El Teatro del Silencio
 

Ruth Muñoz-Hjelm

The University of Arizona South



Cuando observamos por primera vez el teatro de sordos, los que solamente hemos tenido la oportunidad de ver teatro tradicional, nos quedamos asombrados de descubrir la manera en que el ser humano se adapta a diferentes métodos decomunicación, a pesar de cualquier limitación física o de los sentidos. Los oyentes, al presenciar una obra de sordos, nos sentimos envueltos en un inmenso silencio comunicativo, casi intuitivo, porque nos vemos forzados a tratar de entender algo que no habíamos considerado necesario hasta ahora. Gana la curiosidad y el deseo de la nueva aventura, y entramos entusiasmados al mundo de una nueva forma de arte que desconocíamos dentro del género teatral.

El teatro de sordos se encuentra casi ignorado como parte del estudio crítico, académico. Tal vez existe el temor de no entenderlo y se le ha marginado hasta cierto punto por no considerarlo un medio comunicativo de las mayorías, pero nos sentimos alentados, sin embargo, al descubrir que existen muchas similitudes dentro de la diferenciación de ambos tipos de teatros para sordos y para oyentes. Además, es posible que hasta ahora se nos haya escapado el hecho que el teatro de sordos y para sordos es también de oyentes y para oyentes, debido a la interacción y participación de ambos tipos de actores. La guturalización como parte del teatro de sordos, también contribuye algo más a la interacción con la audiencia de oyentes.

El análisis por escrito puede ser una de las mayores contribuciones al entendimiento del Teatro del Silencio, porque la escritura y la lectura de la obra teatral es lo que la incorpora a la literatura. Steven Spielberg, en su aceptación del premio: "Academy of Arts and Sciences’ Lifetime Achievement Award", dijo que: "Solamente una generación de lectores logrará dar vida a una generación de escritores", y nos dicen Carolyn Schuler y Susan Meck, que: "…Cuando el texto, el arte y la emoción se unen, se crea una verdadera armonía. Sin embargo, es sólo cuando la literatura se comparte que verdaderamente se le da vida". (Sharing Literature With Deaf Children, p.79) La tecnología también contribuye a apoyar a los actores sordos. Un ejemplo es el uso del sistema SFX que se aplica por medio de la computadora, y el cual permite que los actores sordos puedan leer simultáneamente varias líneas, dichas por los actores oyentes, y poder mantenerse así con el uso de esas claves, al tanto de su participación y su lugar en la obra. (Thackaberry, pp.2-3)

Al ver el drama de una obra de teatro de sordos, ahora somos nosotros, los de los cinco sentidos bien desarrollados, los que nos sentimos un poco perdidos y frustrados en medio de una nueva forma de comunicación, por no poder descifrar completamente cada mensaje y método comunicativo, pero tenemos todavía una gran ventaja; podemos asociar este teatro con la mimática ya conocida, podemos pensar en la tradición del teatro japonés, y podemos leer los gestos y las expresiones en el movimiento del cuerpo. Tenemos además, la ventaja de poder escuchar a los intérpretes y a los actores oyentes que interactúan con los actores sordos.

No es completamente necesario saber reconocer el lenguaje de las señas. Estamos acostumbrados ya a leer otros lenguajes sin tener que escucharlos, como el lenguaje de las imágenes y el de los símbolos. Ya somos peritos en la hermenéutica de las diferentes artes y sabemos intuir los mensajes en los cuadros pintados, en las danzas sin canciones, y hasta en la expresión de una mirada. Tenemos además la ventaja de haber siempre escuchado, sin haber tampoco perdido después el privilegio. Ahora los oyentes nos encontramos con la irónica desventaja de ver y tratar de entender por primera vez la comunicación de un teatro que no es sólo de sordos sino para sordos.

