En el nombre del padre: Las peregrinaciones de una paria de

Flora Tristán
 
 

Cristina Guiñazú

Lehman College, CUNY




Hacia mediados del siglo XIX, el relato de viaje, constituido en género literario, es reconocido como instrumento didáctico y de entretenimiento. A lo largo del siglo, dentro de la gran proliferación de textos existente, es posible examinar numerosas variantes, según los intereses del autor: misionera, naturalista y la del simple viajero curioso de novedades. Rasgo común a todos los textos es la autoridad del yo narrador sobre la cual invariablemente se apoya la narración. Sin embargo, en el caso de muchos textos escritos por mujeres, el prestigio de las autoras necesita reafirmarse dentro el texto con explicaciones destinadas a probar la legitimidad de sus voces. En la mayoría de estos casos el motivo de los viajes se debe más a razones personales y familiares que a deberes intelectuales y las autoras se sienten obligadas a justificar la tarea escritural que acometen. En este sentido, la situación de las viajeras británicas del siglo XIX, descrita por Sara Mills, no difiere de la situación de escritoras de otras procedencias:

Because of the way that discourses of femininity circulated within the late nineteenth and early twentieth centuries, women travel writers were unable to adopt the imperialist voice with the ease with which male writers did. The writing which they produced tended to be more tentative than male writing, less able to assert the 'truths' of British rule without qualification (3). (1) Aunque muchas viajeras no provienen de metrópolis con intereses imperialistas, sus afirmaciones denotan cambios y alternancias de voz en relación con su autoridad dentro del texto. En Las peregrinaciones de una paria (1838) de Flora Tristán la búsqueda de la legitimidad por parte de la autora juega un rol preponderante en el relato y sigue una dinámica sumamente compleja. Dada la importancia de las circunstancias biográficas de Tristán, creo útil recordar algunos datos que tienen relevancia en relación con el texto estudiado. Flora Tristán nace en París en 1803, hija de Anne-Pierre Laisnay y de Mariano de Tristán, miembro de una familia peruana de gran alcurnia y coronel al servicio del rey de España. El matrimonio, celebrado en una ceremonia religiosa privada, sin ninguna documentación civil, no tiene validez legal. Por esa razón, cuando Mariano Tristán muere en 1807, la familia queda totalmente desprotegida y pasa grandes necesidades económicas. En 1821, Flora es obligada por su madre a contraer matrimonio con el pintor y litógrafo André-François Chazal. La pareja tiene una relación difícil y las violencias del marido obligan a Flora a una primera mudanza a la casa de su madre. A lo largo de su vida, siempre por temor a Chazal, tendrá que cambiar de residencia en numerosas ocasiones. En 1828, Flora logra la separación de bienes y en 1832, el marido acepta la separación de cuerpos. A cambio de ese arreglo, Flora cede la tenencia de su hijo Ernest al marido mientras que la hija menor queda bajo su tutela. En 1829 Flora le escribe por primera vez a su tío, Pío Tristán que vive en el Perú. Invocando el nombre del padre -adjunta su certificado de nacimiento- le cuenta sus penurias en espera de compensación legal y económica. Se despide con estas palabras: "Espero de Ud. justicia y bondad. Confío en Ud. con la esperanza de un futuro mejor. Le pido su protección y le ruego amarme como tiene derecho a reclamar la hija de su hermano Mariano". (Flora Tristan. La paria et…, 29)

Las circunstancias biográficas mencionadas explican el motivo del viaje de Flora Tristán al Perú en 1833. Su objetivo es doble: reclamar el reconocimiento de la familia paterna y la herencia que le corresponde por su padre. Por temor al rechazo de la familia y al maltrato que podría recibir durante el viaje, deja a su hija en Francia, ocultando a todos que es madre y que vive separada del marido. Georges Van Den Abbeele señala que todo viaje supone un intercambio que resulta en ganancia o pérdida para el viajero. El capital arriesgado puede incluir artículos tan variados como la cultura, la salud y la sabiduría. En el caso de Tristán, sin embargo, las finalidades del texto han de diferenciarse de las necedidades del viaje. Las peregrinaciones cuentan el viaje al Perú pero sobre el itinerario geográfico se inscriben varios intereses. A la búsqueda personal del origen y de la identidad propios se añade el ajuste de cuentas que, ante el fracaso en lograr el apoyo familiar, Tristán torna en beneficio propio y en contra de su familia peruana, sobre todo de su tío. Además, muy importantemente, selecciona episodios y escenas en torno de los cuales traza la evolución de su pensamiento.

