Geopolítica y subjetividad en Los siete locos y Los lanzallamas

 

Fernando J. Rosenberg

Johns Hopkins University

 

La importancia de la figura del inventor en la obra de Arlt ha sido destacada oportunamente por la crítica. Para Beatriz Sarlo, la temporalidad del inventor es la del "batacazo", que se opone a la temporalidad metódica del trabajo: "el triunfo del inventor proporciona, de un solo golpe, fama, mujeres y dinero" (Una Modernidad 57). La vida cotidiana en la sociedad capitalista, presentada por Arlt como abrumadoramente monótona, pasaría, mediante la magia del invento, a ser mágica tanto al nivel de la producción (invento por iluminación) como del consumo (lujo). Por su parte, Ricardo Piglia ha sugerido interesantes conexiones en su lectura de Arlt, entre el poder del dinero y la ficción, siendo la figura del inventor-escritor una clave que une las dos series. Esto nos lleva a señalar que en Los Siete Locos - Los Lanzallamas, hay que tomar en consideración que el problema de la invención va mucho más allá de la figura particular del inventor (Erdosain), y se disemina por toda la novela. Debemos entonces contar a más de un inventor en nuestra narración; además de Erdosain, Barsut y el Astrólogo se revelan como fabricantes de maquinarias simbólicas eficaces, con un potencial de re-encantamiento tanto de la producción como del consumo. Y de aquellos tres inventores del ciclo, quiero sugerir que Barsut es sin duda el que triunfa, y que su triunfo señala un diagnóstico de la geografía de la modernidad que permite pensar en alternativas políticas distintas a las propuestas y canceladas a lo largo de la novela. Esta lectura permite, por un lado, un desplazamiento desde las utopías como punto de llegada, denunciadas en el ciclo en su potencial destructor, hacia una concepción de la utopía como proceso carente de posible clausura. (1)

Los inventos oximorónicos de Erdosain (tinorerías para perros, rosa de cobre, etc) caen en el olvido, son la medida misma de una torpe esperanza, y no sirven para salir de la pobreza. La experiencia de los Espila es la consecuencia dramática, con los hermanos Eustaquio y Emilio condenados a errar hambrientos por las calles en busca de limosna. Y el cartel que portan para justificar la pretendida ceguera de Eustaquio --"compradle caramelos al inutilizado en el servicio de la Ciencia" (301)--, una hipérbole en donde en vez de ciencia cabe poner los inventos de Erdosain en tanto incapaces de circular por el mercado (y produciendo a los hermanos como desecho que vaga por las calles). El mismo Erdosain pierde las esperanzas en la relación entre sus inventos y el mercado de consumidores, y va abandonando a los Espila como un resto patético de sus antiguos proyectos y cálculos. Invierte entonces sus esperanzas y su potencial inventivo en la fábrica de gases, ahora asociado a un proyecto que trastocaría la lógica misma del mercado. Habría que pensar aquí que la tentativa de re-encantamiento de la producción de mercancías mediante la introducción de la figura del inventor, es por otro lado puesta en cuestión al tratarse de un subrogado de la figura del genio individual. Si "individualist action and associative action are both manifestations of modern freedom" y en ambas se pueden asentar diferentes "variations of modern conceptions and practices of social change" (Therborn 135), Erdosain abandona la apuesta en un agregado de individualidades para invertir su capacidad técnica en la (ilusión de) una asociación colectiva tendiente a producir asociaciones más amplias y efectivas, revolucionarias. Aquí su invención se empalma con la del Astrólogo, quien no es ya el hacedor de productos con supuesto valor de uso, sino que ofrece la ilusión misma; actúa como espejo que intenta reflejar y transformar las ilusiones de aquellos a quienes el mercado ya ha deshauciado, de "los cesantes de cualquier cosa" (22), de los que no invierten sus fuerzas en "colocarse" sino que constituyen identidades en tránsito que buscan y habitan en los márgenes (Haffner: ex-profesor de matemáticas y ahora gerente de prostitutas; Erdosain: ex-cobrador, ladrón inconsecuente y ahora inventor de armas; El Buscador de Oro: asesino y aventurero, caminante eterno que atraviesa las fronteras al galope; etc). Desde ese tráfico inicial de ilusión el Astrólogo proyectaría la ilusión sobre el resto de la sociedad. Busca hacer de la periferia el centro (de ahí que viva en el suburbio), organizar los márgenes hacia un sentido común. Le da una narrativa unificadora a aquella porción de la subjetividad que no se siente a gusto, que no tiene lugar en el funcionamiento normal de las cosas, un nombre al malestar en el mercado. Fracasa en el punto en donde intenta ser el maestro de todas las narrativas que circulan (y en su proyecto revolucionario él pretende controlar todos los medios de comunicación), y se convierte en un prófugo al final, refugiado en algún hueco y amenazado, según la noticia periodística que cierra la novela, de ser detenido "de un momento a otro" (394). (2) El tercer inventor, Barsut, es el hacedor de historias consumibles, es el escenógrafo de sus fantasías ya elaboradas con la estofa de narraciones que señalan su caracter derivado, secundario, masivo:

