toda la fealdad que resume la situación caótica en la casa de campo:

Era verdad que en Marulanda reinaba la anarquía y el desenfreno. Y era verdad, sobre todo, que instigados por Adriano Gomara los antropófagos se habían apoderado de casa, jardín, minas, huertas, muebles, implantando allí su salvaje modo de vida con pretensiones de encarnar un nuevo orden. (279) La antítesis del lugar edénico es el de la casa de campo que representa un ambiente de pesadilla angustiosa, opresión y dificultad ya que: "[…] reinaba el desorden, la insatisfacción, la hambruna, la pereza" (259). Los dos estados, sueño--viaje al paraje maravilloso-- y pesadilla--la instauración de un nuevo régimen socio-político en la casa de campo--, que se dan paralelamente, representan el orden y el caos, la armonía y el desorden social.

El paseo rompe el esquema anual de los viajes a Marulanda, producirá cambios irreversibles en los personajes y en los espacios que ocupan. En el capítulo uno el narrador relata los primeros cambios ya que uno de los Niños, Wenceslao, cambia "su vestido de niña por pantalones" (27), acto seguido visita y libera a su padre, Adriano Gomara que estaba preso en el torreón. En el capítulo dos, "Los Nativos," Gomara es el personaje que provoca los nuevos sucesos que tienen lugar en la casa de campo. El título del capítulo tres, "Las lanzas," se refiere a las armas-barrotes que forman parte de la verja que define el perímetro del parque, y que separa el espacio externo inmediato a la casa del espacio indómito y amenazador en que viven los Nativos. El niño Mauro, de dieciséis años, será el líder de los primos en el proyecto de arrancar las lanzas y destruir la frontera entre el jardín--el espacio privado de los Ventura--y el campo abierto de los Nativos. El acto de arrancarlas simboliza la ruptura de separación con el espacio del "otro," y a nivel alegórico del referente social chileno, abre las puertas a la eventual invasión de la alta burguesía por las clases marginadas. Más adelante el capítulo seis, "La huida," narra la partida de la niña Malvina hacia Santiago. En el capítulo siete titulado, "El tío," Juvenal, uno de los Niños--por ser casi adulto--deambula por los diferentes recintos de la casa y hace uso del poder para dominar y someter a sus primos. En la primera parte de la novela, "La partida" que constituye los primeros siete capítulos se han llevado a cabo dos viajes: el primero al paraje maravilloso y el segundo, al final del capítulo seis, el de Malvina.

La apertura del capítulo ocho, "La cabalgata," introduce el retorno del motivo del viaje dentro del viaje, el regreso de los Adultos Ventura a su centro-casa. Esta es la segunda fase del viaje que ha sido definida por Jan Joost van Baak como la de "movement." En este capítulo se describe detalladamente el camino, nexo entre el paraje maravilloso y la casa de campo, que les va a devolver a su origen o punto de partida, la casa. Van Baak me permite sustentar mi lectura de la función intermediaria del camino al afirmar: "The road in this sense is the conexion between two marked points in space; but at the same time is a succession of difficulties, dangers and obstacles" (77). La ruta o camino de regreso representa un despertar con la atmósfera de carácter onírico del paraje, ya que los Ventura van a desadormecerse, cuestionar la realidad, resisitir la anarquía y desmentir el supuesto estado de confusión que ha caracterizado el espacio de la casa de campo durante su ausencia. La primera irrupción del caos es el encuentro azaroso con dos de los Niños, Casilda y Fabio quienes le informan: "--Hace un año que Casilda y yo estamos aquí muriéndonos de hambre y miedo--intervino Fabio" (253). Los Niños, que huyendo de la confusión de la casa se han refugiado en una capilla, se convertirán en los mensajeros del desconcierto y caos que impera en la casa, antiguo reino del orden y la belleza. La apariencia de los Niños, que están desaliñados y han padecido hambre y sed, conjuntamente con su hijo que carga en los brazos Casilda, son testimonios de los sucesos acaecidos en la casa durante el año que según los Niños ha durado la ausencia de los padres. Este cuadro cobra intensidad dramática cuando los niños aluden al robo del oro, una confesión que provoca profunda y verdadera preocupación en los Adultos, llevándoles a poner en ejecución un plan destinado a la defensa de su riqueza. El capital de la familia Ventura se ve amenazado por los cambios ocurridos en la casa durante la ausencia de los Adultos. En el lapso de tiempo que ellos visitan el paraje maravilloso, Malvina ha robado el oro, abandonado la casa y partido, junto a uno de sus primos Higinio, para gozar de la vida citadina. Por su parte, los Nativos:

