El fin de siglo

Por sugerencia de nuestros lectores, compilamos algunas preguntas relacionadas con el fin de siglo. Publicamos aquí las respuestas de algunos de nuestros colaboradores. Cada mirada aporta una perspectiva original; en conjunto, proponen un diálogo enriquecedor sobre el siglo XXI. Queda en manos de nuestros lectores el continuarlo. Si están interesados, envíen sus respuestas a: ciberletras@excite.com

 

  1. La globalización económica de este fin de siglo acrecienta la influencia cultural de los Estados Unidos. Un resultado es la hegemonía del inglés como lengua de comunicación internacional; otro, es la influencia cada vez mayor de las costumbres norteamericanas. ¿Cuáles serán las consecuencias de esto sobre las culturas y las literaturas hispánicas?
  2. Uno de los logros más importantes de nuestro siglo en Occidente ha sido la representación en la literatura y en otros medios -cine, televisión, periódicos- de los intereses de diferentes grupos minoritarios. Las mujeres, los "gays", los "latinos" en los Estados Unidos ganaron reconocimiento y representatividad en todos los campos. ¿Señalan esos progresos el inicio de una integración que pondrá fin a los movimientos que promovieron estos cambios? De ser así, ¿qué combates nuevos nos esperan?
  3. Gentes de letras, críticos y profesores han expresado su preocupación ante el modelo corporativo adoptado por las universidades en el ámbito mundial -es decir la idea de promover la educación con fines de lucro. ¿Cómo imagina Ud. la universidad del futuro?
  4. ¿Cómo visualiza Ud. el futuro con respecto a las diferencias entre las sociedades altamente tecnológicas y las que no lo son?
  5. ¿Qué libros de las letras hispánicas cree Ud. que van a perdurar más allá del milenio?

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Raquel Chang-Rodríguez

The City College & The graduate Center, CUNY

 

1. Tradicionalmente en la formación de culturas y hegemonías existen fuerzas centrípetas y centrífugas; o sea, tendencias que tienden a cohesionar o a separar el conjunto. En lo que respecta a la América Latina, conviene recordar cómo sus diferentes regiones han sido marcadas por el aporte de etnias diversas; y, asimismo, cómo estas diversidades han chocado o se han acoplado ampliando y fortaleciendo el carácter ya nacional ya continental. Analizando pues estos antecedentes y tomando en cuenta que la América Latina es un conjunto multiétnico y plurilingüe, acostumbrado a contactos cercanos de lenguas de variado rango, el inglés, con su actual prestigio, marcará el conjunto, particularmente en el mundo de los negocios --en especial la tecnología-- en el área de la cultura musical y de la industria cinematográfica y del video. Sin embargo, como en el pasado, las fuerzas centrípetas no permitirán la dislocación del conjunto, ni de los variados matices del imaginario que nutre esa literatura.

2. En efecto, la representación de diferentes subjetividades y de sus aspiraciones así como, en el campo de la literatura, de teorizaciones que nos permiten entenderlas y escudriñarlas desde los intersticios textuales a la vez que ubicarlas en ámbitos culturales pertinentes, representa un enriquecimiento de nuestro entendimiento del discurso literario. No creo que la larga lucha que ha posibilitado lo anterior haya finalizado. Al contrario, creo que el reto actual por esa representatividad está en su localización en un terreno ambiguo, y diferenciado en tanto región y cultura; el punto final no es posible. Tampoco lo es hablar del fin de los movimientos que propiciaron el avance de sujetos sociales subalternos y heterogéneos.

3. A pesar de la influencia de tecnócratas, más interesados en las cifras de matrícula que en apoyar cursos de temas poco populares pero esenciales dentro de los estudios humanísticos, así como de la profesionalización de las universidades, la juventud que accede a ella va en busca de entenderse a sí misma, de comprender un mundo que tantas veces parece incoherente. Hoy día cursos populares dentro de las humanidades, se relacionan con la historia de la religión, la Biblia como literatura, el análisis de textos hagiográficos. Recuerdo que hace un par de años, en el congreso anual de estudiantes graduados patrocinado por el Programa Doctoral en Literaturas Hispánicas y Luso-brasileñas del Graduate Center de la City University of New York (CUNY), las sesiones más concurridas fueron las dedicadas a la literatura medieval; y, en particular, aquellas que tenían los milagros o la representación de la Virgen María como centro. En el Perú, por ejemplo, recitales de poesía llenan los locales. El interés por temas espirituales, la afluencia de público a una actividad ciertamente no lucrativa como leer y escuchar poesía, indican que en la universidad del futuro habrá un espacio relevante para estas actividades que ligan a los seres humanos y les abren nuevos espacios de conocimiento y de goce más allá de la recompensa mercantil. Ciertamente la tecnología estará en el centro de esa universidad futurista, pero ya la habremos domesticado y puesto más aún al servicio de nuestros intereses disciplinarios.

