Entrevista con Mirta Yáñez: una manera de pensar diferente
 
 

Entrevistada por
Sara E. Cooper

California State University-Chico

El 4 de marzo de 2000
San Francisco, CA



MirtaYáñez, nacida en La Habana, Cuba, en 1947, siempre ha sido una voz que reclamaba el derecho de crear y de ser escuchada; no se limita simplemente a existir o repetir lo que dicen los demás. La escritura ha sido una vocación, una manera de enfrentarse a las complejidades de la cubanidad, de negociar las inconsistencias entre lo que le decían y lo que percibía. Desde los años ochenta le han otorgado una serie de prestigiosos honores por su escritura, incluso el Premio de la crítica (dos veces); el Premio de ensayo "FMC" (Federación de Mujeres Cubanas); el Premio de poesía "13 de Marzo" ; el Premio de cuento "Editorial Abril"; y el Premio de narrativa "Edad de Oro". Yáñez también se ha involucrado extensivamente en el trabajo de compilar y publicar la escritura de las escritoras cubanas contemporáneas. Las obras que han salido últimamente son El diablo son las cosas (relatos, reedición 2001), Cubanas a capítulo (ensayos), Habaneras, Cuentistas cubanas contemporaneas, Cubana: Contemporary Fiction by Cuban Women , Album de poetisas cubanas, y Estatuas de sal: Cuentistas cubanas contemporáneas, ahora en la segunda edición. Su propia obra ensayística, cuentística y poética se ha incluido en una variedad de antologías y se ha traducido al inglés, italiano, alemán, polaco y húngaro. Su narrativa se destaca tanto por su inconfundible y complejo sabor cubano como por una característica preocupación con las particularidades sociales, políticas y económicas de la isla. Una compilación de sus cuentos traducidos al inglés, titulado Thinking In (and Out) of Cuban: Twenty Five Years of Short Fiction by Mirta Yáñez (Ed. Sara E. Cooper) pronto será publicada.

Una mujer baja de ojos oscuros e intensos, Mirta Yáñez llegó a Stanford University para hablar con los estudiantes y el profesorado sobre los temas de género, sexualidad y literatura en Cuba. Con una risa irónica, pero sin reparos, reconoce que en el pasado se ha visto en problemas por su manera de pensar y de escribir. Dice que a pesar de creer en las proposiciones de la Revolución, siempre le han molestado las restricciones e hipocresías del dogma. No obstante, Yáñez se niega a creer que su obra realmente sea audaz. "Yo llamo audacia cuando uno tiene miedo. Cuando hay audacia, es cuando uno tiene cosas que perder. Yo no tengo nada que perder." En esta entrevista habla tanto de su propria trayectoria literaria como de la situación histórica y actual de la escritora cubana. Comenta algunos problemas, por ejemplo los relacionados con una reciente tendencia literaria que peca de vulgaridad. Su manera directa y su humor mordaz dominan la conversación, como si fueran otros ejemplos de su técnica narrativa y de su estilo intelectual.

Todavía enamoradísima de Cuba, a pesar de estar conciente de sus dificultades, Yáñez jura que allí morirá. Como Edmundo Desnoes, aún defiende ciertos principios sociales y económicos que subyacen en la cultura y política cubana, aunque a la vez sugiere que Cuba no ha respondido debidamente a la necesidad humana de un intenso desarrollo personal y creativo. Como se podría predecir, esto jamás la ha desanimado. De sus cuentos no surge una subversión contra la validez del sistema político en Cuba, pero los relatos se caracterizan por un tono cargado de ironía y una crítica implícita de lo que no está bien. Catherine Davies ha afirmado que "Yáñez writes about everyday life in Havana; her chatty, colloquial style full of light-hearted humour, whatever the theme, makes her fiction a delight to read" (Women 155). Delia Poey añade que usa "the mundane to explore larger concerns" (xviii). A Yáñez se la ha llamado una de las "más sobresalientes cuentistas" de la literatura cubana (Davies, Women 154). Además, se percibe una perspectiva feminista en toda su obra; aquí se trata de un feminismo no sólo pro-mujer sino también pro-análisis. O sea, a través de la narrativa Yáñez desarrolla un lente crítico con el cual observa la cultura y sociedad (todavía patriarcal) que la rodea. Su mundo ficticio es complejo, sus personajes tienen conflictos entre ellos mismos y la condición humana. Sin embargo, ya sea la ideología o el código de ética lo que influye su trabajo, Yáñez siempre (sutil aunque insistentemente) ha cuestionado y socavado el mito que cualquier disertación oficial es infalible. Los temas de clase, raza, género y sexualidad están entretejidos artísticamente en lo humorístico y en narrativas conmovedoras que hacen al lector detenerse para reconsiderar sus puntos de vista o razonamientos acerca de Cuba y de la vida. Su manera de pensar diferente le ha permitido esculpir una sensibilidad personal y política que narra lo humorístico, lo trágico, y lo inspirante de sus experiencias.

                                                                                        ***

Sara Cooper: Quería empezar con una pregunta general. Escribes un poco de todo: poesía, cuento, novela, crítica literaria, periodismo, etc. ¿Cuáles han sido tus proyectos predilectos y por qué?