Al poco tiempo pasaron de regreso dos nativos en el carromato del tío Adriano cargado de mercancías con las que pensaban hacerse ricos vendiéndoselas a otros de su raza: iban emperifollados, con corbatas carmesí, con oro en los dientes y diamantes en las orejas. (257) Hermógenes Ventura y la familia tienen que formular un plan destinado a la recuperación de su centro del poder familiar y económico. Por ello, el grupo de los Adultos y sus Sirvientes deciden dividirse en dos: uno se dirigirá a la capital a buscar refuerzos y el segundo cabalgará a reconocer el campo enemigo. Esta escena familiar demuestra que el verdadero propósito del viaje anual a Marulanda es el de consolidar la base del comercio aurífero. El despacho de Hermógenes Ventura y las bóvedas situadas en los sótanos designan las áreas centrales donde se ejecuta todo el proceso relacionado con la compra y la preservación del oro que extraen los Nativos. Por ello, en la novela la casa es el principal espacio comercial que asegura el modo de producción económica de la familia. Henry Lefebvre me permite confirmar esta lectura, "space itself, [is] at once a product of the capitalist mode of production and an economic-political instrument of the bourgeoisie" (129).

El siguiente capítulo, "El asalto," define la tercera fase de la llegada o "Arrival" de los Adultos Ventura. En dicho capítulo se narra la escena bélica en que participan miembros de los grupos de Adultos, Niños, Sirvientes y Nativos. Una vez terminada la batalla a favor de los padres y re-establecido el orden del estado económico, social y político, los Ventura se re-instauran en su "trono." Una vez en su antigua posición, manifiestan la opresión dictatorial frente a todos los elementos adversos a su hegemonía social, económica y política.

Espacio-temporal, los ritos y la naturaleza

La novelística de Donoso se caracteriza por la importancia que le otorga al tema temporal-espacial, a los ritos y a la naturaleza. Dichos temas están vinculados al personaje colectivo de la familia. En su primera novela Coronación (1957), dividida en tres partes: "El regalo," "Ausencias" y "Coronación" se ocupa de la familia Abalos. Donoso, indirectamente, alegoriza el carácter social del espacio interior al presentar a las mujeres sometidas a la casa, dentro de la cual pueden mantener el control y el poder en las decisiones que se dan en el interior de la familia. La vida de dos personajes, las criadas Lourdes y Rosario, se troncha debido a su relación intrínseca y limitada con la casa y particularmente con el espacio culinario. Por ello, sus vidas se mantienen estáticas; al parecer el tiempo transcurre pero de un modo cíclico, repetitivo y ritualístico. Lourdes y Rosario están confinadas al espacio de la cocina, y en dicho espacio son las absolutas soberanas. Asimismo, la vida de Misiá Elisa Grey, la "monarca" nonagenaria de la familia, gira en torno a su habitación ya que, "no salía de su alcoba desde el decenio anterior" (14). Misiá Elisa no se permite incorporar elementos adversos del mundo exterior y de este modo mantiene el prestigio del nivel socio-económico que su clase tuvo en el pasado. En el tiempo presente de la acción, la desintegración física y económica de los personajes se refleja en el interior dilapidado de la casa y en la descripción de los objetos materiales. Al igual que en Casa de campo, la novela Coronación, contiene varios temas paralelos, como el de la casa convertida en un símbolo que indica la posición económica de las clases sociales. Por un lado, la burguesía representada en la familia Abalos y Gros; y por el otro, en oposición a estas dos familias adineradas, se presenta la clase baja proletaria de Mario y su familia para quienes el acceso a la zona privada de la casa de los Abalos estará totalmente vedada. (3)