Es maravilloso, no cabe duda, ver algo novedoso para nosotros en el arte del teatro. Debemos considerarlo e incorporarlo generosamente al género literario como otra rica dimensión, como una oferta abierta al análisis y a la hermenéutica. El teatro de sordos nos desafía a tratar de entender lo otro para hacerlo nuestro. Entramos y compartimos su mundo de silencio. Los oyentes observamos en el teatro de sordos, cuidadosamente cada gesto, cada movimiento. Ponemos las imágenes en orden, e interpretamos los eventos, aunque no escuchamos igual que ellos, sino que observamos el lenguaje visual de sus diferentes formas de expresión. A veces no podemos evitarlo y retrocedemos a tratar de ubicar en nuestras propias palabras los mensajes de los gestos. Somos como los que empiezan a aprender un nuevo lenguaje y no pueden todavía ni pensar ni soñar en ese lenguaje. No es, sin embargo, la primera vez que nos encontramos en medio de la expresión sin las palabras y ésto nos presta alivio y nos da ánimo e impulso a proseguir con el estudio de éste género.

Cuando nos vemos vencidos por las emociones y quedamos temporalmente mudos, acudimos a un lenguaje que puede expresar la intensidad de ese sentimiento, como las lágrimas que corren por las mejillas en silencio. Los oyentes tenemos eso en común con el teatro de sordos. Como nos dice Kim L. Smith en su estudio literario sobre el silencio, El silencio en cuatro obras de Elena Poniatowska:Un acercamiento socioliterario: "La frustración, debida a la destrucción de las líneas de la comunicación, se manifiesta en el lenguaje del cuerpo, y otra forma de silencio trata de comunicarse" (17)

Es evidente, sin embargo, que dentro del estereotipo, las lágrimas se consideran más bien el lenguaje silencioso de la mujer por considerársele ser más débil, y menos controlada en manejar sus emociones que el hombre, porque como nos menciona también Smith en la misma página:

Las lágrimas son tradicionalmente consideradas formas femeninas de expresar la frustración y la sensibilidad. Los hombres, por el contrario, usan las lágrimas raramente si acaso las usan del todo. Y la única forma apropriada que deben usar (estereotípicamente), es el expresar el coraje. La mujer, se ha pensado, carece de la capacidad de arreglar sifnificativamente las palabras. Por consiguiente, debe de apoyarse en formas silenciosas de la comunicación, como lo son las lágrimas. Es irónico que en lugar de considerar las lágrimas como una extensión del lenguaje por ser una manera más de expresar las emociones, se consideren como una limitación y una debilidad. En el teatro, sin embargo, las lágrimas son un instrumento adicional para enfatizar el drama. Podríamos sugerir que en este caso es el que no puede llorar el que se encuentra verdaderamente limitado.

Para poder apreciar la extensa expresión del teatro de sordos, es imprescindible desarrollar más que nunca nuestra habilidad de interpretar el ritmo de los movimientos. ¿Cómo podríamos habernos imaginado que existía la onomatopeya visual? ¿Cómo entender la hermenéutica de aquellos que inventan aunque sea parcialmente, lo que es la dimensión del sonido? Sólo podríamos imaginárnoslo al taparnos los oidos cuando vemos un drama en el cine o en el teatro. De repente nos parece más importante que nunca poder apreciar lo simbólico. Nos esforzamos en entender mejor los gestos y los manerismos, en no perder ni el más mínimo método de comunicación que tengamos en común, como la expresión física del movimiento del cuerpo y de la postura. La compañía mexicana de teatro de sordos Seña y Verbo, introduce esta idea en una sinópsis de sus obras:

Para los oyentes, asomarnos al mundo de la sordera es como viajar a un lejanísimo país, con un lenguaje y una cultura completamente distinta, sin tener que salir de nuestra ciudad. ¿Quién no ha fantaseado alguna vez sobre qué se sentiría carecer de un sentido?, ¿cómo sería nuestra percepción del mundo?, ¿Cómo nos afectaría personal y socialmente? Sordos y oyentes participamos en el lenguaje visual comunicativo. Podemos también, por medio de la hermenéutica cultural, identificarnos mutuamente. Coincidimos en estar dentro de la comunidad del aprendizaje. Hablamos el lenguaje común del metalenguaje sin sonidos, y no se necesitan las palabras o el sonido para hacernos sentir el significado de un drama. Actuar no es necesariamente sinónimo de hablar. En el teatro de sordos la relación significante, significado y signo perdura sin el mensaje enunciado, y se experimenta la misma arbitrariedad de la hermenéutica en el núcleo cultural de la audiencia. Sin necesidad de escuchar, vemos un abrazo y el estrechar las manos, y lo interpretamos como saludo, afecto o despedida. Nos apoyamos en el símbolo universal de todos los actos. Interpretamos en los movimientos acompañados del silencio, nuestro propio esquema cultural, la intención, la acción, la reacción y el efecto de los actos. Nuestra interpretación es el resultado de la lógica, el razonamiento, y la identificación, y es la universalidad, el ingrediente más fácil de digerir para darle significado a la obra. En el teatro de sordos, la organización de las imágenes se vuelve en el elemento unificador de la reconciliación entre lo subjetivo y lo objetivo del mensaje.

Este ensayo es una exploración de aquellos métodos de comunicación que pueden existir sin la colaboración del sonido. Ecos y sombras (Cuando las palabras no te alcanzan), es una obra teatral de sordos, compuesta de varias mini-obras que exploran la soledad de los seres sordos, acompañados por sus propios ecos (imitaciones de sonidos) y sus propias sombras (la soledad y frustración del que no oye y el que no habla). La investigación del teatro de sordos nos ayuda a promover los objetivos de la comunicación en la educación. El teatro: "promueve identidad, diversidad y cultura en el contexto de comunidades múltiples…" (1), de acuerdo con el artículo de Bonnie Meath-Lang, del Instituto Técnico Para los Sordos, Instituto Rochester de Tecnología, titulado "Interacciones dramáticas: trabajo de teatro y la formación de comunidades de aprendizaje", donde nos dicen también que: "los objetivos de una comunidad de aprendizaje y de un centro de talleres de teatro, son el abrir a los estudiantes a cuestionamientos humanos y a temas universales"(4). Estos objetivos son los mismos que forman parte de la estrategia del teatro de sordos.

El teatro de sordos mexicano, Seña y Verbo, que ha montado Ecos y Sombras, utiliza la lengua de señas mexicana, con sus propias reglas gramaticales, distintas del español. En el teatro de sordos se usan no sólo el movimiento de las manos, sino del torso, el de las cejas, la cabeza y otros elementos gestuales, igual que la lectura labial. Es también la intención de este ensayo, introducir y comprobar al lector oyente, que existe la posibilidad de integrar con el teatro de sordos, una comunicación interactiva entre la comunidad de sordos y la de los estudios académicos de los oyentes. El teatro de sordos nos ofrece la oportunidad de expandir el ámbito del análisis crítico, con su rico, novedoso e innovador material dramático.

La mayor sorpresa del espectador no acostumbrado a este tipo de teatro, son los imprevisibles sonidos guturales que rompen el silencio, imitando palabras, porque no son completamente inteligibles. Las enunciaciones de los sordos nos suenan tristes, como gemidos, súplicas o llantos. Entendemos por qué encuentran los sordos refugio en el lenguaje de las señas. Es evidente que hacer cualquier sonido les resulta difícil. Las señas los libera, dándoles más oportunidad de expresarse extensamente y con rapidez; les da su propia voz.

En la primera escena de Ecos y Sombras, bajo la dirección de Alberto Lomnitz, vemos la actuación de tres actores sordos: Zaira Haddas, Lucila Olalde y Sergio Isaac Falconi, acompañados por los actores oyentes: Luis Rábago, Joana Brito, Glenda Fur, Hernán del Riego, Taniel Morales, y Everardo Trejo. La música original de Eugenio Toussaint es el leitmotif que imita a través de toda la obra las guturalizaciones de los propios actores sordos, enfatizando y explicando a la vez, la manera en que los sordos escuchan y proyectan los sonidos que ellos a veces escuchan y repiten limitadamente.

