Fotografía 1

Emir Rodríguez Monegal y Carpentier. Han pasado apenas once años desde las polémicas de Mundo Nuevo, y las divisiones que éstas causaron en el mundo intelectual latinoamericano. Emir había llegado a Yale poco después, en 1969, cuando yo terminaba mis estudios. Primero vino de profesor visitante y luego con cátedra permanente. Cuando Emir dirigía Marcha en Montevideo, Carpentier le envió, en enero de 1954, un ejemplar de Los pasos perdidos, que acababa de publicarse unos meses antes en México. El novelista vivía en Caracas entonces. Emir escribió una nota sustanciosa, de tono positivo aunque con algunos reparos. Carpentier y Emir vivían ambos en París durante las controversias de Mundo Nuevo, pero, por supuesto, nunca se habían visto. La revista publicó trabajos sobre Carpentier, pero no textos suyos. Fue para mí motivo de gran satisfacción reunirlos en Yale. Emir me contó que lo primero que Carpentier le dijo es que él se lo imaginaba más bajito. Carpentier era un hombre de estatura mediana tirando a alta, para latinoamericano; Emir era alto, de alrededor de seis pies de estatura. La conversación fue cordial, y hasta amistosa, con la complicidad que siempre se establece entre figuras importantes aparte de las divisiones políticas o de cualquier índole. En el momento de la foto Emir tenía cincuenta y ocho años y Carpentier setenta y cinco.