En otra de las novelas de Donoso, El lugar sin límites (1965) hay una referencia explícita a los ciclos naturales y a cómo la vida de los personajes depende de esta relación sincronizada con las fases ritualísticas de la vendimia que se repiten anualmente. El lugar de la acción es un prostíbulo, en el cual, prostitutas, homosexuales, obreros y campesinos sobreviven en el infierno de este espacio sombrío y decadente que es el pueblo El Olivo. En esta obra, la relación de los personajes con el espacio y el tiempo es absoluta, tanto dentro del burdel como en el afuera, ya que su propia subsistencia se basa en su relación con la casa-burdel y los ciclos de producción agrícola que proveen el dinero de sus clientes. Además, en esta novela el tema de la espera adquiere un carácter psicológico ya que los habitantes del Olivo viven con la esperanza de que sus vidas mejoren materialmente. En Casa de campo, Donoso retomará el tema de la espera a través del grupo colectivo de los Niños Ventura. El narrador relata que la partida de los padres sembró la incertidumbre y el desconcierto de los hijos al no tener la certeza de que los Adultos regresarían del paraje maravilloso: "Entre los niños circula el rumor que el paseo durará más de un día, una semana, un mes, un año, más, encerrándonos quizás eternamente en la verdegueante isla de Cythère" (148).

A fines de la década de los sesenta se publica la tercera novela de Donoso, Este domingo (1966) que considero una de sus obras más representativas en cuanto a la manifestación explícita de los rituales familiares. Sharon Magnarelli, en su libro, Understanding José Donoso (1993), comenta que el título "presents the history of the ritual Sundays" (53). El "sagrado" día que es el domingo configura la multiplicidad en la unicidad y es el espejo en el cual se reflejan ad infinitum las imágenes inalterables del transitar de los personajes por el espacio familiar a través de todos los domingos. Para el narrador-protagonista la monotonía del rito dominical queda expresada en la siguiente cita: "El domingo próximo y cincuenta, cien, quinientos, domingos más en el futuro, como otros tantos domingos en el pasado" (29).(4) La infancia del protagonista se distingue por una serie de rituales que incluyen la visita dominical a la casa de su abuela, los juegos de los primos y "el sacrosanto olor" (47) de las empanadas. Dentro de este conjunto de elementos que componen los ritos del domingo, la comida es otra manifestación de las actividades dominicales que rigen el comportamiento de la familia. En Patterns in Comparative Religion (1958), Mircea Eliade resume la función de la comida y a su vez confirma mi lectura cuando dice:

[…] all the rituals connected with food celebrated within the limits of the sacred area, of the totem centre, are simply an imitation and reproduction of the things done in illo tempore by mythical beings. (367-68) Todos los rituales y particularmente los vinculados al acto de comer las empanadas se dan en el espacio de la casa de la abuela. En Este domingo el autor plantea los siguientes temas que ha de desarrollar más tarde en Casa de campo: el viaje, el espacio de la casa como el centro de encuentro de la familia, y los rituales como forma de eternizar el tiempo, en la medida que la familia Vives repite incesantemente actos rutinarios y habituales; su concepción del espacio-tiempo es similar a la de la familia Ventura en Casa de campo.

Entre 1973 y 1980, transcurre el período en el cual Augusto Pinochet gobierna en Chile y José Donoso reside en España y en los Estados Unidos. Durante esta época será publicada la novela, El obsceno pájaro de la noche (1970), considerada como una de las más logradas de la narrativa donosiana, dada su complejidad estilística y temática. En la novela, los rituales guardan relación con las actividades del personaje principal, El Mudito--un imbunche chilota--y las viejas que habitan la casa. (5) Él es el medio a través del cual los lectores van a conocer las intrigas que se urden en el microuniverso del espacio narrativo de la casa: el claustro donde habitan unas viejas y que pertenence a la familia Azcoitía. Al comienzo de la obra el narrador señala, "y mientras esperan, las viejas barren como lo han hecho toda la vida o zurcen" (25). En esta novela los rituales no se describen como una actividad exclusiva de la clase burguesa, sino que aluden a un grupo social, el de la mujer hispana. La colectividad femenina, las viejas, viven en la novela su propio tiempo, dentro de una vida de clausura. Para subrayar lo anterior, al final de la novela, el narrador concluirá: "un ritual, todo era ritual" (496). Además, en el capítulo final se anuncia el plan de demoler la casa con el propósito de convertirla en la ciudad del niño Boy. Esta destrucción será representativa de la técnica de ésta y otras novelas del autor, sirva de ejemplo Casa de campo, que con frecuencia, centra el eje de la narración en el espacio de la casa para al final del texto anunciar los nuevos cambios que ocurrirán en dicho espacio.