Un drama parlante sería de perlas para mí. Se titularía 'El Barquero de Venecia'. Yo iría en una góndola, remando por un canal, descubiertos los brazos y coronado de flores. Una luna de plata cubriría de lentejuelas anaranjadas el agua negra de los canales. (366)

. . . para dormirme tengo que imaginar que soy capitán de una fortaleza de piratas, sitiada . . . El emperador de España de esos tiempos, aliado por necesidades coloniales con el de Inglaterra, envía cien barcos a sitiar mi fortaleza. (238)

Si inventores son no sólo Erdosain, sino también el Astrólogo y Barsut, quisiera señalar que los tres trazan el mapa de un nuevo mundo que ha sido unificado por el mercado mundial de mercancías e imágenes; pero las alternativas que trazan para entrar y salir de la modernidad son diferentes. En la imaginación de Erdosain existen dos alternativas. O se figura escapándose de la civilización hacia "una casa grande en el confín del mundo" (343); o se siente encerrado en la inmensidad mientras "golpea mentalmente cada leño de la empalizada espantosa del mundo" quedándole como salida el exterminio y la violencia (que transfigura en proyecto de revolución total bajo el mando del Astrólogo, o reconduce para sí al suicidarse). Su mapa imaginario no tiene salida ni orificios, carece de los agujeros y las cuevas que el Astrólogo excava y que le permiten proyectarse. Para Erdosain "No importa que lleven nombres hermosos o ásperos. Que estén en las orillas de Australia, en el norte de Africa, en el sur de la India, en el Oeste de California" (346-7), en todas partes la miseria se reproduce, homogénea. Cuando Luciana le sugiere que se vaya a Estados Unidos, Erdosain responde que "Adonde vayas encontrarás la peste hombre y la peste mujer", que ya no existen "tierras extrañas" ya que todas están ocupadas por factorías que explotan a la población nativa, y termina con un "¿Sabés lo que hay que hacer para irse?... Matarse" (322). Erdosain vascila entre dos polos contrapuestos: si por un lado es subsidiario de una imaginación colonialista que, a través de novelas y cine de aventuras, encuentra en el exotismo de las "tierras extrañas" una salida a la alienación metropolitana, por el otro es también el personaje encerrado en un mundo que por esa misma expansión colonialista se ha vuelto más pequeño y más homogéneo. (3) Utiliza la fantasía como una versión de la fuga, huída a regiones que él confía podrían estar incontaminadas. Bascula entre esta confianza y la decepción, que se produce al enterarse de que aquellas regiones forman ya parte del mundo moderno; y nunca sin embargo logra percibir que su misma fantasía está tejida con remanentes de ficciones, novelas y cine de aventuras. Su otra alternativa es incorporarse al proyecto unificador del Astrólogo, en donde los medios de comunicación enmascarían la explotación que cubriría la totalidad del planeta. Erdosain encarna el individualismo alienado de la modernidad, cuya subjetividad-mónada se imagina como centro del mundo y a la vez como habitante solitario en las multitudes; alternativamente como único y multiplicado hasta el cansancio. (4) Cree siempre en lo denso de su subjetividad, aunque una y otra vez ésta se desglose como un pliegue del paisaje urbano que lo inunda, aunque realice acciones y tenga fantasías que se redoblen exactamente las de otros personajes, (5) aunque su fantasía se halle colonizada por imágenes mediáticas.

