La muestra A.C. (1906-1939) o Vanguardia en Cataluña.
Entre arte y literatura una afirmacion de catalanidad
 
 
Montserrat Prudon Moral
Université Paris 8
 
 

La muestra se celebró en el edificio La Pedrera, en Barcelona en 1992 (16. VII-30. IX). Fue patrocinada por las autoridades del Ayuntamiento (bajo el mandato de Pascual Maragall) conjuntamente con la aportación de la "Fundació Caixa de Catalunya " fundación propietaria del edifico histórico, obra de Antoni Gaudí, sede que, como mecenas cultural, se dedica a acciones de este tipo. La muestra es parte de la llamada "Olimpíada Cultural" cuyos preparativos se iniciaron desde 1988 hasta la fecha concomitante con la olimpíada deportiva de 1992. Desde esta perspectiva, la de soporte e ilustración de una manifestación a nivel internacional aparece dicha exposición como eminentemente simbólica y desde muy distintos puntos de vista. Surge de entrada una serie de preguntas: ¿por qué esta olimpíada cultural ? ¿por qué esta muestra ? ¿por qué tales fechas ? interrogantes que intentaremos dilucidar.

Por esto se examinará el significado temático y temporal (vanguardia ¿pero qué vanguardia?) a la vez que su actualización, desafío y reivindicación de identidad por parte de una comunidad (la catalana) minoritaria en el Estado al que políticamente pertenece (España).

La exposición ofrecía al visitante un largo recorrido con 453 referencias de obras / objetos ¿cosas? de infinita variedad rayana, como todas las exposiciones de este tipo, en lo heteróclito: cuadros, dibujos, carteles, revistas, libros, fotografías, autógrafos, material vario que aspiraba a dar cuenta del modo más amplio posible del panorama vanguardista programado.

Se publicó un libro-catálogo de 710 páginas, abundantemente ilustrado, editado por los mismos promotores ( se citará aquí por AC) y que consta de diferentes rúbricas : tres textos introductorios a cargo de los tres comisarios respectivamente encargados del aspecto artístico: José Maria Corredor Mateos, literario; Joaquim Molas, comisario ejecutivo y Daniel Giralt-Miracle, director cultural de La Pedrera. Se aduce un Index cronológico de la muestra y una cronología crítica establecida por Joan Maria Minguet Batllori y Jaume Vidal i Oliveras así como una selección bibliográfica. Se añade la traducción al inglés de los textos.

El orden de aparición de los "objetos" sigue la cronología propuesta por el Index y focaliza según criterios que cada comisario explicita, justificándolos o no, en su presentación. El orden así propuesto respeta el sugerido para la visita. Empieza pues con " Picasso en Cataluña " estancia que coincide con la fecha inicial de la muestra : 1906 (AC, 142) y acaba con los testimonios del fin de la Guerra Civil, carteles y fotografías de 1939 (AC, 440).

Al lograr que Barcelona se eligiera como futura sede de los Juegos Olímpicos las autoridades catalanas lanzaron un amplio programa de tipo cultural y de renovación urbanística. Prepararon así la imagen que pretendían ofrecer a los visitantes foráneos, lo que implica tanto peninsulares-no-catalanes como extranjeros. Los preparativos empezaron en 1988, desde entonces se fue modificando el aspecto de la ciudad y preparando el acto cumbre que estamos comentando. Esta oportunidad, la de acoger a la élite deportista internacional, le brindaba a la capital catalana la posibilidad de demostrar su capacidad de modernización, de fortalecer en términos de inclusión, la apertura a Europa con que siempre soñara. Así se fue modernizando y más que el número de plazas del estadio nuevo o que la mejora evidente del metro y de las vías de comunicación urbana se debe señalar, por simbólica, su nueva orientación geográfica. ¿Geográfica sólo? Por fin Barcelona se abría al mar. No creo in-significante poner el acento sobre esta metamorfosis. Puerto mediterráneo de importancia desde la Edad Media, con actividad comercial y de tránsito hacia África y Oriente la Barcelona portuaria era como una añadidura a la ciudad propiamente dicha que parecía desentenderse de ella. Sabido es que la Barcelona "menestral" o sea artesana, la de los pequeños talleres familiares, fuente de riqueza tradicional y cuna de la futura burguesía, se arrullaba en el Barrio Viejo o Gótico, alrededor de la catedral, de Santa María del Mar o de la iglesia del Carme, en las callejuelas enredadas del Born (mercado central) y del Raval (arrabal). Siempre de espaldas al mar. No menos sabida la instalación de la burguesía en el Ensanche, la ciudad cuadriculada del plano Cerdà y que, si bien miraba hacia el mar lo hacía desde lejos, olvidadiza de él, cuidadosa de sus manzanas y patios interiores o acercándose cada vez más a los barrios altos y saludables de Montjuic, de Sarrià, del Putxet. Por esto puede decirse que 1992 representa una auténtica revolución arquitectónica y urbanística con la revalorización de la zona portuaria, las intalaciones olímpicas en la misma y el Paseo recién estrenado, fe de vida marítima.