Los tres textos que preceden el relato de viaje: la dedicatoria, el prefacio y el prólogo responden a un cuidadoso montaje de autopresentación y justificación por parte de la autora. Escritos después de terminado el relato, presentan la imagen pública que Tristán quiere para sí. Surge aquí la figura de la autora experimentada que escribe con conocimiento de causa y que difiere de la imagen de la viajera presentada en el transcurso del relato.

Tristán escribe en francés y publica su libro en Francia; lo dedica sin embargo "A los peruanos" y firma la dedicatoria: "Vuestra amiga y compatriota". De ese modo, se autorrepresenta en un espacio cultural intermedio en el que une su ciudadanía francesa, real con una ciudadanía peruana, imaginaria. No hay duda que quiere afirmar el privilegio y el prestigio de ser una mujer de mundo, conocedora de los dos continentes. Mary Louise Pratt en su estudio del relato de viaje distingue, al referirse a Hispanoamérica, dos variedades narrativas: la etnográfica y la autoetnográfica. La primera corresponde a los textos que, escritos por europeos para lectores europeos, describen lo diferente y exótico desde una perspectiva de superioridad destinada a una posible dominación. La segunda, caracteriza al texto que responde al anterior; escrito por autores provenientes de sociedades colonizadas interpreta la cultura autóctona para el público de la metrópolis. Tristán se adjudica una postura ambigua que pretende abarcar ambas variedades narrativas: en tanto europea, observa y critica desde una postura en que formación y experiencia juegan en favor de su autoridad; pero, en tanto paria y mujer que desea convertirse en criolla, queda fuera de las esferas de poder. Las circunstancias señaladas hacen que conceptos tales como civilización, marginalidad y desplazamiento tejan un subtexto muy relevante. Como se verá, la voz autorial cambia de posturas. A principios del relato la narradora reconoce las limitaciones que padece, debidas a la inexperiencia:

En esa época, yo era muy exclusiva, mi país ocupaba más mi pensamiento que todo el resto del mundo: a partir de las opiniones y los usos de mi patria juzgaba las opiniones y los usos de otros países. El nombre de Francia y todo lo que se le relacionaba me producían efectos casi mágicos. Entonces consideraba a un inglés, a un alemán, a un italiano como a extranjeros: no comprendía que todos los hombres son hermanos y que el mundo es su patria común. (I, 41) (2) A pesar de esta advertencia muchos comentarios críticos son formulados a través del prisma europeo. Europa figura como el paradigma sobre el cual mide sus observaciones. Sin embargo, eso no le impide referir críticas a las sociedades europeas. La posición compleja y equívoca que la autora crea para sí dentro del texto le facilita jugar con un amplio registro de temas que abarca sus preocupaciones políticas y sociales y su situación personal. Figuran en el texto la situación de los esclavos en Perú, la guerra civil en Arequipa, las costumbres familiares, la vida en los conventos, los conflictos con su esposo, las negociaciones con su tío, y una de las preocupaciones que marca toda su obra, la situación de las mujeres.

La estrategia de Tristán por hacer suya "la zona de contacto" entre las dos culturas, la francesa y la peruana atenúa el tono de la dedicatoria, del prefacio y del prólogo que preceden al relato de viaje en sí. Los tres textos introductorios tienen por objeto apoyar el derecho de Tristán a narrar con autoridad su viaje al Perú. En la dedicatoria se arroga una superioridad que le permite señalarles a los peruanos sus errores: "… viendo que tomaban la ruta equivocada, que no pensaban antes que nada, en armonizar sus costumbres con la organización política que han adoptado, he tenido el coraje de decirlo, a riesgo de ofender el orgullo nacional". (I, 7) Resume luego sus críticas: la clase alta es corrupta y las clases bajas están embrutecidas; propone a continuación una solución: educar a todo el pueblo. Termina con el deseo de que algún día, el gobierno peruano pida ayuda a las artes de Asia y de Europa para que el país recupere el rango que tuvo en la época precolombina.