El Astrólogo por su parte sabe mejor que nadie que "the spectacle apears at once as society itself, as part of society and as a means of unification. As a part of society, it is that sector where all attention, all consciousness, converges" (Debord 12). Pero para el Astrólogo los medios sólo actúan como una herramienta que ayuda a su fin último, que se vale de un modo de producción y consumo más antiguo. Los medios de comunicación obdecerían, en la sociedad del Astrólogo, a la explotación más salvaje (minería y prostitución); son un dispositivo para lograr que el cuerpo se someta. Es, en rigor, aquello que Debord ha caracterizado como el modo concentrado de la sociedad del espectáculo, en el cual el éste "imposes an image of the good which is a résumé of everything that exists officially, and this is usually concentrated in a single individual, the guarantor of the system's totalitarian cohesiveness" (42). (6) Los productores de imágenes, en este esquema del que el Astrólogo es partidario, forman una casta radicalmente diferente de la de los consumidores. El Astrólogo, si bien invierte en un proyecto colectivo (o en varios a la vez), hace basar a éste en la preminencia de su propio genio. Por el contrario, Barsut ofrece la posibilidad de un pasaje más abierto del mundo de los productores al de los consumidores, primero mediante la escenificación de sus fantasías mediatizadas, luego mediante su participación en el relato periodístico, y finalmente a través de su colaboración en la filmación del "drama de Temperley." El mismo acto de representarse a sí mismo en el drama redobla su camaleónica capacidad para representar diversos papeles y reactulizar su imagen; en un juego de espejos que desarma una y otra vez la premisa de indivisibilidad y profundidad subjetiva con que el angustiado Erdosain y su arrogante conductor el Astrólogo amalgaman sus historias. Si bien no se incluye en el proyecto revolucionario más que como víctima, avisora en la nueva geografía de medios de comunicación masiva posibilidades que no le son ajenas. Encuentra en el espacio estriado impuesto por medios de información y entretenimiento de alcance mundial, un pliegue para su humanidad. (7) En este sentido, es comparable a la imagen arltiana del escritor dentro de la máquina de producir noticias, en el prólogo a Los Lanzallamas. Hay en ambos una destitución subjetiva, una reducción del espesor de la personalidad al mínimo en favor del proceso nunca acabado de mapear la realidad (no ya desde una posición de observador total, como intenta postularse el Astrólogo, sino siempre desde adentro del sistema). (8)

Lejos está de mis intenciones el hacer una apología de Barsut, que traduciría una apología de la sociedad del espectáculo. Pero sí podemos trazar una línea que ha sido en general abandonada por la crítica. Ricardo Piglia ha declarado que existe en Los Siete Locos - Los Lanzallamas una novela de Erdosain y una novela del Astrólogo; siendo la primera "el relato de la queja" mientras la segunda "trabaja sobre . . . la posibilidad que tiene la ficción de transmutar la realidad" (21-2). (9) Pero ambas "novelas" se encuentran engarzadas en otra más amplia, la que viene desde la línea Barsut y, pasando por el comentador-cronista y el tumulto de las redacciones al final del ciclo, vuelve al prólogo a Los Lanzallamas y al propio Roberto Arlt en su peculiar posición dentro de la cultura argentina. Ese orden anuncia la muerte de Erdosain, y de su metafísica de la profundidad subjetiva; y la muerte-fuga del Astrólogo, el profeta carismático, vidente, lector privilegiado del mapa. (10)

