Arte digital, ¿Picasso,
Rembrandt, Van
Gogh.com?
Rosana
Gutiérrez
Pintora
En un hipotético viaje a través de los siglos, por la
historia del arte, ¿cómo hubiesen reaccionado Rembrandt,
Van Gogh
o Picasso si les hubiésemos insinuado la posibilidad de un futuro
regido por máquinas "inteligentes", y yendo aún
más lejos, a un arte generado por programas de
computación?
A pesar de que esto hubiera sido inimaginable en las diferentes
épocas, es posible que ninguno de ellos se hubiera sorprendido
demasiado, y tomando sus pinceles y pigmentos hubiese continuado la
maravillosa tarea de la creación subordinada al arte; es decir,
insistiendo en sus tareas innovadoras.
Porque de eso se trata la evolución artística a lo largo
del tiempo. De transformaciones, de búsquedas experimentales al
servicio de la creación.
Desde hace 50.000 años, tomando "Las Cuevas de
Altamira" como primera manifestación
artística y, posteriormente, formando parte de los movimientos y
corrientes de la historia del arte, el artista ha tratado de expresarse
utilizando, según su época, los medios que tuvo a su
alcance.
En este nuevo milenio, donde la tecnología digital está
inserta definitivamente en la vida cotidiana , desde el cajero
automático hasta las computadoras hogareñas, siguen
produciéndose variantes sustanciales en la cultura. Y el arte como
parte de ella, ¿por qué no iba a acompañar esos
cambios?
Cambios, que en el caso de arte digital pueden encontrar su antecedente
en las propuestas del conceptualismo de fines del siglo pasado,
dónde no pesa demasiado el dominio técnico en la
ejecución de la obra, sino el "concepto" que se quiere
representar, que puede comunicarse a través de diversos
medios, incluidos textos, mapas,
diagramas, cine, vídeo, fotografías y representaciones
escénicas, y exhibirse en una galería o diseñarse
para un lugar concreto y con ideas que surgen de la filosofía, el
feminismo, el sicoanálisis, el cine y la militancia
política.
La noción de arte conceptual como generador de ideas en lugar de
objetos cambia el tópico tradicional acerca del valor del artista
con relación a su obra. Esto mismo se dará luego en el arte
electrónico pero con algunas diferencias significativas y casi en
oposición. El arte cibernético se vale de la
tecnología digital al servicio del concepto. Y para realizar una
obra digital es necesario contar con un profundo conocimiento
teórico de estética y a la vez de manejo de las nuevas
herramientas.
El fenómeno que produjeron la incorporación de soportes
digitales, redes informáticas, imágenes binarias (en
principio utilizadas en diseño y publicidad), sistemas de
almacenamiento de datos cada vez de mayor amplitud y softwares
sofisticados y a la vez accesibles para manipulación de
imágenes, trajo una amplia gama de posibilidades donde la cultura,
y el arte dentro de ella, tuvo que acomodarse no sólo para estar a
tono con esta nueva realidad, sino también para darle un nuevo
significado, redefinirla.
La cultura digital ha sentado las bases de una nueva relación
del hombre con su universo y las representaciones digitales no son
más que medios para la interpretación de ese arte
circundante y, a la vez para el planteamiento de nuevas formas de
traducirlo.
El arte digital, representado por infografías, video
animaciones, hologramas, entre otras manifestaciones, está
redefiniendo toda una tradición artística en la que el
artista era el artesano que creaba con sus propias manos, y tal vez por
esa razón es que aún, como toda nueva tendencia, hay tanta
reticencia a aceptarla en su verdadera dimensión.
El debate generado en torno a "pintura de caballete" y
"arte de computadoras", es en sí mismo una
discusión bizantina, ya que de ninguna manera pueden compararse el
uno con el otro. Plantear la muerte de la plástica tal como se
entendió hasta ahora equivale a decir que el libro
electrónico terminará con el hábito de lectura del
libro impreso en papel. Nada más alejado de la realidad. (Esto es, sin dudas, un tema discutible.
Así como hay quiénes opinan que el arte digital no es
más que una rama del arte plástico, también hay otros
que diferencian las artes "mayores" de las "menores",
como por ejemplo quienes consideran a "la zarzuela", por debajo
de "la ópera" sin comprender que una deriva de la otra y
tiene "condimentos artísticos" relacionados con
situaciones culturales diferentes.)
Si "La lección de anatomía del doctor Tulp"
existe, es porque detrás de esa obra hubo un artista genial.
Así es como detrás de obras digitales de calidad,
necesariamente tiene que haber un artífice, ya que la maravilla
creativa no se encuentra en un software. Este es sólo un
medio utilizado por el artista luego de un largo proceso de
experimentación y búsqueda.
Esto se contrapone con la opinión de quienes afirman que la
tecno-cultura terminará con el estilo personal (esa "pincelada
individual distintiva", a la que se refiere Jameson) o que se
producirá una suerte de "democratización del arte",
donde todos, mediante computadoras y programas, pueden ser artistas.