Mirta Yáñez: Pero verás que no escribo teatro. Porque lo he pensado mucho, le tengo mucho miedo, porque el teatro tiene sus reglas muy estrictas y ni siquiera lo he intentado. Yo creo que en lo que me siento más cómoda, hasta ahora, es en el cuento. Y bueno, en la poesía. Yo creo que la poesía sale no como proyecto, sale como necesidad de expresar algo, pero lo primero que escribí en mi vida fue un cuento.

SC: ¿Cuál fue el primero?

MY: Escribí un cuento cuando era niña, por supuesto impublicable, en el sentido de que ni sé dónde está, que se ha perdido, pero me acuerdo que yo quería... (pausa) Es que la máquina me pone nerviosa, pero el vino me dará valor. (risas) Bueno, te voy a contar cómo escribí mi primer cuento, pues es un poco la necesidad de expresar cosas que yo nunca encontraba, quizá, en ningún libro; yo quería hacer mi propia historia, y escribí mi primer cuento. Ahora de los cuentos ya de adulto, ya publicados, el primero es uno que está en el libro, el segundo libro mío de cuentos, que aunque es el segundo, es una recopilación de mis primeros cuentos, que se llama La Habana es una ciudad bien grande. No fue sólo mi primer cuento de adulto, sino también fue mi primer cuento publicado--lo publicaron en una revista. Pero, paradójicamente, mi primer libro publicado fue el de poesía, que fue el libro Las visitas. Solito Las visitas, porque luego está Las visitas y otros poemas. Y mi libro más querido es Las visitas porque es el descubrimiento del amor, de la ciudad, todo al mismo tiempo para mí. Yo tenía 19 años, y estaba viendo La Habana de otro punto de vista porque yo era estudiante y tenía que caminar por la ciudad para ver la arquitectura y descubrí mi ciudad. Al mismo tiempo estaba descubriendo el amor. Y es el libro que más quiero, y además, no le quitaría ni una coma, ni una letra. Es el libro que no cambiaría. Otros no los cambiaría por otras razones, pero yo creo que ese libro de poemas es al que más cariño le tengo. ¿Me preguntabas qué?

SC: Que cuáles habían sido tus proyectos predilectos...

MY: Ah, bueno, el predilecto no fue un proyecto, como ustedes lo dicen en inglés, porque fue un libro que escribí como una avalancha, un poema venía tras el otro y nunca me ha vuelto a pasar eso. A partir de allí, los poemas cada uno muy pensado, paso dos años y no escribo otro poema, pero en el caso de Las visitas, lo escribí en poco tiempo, y es mi proyecto predilecto. Después, como libro, ya publicado, El diablo son las cosas, que era uno de los cuentos míos, es otro libro que quiero mucho. Y quizás también falta un ejemplo del otro género, falta el testimonio. El testimonio es un género que me apasiona mucho, nada más he hecho uno a Rosario Novoa, la profesora, y ya estoy trabajando uno sobre Camila Henríquez Ureña, que fue mi profesora también. Me hubiera gustado ser más periodista de lo que soy, me hubiera gustado estar en la calle, en el reportaje diario, ya no lo voy a ser, porque ya la vida un poco se me fue, para esa vida tan activa que es el reportaje y el periodismo, pero es el género que más me gusta, que más me hubiera gustado trabajar.

SC: Pero no lo has practicado como hubieras querido...

MY: Periodismo en la calle, el reportero, no, ni ya lo voy a hacer.

SC: Todavía no mencionamos tu novela, La Hora de los mamayes que se podría llamar una novela al estilo de Cien años de soledad.

MY: Sí, se lo puede decir, desgraciadamente... Porque es más García Márquez que yo, hoy.

SC: Pero sin embargo es una novela sumamente cubana; además, se trata mucho de temas de clase, sexo, y género. ¿Quieres hablar de ambos, la influencia de García Márquez, y tu proyecto personal en la novela?

MY: Bueno, dos problemas hubo con esa novela. Uno que yo la escribí cuando era muy joven, muy muy joven, creo que anterior a los cuentos, incluso, no los primeros cuentos, sino los libros premiados. Si yo no tenía ningún libro publicado cuando escribí esa novela.

SC: ¿Fue en 1976?