Se ha hecho de Arlt un profeta de la dictadura (latinoamericana) y el nazi-fascismo (europeo). (11) Sin quitarle esos dudosos méritos, quiero señalar que el escritor percibió como quizás ningún otro un cambio en el sistema de producción y distribución de productos culturales. Desde un modo artesanal que se alimenta del aura de lo que la producción masificada ha dejado atrás, y que encarna la figura sublime del artista-profeta (jugada en distinta medida a través de Erdosain y del Astrólogo); hacia una democratización de los bienes culturales que se producen y distribuyen con el recurso de nuevas tecnologías. Pero quiero llamar la atención sobre los peligros de la profecía, que están anunciados en el ciclo novelístico y que depende de la posibilidad de una visión privilegiada. Fredric Jameson señala que existe una re-evaluación de la producción cultural moderna (principalmente del modernism y las vanguardias), en el punto en el cual "we still do admire the great generals (along with their conunterparts, the great artists), but the admiration has been displaced from their innate subjectivity to their historical flair, their capacity to assess the 'current situation' and to evaluate its potential permutation system on the spot" (306-7). La conexión entre artistas y generales, hecha según Jameson por Gertrude Stein en referencia a Henry James, tiene sin duda un fuerte eco en Arlt. El mismo Erdosain había hecho un paralelo entre la capacidad de de un militar de evaluar la situación y la del inventor, pero los dos estaban pensados por Erdosain, muy significativamente, como súbito proceso de revelación interior. (12) La propuesta de Jameson, de cambiar profundidad por sistema, puede ser extensiva tanto a la obra de Arlt como a la re-evaluación de su propia figura. Entiendo que el viraje forma parte de la lógica del ciclo novelístico.

Si bien es cierto que Argentina verá la caída del regimen democrático poco después de publicada la novela, se puede leer ésta no ya como un anuncio de los males que vendrán sino como un deseo de cancelación de las utopías totalitarias basadas en la figura del genio (artista, político) en favor de una mayor nivelación en la producción y el consumo culturales. "Entre los ruidos de un edificio social que se desmorona inevitablemente", como escribe en el prólogo a Los Lanzallamas, es la prisa (con la que dice escribir la novela en la última nota al pie, (13) con la que se imprimen los diarios que publican el caso de Temperley en la gran aceleración final) lo que marca el tiempo futuro, y no la explosión revolucionaria que promete un tiempo cero, fundacional, y un futuro estático.

Cronotopos de la periferia (14)

Podemos identificar en el ciclo novelístico la convivencia y el conflicto de/entre varios tipos de espacios y tiempos. Hay que señalar aquí la importancia del tren en la narración, y el pasaje desde este medio de transporte a los medios masivos de comunicación. La vía férrea impone su estructuración del espacio, lo divide entre urbano y suburbano, y representa un modo de modernización lograda que sirve de base material para producir los encuentros. (15) Se trata del espacio domesticado por el ritmo impuesto por los dispositivos de la modernidad, que no se ponen en cuestión. El tren le permite a Erdosain atravesar los paisajes negativos de esta modernidad, los amenazantes parajes industriales-infernales, y llegar a un punto (la quinta de Temperley) que es posible habitar. (16) La división del tiempo que provoca el tren, la tabla horaria, no se presenta como contrapuesta ni a la interioridad del personaje de Erdosain, ni a los proyectos revolucionarios del Astrólogo. El tren ha sido incorporado al lugar y a la subjetividad: se puede pensar bien en el tren, al ritmo marcado por el tren, es un espacio de transición que ofrece la comodidad para soñar, para hacer la revolución, o para suicidarse. Es una condensación de espacio y lugar, utilizando las categorías de de Certau; es decir, si bien impone su rigidez (lugar) ésta es modificada al ser consumida por el usuario (espacio). El tren no excluye a Erdosain de la modernidad, sino que por el contrario, le permite atravesar las zonas rechazadas de ésta desde la interioridad protegida del vagón. (17)