En esta perspectiva es donde debe inscribirse la consecutiva olimpíada cultural que quiere ser renovación y reivindicación de la cultura – y de la lengua – catalanas. Esta es la meta del evento, la de la Muestra que observamos y cuya selección parece ejemplificar la opción política de la Cataluña actual. Es lo que intentaremos demostrar.
 

Vanguardia ¿qué Vanguardia?

1. Las fechas

El concepto mismo de vanguardia merece explicitarse. No puede en Cataluña equipararse con la noción de Modernismo precisamente porque se trata de otra cosa que más relevaría de modernidad, término ambíguo, como bien se sabe. Atengámonos pues a una previa determinación. A principios del siglo XX surgió a nivel universal una nueva tendencia sin que hubiera, como nunca puede haber, interrupción brusca y emergencia brutal de una modalidad estética contra otra. Paulatinamente se asientan los nuevos criterios y con evidente convivencia con los precedentes. Lo que llevaría a constatar que se trata siempre de minorías las afectadas por estos cambios. No se trata aquí de una mera sucesión generacional, un -ismo sucediendo a otro. Lo de vanguardia, sea cual sea su apellido, otra cosa fue: una auténtica revolución de la mirada. Una manera diferente de ver, de mirar, de transcribir la realidad. Hasta su emergencia y del simbolismo al realismo pasando por el impresionismo se trataba de focalizar, de valorar, tal aspecto de un mismo tema u objeto: la irisación del agua (Verlaine, López-Picó; Monnet, Rusiñol) o la violencia del color y de la situación social (Zola) pero la diferencia estribaba en la perspectiva desde la que se contemplaba la realidad observada. Con la vanguardia la mirada es otra. A la perspectiva responde el volumen, a la linearidad de la lectura, a la ordenación de la página y del libro "las palabras en libertad" o la captación no ya del mero color sino del movimiento por los futuristas. Se trata pues de una auténtica ruptura, no de un cambio de modalidad, sino de una propuesta de re-presentación del mundo que viene a ser puro desafío.

Importa recordar que por aquellos años coinciden en Cataluña dos tendencias de la modernidad, tan modernas o sea actuales, una como otra: el "Noucentisme" y la Vanguardia. Y que incluso pueden manifestarse conjuntamente en un mismo creador. Tal será el caso de Joan Miró, de J.V.Foix. El primero (Noucentisme) remite a la noción de orden, de equilibrio y se relaciona con el mediterraneísmo ambiente. Producto de la puesta en normas llevada a cabo desde la Mancomunitat por Prat de la Riba y a nivel lingüístico por el filólogo Pompeu Fabra. Se proyecta así la imagen de una Cataluna, la oficial, mediterránea y político-culturalmente estructurada. Frente a esta institucionalización de la cultura, la rebelión, lo que se llama la vanguardia. Por haberse silenciado durante largo tiempo en España, y por razones que nada tienen que ver con la estética, el tema de la vanguardia cobra todo su sentido y sería de agradecer la elección temática aunque fuera el único motivo. Pero ¿de qué vanguardia estamos hablando?

Las fechas propuestas en la Muestra son aleccionadoras: 1906-1939. La última prescinde de todo comentario por ser el final de la Guerra Civil y principio del silencio abrumador que se instauró en Cataluña. Basta recordar el bando promulgado por Francisco Franco, caída ya Barcelona: … "queda anulado el Estatuto en mal hora concedido"… lo que firma la muerte anunciada y deseada de una lengua, de una cultura.