MY: Fue cuando fue publicada. Pero la había escrito mucho antes, creo que tenía 20 años, 21 años, ¿no? Y claro, con la demora de la publicación en Cuba, se demoró mucho en salir. Que no afecta tanto cuando es poesía... Bueno, me afectó a mí en el sentido de que cuando esa novela salió, ya era muy vencido todo eso. Yo pienso que dar clase a veces hace daño, a mí me hizo mucho daño ser profesora de literatura latinoamericana, porque me tenía que meter demasiado dentro de los autores. Y me tenía que meter dentro de García Márquez, dentro de Rulfo, dentro de todos, ojalá me hubiera metido más dentro de Rulfo y no tan dentro de García Márquez, porque Rulfo sigue siendo uno de mis autores predilectos. Pero García Márquez es el que tenía más fuerza y la novela me salió así. Pero en cuanto a la pregunta que me haces al final, yo creo que lo que valía de allí de esa novela es el uso del lenguaje. Porque yo creo que desde jovencita yo tenía muy claro no solamente como profesora, sino como escritora, como periodista, que lo más importante de la literatura es el lenguaje. Y aunque eso parece una estupidez, una obviedad, después he visto que no es así, que muchos escritores se pierden en el lenguaje. Y García Márquez, aunque no me gusta quizás en otras cosas, sí dijo una cosa muy importante, muy inteligente cierta vez, que era que el español era muy difícil para escribir. Que no se podía escribir como Hemingway en español. El español había que trabajarlo, no se podía hablar, trasladar el lenguaje hablado directamente. No tenía el encanto que podía tener el inglés hablado, o el francés hablado. Esa reflexión de García Márquez es muy vieja, yo creo que a estas alturas, el año 2000, hay autores que ya han encontrado un lenguaje hablado en el español. Pero me parece que fue un hallazgo de García Márquez crítico, literario en su tiempo, descubrir que el español había que trabajarlo más literariamente. Yo en esa época era muy hemingwayana, me gustaba mucho Hemingway, y me sigue gustando, los cubanos se dice que todos somos amantes de Hemingway, yo sé que los norteamericanos no, las mujeres quizás no, pero yo sí. Y creo que tiene un encanto personal Hemingway, me sigue gustando Hemingway todavía y García Márquez, no. Y yo me trastorné mucho cuando leí eso, porque yo me di cuenta de que efectivamente, yo nunca podría escribir un cuento directo, de la vida real, como lo hacía Hemingway. Y entonces eso fue lo que me provocó el desvío, a hacer literatura garcíamarquesca. Porque yo trataba de encontrar un lenguaje cubano, que fuera literario. Yo creo que eso sí lo encontré.

SC: Pero también es un mundo extraordinariamente cubano, con la historia cubana, personajes muy cubanos, la lengua cubana, y mucho más, incluso la lucha de clases, y también de los sexos, la opresión de la mujer...

MY: Pero poquito. Fíjate, desde mi punto de vista, está allí aunque por supuesto el personaje está escamoteado. Es un varón pero soy yo misma. Es muy obvio. Lo que no me gusta de esa novela es que es muy obvia. Pero bueno. Pero lo que rescataría es el lenguaje, el sentido de humor, la traslación de la historia de una manera más o menos ingeniosa, y creo que no caí en el pecado del realismo mágico, que es un exceso de poetización de la realidad. Que es lo que ahora me resulta muy desagradable de esa etapa de la literatura latinoamericana y de los imitadores posteriores, que es que poetizan demasiado la realidad, y metaforizan y trasladan demasiado el mundo poético a la realidad y a mí me gusta realmente la realidad tal como es, llevada a la literatura.

SC: Hablando del realismo mágico, ¿Qué opinas de Isabel Allende?

MY: No me gusta, porque le pasa lo que me pasó a mí, lo único es que ella tiene un aparato comercial, y me parece que ésa es una forma de subestimar a las mujeres, escoger a la mujer que se parece al hombre más famoso, ella es a quien han puesto a la venta más rápido. Y creo que las mujeres, lo que yo tendría de criticar a la literatura de mujeres actual, es que está cometiendo los mismos errores, así haciendo literatura barata, literatura banal, literatura "erótica" (entre comillas) con tal de vender, con tal de entrar en el mercado. Yo creo que quizás Isabel Allende no tuvo la culpa. Lo que quizás se comercializó más fácilmente porque se parecía a García Márquez. Y ahora yo estoy pasando por una cosa parecida, lo de mi literatura que más les ha gustado es La hora de los mameyes, y me siento un poco atormentada porque, y yo nunca aceptaría que se divulgara, pero a veces no queda más remedio que hacerlo, porque es una forma de salir al mercado, y de darse a conocer. Quizás en esa misma trampa cayó Isabel Allende, pero lo que sí no voy a caer en la trampa es en repetir la fórmula.

SC: No, no la has repetido para nada.

MY: Ni si ahora me publican La hora… en italiano, luego me dicen, queremos más de esto, voy a decir no, más de eso no.

SC: Viendo tu trayectoria literaria, es obvio que dejaste la estética garcíamarquezca hace mucho, y has desarrollado un estilo más técnico y pulido. Has dicho que te gusta Rulfo. ¿Cuáles otras influencias literarias o filosóficas más han informado tu escritura y tu vida?

MY: Bueno, es una pregunta muy amplia, y tendría que pensarlo, pero tal vez entre la literatura norteamericana no la más actual, porque no la conozco tanto, pero mi influencia mayor son Salinger y Carson McCullers y los escritores de la racha de Hemingway, Faulkner, todos los escritores de esa época, ¿no? McCullers fue algo más que una influencia. Cuando yo tenía aproximadamente la edad en que Carson escribió El corazón es un cazador solitario, yo hice el prólogo a la edición cubana de ese libro. Pienso que hay muchos puntos de contacto entre lo que yo pienso que es la literatura y lo que ella hacía. Cuando estuve en EEUU la última vez visité por fuera su casa de Nyack y es una escritora que admiro extraordinariamente. Después Raymond Carver, que escribe el llamado realismo sucio; yo me siento muy identificada con ese autor. Tiene un libro que se llama Tres rosas amarillas (parte de la antología Where I’m Calling From), y otro, What We Talk About When We Talk About Love, que me regalaron los franceses, en francés, porque dijeron que se parecía mucho a lo que yo hacía, y efectivamente, me choqueó, porque es eso de tomar algo pequeño de la vida cotidiana y tratar de ponerlo en otra dimensión. O sea, el revés de García Márquez, porque él toma algo grande y lo hace más pequeño, yo quiero coger algo pequeñito, y luego llevarlo a otra interpretación. Es por eso que me gusta Salinger, porque yo creo que además, si tú ves mis cuentos, verás, que detrás de los cuentos hay una más influencia más oculta o abierta, y no me apena decirlo, porque lo de García Márquez sí me da pena, porque fue una cosa sin que yo lo quisiera. Pero yo sí buscaba intencionalmente, cuando quise encontrar la voz, del muchacho joven (narrador) de un cuento mío que se llama "El diablo son las cosas," la voz la busqué en "El guardián en el trigal," en que hay un joven de esa edad, por cierto que la traducción que se hizo en Cuba de "El guardián…" fue maravillosa, en un español magnífico, por un cubano , y por eso lo disfrutamos tanto en Cuba. Y te digo Rulfo, porque pienso que las virtudes de Rulfo son las mismas virtudes de Hemingway, en pocas palabras decir mucho. Eso quisiera que fuera mi influencia. Y también me gusta mucho el primer Vargas Llosa. La literatura latinoamericana no tiene mucho del sentido de humor, excepto los grandes autores. Y no había leído a Virgilio Piñera cuando escribí ese cuento, pero sí me encanta el humor negro, todo lo que...