No hay nada, por otro lado, que se oponga en la novela a esta homogeneización racional del tiempo y el espacio. La misma ciudad de Buenos Aires, que para otros escritores de la época de las vanguardias propició de material para la invención de una mitología urbana, aparece en el ciclo novelístico como carente de todo espacio entrañable (no hay espacio privado hogareño salvo en los barrios ricos), o espacio urbano privilegiado por los personajes. Buenos Aires es la ciudad prototipo, arrasada por una modernización y, como afirma Sarlo, "un espacio modelado por la pobreza inmigratoria, el bajo fondo y la tecnología . . . con materiales surgidos del paisaje casi futurista de la ciudad moderna" (Una Modernidad 58-9). A pesar de las calles ser nombradas, de las estaciones de tren ser mencionadas con su nombre real, la ciudad se presenta notablemente desprovista de "sense of place" o "local structure of feelings" (Agnew 263); tan caro, exactamente por la misma época, para Borges. Dentro de un contexto literario en el cual un renaciente criollismo dio respuestas a la modernización socio-económica, tampoco la nación representa en Arlt un espacio en donde afincar un sentido de pertenencia: el plan del Astrólogo lo trasciende y las fronteras son cruzadas con carencia de todo efecto dramático, sin ser siquiera percibidas como espacio diferencial. (18) El tiempo de la modernidad ha unido lo heterogéneo del espacio a través de su coordinación horaria; el espacio se ha vaciado sin dejar hueco más que como, para la imaginación de Erdosain, mero sufrimiento recóndito. La revolución ideada por el Astrólogo, en sus distintas versiones, tendría siempre el siniestro efecto de solución final: terminar el trabajo ya comenzado por la modernización borrando lo que se presenta en ésta como caótico, dividir el mundo en poderosos y desposeidos como castas diferentes, concentrar en espacios y tiempos diferenciales pero claramente delimitados. El Astrólogo lee la modernidad como mezcla de decadencia moral (de los centros: Europa y Estados Unidos) y fenómenos de concentración de capital y poder ajenos a las naciones (millonarios, mafias, sectas). Si la decadencia es subsidiaria de una lógica acumulativa del progreso (su otra cara), la revolución que proyecta es (por un lado) una disrupción momentánea, un tiempo explosivo que interrumpiría el tiempo progresivo y el espacio homogéneo; pero el última instancia no es sino un redoblamiento de la lógica temporal del progreso, tal como lo describe Lyotard:

. . . modernity, modern temporality, comprises in itself an impulsion to exceed itself into a state other than itself. And not only to exceed itself in that way, but to resolve itself into a sort of ultimate stability, such for example as is aimed at by the utopian project. (25)