4. Anteriormente, un indicador de separación social, era el grado de alfabetización de los diferentes grupos. Hoy día, a ello, en particular en la América Latina y en Africa, hay que añadir, el conocimiento tecnológico --el problema se ha duplicado. La brecha entre las sociedades altamente tecnológicas y las que no lo son va agrandándose vertiginosamente. ¿Control por la vía tecnológica? Pero no debemos perder las esperanzas porque, el libro, un producto de la tecnología del temprano renacimiento europeo, sirvió para democratizar el saber y cambiar radicalmente sociedades tradicionales.

5. Ciertamente, Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, Ficciones de Jorge Luis Borges, El reino de este mundo de Alejo Carpentier.

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Ernesto Livon-Grosman

Yale University

 

1- El fenómeno de la globalización es por definición múltiple y muy pocas de sus características parecen ser atractivas, sin ir más lejos el carácter fatalista con el que nos referimos a ella quizás sea una de sus peores. El movimiento de cristianización, que tanta importancia tuvo en la historia del continente americano, fue un movimiento global con grandes aspiraciones de homogenización. La globalización a la que nos referimos hoy incluye una vertiente corporativa que aspira a homogenizar a través del consumo. La literatura, que queda fuera de la maquinaria masiva, fuera de los medios, parece escapar a ese fenómeno de globalización y ¿así se constituye en una forma de resistencia? Hace falta tiempo para predecir qué es lo que va a quedar y qué va a ceder ante esa presión homogenizadora. Por el momento las diferencias entre los centros y las diferentes periferias se agrandan y con esas diferencias se afirman también ciertas localidades de la lengua en particular y de la cultura en general. Creo que las comunidades y los individuos que puedan mantener lo local e ir y venir de lo global a lo particular tienen las mejores posibilidades de una cultura no alienada.

 

2- El grado de integracionismo de estos movimientos es algo difuso, casi neblinoso. Por momentos uno tiene la impresión de que lo que prevalece es la idea de evitar la integración por miedo a perder cierto sentido de pertenencia al grupo. Por otra parte estos grupos han logrado una clara identificación de su existencia. En los EEUU hoy es difícil ignorar la presencia de minorías, que en otra época se hubieran llamado grupos de interés, esta expansión de lo que el budismo llama "awareness" me parece positiva. La estrategia de mini nacionalismos o políticas de identidades, dominante entre las minorías, lo es menos. Cualquier definición rígida de identidad es, como en el caso del nacionalismo, una fuerza aglutinadora con un proyecto mezquino: como si las personas no fueran muchas cosas a la vez, como si los grupos no estuvieran definidos por su imagen especular, como si los círculos no se pudieran pensar entre otras cosas por el espacio, vacío, que definen. Una propuesta que quita más de lo que da.

 

3- Ese futuro ya es, en gran parte, el hoy. El modelo corporativo es parte de las universidades norteamericanas desde su fundación. El cambio de una estructura sin fines de lucro a una organización que permita ganancias por medio de la venta de servicios es una modificación que seguramente redefinirá, ya lo está haciendo, el curriculum académico y la relación de las humanidades con la universidad. Pero pensar que las humanidades dependen de las universidades para su subsistencia es subestimar las primeras a favor de las segundas. El caso de la poesía me parece un buen ejemplo. En un momento en que los departamentos de literatura de las universidades norteamericanas parecen haber devaluado la poesía todo lo que es posible hacerlo, se ven más revistas de poesía que nunca y más lecturas que hace 10 años. Pensar que la poesía, o para el caso las humanidades, depende de su subsistencia de la universidad sería atribuirle demasiado poder a la institución. En tanto exista el acceso a la publicación, incluida la distribución de material escrito, las humanidades crecerán y mantendrán un espacio propio de discusión y producción.

 

5- Uno de los aprendizajes de esta segunda parte del milenio fue el definir y reinventar un canon tras otro en menos de dos generaciones. Tratar de contestar esa pregunta con una lista sería desandar esa experiencia de flexibilidad. Lo más probable es que sigamos experimentando un movimiento pendular entre la fragmentación que se incrementará por la continua producción literaria y cierta necesidad de síntesis con fines prácticos. Cualquier lista que propongamos hoy está destinada a ser otra mañana y otra aun más diferente pasado mañana.