SC: ¿Y qué tal Ana Lydia Vega? ¿No tiene ese humor negro?

MY: La conozco, pero todavía no la había leído cuando escribí el cuento. Todo el mundo decía, oye tienes que leer a Ana Lydia Vega, porque hay muchos puntos de contacto; el discurso de ella, hizo unas pequeñas palabras en Casa de las
Américas cuando la presentaron en una mesa redonda, y sí había puntos de contacto, estoy de acuerdo. Aunque en ese momento no la había leído. Y también me gusta Marguerite Yourcenar una belga francesa, una mujer maravillosa, que ya se murió, ustedes aquí la conocen muy poco, pero es una de las mujeres más grandes de la cultura universal. Después de la guerra, se fue a compartir su vida con una norteamericana, y vivió en Maine por allí arriba en una islita, creo que se llama Mount Desert, donde se murió, debe estar enterrada por allí, pero sin embargo cada vez que menciono su nombre a las norteamericanas, no la conocen. Yo creo que es una mujer que debes conocer, escribió un libro llamado Las memorias de Adriano, por supuesto está traducido al inglés (Memories of Hadrian, trans. Grace Frick). Y no tengo ninguna influencia de ella, su estilo es muy clásico, muy frío, nada de humor, pero es una escritora que respeto mucho.

SC: A pesar de todas esas influencias extranjeras, toda tu obra se ve como "retecubana," haciendo referencias a lugares y personajes históricos, con vocabulario cubano, refranes, canciones, etcétera. ¿Ha sido un proyecto conciente, escribir "a lo cubano"?

MY: No, pero ves que soy muy cubana. Hasta el punto que aunque se me ha dado la oportunidad de vivir en otro país, no he podido. Aparte de la Habana, el lugar del mundo donde me siento major, paradójicamente, es Nueva York, no en Miami como uno pensaría, porque allí lo cubano no es igual. Porque en Nueva York, esto te puede parecer una locura, pero Nueva York me recuerda mucho La Habana. Y es la mezcla de cosas, porque cualquier cosa puede pasar, un poco de locura, un poco de extravagancia. Yo soy por naturaleza, por amor al mar, por todo muy cubana, en mi lengua, en mi manera de ser.

SC: Y has dicho que pese a todo te mueres en Cuba.

MY: Me muero en Cuba. Y sin embargo no creo tener grandes influencias de los cubanos. Porque entre otras cosas, yo empecé mi vida literaria como lectora con la literatura norteamericana, y luego, con literatura latinoamericana como profesora. La literatura cubana la conocí como alumna, y después como lectora, o ahora, que he tenido que trabajar a mis colegas mujeres para hacer la antología. Pero aunque todos somos lectores de Martí, de los grandes escritores cubanos, yo no siento esa influencia, porque el cubano aunque tiene sentido de humor en la vida real, le falta humor en la literatura. Pero sí tuve maestros literarios en Cuba, y para mí el gran maestro, también ya fallecido, también de un nombre desconocido fue Ezequiel Vieta. Mi trabajo no se parece nada a lo que hacía él, pero sí el sentido de humor, sí la búsqueda filosófica, sí la preocupación por el ser humano, sí la aceptación de la cultura española. Mira, no hemos mencionado nada de la cultura española. Mis cuatro abuelos eran españoles. Y siempre digo a los jóvenes que no pueden escribir bien en español sin haber leído muy bien a Benito Pérez Galdós. Y eso, aunque después lo que uno escribe no tiene nada que ver con el "2 de mayo", ni con la Guerra de España. Pero hay que leer bien español primero para después escribir bien en español.

SC: El realismo español.

MY: Yo creo que sí. Bueno, y el Quijote. Pero yo sí me leí muy bien a Galdós. Una vez que me hice un esguince en un pie, me lo leí completo. Tuve que estar recostada en la cama, y me lo leí todo. Mi vocabulario, creo que se lo debo a mucha lectura de niña, y mucha lectura de los clásicos españoles, y del siglo XIX, y los del '98, Unamuno...

SC: Bueno, eso es una buena transición, porque yo te quería preguntar algo: aunque empezaste con la literatura latinoamericana, ahora eres una de las especialistas más reconocidas en cuanto a las escritoras cubanas contemporáneas. ¿Cuándo te llegó ese interés y por qué?

