Emilia Serrano, Baronesa de Wilson (¿1834?-1922): intrépida viajera española; olvidada "Cantora de las Américas" (1)
Leona Martin

Susquehanna University




En el año de 1890 se publicó en Barcelona América y sus mujeres, libro escrito por Emilia Serrano, Baronesa de Wilson para celebrar a las numerosas mujeres ilustres que ella había conocido durante sus viajes por casi todas las repúblicas del "Nuevo Mundo." En cualquier estudio de la vida y de las obras de esta española singular saltan a la vista las palabras "única" y "primera": única española del siglo XIX que viajó sola por casi todo el hemisferio occidental; autora del primer estudio comprensivo (1890) de la mujer americana, y de la primera antología de escritores americanos (1903) (2) que incluyera voces masculinas y femininas. Emilia Serrano de Wilson se jacta de haber conocido personalmente a la mayoría de las ilustres figuras que desfilan por sus páginas y de haber visto en persona los lugares y maravillas naturales que describe. (3) "Viajera que sin temor alguno, cruzaba solitarios bosques, surcaba los mares y ascendía a la maravillosa cordillera andina," doña Emilia fue, en todo sentido de la palabra, una mujer excepcional (Americanos célebres 8). (4)

Resulta lamentable pero poco sorprendente el hecho de que Emilia Serrano de Wilson se haya borrado casi por completo de la memoria colectiva. Fue un destino que les aguardaba a muchas mujeres escritoras de su época, más tal vez a las españolas que a sus hermanas de otras naciones europeas. La situación de Serrano de Wilson resultaba especialmente precaria ya que, al residir y al publicar sus obras en tantas repúblicas del mundo hispanohablante, no estableció los imprescindibles lazos profesionales para insertarse firmemente dentro de la tradición cultural nacional de algún país específico. Irónicamente gozó de mayor fama en los países hispanoamericanos que en su madre patria, hecho que se constata en las pocas palabras que se dedican a ella en la Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana Espasa Calpe, edición de 1927, donde leemos que Emilia Serrano "viajó por toda América donde era conocidísima" (Tomo 45, p. 599). Por desgracia, aun en años recientes, marcados por una notable labor de resuscitación de la actividad literaria femenil del siglo XIX, muy poca atención se ha prestado a la Baronesa de Wilson. (5)

Serrano de Wilson dedicó todos sus esfuerzos a la diseminación-tanto en España como en Hispanoamérica-de información sobre las Américas. En América en fin de siglo (1897), libro que escribió con plena conciencia de la inminente disolución final del imperio español en las Américas, habló de la noble meta que la inspiraba: una unión entre los pueblos de habla española que fuera "tan estrecha, tan íntima, tan grande y útil para todos como inquebrantable" (133). Este artículo examinará las actividades profesionales de Emilia Serrano de Wilson con enfoque especial en el doble papel de mujer de letras y de científica que desempeñó para lograr sus metas.

Las semillas de la futura vocación de Emilia Serrano se sembraron durante los años de su niñez y su adolescencia. Nacida en Granada, a los cinco años de edad sus padres la llevaron a París para que se educara en la Ciudad Luz. Se crió dentro de un ambiente sumamente cosmopolita y privilegiado. En las páginas introductorias de América y sus mujeres la autora recuerda, por ejemplo, a los literatos-- hombres célebres como Alfonso de Lamartine, Francisco Martínez de la Rosa y Alejandro Dumas hijo--que frecuentaban la casa de sus padres en París. (6)

Desde sus años más tiernos, se cristalizaron dentro de la imaginación de Emilia Serrano tres pasiones irreprimibles: el amor por las letras, la afición por los viajes, y su enorme fascinación con las Américas. Esta última pasión nació en la biblioteca de un anciano venerable, un tal don Máximo, quien veraneaba cerca de la casa que tenían los Serrano a orillas del Lago Como en Italia. A la joven Emilia le encantaba conversar con don Máximo y terminó por ganarle las llaves de su corazón así como las de su biblioteca, lugar donde se reunía una impresionante colección de obras americanistas. Años más tarde Emilia Serrano recuerda nítidamente las horas mágicas que pasó en la biblioteca de don Máximo:

Las escenas de la vida de los indios, descritas gráficamente; los descubrimientos y conquista, las batallas, las heroicidades de españoles y de indígenas, la lucha tenaz y justa de los hijos del Nuevo Mundo contra los invasores, me enajenaron hasta el punto de olvidarme de todo lo que no era leer, dándose el caso de renunciar a paseos y a otras distracciones, por entregarme a mi pasión favorita. (América y sus mujeres 12) El sueño "americano" de Emilia se nutrió dentro del ambiente intelectual parisiense de la época en el que la noción de las Américas ocupaba un lugar preeminente. Entre los ingredientes que contribuyeron a este interés figuraban los informes científicos y los relatos personales con que volvieron de las Américas los grandes expedicionarios, hombres como Charles de La Condamine y Alexander von Humboldt. En Imperial Eyes: Travel Writing and Transculturation, Mary Louise Pratt explora a fondo el gran impacto que tuvieron dichos textos en la reelaboración de la identidad política y cultural de las Américas durante el período decimonónico (111-143).

Temas políticos--las Guerras de la Independencia y la formación de las nuevas repúblicas, la emancipación de los esclavos, o la querelle d'Amérique (7) --se discutían acaloradamente en los salones y en la prensa a la vez que la fiebre americanista se expresaba en novelas, poesías y obras de teatro que se cultivaban a ambos lados del Atlántico. Participantes indipensables en el diálogo fueron los numerosos hispanoamericanos que se habían refugiado en París, algunos por motivos políticos y otros, en busca de enriquecimiento cultural.

Durante este período tan fructífero para su formación intelectual, Emilia Serrano sufrió una serie de tragedias personales. Ella revela que, antes de llegar a los 15 años de edad, contrajo matrimonio con un inglés aristocrático (de ahí su nombre de pluma, "Baronesa de Wilson") y que, apenas cumplidos dos años de casados, enviudó. Pocos años después le acaeció una segunda desgracia, la muerte a los cuatro años de edad del fruto de su matrimonio, la pequeña Margarita Aurora.

Con viajes por Europa y España, esta vez acompañada de su madre, y mediante el cultivo de las letras, poco a poco se sobrepuso la recién enviudada a sus dolores, integrándose plenamente a la vida intelectual, primero en París y luego en España. Publicó poemas patrióticos, religiosos, y sentimentales y también redactó varias novelas, entre ellas, Magdalena y Misterio del alma. De gran importancia fue su colaboración en las revistas americanistas, como La Revista del Nuevo Mundo, que circuló a ambos lados del Atlántico.

En honor de su hija fallecida, Emilia Serrano escribió un manual de conducta para las jóvenes, El Almacén de las Señoritas, (8) obra que se volvió muy popular en todo el mundo hispanohablante. También figuran en la lista de sus obras tempranas traducciones de las novelas de Alejandro Dumas al español y varios manuales de viajes.

Toda esta actividad no la desvió, sin embargo, del sueño que había nacido años antes en la biblioteca de don Máximo: el viaje a las Américas. Con el transcurso del tiempo, el viaje iba tomando forma concreta dentro de la imaginación de Emilia Serrano. No se propuso viajar como turista sino en plan profesional, asumiendo, como ya se ha mencionado, el doble papel de mujer de letras y de científica.

Ya antes de partir para las Américas, Emilia Serrano de Wilson había pulido sus destrezas de mujer de letras. De joven se había inspirado en el modelo establecido por la ilustre francesa, Madame Germaine de Staël, anfitriona por excelencia de salones literarios y culturales. Más tarde, influyó en ella otra mujer de letras muy afamada, su "hermana hispánica," la escritora cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda, con quien se relacionó primero en París y luego en Sevilla.

El Nuevo Mundo le ofrecía a Emilia Serrano un escenario muy amplio y hospitalario para el ejercicio de su talento. Frisando en los cuarenta años se embarcó rumbo a las Antillas, viaje en el que el destino de la viajera española quedó permanentemente unido a las tierras de ultramar. (9) En 1862 emprendió un segundo viaje, inciando una odisea que la separaría de tierras españolas por más de 15 años. Viajó por casi todos los países del hemisferio con residencias prolongadas en la Argentina, Perú, Ecuador, Cuba y México. En 1891 se embarcó por tercera vez; en este viaje reunió los materiales incluídos en América en fin de siglo (1897). Aun en el siglo XX se aprovechó la incansable sesentona/setentona de nuevas oportunidades para viajar y para redactar libros, tales como Maravillas americanas (1910).