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Graciela Montaldo

Universidad Simón Bolívar, Caracas, Venezuela

 

No tengo respuestas concretas para cada pregunta, por eso prefiero, a partir del sugerente cuestionario de -Ciberletras-, ensayar algunas ideas fragmentarias.

El cambio de siglo estimula todas las fantasías; las mías tienen que ver con todo lo que hemos visto desmoronarse en estos años y que arrastró consigo una vieja concepción de la autoridad. Sin embargo, el espejismo de la visibilidad de ciertas minorías y zonas y culturas periféricas -creo- no debe hacernos perder de vista que América Latina no ha hecho sino acentuar sus contrastes y aumentar su vulnerabilidad en todos los sentidos.

En los años más terribles de la hiperinflación en la Argentina había pintadas callejeras en toda la ciudad de Buenos Aires: "La única salida del país es Ezeiza" (el aeropuerto internacional). He visto versiones nacionales de este deseo joven en otras ciudades latinoamericanas. La forma en que los valores de Estados Unidos se reactualizan en América Latina es quizás hoy tan importante como el deseo de muchos jóvenes latinoamericanos de irse de sus países, aún aquellos que tienen mínimas posibilidades reales de partir. Deseo ansioso diría, que habla de los proyectos más que efímeros de la gente en países con economías y políticas sumamente volátiles y donde el horizonte de la emigración al primer mundo es no solo la promesa de mejoras económicas sino de cierta estabilidad donde llevar a cabo proyectos personales.

Junto con esto, en América Latina creo que sigue siendo fuerte la idea de nación; un valor que vemos en otros soportes que los del siglo XIX y principios del XX pero que mantiene un vínculo fuerte con el pasado. Quizás resulte paradójico afirmar que cuanto más tiempo se acumula precisamos una memoria más corta. Pero parece que así será. Reconstruir las experiencias de los países latinoamericanos, en la creciente burocratización de la cultura (una burocratización especialmente perversa cuanto que no da casi nada a cambio), será agotar cotidianamente las historias que los constituyen. Supongo que seguiremos viendo reproducciones con la cara del Che Guevara, con los autorretratos de Frida Kahlo, que seguiremos escuchando hablar de Macondo y Doña Bárbara; pero supongo también, como lo demostraron ejemplarmente los "festejos" por el centenario de Borges, que los escritores que sobrevivan a las presiones de las industrias culturales ingresarán al nuevo siglo de la mano de los medios, no de sus escrituras. Y que no hay cultura que no registre y explicite sus vínculos con el mercado.

Si el saber y el conocimiento serán claves en el próximo milenio, pienso que en América Latina se acentuarán todas las diferencias: internas y externas. La inercia de casi todas las instituciones educativas públicas aquí impide cualquier cambio porque no ha habido debates culturales participativos. El área de la cultura sigue siendo la zona menos afectada por los cambios en casi todos los estados; un modelo decimonónico de intelectual sobrevive no solo atrincherado en privilegios muy pobres sino también aislado del resto de la gente. Los cambios están viniendo, sin duda, de otros sectores.

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Jorge Santiago Perednik

Director de Xul

 

1-Respecto del arte, entendido en sentido amplio, lo que describe la pregunta ha existido en el pasado. En la poesía argentina, por ejemplo, esa "influencia" se nota de un modo significativo desde fines de la década de 1950 y en la siguiente. O sea, es un asunto de treinta años atrás, o más. A la curiosidad intelectual hoy se le abre una cuestión mucho más interesante, sobre la que me gustaría llamar la atención, un fenómeno inverso, que desde la perspectiva del dominador habría que denominar la "barbarización" de la cultura norteamericana, y que por mera negación se oculta, disfraza o minimiza; un fenómeno que está llevando a la muerte de la cultura norteamericana (tal como se la ha estereotipado) por infiltración y mezcla de otras culturas, entre ellas la hispánica.

2-Estos grupos promovieron la desintegración y se identificaron en su organización, en la acción y en los medios empleados a sus enemigos segregacionistas. Yo que pertenezco por elección a todos los grupos minoritarios imaginables, y que sufrí persecuciones por ello, considero que hay una táctica mejor. En vez de autosegregarse, que es repetir el movimiento del grupo dominante, incluso con el orgullo del dominante por la diferencia, en vez de separarse del blanco que confunde la humanidad con su grupo, mi idea es negarse a esa separación y tratar de confundir al blanco con la humanidad. Esto se consigue volviéndolo negro, mujer, homosexual, judío, hispano. Cada uno de nosotros es todo eso y esa es la única integración. El combate viene desde siempre y apenas si ha empezado.