MY: No fue un interés que me naciera a mí. Fue un interés que primero, me lo hicieron ver. Que faltaban estudios cubanos sobre las mujeres cubanas. Yo no tenía interés--yo tenía demasiado trabajo en esa época. Tenía que dar muchos cursos. No obstante, mi tesis de graduación fue sobre la literatura, desde los Aztecas, los Mayas, y los Incas, así que siempre soñaba con ver las pirámides de México, ir a Perú. A Perú no he ido pero a México, sí. Y a una amiga mía muy querida, mexicana, le dije que quería ir a México, no había ido. Y me dijo, pero bueno, no puedes ir a México y hablar de los Aztecas, tienes que preparar otra cosa. Y ella me pidió, y por qué no hablas de las escritoras, porque era una feminista ya, y era un poco mayor que yo, pero no voy a decir cuantos años, porque se va a ofender, pero sí quiero decir el nombre, que es Elena Urrutia, que fue fundadora de la revista FEM, y desde hace muchos años ha sido una gran amiga mía, y me hizo un poco ver que eso faltaba. Y pude ir a México y ver mis pirámides, pero tuve que preparar mi conferencia sobre las mujeres. Y de ahí empecé a darme cuenta de la gran carencia.

SC: Y ¿cuándo fue eso?

MY: Como en '86, '87. Entonces casi ni se hablaba de temas de la escritura de mujeres en Cuba y vine con la idea de un encuentro de escritoras y después ya se ha estudiado ese tema, y hay otras valiosas especialistas, como Susana Montero y Luisa Campuzano. Y luego la otra persona que me abrió los ojos, no fue tampoco cubana. Fue una italiana, se llama Alessandra Riccio, que en cierto momento fue a Cuba y me pidió un cuento, para publicar en una revista italiana Noi Donne, y lo publicó. No, me equivoco. Me pidió un cuento que ya se había publicado, y me hizo la observación que todos mis cuentos estaban bien escritos, pero faltaba el punto de vista de la mujer. Y tenía toda la razón del mundo. Entonces le enseñé uno de los cuentos que tenía en ese momento inédito, que era "El búfalo ciego," que para mí es uno de mis mejores cuentos, y dije, ves, esto sí tiene el punto de vista de la mujer. Entonces ya tenía otros cuentos escritos y es entonces que yo armo el libro de cuentos El diablo son las cosas, ya verás que aunque incluso el cuento "El Diablo son las cosas", en inglés quizás no se sepa, pero en español se nota claramente que es un varón el narrador y es una mujer también la protagonista.

SC: Y es ahí que entra finalmente la cuestión del género, de la sexualidad…

MY: Sí. Y no es porque antes lo rechazara, sino que lo que dices tú es la verdad, no veía el mundo de la sexualidad, ni del sexo, sino, desde otra problemática, del país, de mi vida como profesora, o como habanera, y de allí tomé conciencia y escribí otros cuentos. Sin embargo, paradójicamente, esto es un secreto, bueno no un secreto, pero nunca me lo han preguntado, y te lo voy a decir a ti. Una amiga muy extremista me decía que no me podía poner en una antología porque yo no tenía ningún cuento gay, y yo le dije que era injusto, que me excluyan hasta de la antología gay. Y le dije, Las visitas está escrita por una muchacha de 20 años, que está hablando del amor, y no menciona el sexo al cual va dirigido, eh? Y en ese momento no fue por censura, sino fue por pudor. Lo hablo claro, porque nunca tenía miedo de lo que me podía pasar: Las visitas es un libro sobre el descubrimiento del amor, del lado homosexual. Pero para ella todo tiene que ser obviamente gay, que me parece una soberana estupidez, yo pienso que en la literatura nada puede presentarse de manera tan obvia, porque estaríamos cayendo en el otro extremo, en el ghetto, y no quiero vivir un ghetto. La veo avanzar como esos mulos que le ponen unas viseras a los costados de los ojos para que no miren para los lados y sólo se interesa por ese tema, como si un escritor no pudiera tocar otros o investigar otros. Esa forma de ver el problema "gay", o de la mujer, o racial, o religioso...me parece antiintelectual. Todo fundamentalismo me parece antiintelectual.

SC: ¿Y hasta ahora has escrito cuentos que se pueden interpretar como gay? Porque hasta ahora no he encontrado ni uno. ¿O sea un cuento que tenga esa ambigüedad?

MY: No, realmente no, aunque acepto la ambigüedad, es parte de la literatura. Pero me ocurre más bien, nunca había pensado en esto, pero nadie me lo había preguntado, pero tengo escamoteado el tema gay en uno de mis primeros cuentos. Cuando tú me preguntaste cuál fue mi primer cuento, antes de que escribiera "La Habana es una ciudad bien grande," escribí un cuento que se llama "La escapada," que es sobre dos niños que van al Malecón. Un niño y una niña. Pero fíjate que los nombres son muy ambigüos. Uno se llama René, el varón, pero René también es un nombre feminino, y realmente, en mi cabeza, eran dos niñas. Pero no me atrevía, era uno de mis primeros cuentos. Y después escribí un cuento, es un niñito mariconcito, pensando en mi hermano, en su sufrimiento, pero ese fue un libro de cuentos que escribí en la juventud, pero desgraciadamente se lo presté a una amiga mía, una poetisa que admiro mucho, y quiero y se le perdió, nunca más me volverá a pasar. Bueno, ya no me queda tanto por vivir, pero ya nunca presto un cuento del que no tengo copia, lo escribo en la computadora, paso a hacer diez mil copias. En efecto, se me perdió mi primer libro de cuentos.