El motivo de los rituales está estrechamente ligado al concepto de espacio y tiempo, y le da cohesión a un gran número de novelas de Donoso en la medida que la conducta repetitiva e invariable de los personajes crea otra dimensión temporal-espacial que podríamos considerar atemporal. (6) En varias obras de Donoso, los personajes responden no al tiempo cronológico sino al subjetivo. En Casa de campo, la atemporalidad consiste precisamente en esta sucesión acompasada o monorrítmica que no altera el curso de las existencias de los Adultos Ventura en el espacio donde se desarrolla la acción. Es un tiempo mítico, homogéneo, similar e idéntico. En The Myth of Eternal Return or, Cosmos and History (1974), Mircea Eliade analiza el concepto temporal en las sociedades primitivas y modernas:

Like the mystic, like the religious man in general, the primitive lives in a continual present. (And it is in this sense that the religious man may be said to be a "primitive"; he repeats the gestures of another and, through this repetition, lives always in an atemporal present). (86) El presente atemporal al cual se refiere Eliade define el plano del tiempo al cual se adscriben los miembros de las familias burguesas en las novelas de Donoso. Esto se debe a que Donoso, en sus novelas, por un lado, retrata a las familias burguesas latinoamericanas, en particular a las chilenas, que gozan de una serie de privilegios socio-económicos, y que tienen el poder de controlar la infraestructura del medio que los rodea; y por otro lado, presenta las condiciones socio-económicas que viven las familias de la clase media-baja. Los rituales en el texto donosiano tienen como función primordial representar la tentativa de estas familias burguesas por eternizar su historia social y familiar. En Casa de campo la función de los rituales se da en varias dimensiones. Por ejemplo, el traslado a Marulanda, que con el correr de los años se habrá convertido en una rutina y no en un viaje de reunión familiar. Al comienzo de la obra, en el capítulo dos, la voz narrativa así lo expresa:
Cada año venían a Marulanda con menos entusiasmo porque vislumbraban la posibilidad de no venir más, de romper el rito, ya que se habían acostumbrado a la comodidad de veranear con un médico en la familia. (60)
Dos de las actividades relacionadas con dicho viaje son la búsqueda por Lydia Ventura del Mayordomo y del ejército de Sirvientes para acompañarlos, y la estadía de la familia en su casa campestre por un período de tres meses. Dentro del espacio de la casa, se da paralelamente un conjunto de ritos que han iniciado los Adultos. De este conjunto, sólo mencionaré que los padres dividen su tiempo en secciones rituales como "la hora de los arrumacos" (29), y que los Niños se acuestan al "toque de queda" (36). Las muestras de afecto se dan solamente como parte de un ritual instituido y cronometrado.

El tema de los rituales en Casa de campo contribuye a dificultar la interpretación de la ambigüedad temporal, según los críticos han destacado. En la novela, todos los miembros Adultos, Niños y Sirvientes, son partícipes de ritos, dado que éstos conforman la organización y estructura de los sucesos que acontecen en la familia. El viaje a Marulanda corresponde al rito tradicional, cuyo propósito esencial ha sido mantener las bases de su comercio con los Nativos. En el capítulo dos, "Los nativos," el narrador va a corroborar el carácter ritual de esta repetición cuando dice: "Lo habían hecho sus abuelos, sus bisabuelos y tatarabuelos, y el rito se cumplía todos los años, incontestado, monótono y puntual" (54). El narrador relata el viaje a Marulanda desde dos niveles: el primero, el modélico que relata las estadías anteriores de los Ventura que cabe dentro de la definición de Eliade como un presente atemporal. El segundo nivel, el de la excursión al paraje constituye la inserción de un evento que alterará la estructura ritual de la vida familiar, su concepción del transcurso cronológico del tiempo y la desintegración del ritual.La descomposición del núcleo familiar, por el viaje al paraje maravilloso, es una consecuencia directa de la ruptura del rito anual que hasta ahora había mantenido unidos a todos los Ventura durante los veranos. Sin embargo, los Adultos no expresan el cambio que ha surgido en el interior de su ritual ante la idea de salir para esta excursión. Este cambio es descrito por la voz narrativa: "El ritmo de la casa cambió entonces: ferviente, divertido, impidió que se siguiera pensando en cosas desagradables porque era más urgente organizar el paseo" (24). En esta cita el narrador le asigna al espacio de la casa la facultad de movimiento y dinamiza dicho espacio para mostrar el vínculo que existe entre espacio y personajes.