Tristán asume la postura de un sujeto activo que formula juicios valorativos sobre los peruanos a quienes otorga la posición de objeto pasivo; se trata de una relación de poder parecida a la denunciada por Edward Said en Orientalism con relación a Oriente. (3) A esa concepción de la otredad corresponde la representación de los peruanos bajo imágenes generalizadoras y esterotipadas. Sin embargo, como se verá más adelante, la voz autorial en Las peregrinaciones altera ese modo de observación con la inclusión de comentarios divergentes. Las preocupaciones del sujeto narrador por representar las vivencias de diferentes grupos minoritarios relativiza el tono del discurso etcnocéntrico.

En el prefacio, Tristán continúa estableciendo su autoridad; explica que los libros más útiles a la sociedad son los que ayudan a la humanidad a conocerse a sí misma. Dice apreciar el género de las memorias cuando son publicadas en vida del autor y cuando narra las luchas de las personas sin alcurnia contra los poderosos. Resulta obvio que el comentario valora el texto propio explicando las razones por las cuales lo escribe y a sabiendas de que va a generar reacciones adversas. (4) El prefacio también puede leerse como un manifiesto a favor de las mujeres. La autora recurre al argumento de los utopistas sociales para quienes el grado de civilización de un pueblo se mide según el grado de independencia de sus mujeres. Defiende así su derecho -y el de todas las mujeres- a escribir su historia; les da coraje para que escriban sus experiencias, extentiendo ese derecho a todos:

Que todo individuo, en fin, que ha visto y ha sufrido, que ha debido luchar contra las personas y las cosas se haga el deber de contar con toda verdad los acontecimientos en los que ha sido actor o testigo y que nombre a aquellos de quienes se queja y a quienes elogia ya que, lo repito, la reforma no puede operarse, y no habrá ni integridad ni franqueza en las relaciones sociales sin revelaciones semejantes. (I, 14) Convencida del poder de la palabra para producir cambios sociales, Tristán incita a la publicación de las experiencias personales y de los sufrimientos individuales. Si bien por un lado, da entrada al yo romántico, por otro, la actitud de la autora no deja de sorprender al lector por cuanto anuncia una exhibición, inaceptable para una mujer en esa época. Dice: "En el transcurso de la narración hablo a menudo de mí. Describo mis sufrimientos, mis pensamientos, mis afectos…" (I, 14) Se trata de una manera de asumir autoridad justificando ante el lector la importancia de "sus memorias". (5) Tristán se arriesga al franco rechazo de los lectores ya que desafía el anonimato que Carolyn Heilbrun acertadamente nota como condición asignada a la mujer. Llega incluso a acusar, sin nombrarla a George Sand, por su falta de coraje: …un escritor que ha brillado desde sus comienzos, por el pensamiento elevado, la dignidad y pureza de su estilo, al elegir la novela para hacer sobresalir la desgracia de la posición que nuestras leyes le han causado a la mujer, ha puesto tantas verdades en su descripción que hasta sus propios infortunios han sido presentidos por el lector. Pero ese escritor, que es una mujer, no se ha contentado con el velo con que se ha escondido en sus escritos y los ha firmado con un nombre de hombre. (I, 13) Si anteriormente la narradora había hecho alardes de mujer de mundo para criticar a la sociedad peruana, ahora torna su mirada a Europa para señalar allí la falta de libertad e incluso atacar a uno de sus íconos feministas.

Las experiencias personales tienen importancia para Tristán porque cree en la posibilidad de formar un movimiento social en base a la comunidad de intereses individuales. Formula así un alegato en favor de todas las mujeres que viven separadas de sus maridos. Aunque este sea otro justificativo para hablar de sí misma, la aserción adquiere una amplitud que le da vigencia política:

Muchas mujeres viven separadas de hecho de sus maridos en los países en que el catolismo de Roma ha hecho rechazar el divorcio. No es entonces sobre mí personalmente que he querido atraer la atención sino sobre todas las mujeres que se encuentran en la misma posición y cuyo número aumenta diariamente. (I, 14) Este tipo de comentario altera notablemente la representación del sujeto narrador que, reconocociendo sus debilidades y necesidades se hace portavoz de sus congéneres. Concluye el prefacio con una visión de sí misma en la que se muestra abriendo un nuevo camino y cumpliendo una misión de conciencia. Cierra el párrafo con el gesto romántico de una guía heroica que da las pautas de una moral social nueva.