1906 es fecha altamente significativa. Aquel año empiezan las obras de la Pedrera, joya Modernista de Antoni Gaudí, se inicia la publicación del Glosari (Glosario) de Eugeni d’Ors – que todavía se llama Eugeni pues aun no ha renunciado al catalán…Obra literaria tenida por el punto de referencia y puesta en solfa del "Noucentisme" y antídoto de la Vanguardia. Se celebra también en Barcelona, el "1er Congreso Internacional de la lengua catalana" que ratifica la voluntad de estabilizar la lengua dotándola de los instrumentos imprescindibles para ello y patentiza, avalándolo científicamente el renacimiento lingüístico literario en el área de los Países Catalanes. Celebraciones todas que más revelan estabilidad y academismo que ruptura. Y sin embargo, aquel mismo año, reside Picasso en Gosol, "descubre" - por decirlo de alguna manera - el "volumen" dando paso al cubismo y se abre en Barcelona la primera de las galerias de Josep Dalmau, personaje emblemático que merecerá nuestra ulterior atención. O sea que, de entrada, la fecha escogida para el inicio de la demostración ilustra perfectamente la contradicción fundamental que representa en Cataluña el asumir la ruptura conllevada por la vanguardia sin alterar la fidelidad a lo catalán. ¿Cómo destruir lo que apenas se está construyendo? ¿Cómo entregar a la libertad sin rienda alguna, una lengua recién estabilizada o sea normativizada (puesta en normas)? Recordemos: Gramática catalana de Pompeu Fabra 1913, Diccionario: 1917. La fecha y su ambigua celebración conforta pues el carácter siempre de doble faceta de la vanguardia catalana. Por muy descabellada que pretenda ser nunca firmaría la declaración hecha por André Breton en Canarias (1934): "Nous les surrealistes, nous n’aimons pas notre patrie". Nunca, digo. Nadie quizás o tal vez Salvador Dalí seguramente el único auténtico surrealista de la península….

1906-1939: entre estas dos fechas caben no sólo una sino muchas vanguardias, algunas de ellas con etiqueta bien precisa: cubismo, futurismo, dadaísmo surrealismo y un largo etc… De todos ellos, y dentro del marco de este estudio, sólo subrayaré un aspecto, el compartido "diálogo de las artes" o sea que, más allá de la opción estética de cada uno - y es obvio afirmar que no participan de la misma visión del mundo - existe una común voluntad de transgredir las fronteras de los códigos de creación. O sea parafraseando la fórmula de Guillaume Apollinaire : "Et moi aussi je suis peintre" (1917), la voluntad de librar el arte de todo encasillamiento; pintura, escritura, música, escultura…son, deben ser, modalidades porosas de una misma expresión. Esta visión plural,de miradas cruzadas, constituye sin duda alguna, la idiosincracia de la Cataluña del primer tercio del XX. Y lo venía haciendo desde siempre como lo puede evocar la exclamación de Benito Pérez Galdós ante el oleaje de pañuelos blancos que, en Barcelona, saludaban y alegraban una manifestación: "Levantinos, Levantinos, la estética os echará a perder "…

Aparece esta voluntad de inter-comunicación, se aluden estas interferencias en la Muestra pero como difuminadas y quizás sea posible criticar el casi silencio o la poca importancia acordada a este aspecto de teoría estética cuando, por otra parte viene intensamente privilegiada la intervención de la Vanguardia no catalana y su recepción. Lo que, también, como toda opción, en todo proceso de selección revela tanto sino más la posición del antologista que la del antologado.
 

2. Las figuras emblemáticas

De la Muestra y de su Índice en el catálogo se destacan algunas figuras cumbres. Se puede vacilar en enfocar sobre Torres García en su época catalana, Pau Gargallo, Joan Miró o Picasso en el arte y por otra parte Joan Salvat-Papasseit, Josep Maria Junoy o J.V.Foix en las letras. Sin olvidar los movimientos más organizados como ADLAN o GATPAC y, claro, las revistas de corta duración pero siempre tan valientes (hèlix, Art…). Intentaré reducir el comentario a algunos ejemplos más relevantes y destacar sobre todo el "ambiente" imperante en aquel entonces que explica la producción de las obras examinadas.