SC: Has dicho en otra ocasión que en las primeras décadas de la Revolución había fuertes restricciones que en muchas maneras cortaron o estancaron la escritura de la mujer en Cuba. Según tu entender, ¿cuándo, y cómo cambió la ética y estética?

MY: Las fechas se me confunden. Pero creo que fue la vida misma que fue forzando los cambios, que esas restricciones eran absurdas, y yo creo que a partir de la creación del Ministerio de la Cultura y de que nuestra generación un poco ascendió digamos "al poder" se abrió mucho la cultura cubana. Porque no iban a hacer a nuestros hijos lo que nos hicieron a nosotros. Y por eso creo que Abel Prieto como ministro es magnífico, porque él a su vez fue reprimido porque tenía pelo largo, cuando tenía 20 años. A nosotros no nos dejaban oír a Los Beatles. No nos dejaban tener la saya corta. Porque, incluso a mí, cuando ahora me desagrada algo de la juventud, me digo, pero Mirta ¿vas a ponerte como se pusieron contigo cuando tú te ponías la saya por aquí? Y aquella horrible represión de la vestimenta, o de los gustos, no podría suceder más. A lo mejor los que vienen detrás, como no fueron reprimidos, reprimirán a los que vienen detrás. Oí en una película que dijeron "Padre conservador, hijo rebelde; padre rebelde, hijo conservador". Y a lo mejor nuestros hijos van a ser conservadores, porque fuimos muy rebeldes. Quizás así sigue la línea.

SC: Pero el cambio obviamente fue poco a poco, entonces.

MY: Sí, poco a poco. Pero ahora se ha caído en el otro extremo. Durante muchos años había dejado de ser jurado, de los concursos literarios, por rebeldía, por no querer compartir, por no estar de acuerdo con la mayoría y después porque mi mamá se enfermó. Alrededor del año pasado, acepté ser jurado, y realmente para mí resultaba odioso. Porque de 100 libros, 98 eran de un erotismo, cómo decir la palabra, casi de pornografía, con tal de vender, con tal de estar a la moda. Encontraba más de 200 penes y vaginas por libro, tanto que estaba que me vomitaba y hasta el punto que encontrar libros bien escritos, incluso sobre esos temas o no, era muy difícil. Yo creo que la apertura les ha provocado quedarse allá en el otro extremo, como la frase famosa que dice "o no llegamos, o nos pasamos". Yo creo que los cubanos de ahora "literatos" se están pasando, en la cuestión, un poco repulsiva, ¿no? de querer vender el libro a toda costa. Y ¿qué me preguntabas?

SC: De cuándo cambia la ética y éstetica y creo que lo has empezado a contestar...

MY: Poco a poco. Vamos a decirlo de otra manera, la estética se ha seguido transformando para bien y para mal. Yo creo que lo que se debe recuperar es la ética de escribir. Yo creo que como digo en el prólogo de Estatuas de sal, y en la ponencia de ayer ["Ruidos y cuartos propios"], la literatura es la literatura y no se puede vender por unas monedas y creo que el acto de escribir va como un cuadro, como pintar un cuadro con flores lindas para que éste lo ponga en su sala. Y tú tienes que pintar lo que tengas dentro. Si tienes dentro algún monstruo espantoso píntalo, o escríbelo. O si tienes una flor, aquí hay que decirlo al revés, si tienes una flor escríbela aunque estén de moda los monstruos.

SC: Bueno, tú siempre has tenido una manera de pensar diferente...

MY: Yo creo que sí. Pero no es fácil explicar por qué o cómo es que una persona piensa diferente. En realidad creo que cabría más bien decir que siempre he sido rebelde a las normas, a lo establecido. Que me gusta el riesgo, abrir caminos, enfrentar las ideas amorfas, las verdades envejecidas, los criterios caducos que se dan por sentado y se aceptan por comodidad o resignación. Me atrae lo desconocido, lo nuevo, lo no aceptado por el común. Eso me hace un poco solitaria. Pero ingobernable.

SC: Por eso te atreviste a incluír a autoras de la isla y de fuera de la isla en la antología Estatuas de sal que hiciste con Marylín Bobes en 1994 (se publicó en 1996).

MY: Fue un atrevimiento, pero tuve apoyo. Si no hubiera tenido apoyo, yo creo que ahora, no me lo hubieran permitido.

SC: ¿Aún hoy en día no?

MY: Quizá porque hay un momento muy fuerte ahora de confrontación otra vez con los cubanos del exterior. Bueno, a lo mejor sí. En aquel momento fue una buena coyuntura y aunque hubo opositores, tuve el apoyo de Abel Prieto. Yo le dije, Abel, hago el libro con todas, y él dijo, va. También querían sacar algunas porque eran malas escritoras (y de verdad que hay malas escritoras allí), pero ellos no se sacan a ellos mismos de su propia antología porque son malos, se ponen todos. Y nos querían sacar otras que ni siquiera son malas escritoras, son buenas, pero no eran del gusto de ellos. Pero yo allí tuve el apoyo total de poner quien yo quería, y pasó al revés, me querían imponer a una o dos y yo dije no, y se respetó la opinión de Marylín y mía. Si no hubiera sido por Abel, ese libro no hubiera salido así. No fue una audacia, no, yo llamo audacia cuando uno tiene miedo.