Dentro de la profusión de observaciones y comentarios del libro, los datos autobiográficos y las explicaciones que los acompañan juegan un papel importante ya que sirven como contrapartida a los juicios que emite como sujeto europeo y civilizado. Siguiendo nuevamente a Said, los elementos autobiográficos y los episodios y caracteres individuales que figuran en el texto -y que con tanta frecuencia aparecen en los relatos de viaje de mujeres- minimizan las declaraciones generalizadoras que presentan al otro, aquí, a los peruanos, en situación de inferioridad. A modo de viñetas, Tristán introduce las historias de los personajes que le permiten desarrollar su pensamiento. En todos los casos se presenta a sí misma como participante o como testigo directo de lo que acontece. En el ver y en el oír fundamenta la veracidad del relato.

La paria

El tercer y último texto que precede la narración del viaje, el prólogo, consiste en un relato autobiográfico; no insitiré sobre él ya que se han dado anteriormente los datos más importantes. Sólo mencionaré que relata los maltratos recibidos de su marido, Chazal. Tristán aquí se declara una paria en base al tratamiento que la sociedad le da a la mujer separada. Explica: "Exceptuando un pequeño número de amigos, nadie le cree y, alejada de todo por la maledicencia, no es más, dentro de esa sociedad que se vanagloria de su civilización, que una paria desgraciada…" (18) Por primera vez en el texto -la idea será repetida posteriormente- Tristán da su definición de paria. La importancia de la explicación no sólo deriva de la prominencia de la palabra en el título del libro sino de que también otorga identidad a la narradora. Autorreconocerse como tal, le permitirá asumir una nueva voz y una postura política conducentes a actividades públicas de envergadura. Nuevamente hay que insistir en que estas declaraciones son muy poco comunes en la escritura femenina del siglo XIX; además de tocar temas prohibidos lo hace en términos igualmente prohibidos: "…what has been forbidden to women is anger, together with the open admission of the desire for power and control over one's life." (Heilbrun, 13)

El pivote central narrativo gira en torno a la lucha por conseguir el reconocimiento de la familia paterna o sea, el reclamo en el nombre del padre. Tristán insiste sobre el tema cuando le escribe a su tío después de haber perdido todas las esperanzas de triunfar en su misión: "Ya que la legitimidad de mi nacimiento es discutida, sólo me quedaba desear ardientemente ser reconocida como hija legítima, a fin de correr una cortina sobre la falta de mi padre, cuya memoria queda empañada por el estado de abandono en que ha dejado a su hija…" (La paria et son rêve, 30). Ha expresado la misma idea cuando, en el barco, discute con uno de los pasajeros, Alfred David que critica duramente a los peruanos: "He nacido en Francia pero soy del país de mi padre. El azar determina que nazcamos en un lugar y no en otro. Observe mis rasgos y dígame a qué nación pertenezco". (I, 89) En la lucha por lograr ser reconocida como perteneciente a la familia Tristán, sin otra documentación que la ya mencionada, utiliza los rasgos de su cara para probar su origen. En más de una ocasión señala la sorpresa con que familiares y amigos notan el parecido con su padre o con otros miembros de la familia. Sin embargo, una vez aceptada la condición de paria -Pío Tristán la considera hija natural de su hermano- comprende la dimensión pública de su situación y le adhiere paulatinamente un plan de carácter político. La noción de ser una paria, que ya había sido introducida en el prólogo, se fundamenta en el texto con la historia de cada mujer que encuentra en el viaje. En el siglo XIX, las mujeres, sin derechos civiles y consideradas responsabilidad del padre o del marido, después de la separación matrimonial quedan desplazadas en la sociedad sin tener un rol específico y respetable que cumplir. Tristán descubre el carácter universal de la paria; esa situación, que la impulsa a iniciar el viaje, no cambia bajo el paisaje americano: "Siendo Paria en mi país, había creído que interponiendo entre Francia y yo la inmesidad de los mares, podría recobrar una sombra de libertad. ¡Imposible! En el nuevo mundo, era todavía tan Paria como en el otro." (I, 102)