3-Desde hace mucho la Universidad es la usina abastecedora de cualquier sociedad -sea capitalista, fascista, comunista, etcétera- y el reaseguro de su perpetuación. Ahora que en la sociedad el poder o el placer son lucro y todo es negocio, este sincerarse de las universidades no cambia su rol de fabricante de las piezas humanas que la sociedad necesita para seguir siendo lo que es. Aun la universidad gratuita tiene como objetivo que el modelo social dominante lucre con su producción.

4-Lo "altamente tecnológico" es un término comparativo. Para una sociedad tener una rueda o no, estar en la edad de hierro o no, en su momento hizo una diferencia altamente tecnológica. No veo por qué en el futuro habrían de cancelarse o superarse esas diferencias, cuando todos los países luchan por acentuarlas. Tampoco veo cómo podría aumentar esa brecha significativamente cuando las sociedades rezagadas siempre hacen suyas, con el debido retraso, las nuevas tecnologías. En resumen, no veo por qué el futuro debería ser distinto del pasado que conocemos.

5-Es una elección que corresponde al milenio que viene y prefiero guardar a mis elegidos "in pectore". Pero aprovecho para decir que lo que no va a perdurar mucho más allá del milenio, a pesar de algunos buenos deseos, es el libro mismo. El libro nacido con la imprenta es una forma histórica y está próximo a dejar su lugar a una forma histórica nueva. Así como la forma libro de imprenta representó ventajas inapreciables respecto de las formas anteriores, ahora sus desventajas son enormes frente a la posibilidad de tener en la mano un objeto trasladable que albergue todos los libros que uno quiera, incluso todos los libros que existen. En cuanto al ya vetusto libro de imprenta, él fue mi ama de leche, se sigue multiplicando en mis estantes, y mi declaración de amor para siempre no impide reconocer que está próximo su entierro.

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Susana Reisz

Lehman College & The Graduate Center, CUNY

1-Si bien es cierto que el poder económico y cultural de los Estados Unidos se ha incrementado de modo sustancial en los años noventa como consecuencia del derrumbe del mundo socialista, también es cierto que los Estados Unidos han sufrido las consecuencias de la globalización no menos que los demás países del orbe. Una de esas consecuencias es la presencia cada vez más notoria, y cada vez más influyente en la vida pública y privada de las grandes urbes de este país, de prácticas culturales antes ignoradas o consideradas ajenas al estilo de vida norteamericano (valga como ejemplo la difusión culinaria de "tacos" "fajitas" y "burritos" a la par de las popularísmas hamburguesas o los hot dogs).

Y si bien es innegable que el inglés ejerce una hegemonía "internacional" en el ámbito de la técnica, las comunicaciones y la cultura de masas, no puede desconocerse que la lengua y la cultura anglosajonas a su vez acusan el impacto creciente de la lengua y la cultura hispanas, que se hacen visibles y audibles en los más diversos ámbitos sociales: desde los más humildes empleos asumidos por trabajadores temporarios o ilegales (como los oficios de jardinero, mucama o niñera), pasando por las complejas y algo mejor remuneradas tareas de los maestros bilingües, hasta llegar a las metas doradas de las artes y del mundo del espectáculo, que hoy experimenta un "boom" de la latinidad.

 

2-El hecho de que los grupos minoritarios o "minorizados" hayan ganado reconocimiento y representatividad en algunas partes del mundo actual es una señal ambigua, que puede implicar tanto el inicio de un proceso de real integración como la perpetuación, en condiciones adaptadas a los cambios globales, de relaciones de poder basadas en el privilegio de los grupos tradicionalmente dominantes.

En los Estados Unidos, país de origen de los movimientos de liberación, el panorama del fin del milenio no es muy alentador, pese a la creciente democratización de los medios masivos y a las batallas legales ganadas en favor de las minorías.

El estrepitoso fracaso de la política de silencio en relación con los gays en el ejército (basada en la tristemente célebre consigna "don't ask, don't tell"), la poca efectividad de las reformas educativas en la escuela pública (poblada fundamentalmente por minorías étnicas e inmigrantes recientes), la persistencia del embarazo adolescente, la violencia familiar y el ausentismo paterno en los sectores minoritarios más pobres, no parecen indicar que estemos a las puertas de una sociedad más integrada y equitativa.

Huelga decir que en el resto del mundo el panorama es mucho más descorazonador, como lo han puesto en evidencia las más recientes guerras de "limpieza étnica" practicadas por africanos y europeos con pareja ferocidad, el trabajo y la prostitución infantiles en la mayoría de los países pobres, el frecuente abandono de bebés del sexo femenino en la China, la castración genital, confinación y esclavización de las mujeres en algunas sociedades islámicas o el maltrato generalizado de gays y lesbianas en la mayor parte del orbe.