Es interesante, sin embargo, caracterizar al tiempo revolucionario como explosivo, desde la lectura de esta novela en la cual los explosivos se dejan de lado como herramienta revolucionaria. Los gases y la guerra bacteriológica redoblan aquí los flujos inapresables, de información, de dinero, de poder, en suma; que la sociedad secreta pretende otra vez agenciar al servicio de una causa que no es la del capital. De aquí el obsesivo mapeamiento de fuerzas ocultas que forma el informe diagnóstico de la modernidad hecho por el Astrólogo, que más allá de la "sinceridad" o no de sus fines (tema en el que algunos críticos se han extraviado) conserva su poder hipnótico porque resume un estado de cosas dificil de representar. El delirio final del farmacéutico Ergueta, hace aquí de espejo deformante; su código es la Biblia, su objeto es el mundo colonial del imperio Británico, y su misión es salvar su empresa civilizatoria de la ira y la revancha de los países coloniales. (19) Si el mundo de Ergueta ofrece, según Jameson, una imposibilidad para ser representado en tanto la realidad del mundo colonial se teje siempre en otra parte, si existe "a contradiction between lived experience and structure . . . [in which] experience no longer coincides with the place in which it takes place" (410-1), el mundo del Astrólogo es irrepresentable en una medida más amplia. El mapa de los Estados Unidos y las banderas del Ku Klux Klan son una figura que esconde un vacío de representación, que se va llenando metonímicamente de diversos valores pero que remiten en última instancia a la novedosa aparición de flujos desterritorializados, entre los cuales la sociedad secreta pretende circular y a los cuales intenta agenciar. El mundo de Ergueta --así como el de Erdosain-- es el del tren, implantado en la Argentina con empréstitos del capitalismo inglés, y estableciendo una red de comunicación y explotación de la agricultura que formaba parte del orden internacional de fines del siglo XIX y principios del XX. El mundo que se deja leer en el ciclo, esparcido entre el Astrólogo, Barsut, el comentador, y el escritor Arlt, es otro. Es sin duda el de la hegemonía norteamericana, y de aquí el mapa; pero eso no es todo, ya que las formas de constitución de esta hegemonía son diferentes, y por lo tanto establecen una nueva forma de hacer política. Es el mundo del cine y la radio, uno que la alta cultura literaria argentina de fines de los años '20 está lejos de aprehender (entre referencias a tranvías urbanos, viajes por Europa, y cabalgatas pampeanas). Si no en su mapa político, Astrólogo y Ergueta coinciden, sin embargo, en su concepción del tiempo: el tiempo está maduro para una revolución o una revelación. La concepción trágica de un tiempo explosivo, de una ruptura en la progresión de los días que deja espacio para que la verdad se avisore, es compartida por la mística y por la revolución. El Astrólogo y Ergueta comparten, además, el espíritu profético de sus discursos. Pero lo que es claro en Arlt, es que no es mediante una explosión en el tiempo, tampoco mediante la capacidad visionaria de un elegido, sino mediante tácticas espaciales-comunicacionales en donde es posible mapear la situación, aunque renunciando a la pretensión universalizante, a la noción de totalidad. (20) La acción política que se avisora de aquí en más, señalada por el cínico Barsut y por el escritor Arlt en el prólogo a Los Lanzallamas, es una que depende de la capacidad de los consumidores de provocar variantes en la circulación de mensajes, para introducirse en la máquina y producir hiatos o tornar la velocidad en una forma de acción. (21)

 