A partir de esa aceptación, construye una nueva visión de sí que la libera de la sujeción familiar paterna y le gana la independencia intelectual. El proceso de cambio tiene lugar durante el viaje y ocurre a medida que la narradora enfrenta nuevas situaciones. Inserta en la narración la biografía de varias mujeres que, aunque viven bajo condiciones muy diferentes, sufren injusticias semejantes en razón de su sexo. Esas experiencias, salpicadas con diálogos directos que ceden la voz a las mujeres, se desarrollan ante los ojos del lector y dan al relato un valor testimonial. Un caso en particular es el de su prima Carmen, mujer de alcurnia que, por el matrimonio con libertino y jugador se ve reducida a vivir en la pobreza. Luego de una discusión con Carmen sobre el destino de las mujeres, concluye Tristán: "Las mujeres son aquí, por el matrimonio, tan desgraciadas como en Francia: ellas encuentran también la opresión de ese lazo y la inteligencia que Dios les ha dado queda inerte y estéril". (I, 173) La discusión entre las primas confronta dos puntos de vista opuestos. Para la peruana resulta inconcevible actuar independientemente ya que, desafiar las costumbres locales, la marginaría aún más. Sus actividades se reducen a un ir y venir entre visitas y reuniones dentro de un círculo cerrado de familiares y amigos. Tristán nota una diferencia entre las mujeres del Perú y las europeas: "En Europa, como aquí, las mujeres están sometidas a los hombres y tienen que sufrir aún más su tiranía. Pero en Europa, se encuentra más que aquí, mujeres a quienes Dios ha otorgado suficientes fuerzas morales para liberarse del yugo". (172) Este comentario hace referencia a la misma Tristán que, sin poder decírselo a su prima, se ha rebelado y ha huído del marido, actuando según sus convicciones. El comentario, por otra parte, responsabiliza a las peruanas o, por lo menos a aquéllas que podrían ejercer algún liderazgo, por no reaccionar en contra del status quo. La mayoría de los casos narrados por Tristán están relacionados con su interés por hacer reinstaurar la ley de divorcio. El matrimonio forzado es una de las grandes injusticias por las que luchan muchas mujeres a lo largo del siglo. (6)

Otro ejemplo que destaca como notable es el de la señora de Gamarra, "la mariscala" quien, según la opinión general, gobierna el Perú y comanda el ejército durante la presidencia del marido. Su ejemplo le da a Tristán la idea de intervenir en la vida política. Sin embargo, hacia el final del viaje, cuando Tristán la conoce personalmente, doña Pencha se halla camino al exilio, perseguida y odiada por el pueblo peruano; ella también, convertida en paria. Recuerda la narradora:

Esa mujer estaba todavía presente en mi mente: su coraje, su constancia heroica en el medio de los sufrimientos innumerables que había tenido que soportar me la hacían ver más grande de lo que era en realidad y sentía que se me cerraba el corazón al ver esa criatura de élite, víctima de las mismas cualidades que la distinguían de los demás, forzada, por los temores de un pueblo pusilánime, a dejar su país, a abandonar familia y amigos y partir, siendo víctima de la enfermedad más horrible, para acabar su dolorosa existencia en tierras del exilio. (II, 185-6) En base a las observaciones señaladas -aquí sólo menciono unos pocos ejemplos- Tristán elabora un panorama social en el que se sitúa a sí misma.(7) Si bien al final de viaje su condición de paria no ha variado, sí ha cambiado su actitud frente a ella. Las consideraciones que la narradora hace sobre su situación después del fracaso de sus demandas y cuando ya ha decidido volver a Francia, la muestran en un cuadro de desolación romántica, vulnerable, decepcionada pero enfrentando el mundo: …dejaba la casa donde había nacido mi padre y donde había creído poder encontrar refugio; durante los siete meses en que la había habitado, había hallado la morada de un extraño. Huía de esa casa donde me habían tolerado sin adoptarme; huía de las torturas morales que había sentido y de las sugerencias que allí me había inspirado la desesperación: ¿huía hacia donde?… lo ignoraba. No tenía un plan y cansada de las decepciones, no hacía proyectos: dejada de lado por todos, sin familia, sin fortuna ni profesión, sin siquiera un nombre propio, partía al azar como un globo en el espacio que va a caer allí donde el viento lo lleva. (II, 122) (8) A pesar de esa imagen azarosa, Tristán ha desarrollado durante el viaje todo un aparato crítico que le permite reflexionar sobre cuestiones políticas y sociales. A partir del gesto heroico que implica aceptar el fracaso de su misión, surge el orgullo de su superioridad moral y la convicción de poder hacerle frente a la adversidad. Tristán elabora en Peregrinaciones los principios de lo que Máire Cross y Tim Gray denominan feminismo legal consistente en demostrar la necesidad de proteger a las mujeres de ciertos tipos de opresión para otorgarles mayor libertad y darles acceso a la educación.