SC: ¿Y no tenías miedo por eso?

MY: ¿Qué me podían hacer? Yo ya puedo cometer mi crimen. Yo ya tuve mi castigo. Yo no tengo un trabajo oficial. No me dejaban viajar antes. Yo ya pasé eso, de que me prohibieran viajar. No me van a colgar de un árbol, no me van a sacar las uñas, no me van a torturar. ¿Qué me pueden hacer? No me pueden hacer nada. Lo único que pueden hacer es impedirme publicar. Y no me lo van a hacer. No hay audacia. Cuando hay audacia, es cuando uno tiene cosas que perder. Yo no tengo nada que perder.

SC: ¿Como mujer?

MY: No tengo nada que perder. Lo que sí pienso es que, audaz yo fui cuando tenía 20 años. Pero fui audaz inconcientemente, o sea no me proponía ser audaz. Hacía las cosas y eso me provocó muchos problemas. Y yo, las audacias mías fueron cuando yo era joven. Ahora son como soy yo.

SC: Incluyendo las autoras incluidas en la antología, ¿cuáles son las cubanas que más te interesan y por qué?

MY: Yo creo que de la poesía, la escritora que yo pienso que es más relevante, es la poetisa Lina de Feria. En mi libro de poemas, Las visitas, visto desde hoy, reconozco influencia de Lina de Feria. En mi opinión, es la poetisa de nuestra generación. Otras se han hecho más famosas pero no las voy a mencionar, pero yo pienso que Lina es la verdadera y auténtica gran poetisa de mi generación. Hay otras también, y quiero destacar a Georgina Herrera, que es una de las pocas escritoras negras cubanas; ella no ha sido olvidada, porque ella ha sido últimamente reconocida. Me da mucho interés la literatura de las jóvenes aunque pienso que hay un exceso de experimentación, que les falta un poco curarse el sarampión. Tienen que aprender un poco a cortar. Algunas creen que escribir es la diarrea de las palabras y de mucho cultismo. Lo que me asombra es que algunos se maravillen con esto y que no se den cuenta que detrás de esta historia le falta un poco de pulimento. Yo las admiro y las quiero y creo que van a ser grandes escritoras pero todavía les falta. Las incluyo, las pongo en mis antologías, pero todavía les falta un poco de eso. De las mujeres narradoras, yo pienso que la que más me gusta, la que pienso que es una escritora que va a dar mucho de que hablar es Mayra Montero. Los puertoriqueños sí la quisieron agarrar para allá, pero yo pienso que Mayra Montero es en el momento actual uno de los escritores cubanos vivos, sea hombre o mujer, perro, gato, Mayra Montero es una de los más importantes. Digo perro, gato para que no se vaya a ofender ella porque es una animalera. Porque nos comentamos, cómo sigue tu perrito, como sigue el mío, me manda medicinas para mi perro. De las que viven en los Estados Unidos, Achy Ovejas, lo que pasa es que Achy escribe en inglés y esto es un gran conflicto que hay que resolver. También la Condesa de Merlín escribía en francés y nosotros la consideramos escritora de la literatura cubana. O sea qué es lo que va a pasar dentro de 100 años, yo no puedo hablar, me parece que las discusiones sobre eso, ahora resultan estúpidas. Hay que esperar a que pasen 100 años a ver qué va a pasar con nuestra lengua. Y Uva de Aragón, también en la poesía, sobre todo en la narrativa, es lo que más me gusta de Uva. Y hay otras amigas que las quiero mucho, que las incluiría en todas las antologías, como algunos cuentos de Aída Bahr, Nancy…

SC: Nancy Alonso...

MY: Si, Nancy Alonso tiene una perspectiva muy tremenda de la realidad. Lo que pasa es que le falta pulimento. Marylín y Magaly Sánchez, yo creo que hay un buen grupo, y ¡ah! y Adelaida Fernández de Juan que tiene unos cuentos muy buenos. Yo creo que éste es un gran momento de la literatura cubana. Está Esther Díaz Llanillo que también es una satisfacción tremenda porque ella dejó de escribir durante 30 años y ha vuelto a escribir después de todo eso. Yo creo que es decisivo para la literatura cubana que tenga mujeres así.

SC: Y aunque haya una avalancha desmedida del tema de la sexualidad, como dices "por lucro" ¿hay algunas escritoras que te gustaría destacar, que tienen una verdadera sensibilidad o manera de emplear la palabra para la cuestión sexual?

MY: Es un tema que... No te creas que a veces no me he preocupado de eso porque yo no me animo en ese tema. Yo digo que es pudor pero ha de ser desconocimiento, pena, pena quiere decir vergüenza, ¿no? O simplemente que no es mi tema, ¿entiendes? Y hay una joven, ya no tan joven, para mí joven son los 20 años, ésta tiene un poquito más, que toca estos temas con mucha crudeza, no vulgaridad, como la vulgaridad de Zoe Valdés. Yo pienso que ésta sí es un ejemplo de interés lucrativo. La que sí vale mencionar es Anna Lidia Vega Sedova, porque ya ha publicado un libro con mucha crudeza, no solamente del sexo sino de las relaciones humanas. Y realmente yo le dije, cuando leí tu libro, yo estuve a punto de morir, porque me estás revelando un mundo, para mí, completamente desconocido. Y es una de las más jóvenes que tocan el tema del mundo un poco sórdido, marginante.