Al pasar de un país a otro, doña Emilia preparaba cuidadosamente el terreno para su recepción dentro de los círculos culturales que la esperaban. Se valía de cartas de introducción a eminentes figuras nacionales y de artículos de promoción publicados de antemano en los periódicos del día. En casi todas partes, la hermandad de mujeres hispanoamericanas que se había establecido informalmente para promover las aspiraciones intelectuales y literarias de las mujeres le brindó una acogida muy calurosa. La lectura de América y sus mujeres nos permite apreciar la estructura de dicha hermandad, que se distingue por su carácter eminentemente pan-ibérico. El éxito que tuvo la hermandad se debió principalmente a un pequeño núcleo de mujeres excepcionales que combinaban sus labores intelectuales con viajes internacionales que sirvieron para establecer una poderosa red de colaboración femenina. Entre ellas se destacan Juana Manuela Gorriti de la Argentina, la peruana Clorinda Matto de Turner, Soledad Acosta de Samper de Colombia, y, claro está, el objeto de este estudio, Emilia Serrano de Wilson.

Estas mujeres se dedicaban a la publicación de revistas, a la docencia, y a la redacción de novelas, poesías, y textos de género menor: por ejemplo, libros escolares, tratados pedagógicos, manuales de conducta, y libros de recetas. Participaban también en las tradicionales tertulias y veladas literarias en donde se reunían hombres y mujeres para discutir temas culturales y políticos. En Lima, para citar un ejemplo, se hicieron muy famosas las veladas literarias que organizó Juana Manuela Gorriti durante los años de 1876-1877. (10) Al describir su participación en las veladas limeñas, Serrano de Wilson ilumina con gran claridad este mecanismo social que tanto ayudó a consolidar la hermandad de mujeres (América y sus mujeres 159).

Viajando como escritora y mujer de letras Emilia Serrano llegó a los países más distantes de la América latina y en todas partes dejó obras publicadas e importantes contribuciones a la vida cultural. En Chile, por ejemplo, reunió materiales que servirían más tarde para su colaboración con Armando Donoso en la publicación de una antología literaria, El Parnaso Chileno (1910). En Perú sus huellas se hallan en la revista, Semanario del Pacífico (1877-1878) (11), mientras que en el Ecuador publicó un folletín interesantísimo sobre su viaje entre Guayaquil y Quito así como un tratado pedagógico, La ley del progreso, inspirado en las ideas progresistas del eminente educador y estadista argentino, Domingo Faustino Sarmiento. En México, doña Emilia vivió un período de gran productividad intelectual con la redacción de una novela en dos tomos, El mártir de Izancanac (1890) y la preparación de México y sus gobernantes, libro escolar sobre la historia mexicana que se usó durante décadas en las aulas mexicanas. (12)

En América y sus mujeres, el lector llega a apreciar las múltiples voces con que Emilia Serrano se representa como "viajera intrépida," y "Cantora de las Américas." Se trata de un texto híbrido en que la autora intercala descripciones de lugares y homenajes a las mujeres hispanoamericanas dentro de la narración de su gran odisea por tierras americanas. Capta escenas de la navegación en alta mar, la subida a lomo de mula a las altas cumbres de los Andes o la travesía del Istmo de Panamá, en las que repercuten las voces de los hombres valientes que desde los primeros años del descubrimento y de la conquista se dedicaron a dominar el Nuevo Mundo. Las primeras páginas de América y sus mujeres, revelan hasta qué punto se identificó Serrano de Wilson con este modelo indiscutiblemente masculino:

Verdaderamente sentíame enamorada de la idea [el viaje a las Américas] pareciéndome ya verme en medio de aquellas majestuosas soledades que cruzaron los atrevidos españoles del siglo XVI y XVII, tan aficionados por su índole aventurera y audaz a enredarse en empresas riesgosas y erizadas de dificultades. No podía ocupárseme lo temerario del propósito; pero mi excelente salud y la incontrastable fuerza de voluntad, salían fiadoras para que no temiese el cansancio moral o físico (21). Las lecturas que Emilia Serrano había hecho sobre la conquista y la colonización influyeron mucho en sus reacciones como viajera. Dedica muchas líneas a la historia de los lugares que visita, citando a menudo los textos más antiguos. Tal fenómeno sucede, por ejemplo, cuando describe su viaje por el Estrecho de Magallanes y sus contactos con los indígenas fueguinos quienes se acercaban en canoas a los pasajeros que se hallaban sobre la cubierta del vapor transatlántico (América y sus mujeres 126-127). Al narrar este suceso, doña Emilia se refiere al texto original que escribió Francisco Pigafetta, cronista oficial de la tripulación de Magallanes.