Notas

  1. Esta diferenciación se basa en la lectura de Spaces of Hope, de David Harvey.
  2. Es notable cómo el Astrólogo intenta controlar y agenciar las trayectorias individuales para su proyecto. Para dar sólo un ejemplo, las prostitutas o ex-prostitutas que habitan la narración son callejeras (Hipólita, en principio, pero también la Marca --quien camina con el Buscador de Oro por el sur), pero cuando se habla de explotar su trabajo para la sociedad revolucionaria se habla siempre de prostíbulos y de las prostituas como "pupilas" (palabra que remite, además, a esta mirada que fija y controla).
  3. No es nada sorpresiva esta tensión entre la geografía lejana como posibilidad de escape y la ansiedad de que ya no hay lugar en el planeta en donde refugiarse de la modernidad alienante. Se encuentra en Baudelaire ("Voyage", en Les Fleurs du Mal) y casi cien años más tarde en Tristes Tropiques de Lévi-Strauss. Lo que sí sorprende es lo auto-reflexivo de estos paisajes lejanos en Arlt, que siempre revelan producto de la cultura de masas (cine, novela de aventuras, etc).
  4. Uso la expresión de Jameson, quien clasifica así a la persistencia, dentro del modernism, de la subjetividad como profunda, única, e intransferible.
  5. Su última mudanza inexplicable, a la pieza en donde vivía Barsut, es una de esas acciones; y su fantasía de trabajar en un aserradero a la orilla de un río es, como destaca el comentador (321), una repetición de la misma fantasía en Emilio Espila.
  6. Esto es desarrollado por Debord en contraposición a otro tipo de sociedad del espectáculo: "The diffuse form is associated with the abundance of commodities, with the undisturbed development of modern capitalism. Here each commodity considered in isolation is justified by an appeal to the grandeur of commodity production in general - a production for which the spectacle is an apologetic catalog" (42).
  7. La capacidad de Barsut de contar historias en cuanto persiste su situación de secuestrado, su posición entre escéptica y fantasiosa frente a los planes grandilocuentes de los otros, nos llevan a relacionarlo con Molina, personaje de la obra de Manuel Puig El Beso de la Mujer Araña; y de allí a una línea de mezclas productivas entre arte alto y bajo que Arlt comienza a trabajar y que la literatura argentina recién retomará en los años '70.
  8. Al proyectar su imagen de escritor en dicho prólogo, Arlt se auto-destituye como observador confiablemente distanciado (acosado por la falta de tiempo y las obligaciones), anula luego la mera posibilidad de la existencia de esta figura ("Han pasado esos tiempos"), pero luego se reconsitituye triunfalmente de un modo algo paradójico (confiado en su capacidad de control sobre el tiempo que parecía en cuestión al principio: "El porvenir es triunfalmente nuestro. Nos lo hemos ganado . . . hora tras horas, hora tras hora.")
  9. Asimismo en el prólogo a la edición Ayacucho, Adolfo Prieto identifica dos órdenes del relato: "el orden que pasa por la historia de Erdosain . . . tributaria, todavía, del método de la observación y del cultivo de las situaciones verosímiles . . . En cambio, el orden que pasa por la historia del Astrólogo y levanta la poderosa metáfora de la Sociedad Secreta, es un orden de flancos abiertos. Ha proclamado la ambigüedad. Ha sembrado la desconfianza . . . "(xxiv).
  10. Me refiero, claro, al mapa de los Estados Unidos, que cuelga en la habitación del Astrólogo hechizando la inteligencia de cada uno que se acerca a su guarida, y proyectándolo a este personaje como hábil estratega. El mapa representa, por un lado, el modelo de conocimiento total y objetivo con el cual el Astrólogo juega; y por el otro, en una forma que va siempre más allá del estado (el poder inmenso de Estados Unidos sobre cualquier otro estado, y los poderes oscuros que controlan a Estados Unidos desde adentro: el Ku-Klux-Klan, la mafia, etc).
  11. La última de estas interpretaciones, y sin duda la más inteligente e inquietante, ha sido la de Josefina Ludmer. Dice en El Cuerpo del Delito que "todo el Arlt de 1929 pone (sin saberlo, como el Astrólogo), los enigmas del presente en el después de la narración, como visión y anticipación y por eso puede representar, también extrañamente, la 'realidad' de los años cuarenta. Puede representar el hitlerismo y el peronismo . . . "(412).
  12. "¿Usted ha visto a un general en el campo de batalla?... Pero para hacerle más accesible mi idea le diré como inventor: Usted busca durante cierto tiempo la solución de un problema. . . . Y un día, en el momento más inesperado, de pronto el plan, la visión completa de la máquina; aparece ante sus ojos deslumbrándolo con su fácil exactitud ¡Es algo maravilloso! Imagínese un general en un campo de batalla...todo está perdido, y de pronto, clara, precisa, se le aparece una solución que jamás había soñado concebir, y que, sin embargo, tenía allí al alcance de su mano, en el interior de sí mismo".(51)
  13. "Dada la prisa con que fue terminada esta novela . . . Con tanta prisa se terminó esta obra que la editorial imprimía los primeros pliegos mientras el autor estaba redactando los últimos capítulos" (394).
  14. "Mikhail Bakhtin borrowed the suggestive term 'chronotope' from Einstein's physics in order to designate the fusion of temporal/spatial structures and to define characteristics time/space formations in specific narrative genres such as the romance, the idyll, the folktale, the picaresque novel, and so forth . . . Bakhtin's term is suggestive because it points to the diversity of prototypical cultural forms within which time assumes significance" (Bender and Wellbery 3).
  15. Stephen Kern ha señalado la importancia de la coordinación ferroviaria en la imposición de un uso horario regulado en el territorio europeo en las dos últimas décadas del siglo XIX, aboliendo así las horas locales e instalando un tiempo público homogéneo.
  16. Al llegar por primera vez a la casa-quinta del Astrólogo, Erdosain piensa que allí podría vivir. Es un momento importante para este personaje que se muda constantemente de pensión, que constantemente camina por la calle; y nos remite al proyecto del Astrólogo que Erdosain momentáneamente habita .
  17. Sin embargo, hay que decir que el tren retorna de lo reprimido de la modernidad, en la fantasía de Erdosain, como pesadilla: "Se desmorona vertiginosamente hacia una supercivilización espantosa: ciudades tremendas en cuyas terrazas cae el polvo de las estrellas, y en cuyos subsuelos, triples redes de ferrocarriles subterráneos superpuestos arrastran una humanidad pálida hacia un infinito progreso de mecanismos inútiles" (207).
  18. ". . . a caballo seguimos quince días y entre monte y monte llegamos al Campo Chileno", se pronuncia el Buscador de Oro. Una frontera, la argentino-chilena, que ofrece materia real para una hipotética romanticización de la geografía, y que fue por otro lado eterno objeto histórico de conflictos limítrofes.
  19. No debemos olvidar que el poderío británico tenía representantes ferreos en la oligarquía argentina; y en los años '20 y '30 la alianza se afirma frente al ascenso norteamericano. Los Estados Unidos están en el lugar del peligro para la soberanía nacional, pero por otro lado son una amenaza al orden conservador de los dueños de la tierra (Halperín Donghi 384-94).
  20. Aquí el cosmopolitismo martinfierrista y el realismo social de los escritores de Boedo se complementan, y es lógico que Arlt no cuajase en ningún esquema. Mientras el realismo es solidario del espacio nacional como referente último, la figura del cosmopólita se basa en una noción de culturas discretas, de bordes delimitados y bajo control que un sujeto privilegiado atraviesa. No es esta, como vimos, la geografía arltiana en el ciclo novelístico. Y si Arlt se vale del tiempo revolucionario y el tiempo místico, es en última instancia para anularlos como respuestas posibles a su dilema geográfico.
  21. Para la relación entre realismo y nación, véase The Location of Culture, especialmente el ensayo "Dissemination," de Hommi Bhabba; y también "The nation longing for form," de Timothy Brennan. Para la figura del cosmopolita, véase "Global System, Globalization and the Parameters of Modernity," de Jonathan Friedman.