Contrario a lo sustentado por algunos críticos de la novelística donosiana, creo que los ritos contribuyen a aclarar el problema de la ambigüedad temporal que plantea este texto. Primero, porque los ritos son un modo de anular el tiempo cronológico creando una especie de atemporalidad que no puede ser medida matemáticamente sino como una actividad múltiple. Segundo, porque representan una dimensión existencial en la saga de generaciones de los Venturas. Asimismo, el viaje dentro del viaje al locus amoenus desintegra la idea de la continuidad, de la multiplicidad, de la monotonía y del rito perenne que es para ellos la vida misma. El narrador le otorga al texto una dimensión ontológica al hacer un planteamiento del significado del tiempo en la existencia de los personajes. Lo expresa en la primera parte de la novela al indicar: "¿Y el tiempo…, el desesperante problema del tiempo que podía, con su ambigüedad, disolverlo todo, destruir personajes y programas, tranformándolos en monstruosidades?" (236).

El tema temporal-espacial y el de los ritos están vinculados al tema telúrico como se puede corroborar en la novelística de José Donoso. Sirvan de ejemplo: el primer libro-colección publicado en el 1955, Veraneo y otros cuentos, El lugar sin límites, El jardín de al lado, Casa de campo y Taratuta. Naturaleza muerta con cachimba (1990). El tema telúrico ha formado parte de la literatura hispanoamericana desde la conquista hasta nuestros días tanto en los escritores del período colonial como entre los modernos. En Casa de campo, la interdependencia de la relación temporal-espacial se manifiesta directamente en el escenario de la naturaleza. Al describir el viaje a Marulanda ocurre la primera referencia temporal en la que el narrador le da unidad a los eventos de la familia. Marulanda representa el espacio permanente y recurrente, por sugerir un movimiento circular en la trayectoria de los sucesos de los personajes debido a que éstos se mueven al ritmo de los cambios que ocurren en el espacio de la naturaleza y que determinan las estaciones del año. Los dos espacios distintivos de Marulanda son la casa y las tierras que la rodean.

El perímetro de las tierras que rodean la casa de campo, y que definiré como el plano externo, lo constituye el espacio telúrico. Dicho plano abierto y mutable, sufre una transformación dramática en la novela. Uno de los atributos más destacables de este espacio, desde el punto de vista de la música es su sonoridad que a su vez se relaciona con el ritmo cadencioso que está representado en la musicalidad de la flora: las gramíneas y los vilanos que han reemplazado a las plantas nativas.(7) Las gramíneas y los vilanos en las tierras de Marulanda pueden leerse a dos niveles: como un espacio físico que va absorbiendo y extendiéndose hasta tragarse la casa, y como un espacio sonoro que manifiesta musicalidad. Al inicio de la novela, la presencia de las gramíneas y sus vilanos es parte del decorado del paisaje de la casa de campo; sin embargo, hacia finales del verano su presencia va cobrando fuerza y sembrando el temor entre los miembros de la familia cuando se dan cuenta que no pueden escapar al poder y al exterminio que la asfixiante propagación de los vilanos va a causar en los habitantes de la casa. En las postrimerías de la novela, las referencias a las gramíneas y a los vilanos van aumentando porque su poder y presencia en la vida de los personajes también va aumentando, al haber desaparecido la verja del parque que los mantenía fuera de su casa. Dado que el tema del poder resulta ser uno de los fundamentales en la novela creo que al adjudicársele dicho papel dominante a la naturaleza, Donoso está sugiriendo que los temas de control que aparecen circunscritos a la familia Ventura, los poseedores del poder socio-económico, han sido arrebatados de la naturaleza y traspasan de nuevo gradualmente a ella. El uso donosiano de la naturaleza indica que para el poder supremo de ésta no exiten las diferencias sociales.