Si Serrano de Wilson se inserta dentro de un ámbito masculino al identificarse con los descubridores y los conquistadores, la misma tendencia se puede observar respecto a sus aspiraciones como naturalista o científica, actividades esencialmente masculinas que motivaron muchas de las expediciones del siglo XIX.

Entre los grandes naturalistas, ninguno tuvo mayor influencia sobre Emilia Serrano que Alexander von Humboldt. A menudo ella cita los estudios de Humboldt para así legitimizar sus propias interpretaciones de la naturaleza americana. La resonancia entre las voces de Wilson y Humboldt se hace especialmente fuerte cuando la geografía por la que transita doña Emilia coincide con momentos cumbres de la aventura humboldtiana. Se nota este fenómeno en el Ecuador al acercarse doña Emilia a la capital por el camino de los volcanes. Ella cita a Humboldt para indicar la altura de los picos nevados y en la descripción que nos hace del Chimborazo, se trasluce la gran fascinación que sintió Humboldt por ese volcán, "El Monarca de los Andes," pico que no se dejó conquistar ni por él ni por el gran libertator Simón Bolívar.

Otro lugar icónico del cosmos humboltiano que había quedado hondamente grabado dentro de la imaginación europea y que figura de manera muy prominente en el texto de Emilia Serrano fue el Salto de Tequendama, maravilla natural que se halla a poca distancia de Bogotá. El éxtasis que le inspiró a doña Emilia su visita a este lugar y que ella describe en prosa y en verso refleja claramente las reacciones expresadas por Humboldt.

Un detalle curioso que demuestra la forma en que Emilia Serrano esculpía su imagen de científica es su insistencia en llamar la atención a su "maletín," accesorio de viaje en el que guardaba los numerosos artefactos que coleccionaba y los apuntes que iba tomando en archivos y bibliotecas. El "maletín" simbolizaba la seriedad con que se entregaba a sus actividades intelectuales y su gran satisfacción ante el hecho de que en las Américas le solían facilitar el acceso a las bibliotecas, privilegio vedado a las mujeres en España.

Después de más de diez años de recorrer tierras americanas, en el año de 1883 Emilia Serrano de Wilson llegó a México. Data de este año una biografía autorizada, La Baronesa de Wilson: su vida y sus obras, redactada por Ramón Elices Montes. Obra publicitaria que alaba todas las proezas de la "Cantora de las Américas," este libro tiene el valor de proporcionarnos un catálogo muy completo de las obras que había publicado Emilia Serrano hasta aquella fecha, las revistas en que había colaborado, y los numerosos honores que le habían concedido. Su biógrafo describe las mil "curiosidades" que figuraban dentro de su colección personal, "un mosaico de inestimable valor" que incluía "vestigios de dos civilizaciones y de muchas centurias." Sus artefactos y apuntes constituían "preciosos comprobantes con afán buscados en todo el continente americano y que sólo la heroica constancia y la investigadora fe de la ilustre escritora [pudieron] reunir" (La Baronesa de Wilson 45-46).

Todavía se requiere mucha investigación para poder juzgar con mayor acierto la obra y la vida de Emilia Serrano de Wilson. La mayoría de los datos biográficos que tenemos provienen de los textos publicados o autorizados por ella misma. Doña Emilia, una mujer sumamente ambiciosa y sagaz, supo manipular los medios de comunicación y los sistemas de beneficencia para lograr sus metas. Existen muchas razones para sospechar que paralelos a las aventuras públicas de esta valiente viajera había otros episodios ocultos de índole romántica. En efecto, se murmura la posibilidad de que fuera amante de José Zorrilla en París y que la pequeña Margarita Aurora tal vez fuera hija de esa unión, no del matrimonio con el Barón Wilson. (13) Queda sin comprobar pero se puede conjeturar que la primera visita que hizo a las Américas (rumbo a las Antillas) coincidió con la residencia de Zorrilla en Cuba. Se hace mención, además, de unas segundas nupcias que contrajo en 1873 con Antonio García Tornel, doctor en Medicina (14) pero no se proporciona ningún dato adicional.