Vive Cataluña en una euforia de entusiasmo y de fervor, lo que parece contradecir la cronología histórica. En el período aludido entran la "Semana Trágica" de Barcelona (1909); la Primera Guerra Mundial (1914-1918) con la neutralidad de España; la Dictadura de Primo de Rivera (1923) y la Guerra Civil del 36. ¿Cómo hablar de entusiamo? Porque entra también un 14 de abril de 1931 y la proclamación de la "niña bonita", la "república de los trabajadores", amanecida sin verter una gota de sangre. Esta entronización implica nuevo rumbo para la política española y una nueva modalidad también de "catalanidad". Emerge otra manera de asumirla y Gabriel Alomar reivindicará la paternidad de un "catalanismo socialista", una opción que pretende fundarse sobre el diálogo y el mutuo reconocimiento con Castilla y el gobierno central. ¿Utopía? En todo caso comprobada y fecunda en los – muy cortos, eso sí - años de su vida (1932-1934/36) que coinciden con los de la declaración del Estatuto catalán y el establecimiento de la primera Generalitat de los tiempos modernos encabezada por Francesc Macià.

Toda vanguardia es debida a un grupo reducido para no decir a unas pocas individualidades. Así lo entendía Salvador Dalí cuando afirmaba, mezclando en aberrante letanía una serie de –ismos …futurismo, comunismo, surrealismo… "después de los –ismos ha llegado la hora del individualismo, tu hora Salvador". Preeminencia que se hace patente en la Muestra donde se destacan los nombres más imprescindibles pero que deja entrever también el humus que facilitó su emergencia. Subsuelo que constituyen o reflejan, entre otros parametros, las revistas y las galerías de arte.

La figura más relevante de las letras catalanas de la época es, sin duda, la de J.V.Foix. (No insistiré demasiado porque sé, y me alegro de ello, que en el Simposio se le dedica otra ponencia). Me parece importante, sin embargo, subrayar su posición digamos filo-catalanista, menos conocida que su obra poética. Lector del francés Charles Maurras, se forja Foix una sólida convicción nacionalista esencialmente fundada sobre la defensa de la lengua catalana. Forma parte de los escritores que se negaron, cuando la contienda y la represión, a escribir en otra lengua que el catalán y que, por tanto, se condenaron al "exilio interior" y al silencio editorial que no fuera clandestino. Frente al arrinconamiento y a la adulteración de la lengua se hará siempre defensor intransigente denunciando incluso la lectura de los modernos y aconsejando la práctica exclusiva de los antiguos. Adherir a una estética de ruptura implica una madurez cultural suficiente para sobrellevar y proponer una alternativa a la denuncia. En la fragilidad de las instancias catalanas en la materia veía Foix el peligro que acechaba a las jóvenes generaciones poco implicadas aún en la recién estrenada armazón socio-política.

En la Muestra donde se le dedica todo un apartado, Foix aparece como buen conocedor de las modalidades futuristas (caligrama) y surrealistas KRTU (1927) o Gertrudis (1932) libros en que adopta / adapta los recursos del sin embargo odiado "Papá André Breton". No vacila en valerse de la investigación onírica, de la escritura automática y otras innovaciones que seguirá proponiendo en forma de … sonetos o sea conciliando tradición ( la de la forma) y vanguardia (temática y expresiva).

Más importante aún, y también presentado, parece el artículo "Teoría y práctica del sud-realismo" (1930) en el que compagina la teoría bretoniana y el rotundo y peculiar mediterraneísmo foixiano.

Sin olvidar el diálogo establecido, y continuo, entre el poeta y sus amigos pintores, Miró, Antoni Tàpies… diálogo que se prolonga durante toda su vida en la realización conjunta de "libros de artista" (permítaseme el vocablo por muy polémico que sea y, a manera de disculpa y entre mucha bibliografía, que remite al volumen de Traverses, 1997).

De las obras presentadas destacaré el caligrama "Poema de Catalunya". Importa primero, poner en evidencia la forma caligramática re-puesta al uso por Apollinaire y sus amigos futuristas, forma que aquí es adaptación más próxima a la de un poema figurado que no de un verdadero caligrama. Y más todavía el tema y los elementos que lo enuncian ya escritos: "Catalunya, mar mediterrani" ya trazados: rectángulo y triángulo isosceles inversión de claro simbolismo que, sin desarrollar más y remitiendo a otro y anterior estudio (MP 1995), dicen a todas luces la exaltación de una patria, la reivindicacion de una cultura, incluso la posible adhesion a una comunidad enunciada quizás por la metáfora geométrica. O sea que en el poema se concreta la afirmación de catalanidad – primera lectura- sin nostalgia de un pasado y con voluntad de futuro proclamada.

Aparece en la muestra la opción a la vez rotunda y ambígua pero no puedo dejar de lamentar la ausencia del texto, desde mi punto de vista, más programático de su poética : "Lletra a Clara Sobirós". Texto en que todo queda ebvidenciado: sueño y realidad dentro de una inquebrantable opción catalana: "…servitud envers la llengua i la comunitat."