El tema de la naturaleza se funde al del tiempo y al del espacio, ya que el viaje de la familia a su casa veraniega está delimitado por el ritmo del crecimiento de las gramíneas con la eventual tormenta de los vilanos y la estación del año, el verano. El verano está circunscrito al espacio del campo, ya que es el único tiempo-espacio que está presente en toda la novela. (8) Sin embargo, para los Nativos, Marulanda es el único lugar que les identifica, tanto por la labor que deben cumplir como porque es su residencia permanente. Las tierras indómitas y salvajes forman el trasfondo de su microuniverso tanto en presencia como en ausencia de sus dueños. Pero este espacio nativo ha sido colonizado y corrompido por la civilización capitalista personificada en los Ventura.

El tema temporal-espacial no sólo aparece representado a través del motivo del viaje y de la naturaleza, sino que también está inscrito en el discurso directo de los personajes y del narrador. Las referencias explícitas al tema del tiempo son las más abundantes puesto que éste es parte del espacio mental del presente de los Niños y de los Nativos. Su presencia en todos los capítulos de la novela denota que el tiempo es la fuente verbal de mayor preocupación psicológica de los personajes, tanto para los Niños como para el Mayordomo, quien después del regreso se ha propuesto confirmar que la ausencia de los mayores ha durado solamente el tiempo-espacio de un día. La ausencia de los padres provoca una reacción compulsiva y obsesiva por parte de la colectividad de los Niños quienes intentan reafirmar el eventual retorno de los Adultos. En este sentido, los Niños se comportan como seres indefensos, inseguros y víctimas del temor--elementos que contribuyen a fortalecer el mando del Mayordomo y sus Sirvientes, los emisores e implementadores directos de los dogmas que definen el modo de pensar y la visión de los Adultos Ventura.

Entre los argumentos primordiales he destacado el espacio como uno de los componentes de mayor importancia en la obra de José Donoso. El espacio aparece en esta novela de dos maneras: como el escenario físico concreto de la narración: la casa de campo, el parque, las tierras, el locus amoenus, la ciudad; y como un recurso metafórico al cual el narrador hace referencia en varios capítulos del texto. Como es evidente, el concepto espacial está relacionado con el tema temporal, por lo que toda la acción de la novela está demarcada por tres espacios físicos--Marulanda, el Parque y la Casa--que existen en varios tiempos, y no en "ese vago siglo XIX" del que hablan algunos críticos. En efecto, hay una serie de tiempos alegóricos e históricos que se corresponden y yuxtaponen: el del gobierno de Salvador Allende, el de la dictadura de Augusto Pinochet Ugarte, el de la partida de los Adultos, el de la espera de los Niños y el cíclico de la naturaleza. Los lectores transitan conjuntamente con los personajes por estos espacios que en la obra son marcos referenciales de tiempos-espacios (a)históricos. Carlos Cerda explica la relación alegórica entre el microcosmo, la casa de campo veraniega y el macrocosmo, Chile durante el gobierno militar:

El carácter realista de una novela como Casa de campo radica en la apropiación histórica concreta de un hecho social, en la capacidad que Donoso ha tenido de expresar su referente real, a través de un sistema de correspondencias alegóricas
Como Cerda expresa, la correspondencia entre el espacio textual--la novela—y el geográfico—Chile--se plasma a través del recurso alegórico. Cerda señala que la labor asignada al Mayordomo y a los Sirvientes, la ejecución del poder y del control alegórico de la dictadura militar. Dictadura "real" en el Chile de 1973 y "alegórica" en la ficción creada por el narrador.