Aunque las ideas feministas de Tristán hallan mayor desarrollo en este texto, no sólo sus observaciones sobre la situación de las mujeres influencian su pensamiento. También ha tenido la ocasión de apreciar prácticas sociales en las que el ejercicio de la autoridad por parte de un grupo minoritario con poder económico sacrifica a la mayoría a trabajar en condiciones insalubres. El relato del viaje crea un espacio de reflexión en que las costumbres europeas y las peruanas se contrastan. A este orden de cosas pertenecen sus comentarios sobre la esclavitud, la iglesia peruana y el sistema de gobierno, por ejemplo. Si Tristán, años más tarde, pone tanto empeño en su labor por organizar la Unión Obrera es porque esas ideas han germinado en base a las observaciones y a los comentarios de Las peregrinaciones.

En dos ocasiones la viajera discute sus ideas sobre la esclavitud. La primera tiene lugar en una escala en las islas de Cabo Verde donde se enfrenta con M. Tappe, ex-seminarista dedicado a la trata de esclavos quien le cuenta en qué consiste su trabajo; sus palabras provocan la repugnancia de Tristán que debe retirarse. La segunda ocurre en Chorillos, Perú, cuando visita un ingenio azucarero. Allí el dueño del establecimiento, M. Lavalle le explica la necesidad de la esclavitud como el único medio de lograr que los pueblos de otras razas -menciona también a los indios- trabajen. Tristán transcribe el diálogo enfrentando el interés económico del dueño del ingenio con su interés humanista. Contrasta luego el lujo de la casa de Lavalle con la indigencia de sus esclavos. El episodio termina con la visita a una celda en que dos mujeres negras han sido encerradas por haber dejado morir de hambre a sus hijos. Tristán comprende en ese hecho un acto de rebeldía para evitar la esclavitud de los niños. En ambos episodios la narradora deja que los explotadores transmitan sus opiniones permitiendo que el lector las "escuche" de su boca haciendo que participen de la discusión. La serie de viñetas mencionadas destruye la la posibilidad de considerar a los peruanos bajo una figura unificadora, sujeta a algún esterotipo. Lo que la viajera ha hallado, sin embargo es una semejanza que cruza todas las fronteras: la marginalidad de los grupos sin poder económico.

El relato de viaje, iniciado por el deseo de encontrar el reconocimiento en el nombre del padre y de todo lo que este significa, culmina con el gesto de triunfo de Tristán que acomete la tarea de narrar sus experiencias. La aventura culmina de una manera opuesta a la de Telémaco; Tristán no va a tomar el lugar de su padre sino que va a crear un espacio nuevo para sí. De las experiencias personales y de la influencia de las ideas preconizadas por las utopías socialistas de Saint-Simon y Fourier nace la escritora y la combatiente que va a luchar por los derechos de los obreros en Inglaterra y Francia. (9) Hay que recordar nuevamente la gran distancia que media entre el sujeto del relato de viaje que alterna entre una postura de inseguridad -frente al tío por ejemplo- y otra de seguridad -que le permite las críticas- y la voz altamente triunfal de los textos que lo preceden: dedicatoria, prefacio y prólogo, escritos después de la narrativa. Uno de los logros mayores del libro reside en mostrar cómo las diferentes tensiones trazan la evolución del sujeto narrador que culmina con la adquisición de una voz autorial nueva capaz de tomar partido político en los conflictos que la apasionan. Con ese acto marca su libertad y se hace cargo de su quehacer. Resulta obvio que la distancia señalada corresponde igualmente a un distanciamiento ideológico. Creo que esto permite leer la expresión del título, peregrinaciones, bajo una nueva perspectiva. Francesca Denegri observa que el uso de la palabra resulta anacrónico en el siglo XIX. Según esta crítica, Tristán voluntariamente aleja su libro de las narrativas de viaje convencionales enmarcándolo dentro del discurso religioso. Si bien las peregrinaciones evocan el recorrido jalonado de penitencias que sigue un peregrino en pos de una figura espiritual de la cual espera favores y retribuciones, la palabra, en este contexto, resulta altamente irónica. Las peregrinaciones de Tristán no sólo fracasan en su primera misión sino que culminan con la proclamación de la palabra propia. Desplazada del dominio patrimonial a un lugar marginal por su ilegitimidad, Tristán consigue por la escritura trastornar las jerarquías del poder. La figura de autoridad ha sido subvertida por el yo. Si ha perdido el derecho a hablar en el nombre del padre, habla en nombre de los desposeídos, de los parias que forman parte de todas las comunidades, sean europeas o americanas. Volviendo al prefacio, se debe notar que utiliza el pronombre "nosotros" que abarca un grupo social no especificado. A ese grupo se dirige para dejar establecida su misión de guía social. Si se da otra ojeada a la dedicatoria, hay que reconocer ahora que la autora no se dirige a todos los peruanos sino sólo a aquéllos a quienes puede responsabilizar de la mala situación del país y, en especial, a aquél a quien puede responsabilizar de su propia situación. De allí que la noción de texto etnográfico, con que calificaba la dedicatoria a comienzos de este trabajo, deba ser modificada. En este texto, sobre todo, condensa Tristán el arreglo de cuentas con sus opositores. (10) La frase "A los peruanos" disimula un escrito personal cuidadosamente armado para herir y atacar a personajes bien determinados.