SC: Bueno, para ya empezar a cerrar esta entrevista, quería hacerte algunas preguntas otra vez más generales. Una es, ¿cuáles son tus proyectos actuales? ¿En qué estás trabajando ahora, bueno, en cuanto a la escritura creativa o también la investigación o...?

MY: Desde que yo vine aquí la primera vez, y estuve en Vassar College, me emocioné mucho porque mi profesora más admirada, Camila Henríquez Ureña, dio clases allí. Esto se me quedó adentro. Se lo propuse a Daisy Cocco de Felippis, que es una profesora y crítica dominicana que vive en Nueva York, para mí muy admirada, además por sus estudios sobre las mujeres dominicanas. Así que Daisy me dijo, ¿por qué no escribes algo de Camila? y lo hablamos varias veces. Y ya el año pasado lo concretamos, y estamos en un proyecto que va a salir por aquí por Nueva York, que se llama Hijas de Camila. Cuando yo llegué a Cuba, quise meterme en lo testimonial. Estoy grabando a las personas que la conocieron, la parte mía se va a llamar Camila y Camila porque, es que he descubierto otra Camila, no la Camila fría, profesora. Cuando yo era alumna de ella, yo fui una de sus alumnas predilectas y me di cuenta que había otra Camila porque tenía un sentido del humor muy tremendo. Ya leyendo su diario, leyendo sus cartas, aunque guardó una gran intimidad, yo creo que había otra Camila llena de pasión y además con una vida, parece no muy ortodoxa, entonces voy a escribir sobre esa Camila. Sé que Julia Alvarez, la novelista dominicana, va a sacar este verano una novela sobre Camila y su mamá, que su mamá fue una de las primeras poetisas de habla hispana en Latinoamérica, Salomé Ureña. Lo mío no tiene que ver nada con la novela. Lo mío es un testimonio, recogiendo textos, recogiendo cartas, es un testimonio que refleja mi predilección por el trabajo periodístico. Eso es lo que estoy trabajando ahora.

SC: ¿Y sigues escribiendo versos y cuentos?

MY: Yo quisiera escribir una novela. Quisiera escribir una novela porque pienso que faltan novelas de mi generación. Ya hay algunas, pero hablan mucho de los muchachos. Quisiera escribir una novela con lo que han sufrido las mujeres de mi generación, con el sufrimiento, con el infierno, pero también escribir, es un poco estar en el infierno. Y por eso es que he dejado de escribir todos estos años. Porque escribir es estar en el infierno, al mismo tiempo me gusta mirar con humor. Y el infierno mío, estos últimos años no podía verlo con humor. Voy a recuperar el humor y ver ese infierno con humor. Así que tengo que encontrarlo y me ha costado mucho trabajo. Mis planes, cuando regrese a Cuba, si no se me rompe nada, (bueno, la computadora está rota ya), si yo puedo arreglar la computadora, si termino de construir, si no me enfermo, es sentarme a escribir una novela.

SC: ¿Cómo ves el futuro de la mujer intelectual cubana, y tú entre ellas?

MY: Yo creo que ya empezó el buen futuro. Ya no se puede hacer una antología sin que aparezcamos. Y si no aparecemos, es tan notable que no estemos, que resulta verdaderamente bochornoso. Yo creo que hemos estado muy bravas todos estos años, muy molestas y no podíamos pasar a la fase de que nos burlemos, incluso cuando no estamos, porque ya hay una obra. Pero o por suerte, o por desgracia, no tenemos mercado. Y en ese aislamiento que ha vivido Cuba ha servido, por ejemplo, para que La Habana se preservara. Y si esa Habana maravillosa, donde no se han derrumbado las casas viejas para hacer edificios, y tenemos nuestra Habana todavía, yo creo que no tener mercado ha propiciado que la buena literatura se preserve también. Yo creo que el futuro de las intelectuales cubanas será un buen futuro, y yo me veo dentro de él.
 
 

Bibliografia Selectiva
   Obras principales


Cubanas a capítulo. (ensayos, prólogo Susana Montero) 2001.

Narraciones desordenadas e incompletas. 1997.

Algun lugar en ruinas. 1997

El diablo son las cosas. 1988, 2001.

Las visitasy otros poemas. 1986

La hora de los mameyes. 1983

La Habana es una ciudad bien grande. 1981.

Todos los negros tomamos café. 1976.

Las visitas. 1971.
 

Antologías editadas


Habaneras. Ed. Mirta Yáñez. España: Txalaparta, 2001.

Cuentistas Cubanas contemporáneas. Ed. Mirta Yáñez. Salta, Argentina: Biblioteca de Textos Universitarios, 2000.

Cubana: Contemporary Fiction by Cuban Women. Ed. Mirta Yáñez; Foreword by Ruth Behar; Translated by Dick Schuster and Cindy Schuster. Beacon, 1998.

Estatuas de sal: Cuentistas cubanas contemporáneas. Ed. Mirta Yáñez y Marilyn Bobes. Havana: Union, 1996.

Album de poetisas cubanas. Ed. e Intro. Mirta Yáñez. Letras Cubanas, 1997.