La casa es en esta novela, y en casi toda la novelística de Donoso, el espacio de la narración. Donoso privilegia los espacios cerrados y herméticos donde fluye la vida de los personajes burgueses protegidos de los eventos históricos que puedan empañar su atmósfera de tranquilidad o que puedan amenazar con destruir sus imperios económicos. Al detenerme en los personajes que transitan por el espacio cerrado de la casa, observo que Donoso subraya el comportamiento de los Niños en determinadas circunstancias. En el espacio cerrado, los personajes revelan sus inquietudes, pasiones y preocupaciones en torno a su existencia. De este modo, Donoso ha integrado un discurso metafísico a través del cual formula la idea del ser y del estar, de ocupar un espacio en el mundo como ente físico-corpóreo y abstracto. Por ejemplo, los Adultos aparecen representados en un estado de vida estática, subyugada a sus propios ritos familiares y sociales. Por el contrario, los Niños se representan como prisioneros envueltos en la cotidianidad de sus propias incertidumbres y obedeciendo a un código que limita su acción dentro de la casa. El sistema de reglamentos es impuesto por los Adultos e implementado por los Sirvientes. Dicho sistema se da bajo el concepto social del orden que se expresa en la novela cuando se introduce la cualidad esencial de la vida de los Adultos Ventura--su idolatría por el orden en un espacio y tiempo controlados exclusivamente por ellos.

Las referencias al tiempo ocupan un lugar significativo en la vida de los tres grupos de personajes, los Niños, los Adultos y los Sirvientes, incluido el Mayordomo. Es imperativo recordar que la novela está construida sobre el motivo de los dos viajes, el anual a Marulanda y la excursión de un día al paraje maravilloso. Por lo tanto, de estos viajes se desprende un elemento que los unifica a ambos: el transcurrir del tiempo histórico en unos espacios determinados. Sin embargo, no hay que olvidar que existe un tiempo que no es cronológico y que afecta la conducta de los personajes. Este es el tiempo mental de los Adultos, quienes viajan al parque en una dimensión distinta del tiempo histórico cuando se alejan del espacio de la casa. El paraje maravilloso les hace participar de un sueño colectivo en el cual viven en una especie de atemporalidad mítica que no puede medirse explícitamente a través del discurso novelístico. Los Adultos insisten en todo momento que solamente ha transcurrido un día, indicando que su nivel consciente del tiempo es cronológico y que encaja dentro de la creación de la realidad colectiva. Ante esta situación en que están inmersos los Adultos, la casa se modifica y transforma ante el lector como si fuera partícipe activo y además testigo fiel de los eventos que tienen lugar durante la ausencia de los Adultos:

La casa había quedado como arrumbada en la llanura, un lujoso objeto desasosegante, descompuesto, los arriates y los rosedales arrasados, gran parte del parque quemado o talado por el hacha de los nativos que necesitaron leña. Del jardín, claro, no quedaban trazas […]. (411) La casa es el lugar que ofrece el testimonio de los hechos llevados a cabo por los personajes tanto en el pasado remoto familiar como en el presente de la re-escritura de la historia chilena. La casa es el común denominador, es el escenario, el espacio teatral que escoge el autor para crear el texto novelesco. En esta obra de Donoso hay un predominio de dos espacios, el de la casa y el chileno, que le permiten al lector aprehender la realidad chilena desde una doble perspectiva cuyo punto de encuentro será el macrocosmo de la sociedad latinoamericana.
 
 

Notas

(1). Para los críticos Carlos Cerda, Myrna Soloterevsky, Ricardo Gutiérrez Mouat, Enrique Luengo, Sharon Magnarelli y otros, la ambigüedad reside exclusivamente en el periodo de tiempo que los Adultos se ausentan de la casa de campo para ir al paseo dominical. La ambigüedad temporal está vinculada a la percepción de los eventos de acuerdo con elinterlocutor; en la novela, dos de los grupos de interlocutores son los Adultos y los Niños.

(2). La relación que se establece en la novela entre el personaje personaje político-real de la historia chilena, Salvador Allende, y el personaje de la ficción, Adriano Gomara, ha sido presentada por Carlos Cerda entre otros críticos. El asesinato de la hija de Gomara en el texto no aparece vinculada al contexto histórico. Si bien, podría argumentarse que la hija puede simbolizar el final de una etapa política. La destrucción de una vida ha dado paso en la novela al renacimiento de la figura del hijo Wenceslao, como figura dominante de la familia Gomara Ventura y de un grupo de sus primos.