Los viajes definieron la esencia de Emilia Serrano de Wilson. Satisficieron su espíritu de aventura, le proporcionaron múltiples materiales para sus escritos, y le dieron una libertad inigualable para crear y recrear una identidad pública. Gracias a sus viajes, doña Emilia pudo forjar una existencia en que se unían múltiples mundos: el de España y el de las tierras americanas; el del pasado imperial contrastado con la nueva época republicana; el de una mujer de letras quien también desplegaba sus talentos dentro de la esfera masculina de las investigaciones científicas. Irónicamente, sin embargo, su misma pasión por viajar llegó a condenar a Emilia Serrano Baronesa de Wilson al olvido. Su obra quedó desparramada por caminos y lugares tan distantes que sólo ahora se está rescatando para crear un mosaico que refleje debidadmente los méritos y la extraordinaria audacia de "La Cantora de las Américas."
 
 

Notas

(1). Resulta difícil precisar la fecha de nacimiento de Emilia Serrano. Ella indica que nació en 1845, pero otras fuentes de información, entre ellas su partida de defunción, sugieren que ocurrió dicho acontecimiento unos diez años antes.

(2). El mundo literario americano. 2 Vols. Buenos Aires: Maucci Hermanos, 1903.

(3). La autora critica a sus compatriotas que escriben sobre las Américas sin nunca haber tenido contacto directo con las tierras del Nuevo Mundo. Es cierto que en casos como el de Menéndez y Pelayo, sus estudios americanistas se basaban exclusivamente en los textos que leyeron.

(4). Parte de la información que se incluye a continuación se halla en el artículo que publiqué en inglés en Hispania 82:1 (1999): 29-39.

(5). Algunos estudios sobre Serrano de Wilson que merecen mención son la disertación inédita de Dolores Gómez ("Emilia Serrano de Wilson: cantora peregrina de América en la literatura del siglo XIX"); un artículo sobre la actuación de Serrano de Wilson en la revista, El Semanario del Pacífico, escrito por Maida Watson; y el artículo, "El canto a América de Emilia Serrano," por John Dowling (1996).

(6). Muchos datos sobre estos primeros años de la vida de Emillia Serrano de Wilson se hallan en las primeras páginas de América y sus mujeres.

(7). La querelle d' Amérique consistió en un debate sobre la supuesta inferioridad de las Américas en cuanto al estado de desarrollo de la naturaleza (Pratt 140).

(8). Las fuentes bibliográficas que he consultado indican que este libro se reeditó por lo menos siete veces, siendo el año de su reedición más reciente 1924. El Almacén de las señoritas, lo mismo que Las perlas del corazón, circuló por todo el mundo hispaánico, adoptándose como texto escolar oficial en algunos países.

(9). Muy difícil de determinar son los itinerarios exactos y las fechas de los viajes que hizo doña Emilia. La autora tiende a no precisar las fechas y a combinar como parte de un sólo trayecto detalles tomados de diferentes viajes. Véase John Dowling, "El canto a América de Emilia Serrano, Baronesa de Wilson."

(10). Juana Manuela Gorriti nació en la Argentina en 1818. Pasó años como exiliada en el Perú (1848-1878) tras una época de gran turbulencia política en la Argentina y un matrimonio desdichado con Manuel Isidoro Belzú, quien llegó a asumir la presidencia de Bolivia (1848). Juana Manuela ocupó un lugar preeminente dentro de los círculos intelectuales limeños, donde todavía se recuerdan las veladas que organizó en vísperas de la Guerra del Pacífico. Véase "Las veladas literarias de Juana Manuela Gorriti: un momento dorado del feminismo hispanoamericano," capítulo (páginas 219-226) que contribuí a Mujeres latinoamericanas: historia y cultura (Siglos XVI al XIX). Se halla mucha información sobre Juana Manuela en América y sus mujeres (páginas 79-87).

(11). Véase Watson, Maida, "Women Writers in Late 19th Century Perú: The Semanario del Pacífico and the Baronesa de Wilson." Confluencia: Revista hispánica de cultura y literatura. 1992 Spring, 7:2. 47-53.

(12). Este libro se reeditó varias veces. La fecha de reedición más reciente de que tengo noticia es 1967.

(13). Parece que Emilia Serrano figura en los versos de Zorrilla con los nombres de Beida o Leila. Véase Narciso Alonso Cortés, Zorrilla: su vida y sus obras, páginas 1068-1075.

(14). Véase María del Carmen Simón Palmer, Escritoras españolas del siglo XIX: manual bio-biográfico, p 638.