El viaje y su posterior narración marcan un hito en la vida de la autora; señalan el antes y el después de un aprendizaje que se traduce en un cambio radical de la perspectiva autorial. En la narración son frecuentes expresiones tales como "en aquella época", "en aquel entonces" para señalar los comienzos del viaje pero no indican meramente una distancia temporal sino y sobre todo, el distanciamiento del yo inexperto de la viajera del yo conocedor y experimentado de la narradora. La experiencia en el Perú es el origen de muchas de las inquietudes que Tristán pondrá en obra después de su regreso a Francia. La maleabilidad del relato de viaje le ha dado la posibilidad de hacer hincapié en viñetas y escenas en las que es posible leer la germinación de su pensamiento socialista y feminista.
 
 

Notas

(1). Esta situación de ambigüedad es aún más difícil para las escritoras hispanoamericanas, doblemente marginadas. En Recuerdos de viaje (1882) de Eduarda Mansilla y La tierra natal (1888) de Juana Manuela Gorriti por ejemplo, los textos se inician con explicaciones que delatan la ansiedad de estas dos argentinas, debida a la posición de marginalidad en la que se sienten inscritas. La primera hace valer su experiencia como "parisina", ya que haber vivido en la ciudad luz, paradigma cultural de la época, le otorga la sabiduría de una mujer de mundo por excelencia. La segunda, expresa inquietud ante la recepción que su texto pueda tener entre los críticos. Hay que tener en cuenta que cuando estas autoras publican sus respectivos relatos de viaje ya habían escrito buena parte de su producción y gozaban de fama en varios países. Para un estudio más amplio del tema, ver: María Cristina Arambel Guiñazú & Claire Martin, Las mujeres toman la palabra. Escritura femenina del siglo XIX. Madrid: Iberoamericana, 2001.

(2). Las citas del texto de Tristán provienen de la siguiente edición: Flora Tristán, Les péregrinations d'une paria. 2 vols. Paris: Indigo & côté-femmes éditions: 2000. Las traducciones son mías.

(3). Escribe Said: "Everyone who writes about the Orient must locate himself vis-à-vis the Orient, translated into his text, this location includes the kind of narrative voice he adopts, the type of structure he builds, the kind of images, themes, motifs that circulate in his text -all of which adds up to deliberate ways of addressing the reader, containing the Orient and finally representing it or speaking in its behalf." (20)

(4) Cuando el libro de Tristán se dio a conocer en el Perú, fue quemado en la plaza de Arequipa. Ricardo Palma apunta que el libro de Tristán también fue quemado en el escenario de un teatro limeño por los años de 1837 a1839 en : "El poeta de las adivinanzas", Tradiciones peruanas completas. Madrid: Aguilar, 1968: 712. En otro acto de represión , su tío, Pío Tristán ordena cancelar los pagos de una pensión que le había adjudicado a su sobrina.

(5). En el prefacio, Tristán califica a su relato de viaje como "memorias". Podríamos decir que en efecto, su relato se acerca a ese género ya que en numerosos episodios actúa como testigo de los acontecimientos que narra. Se acerca también a la autobiografía porque el relato se centra en el yo narrador y en las peripecias que le suceden. Kathleen R. Hart estudia este libro como autobiografía en "Rêveries des promeneuses solidaires: Flora Tristan and the French Autobiographical Tradition". French Forum Vol. 19, 1994: 133-148.