La música de la obra incorpora la interpretación de sonidos que pueden ser irritantes por no ser oídos claramente. Suena a veces como rechinidos, a veces como ecos prolongados, a veces como sonidos monótonos y molestos, sin sentido, tal y como deben escucharlos los que sufren de una sordera parcial o casi completa. La música nos ayuda a comprender la frustración del que tiene que tolerar oír zumbidos y silbidos en lugar de los sonidos claros y congruentes que estamos acostumbrados a escuchar los oyentes. Simpatizamos con la ansiedad, la frustración y el dolor del que se encuentra aislado y marcado repentinamente por la diferenciación, sobre todo aquel que no se ha acostumbrado a ser sordo por no haberlo sido desde el nacimiento.

Los temas de las escenas son los temas de los que sufren ambos tipos de sordera. La obra instruye a los oyentes en la experiencia de los sordos. La dinámica entre sordos y oyentes se convierte en el vínculo de la asimilación del otro. Los temas cubren los problemas sociales de ambas comunidades y se representa la manera en que suelen interactuar dentro de la sociedad. El teatro del silencio exige de nosotros que escuchemos auditiva y visualmente su causa, y que nos identifiquemos. El teatro de sordos es convincente, humano, comprensivo, realista, conmovedor, motivante, estimulante e inspirante. La escenografía de Hugo Heredia complementa al título con su proyección de luces y sombras, logrando la unificación del tema con los ecos proporcionados por la música y las guturalizaciones de los actores sordos.

La primera escena se trata de un famoso compositor y director mexicano de orquesta que ha perdido repentinamente el oído. Vemos cómo sufre la alienación, la confusión y la soledad en sus relaciones personales. Se nos presenta también otra familia que vive en la casa de enfrente, y podemos entender la diferencia entre los dos tipos de sordera por medio de las conmovedoras actuaciones. La danza se utiliza como método de expresión e interpretación de los hechos. Cada actor tiene su pareja de danzante correspondiente. Nos sentimos cautivados, con una sensación de silencio aún cuando escuchamos el sonido de la música, por la forma en que se usa para enfatizar el lenguaje manual y enfocar a la audiencia en la acción mímicodramática de los actores sordos.

El sonido singular del clarinete enfatiza la soledad del actor que representa a un viajero que escala un volcán. Entendemos al volcán como la angustia del sordo solitario que está siempre a punto de explotar de ansiedad y desesperación debido a su sordera.Se intercalan la narración y el canto por un lado, y se actúa en silencio por el otro. Las actuaciones expresan la interiorización de los personajes. Desde un principio se nos presenta la dualidad en la forma del bilinguismo de los actores (el español y la lengua de señas), la dualidad en la participación de actores sordos y oyentes, y la dualidad del sonido y del silencio.

Son varias las escenas dentro de la obra completa, en las que vemos el tema recurrente de la soledad, dramatizada simbólicamente por el actor sordo, solitario, que escala el volcán como un viajero en una jornada solitaria y silenciosa a través de toda la obra, representativa de la laboriosa y difícil jornada de la vida de un sordo.

En la segunda escena, que constituye la representación del ensayo de una ópera, las dramatizaciones contribuyen a la interiorización del personaje. Las actrices Malena y Margot se funden como un sólo personaje (una es el sonido y la otra el movimiento). Se sincronizan los gestos, los sonidos, y los movimientos rítmicos. En todas las escenas se incorporan los ecos y las sombras, ambas representativas del silencio en las vidas de los sordos. Se funden también la narración y la danza. La mímica y la danza son el eco en acción de las palabras, igual que las guturalizaciones son los ecos del sonido de las palabras.