(3). Paralelamente, en Casa de campo, en el capítulo dos, "Los nativos," el narrador subraya la actitud de superioridad y el significado del concepto acceso que emana de la familia ante la relación de Adriano Gomara con Balbina Ventura:

No siendo uno de ellos, pariente como todos por sangre, por educación y por leyes
acatadas sin enunciarlas, no podían predecir cómo se desempeñaría en su papel de
marido. Adriano pertenecía a una especie desconocida para los Ventura, un ser distinto que tenía la extraña costumbre de sopesar, antes de aceptarla, ambos lados de cualquiera proposición. (63)
(4). Donoso repetirá el patrón espacio-temporal en La desesperanza (1986) al privilegiar un espacio geográfico, Chile, dentro de un marco temporal específico, la duración de la narración es de un día y corresponde al entierro de Matilde, la esposa de Pablo Neruda.

(5). Donoso aborda en esta novela la leyenda chilota de los imbunches, en la cual se narra que los brujos de Chiloé (isla al sur de Chile), robaban niños sanos, los metían en una cueva y les atribuían cualidades mágicas.

(6). En la colección Cuatro para Delfina (1982) la novela que lleva este mismo título también se vale del rito, así como en la novela corta, "Los habitantes de una ruina inconclusa" que presenta el paseo nocturno del matrimonio Castillo planteado como rito: "Para las personas maduras, éstos mínimos rituales cotidianos, como sacar a la perra después de la comida, adquieren un carácter de hitos reguladores que van dándole homogeneidad y prolongando el tiempo" (97).

(7). En el capítulo dos titulado, "Los nativos," el narrador le informa a los lectores sobre el origen de estas plantas. Destaca que los Ventura "contaban entre sus triunfos el haber logrado alterar la naturaleza, demostrando así su poder sobre ella" (57). Alteraron la flora de Marulanda al sembrar las semillas de las gramíneas enviadas por un extranjero de modo que fuese factible explotar el suelo para aumentar sus intereses económicos. Las gramíneas se han convertido, sin embargo, en un castigo, pues han desplazado a las plantas nativas sin producir ninguna cosecha provechosa.

(8). Con Casa de campo, Donoso subraya una de las estaciones del año, el verano. En su primera publicación, Veraneo y otros cuentos (1955), recrea dicha estación que se repetirá posteriormente en El jardín de al lado. Se observa pues que el verano no es sólo un referente textual en la obra donosiana sino que pasa a ocupar el lugar del espacio-tiempo fundamental de varios de sus escritos.
 
 

Obras citadas

Arens, W. The Man-Eating Myth: Anthropology and Anthropofagy. New York: Oxford UP, 1979.

Baak, Jan Joost van. The Place of Space in Narration. Amsterdam: Rodopi, 1983.

Cerda, Carlos. José Donoso: Originales y metáforas. Santiago de Chile: Planeta, 1988.

Donoso, José. Coronación. Santiago de Chile: Zig-Zag, 1957.

---. El lugar sin límites. Barcelona: Seix Barral, 1965.

---. Este domingo. Barcelona: Seix Barral, 1966.

---. El obsceno pájaro de la noche. Barcelona: Seix Barral, 1970.

---. Casa de campo. Barcelona: Seix Barral, 1978.

---. Cuatro para Delfina. Barcelona: Seix Barral, 1982.

---. Taratuta. Naturaleza muerta con Cachimba. Barcelona: Seix Barral, 1990.

Eliade, Mircea. The Myth of the Eternal Return or Cosmos and History. Trans. Willard R. Trask. New York: Princeton
     UP, 1974.

---. Patterns in Comparative Religion. Trans. Rosemary Sheed. Massachusetts: Signet Classics, 1974.

Girard, René. Violence and the Sacred. Trans. Patrick Gregory. Baltimore: Johns Hopkins UP, 1989.

Lefebvre, Henri. The Production of Space. Trans. Donald Nicholson-Smith. Oxford: Blackwell 1991.

Magnarelli, Sharon. Understanding José Donoso. Columbia, SC: U of South Carolina P, 1993.

Vidal, Hernán. Mitología militar chilena: Surrealismo desde el superego. Minneapolis: Institute for the Study of
     Ideologies and Literature. Series Literature and Human Rights, n.6, 1989.