Definitivamente, el lienzo y esa necesidad física del contacto
con la materia, no desaparecerán. Pero si al trabajo se lo puede
acompañar de las herramientas de esta era digital, se podrá
comprobar que los resultados pueden ser más que satisfactorios y
sorprendentes. Es decir, una interacción armónica y efectiva
entre el arte electrónico y el legitimado por la tradición y
la historia. La tecnología es sólo una herramienta de la que
el artista se vale para expresar sus sentimientos y convertirlos en arte,
del mismo modo en que aquellos tallaron en las piedras sus primeras
manifestaciones de angustia, alegría, esperanza o soledad,
dejándolas, (probablemente en un acto inconsciente) como un legado
para la posteridad.
El contacto con la tecnología, es en sí un diálogo
del artista consigo mismo y esa misma tecnología que muchos
perciben como una amenaza es parte de un maravilloso proceso de
crecimiento que no tiene otro destino que el de formar parte de la memoria
colectiva donde se va escribiendo la historia del arte.
La creación digital cuenta con grandes ventajas: la posibilidad
de incorporar cualquier tipo de imagen a la obra y en su
manipulación, capa tras capa, lograr que el "original"
desaparezca. Esto estaría, en cierto modo emparentado con el
"ready made" (lo ya hecho) que Duchamps proclamara con la
incorporación de objetos de origen industrial para darles un
significado artístico.
Es así como la obra se convierte en una cadena infinita de
variaciones, secuencias y procesos que van ocultando al anterior,
enmascarándolo. Por eso , una de las características
más importantes de una obra digital es su carácter de
inconclusa.
Y esto tiene que ver conque las primeras manifestaciones de arte
digital tuvieron estrecha relación con la teoría de
geometría "fractal" con la que se pretende explicar el
comportamiento del caos en la naturaleza, obteniendo como
conclusión, y en contraste con los conceptos euclidianos y
aristotélicos, que el caos, dentro de sí mismo mantiene un
orden estructurado. La aplicación de la geometría fractal
permite diferenciar los segmentos pequeños de los grandes, la
fragmentación y la infinitud de las
cosas.
Otra utilidad, para los artistas que trabajan en Internet, es la
inmediatez, lo instantáneo, la síntesis y la interactividad
como modo de integración, que son los motores de este tipo de
creación. Y justamente la red ofrece todo eso y además la
posibilidad de difusión y circulación accesible al arte.
Puede decirse que es el terreno ideal para el transporte de un arte que
sólo cobrará vida en la interactuación con el
público.
En este punto también se ve el carácter de "no
terminado", ya que la obra se completa mediante la interacción
de quien la contempla. Es el público quien le da sentido.
(Quedando fuera de esta idea el caso de las obras digitales impresas
mediante modernas técnicas como el backlight, la
impresión inkjet, o el plotter que desde hace poco
tiempo comenzaron a emplearse para dar la posibilidad de realizar muestras
en salones que, hoy día son muy apreciadas por el público,
galeristas y críticos).
La obra digital rompe con la idea de lectura lineal tal como se la
concibe en el arte tradicional y resignifica las nociones de tiempo,
espacio, unidad e imagen otorgando una nueva mirada crítica.
Así como hace un siglo, con la aparición de la
fotografía y el cine se generó un nuevo espacio de
creación artística, que a su vez fue cuestionado, hoy, se
puede decir que el campo abierto por la imagen digital es de una enorme
posibilidad de creación y que a medida que los avances
tecnológicos y el acceso al conocimiento vayan haciéndose
más vertiginosos, los beneficios irán creciendo y generando
caminos donde existan tantas variantes como hay artistas.
En última instancia, se puede hablar de desafíos, como
siempre lo han sido las nuevas tendencias. El mismo desafío que con
enormes talentos emprendieron Rembrandt,
Picasso y Van Gogh con sus formas de ver al arte de maneras totalmente
diferentes e innovadoras. En esas épocas y lugares era imposible
imaginar que las páginas del arte del Siglo XXI estarían
escritas con un mouse y una pantalla. Hoy en día debemos
aún insistir en que siempre, los motores son las manos y el cerebro
del artista, y no la máquina.
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Susana Romano - "Ciento veinte" |
María Eugenia Lomazzi - "El mundo de Luna" |
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Marcelo Wolff - "Y2K" |
Rosana Gutierrez - "La carta de Nept" |
Notas
Alonso, Rodrigo. "Peldaños para una estética digital" y
"Arte Siglo XXI" Artículos publicados en arteUna.
Benjamin, Walter. "La obra de arte en la época de su
reproductibilidad técnica", en Discursos interrumpidos, I,
Taurus, Madrid: 1975.
De Villers, Alyda "Geometría Fractal" Página personal
del artista.
Galli, M.: El arte en la era de los medios de
comunicación. Ed. Fundesco. Madrid: 1988.
Heidegger, Martin. El origen de la obra de arte. Alianza,
Madrid: 1996
Jameson, Fredric. El post modernismo o la lógica cultural del
capitalismo avanzado. Paidós, Barcelona: 1995.
Schelling, F.W.J. Filosofía del arte. Nova, Buenos Aires:
1949.
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