La música imita la transformación del sonido que progresa desde un sonido claro, melodioso, bello y operático, a un absurdo eco, ininteligible y nocivo Es revelador el efecto de escuchar a los actores sordos enunciar parcialmente las palabras y se nos aclara la desesperación de los sordos hacia los oyentes, que les exigen que traten de hablar y que no usen el lenguaje de las señas. El escenario contribuye a la representación de las sombras por el uso de las paredes construidas con una tela, detrás de cuya opacidad las formas de los actores se transforman y se desvanecen.

En otra escena, un actor nos ayuda a entender aún más el mundo de los sordos cuando declara que: "ustedes entienden por el oído, nosotros entendemos por la vista"…"nosotros somos diferentes, nuestro contacto con el mundo es visual, somos 100 por ciento visuales"…"el ochenta por ciento de los sordos nos casamos con los sordos porque podemos hablarnos, porque nuestro lenguaje se ve". Otros actores en la misma escena nos explican los problemas y las limitaciones de los sordos, el uso del lenguaje manual, y la función de la palabra: "La palabra es la función humana por excelencia".Nos preguntamos entonces ¿qué sienten que son los que no pueden pronunciar la palabra? Presenciamos a través del drama, la rebeldía y el coraje de los seres sordos.

Se reitera el tema de los ecos cuando en otra escena un actor nos dice que: "siente que está hablando, pero no oye su propia voz", lo que sí oye es silbidos y rechinidos en el sonido de la voz, algo similar al gemido de algunos animales. En varias escenas vemos la desintegración del individuo en sus relaciones con los que no son sordos. Es evidente que el ruido de no oír es más desesperante que el silencio. En la quinta escena de la obra, se debate la filosofía del oralismo versus el bilinguismo de los sordos. Se explica que el sordo oye sin oír. Nos recuerda un narrador que: "los sordos pueden leer y escribir, pero siguen siendo diferentes". A pesar de la lengua de señas, la comunicación es mucho más efectiva con aquellos que han aprendido ese lenguaje.

En la escena hacia el final de la obra, vemos cómo algunos sordos finalmente se resignan, y al igual que nosotros, gozan la amistad, sonríen, beben, festejan. Como los zurdos que logran ser ambidiestros, los sordos logran ser bilinguistas para poder sobrevivir y comunicarse. Presenciamos también hacia el final el papel de la mujer sorda. Se nos demuestra que vive en el mundo paralelo de la domesticidad, ya sea sorda o no, y en la escena final, vemos la intensidad de la tragedia que sufren los sordos cuando sus seres queridos mueren, dejándolos aún más aislados que nunca. La obra termina con el narrador que nos dice que: "la sordera tiene una manera de entender y de ver…que al principio, él decía que estaba sordo, como decir que estaba enfermo… y que no sabe si puede adaptarse a esa nueva forma de entender y de ver". Nos dice finalmente: "yo no soy sordo, pero vivo en la sordera". La escena final termina en un silencio profundo antes del aplauso, pronunciando lo que es el mundo de los sordos, simbólicamente, y llevando a cabo el objetivo del grupo Seña y Verbo, de dar a conocer lo que es el mundo de los sordos a través del Teatro del Silencio.
 


Bibliografía

Ecos y Sombras (Cuando las palabras no te alcanzan). Videocassette. Prod. Señas y Verbo. Dir. Alberto Lomnitz. 2000. 2:05 horas.

Meath-Lang, Bonnie. "Dramatic Interactions: Theater Work and the Formation of Learning Communities". American Annals of the Deaf. V.142 (Apr.1997) p.99-101.

Schuler, Carolyn & Susan Meck. "Sharing Traditional and contemporary Literature with Deaf Children. Rochester: Library Trends, Volume 41, No. 1 (Summer 1992): pp. 61-84.

Seña y Verbo. Teatro de sordos. México, D.F., p. 3. Smith, Kim L. "Silence in Four Works of Elena Poniatowska." Dissertation, Texas Tech U., 1988.

Thackaberry, Neil. "Using technology to support deaf actors". Entertainment Design. V.33, No.5 (May 1999) p. 56-7.