  22. Hay que notar aquí que el otro de los dobles de Arlt, el periodista que registra la crónica y anota, ofrece refugio a Erdosain cuando éste se encuentra acosado por la policía, y este acto está en la base de la escritura de la novela que leemos en reemplazo de las crónicas periodísticas (que no leemos, aunque asistimos al proceso de su producción desde la redacción del periódico). Entiendo que esta intromisión en la marcha de la verdad policial y de la verdad periodística es ejemplar como forma de producir hiatos en el tiempo acelerado de la modernidad.

 

Obras Consultadas

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Bender, John, and David E. Wellbery, eds. Chronotypes. The Construction of Time. Stanford: Stanford University Press, 1991.

Bhabha, Homi K. The Location of Culture. London and New York: Routledge, 1994.

Brennan, Timothy. "The National Longing for Form." Nation and Narration. Ed. Homi K. Bhabha. London and New York: Routledge, 1990. 44-70.

Debord, Guy. The Society of Spectacle. New York: Zone Books, 1994.

Friedman, Jonathan. "Global System, Globalization and the Parameters of Modernity." Global Modernities. Eds. Mike Featherstone, Scott Lash and Roland Robertson. London, Thousand Oaks and New Delhi: Sage Publications, 1995. 69-90.

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Kern, Stephen. The Culture of Time and Space 1880 - 1918. Cambridge, MA: Harvard University Press, 1983.

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Lyotard, Jean-Francois. The Inhuman. Reflections on Time. Stanford: Stanford University Press, 1991.

Piglia, Ricardo. "Sobre Roberto Arlt." Crítica y Ficción. Cuadernos de Extensión Universitaria Número 8. Serie Ensayos. Santa Fé, Argentina: Universidad Nacional del Litoral, 1986. 19-26.

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Sarlo, Beatriz. Una Modernidad Periférica. Buenos Aires 1920 y 1930. Buenos Aires: Nueva Visión, 1988.

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