Hay todavía tantos escollos por vencer que me resulta difícil imaginar un orden social en el que el reclamo por la igualdad de derechos resulte una reliquia de tiempos definitivamente superados. No creo, por eso, que los "nuevos combates" que nos aguardan sean muy diferentes de los viejos combates...

  

3-A lo largo de la historia de Occidente la educación superior siempre ha estado ligada, de modos más o menos visibles, al poder del dinero. Los primeros maestros profesionales del mundo griego, los sofistas, se granjearon una fama dudosa, que llegó a opacar el brillo de sus logros intelectuales, por su hábito de cobrar suculentos honorarios a cambio de sus clases de retórica. Sus alumnos/clientes eran, por supuesto, lo más granado de la juventud de Atenas y de otras ciudades florecientes del mundo antiguo. Solo los varones libres y adinerados tenían acceso a esa forma especializada de cultura, que a su vez garantizaba el éxito en la vida pública: en el juzgado, en las asambleas y en los negocios. Los esclavos, las clases populares y las mujeres estaban "naturalmente" excluidos de todo aquello. Como no tenían voz civil, no necesitaban ese tipo de educación

El modelo de universidad privada elitista, concebida con fines de lucro para reafirmar el poder económico y simbólico de los grupos privilegiados de la sociedad tiene mucho en común con esa imagen arcaica y aristocrática que acabo de conjurar. La única nota de "modernidad" estaría dada por la presencia de mujeres de las clases sociales altas y de "excepciones milagrosas" o representantes de "cuotas para minorías".

Como se me pregunta qué "imagino" para el futuro me veo forzada a hacer una digresión terminológica.

Si "imaginar" es hacer un cálculo probabilístico basado en los datos del presente, la imagen de universidad que se me impone en la mente es la de la proliferación, en todos los rincones del mundo, de instituciones de lucro cuyas matrículas y presupuestos se adaptarán al bolsillo de los diferentes grupos sociales con capacidad de pago, es decir, que los sectores más pudientes seguirán teniendo acceso a una mejor educación. No avizoro, ciertamente, un sistema educativo capaz de propiciar la integración de los grupos en desventaja ni la superación de la pobreza a través de la educación.

Pero si "imaginar" es representarse un ideal, por utópico que parezca, entonces esa universidad del futuro sería la culminación de un largo proceso educativo realmente democrático, un proceso que se iniciaría desde el jardín de infantes y que permitiría desarrollar al máximo las potencialidades de todos los individuos de una sociedad, independientemente de su sexo, etnia o ubicación social. Por supuesto, esta imagen no compagina bien con la idea de lucro y solo adquiere ciertos visos de realidad conectada con el principio de una educación universal en todos los niveles, financiada por el estado con los aportes de los contribuyentes.

4-En relación con este punto soy algo más optimista que en los temas que abordé anteriormente. Pienso que estamos viviendo una de las mayores revoluciones de todos los tiempos. En los últimos diez años de este milenio el portentoso desarrollo de la tecnología en materia de comunicaciones ha colaborado de modo sustancial a aminorar el desnivel informativo entre los países periféricos y los centros del poder económico y cultural.

No pretendo sugerir que la proliferación de computadoras y de correo electrónico en los más apartados rincones del mundo mitigue las heridas de la pobreza con la misma rapidez con que se transmite un texto. Sin embargo, cuando comparo las posibilidades de información que tienen hoy los estudiantes hispanoamericanos con las que tuve yo en mi juventud (en una época en la que había que pelearse por los pocos libros de las bibliotecas y en la que las máquinas fotocopiadoras eran un lujo casi desconocido), no puedo menos que regocijarme y ver en estos cambios una señal de progreso. Un progreso que en lugar de excluir a las sociedades menos desarrolladas (como ha ocurrido con otros procesos históricos), las está ayudando a salir de su confinamiento cultural.

 

5-Una vez más me cuesta trabajo separar la conjetura del deseo personal.

Creo (o quiero creer) que la revolución informática no traerá consigo la muerte de los libros sino su supervivencia en un medio diferente. Un medio más seguro, más accesible, "virtualmente" imperecedero.

Creo (quiero creer) que se mantendrán las mismas grandes obras que han llegado a nosotros y que se recordará este siglo que llega a su término como el de la irrupción, en el panorama de las letras hispánicas, de nuevos actores procedentes de los márgenes.

Creo (quiero creer) que las mujeres narradoras y poetas de las últimas décadas ocuparán un lugar prominente como autoras de una suerte de libro "colectivo", representante de un trascendental cambio de rumbo en nuestra historia literaria.