El otro protagonista al que quisiera dedicar unas palabras es Josep Dalmau, bien representado en la Muestra con los anuncios y catálogos de su galería. Se trata del personaje arquetípico de la apertura a Europa y de la voluntad de afirmación moderna, en el sentido de vanguardista, de la Cataluña de principios de siglo. Sombrerero de profesión, con tienda de antigüedades, pronto se dedicó a la promoción del arte contemporáneo teniendo que sufrir tres quiebras económicas su establecimiento. Lo que es mucho decir para un galerista…A este "marchante" a-típico se le debe la presentación, en 1912 y por primera vez en la península, de unas primerizas obras cubistas. Entre ellas aparece Marcel Duchamp, y luego una larga serie de artistas, de nombres hoy en día famosos, pero que, por aquellos años, no "vendían": Albert Gleizes 1916, Serge Charchoune 1917, Joan Miró 1918, Dalí 1925, etc.

En su galería tendrán acogida los artistas europeos que huyen del París de la Guerra (1917) y entre ellos Picabia y us amigos Robert y Sonia Delaunay, Hans Harp… Brindará el galerista soporte económico y logístico a la publicación de la revista 391 durante la estancia en Barcelona de Picabia, su creador.

Dalmau no sólo se hará el promotor del arte vanguardista extranjero y local en Catalua sino que además emprenderá la proyección del arte catalán hacia el exterior y asegurará la primera exposición de Miró en París. Otra vertiente ésta de suma relevancia en el recorrido vital de la vanguardia catalana, visión anticipada de la apertura mantenida a lo largo del siglo.

París fue, ha sido y será el interlocutor privilegiado en el momento histórico aquí considerado. De la capital francesa llega la Palabra creadora, a ella va, debe ir, toda obra de creación para recibir acto de reconocimiento. Este diálogo se patentiza casi siempre a partir de contactos personales -algo olvidados en la muestra- presentes sin embargo en los epistolarios y las crónicas de prensa que se intercambian. Entre los documentos aducidos el boceto "L’Instant" (1919) que por su sola presencia recuerda la existencia de la efímera revista franco-catalana, editada en París y luego en Barcelona, de nombre epónimo y legible en ambas lenguas. Su fundador Joan Pérez Jorba sirvió de enlace entre los literatos catalanes (Josep Maria Junoy ) y PAB (Pierre Albert-Birot, creador de la revista SIC y activo promotor de la "nueva estética" en París.
 

Conclusión

Hemos empezado esta reflexión aludiendo al proceso de renovación, de puesta al día de la capital catalana, el año 1992 con ocasión de la Olimpíada cultural y deportiva. Se evidencia al estudiar la Muestra que se celebró aquel mismo año la instrumentalización de un evento cultural a partir de… pero también a favor de una coyuntura socio-política. ¿Qué imagen dar, lo más reluciente posible, de una nación desprovista de estado pero aspirando a fortalecer su autonomía? ¿Recurrir a los tiempos pasados y valorar los más gloriosos? La opción facilitaba un retorno al medioevo (ya celebrado anteriormente), una exaltación del Noucentisme (ya retomada la estética como cultura oficial por el gobierno autónomo de la Generalitat y con celebración prevista para el 1995) quedaba pues el vigoroso y floreciente período de la Vanguardia que, doblemente, demostraba su pertinencia: la adscripción de los creadores catalanes a la oleada internacional de la vanguardia, su capacidad de asimilación, de transformación y por tanto, su aportación idiosincrásica. Por un fenómeno de repercusión/asimilación, imbricándose cual cajitas rusas, quien salia entonces airoso de esta retrospectiva era el dinamismo y la facultad creadora de la cultura catalana de HOY. Hic et Nunc en el umbral del nuevo siglo.

A lo largo de esta Muestra en forma de balance, se ha podido reconocer un deslizamiento lexico entre catalanidad y catalanismo. Del sentimiento de pertenecer a un mismo grupo lingüístico, cultural, social (catalanidad) se pasa una reivindicación que supone un interlocutor adverso, o sea, implica ideología y militancia. Lo que, sea cual sea la etiqueta política, se revela con obras que recurriendo a unos criterios estéticos vanguardistas mantienen, afirman, consolidan su adhesión a una ideología determinada. Compromiso demostrado por las obras expuestas más que por el discurso que las acompana. Opción deliberada, también.