(6). En 1837 Tristán envía a la Cámara de diputados francesa su Pétition pour le reétablissement du divorce. Ese documento protesta contra la prohibición del divorcio por el código napoleónico y apoya su defensa según los derechos establecidos en la revolución 1789. Argumenta que Dios no estableció la indisolubilidad matrimonial. Explica allí también que el divorcio garantizaría un mejor trato para las mujeres dentro del matrimonio. Tristán vivirá en carne propia el peligro que señala: el 10 de septiembre, Chazal intenta asesinarla de un balazo, hecho por el cual será condenado a 20 años de prisión.
La ley de divorcio instaurada en Francia en 1792 es anulada en 1816 y no será reinstaurada hasta 1884. La separación de cuerpos -lograda por Tristán- no cambia los deberes ligados al matrimonio, entre ellos el de la fidelidad. Para una información detallada sobre las leyes que afectan a las mujeres, ver: Nicole Arnaud-Duc, "Las contradicciones del derecho", Historia de ls mujeres. Tomo 7. El Siglo XIX: 91-133

(7). Otros historias interesantes: la Sra. Aubrit, francesa que tuvo que huir del matrimonio con un viejo militar y que ha conseguido después de una serie de peripecias instalar una casa de alojamiento en Valparaíso. Su prima Dominga que, habiendo sido religiosa, se escapa del convento para retomar su vida seglar. En su conversación con Flora, Dominga se queja de haber sido dejada de lado por la sociedad y de carecer de toda libertad. Otras historias, de carácter grupal, se refieren a las ravanas y a las tapadas. Las primeras, son mujeres indias que acompañan a los soldados en las campañas militares y demuestran destrezas superiores a las de sus compañeros. Las segundas, son las limeñas de las clases media y alta. Son llamadas así por la vestimenta que usan para salir a la calle; las cubre completamente, exceptuando un ojo. Tristán admira la libertad de movimientos de las limeñas pero lamenta la frivolidad de sus intereses.

(8). A su vuelta a Francia, Tristán comparte sus ideas con otras feministas a las que da coraje para actuar. Así lo prueba una carta del 8 de diciembre de 1837 a Olympe Chodzko. Dice: "… para ser una mujer de mundo, es Ud. más fuerte de lo que yo esperaba -tiene carácter y con dos o tres pequeñas desgracias más, estará lista para tirarle el guante a la sociedad. Antes de diez años, la Paria no estará más sola; otras osarán escribir sus nombres en su bandera…" (Flora Tristan. La paria…: 57)

(9). Tristán encuentra apoyo en las ideas de Saint-Simon y Fourier que defienden la igualdad total de los sexos y atacan el matrimonio como una operación mercantil en que la mujer es simplemente una propiedad. Proponen además la educación femenina y el derecho de la mujer al trabajo y a la libertad sexual. De regreso en Francia, Tristán emprende una labor significativa para concientizar a los obreros y a las mujeres sobre las injusticias que reciben y los derechos que merecen. Su primera publicación es un panfleto destinado a promover la protección de las mujeres extranjeras: Necessité de faire un bon accueil aux femes étrangères (1835). Escribe una novela utópica, Méphis (1838) en la que ilustra sus tesis. Después de varios viajes a Inglaterra, publica Promenades dans Londres (1840) en que describe la situación miserable de las clases más bajas. En 1843 comienza su recorrido de las zonas industriales francesas, harengando a los obreros sobre sus derechos y promoviendo su libro l'Union Ouvrière (1843). Sus notas sobre este viaje fueron publicadas mucho después de su muerte, bajo el título Le Tour de France (1973).

(10). Hay que notar el tono altamente irónico con que comienza la dedicatoria: "Pensé que de mi relación podría resultar algún beneficio para ustedes; por eso se los dedico. Estarán sorprendidos, sin duda, que una persona que usa tan raramente epítetos laudatorios cuando habla de ustedes haya pensado en dedicarles su obra. Los pueblos son como los individuos: menos avanzados son y más susceptible es su amor propio". (7)
 


Bibliografía

Arnaud-Duc, Nicole. "Las contradicciones del derecho", Historia de ls mujeres. Tomo 7. El Siglo XIX. Madrid: Santillana, 1993: 91-133

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